CRONICA DE UN EXAMEN MEDICO
Publicado en Aug 15, 2010
UN DÍA, mi hijo Héctor Mauricio me llamó de Medellín y me dijo:
Hola papá, te llamo para saludarte y decirte que conocí un médica que vive en Bogotá, tiene un tratamiento muy especial para la enfermedad tuya. Digo tuya porque cuando uno adquiere una enfermedad es de uno y nada más. ¿Cierto? Así es hijo, - le contesté- es sólo mía y me ha costado tanto dinero, que no ha sido posible deshacerme de ella. La doctora se llama Neila Serrano de Barragán, médico cirujano químico farmacéutico de la Universidad Nacional. La doctora dice que inventó un remedio contra la Artritis y contra el Asma. Bien, después de pedir cita previamente me dispuse a viajar a la capital, y el día 28 de Enero a las 4 de la tarde, acompañado por mi sobrina Yolanda y su esposo Álvaro, llegué a su consultorio. Ya hacía como 15 días que debido a mi enfermedad, me dolía todo mi cuerpo en forma impresionante. Me dolían las manos, los pies, las orejas, la nariz, las pestañas, la ropa, los zapatos, el cinturón, los pantalones; mejor dicho, no podía hablar porque dolían las palabras. Siga señor Restrepo, dijo la doctora al entrar a su consultorio. Con razón tiene un hijo tan buen mozo, si usted es tan elegante como él. -refiriéndose a Héctor Mauricio- Sí doctora, -le contesté- parece que es un efecto de cuna. Le cuento, -me dijo- que conocí a su hijo en Medellín, le hice un examen médico general, le examiné todos los huecos y le certifiqué que está muy bueno y se puede casar. Con razón, -digo yo- su novia Lina maría le fijó la fecha de la boda, pero no me dijo si la examinó a ella, jajaja. Nunca antes me detuve a pensar cuántos huecos tiene uno en el cuerpo. ¿Ustedes lo han hecho? Pase señor Restrepo al reservado y se desnuda, -dijo la doctora. ¿Qué me desnude? Pero doctora, creo que con quitarme la camisa basta. No señor, ¡se desnuda todo! Uy qué pena, -pensé- y con lo feito que me veo. En todo caso me ayudó a desnudarme pues mi enfermedad y el dolor no me permitía hacerlo solo. Y ¡empezó el calvario! Me auscultó pecho, espalda, hígado, riñones, corazón, pulmones, etc, etc. Ahora vienen los huecos, dijo: Y la doctora empezó por el oído izquierdo, luego el derecho, ya van 2 huecos y, comencé a sumar... Luego las fosas nasales: 2 más y van 4. Viene la boca: 1 más y van 5. ¿Cual será el número 6? Pensaba yo, cuando la doctora se detuvo en las TURMÓPILAS. ¿Allí hay hueco? Claro que sí, el huequito que tiene el papá de mis hijos. La doctora Neila me hacía -algo así- como cosquillas por las turmópilas y, pensé: ¿Será que el examen es tan completo que trata de averiguar si funciono todavía? Y estaba en esto, cuando empecé a sentir el efecto Cometa. Me estaba alegrando cuando ¡tás! Se fue con su dedo por el estrecho túnel y, ¡ahí fue troya! Sentí que me trasportaba al séptimo cielo, después una profunda oscuridad, y ahí ví... ¡LA ESTRELLA DE LA LUZ PERPETUA! Vino un dolor sin nombre, no sabía si reír o llorar. A mis 65 años pasarme esto, yo que tanto me había cuidado en mi vida. Primero muerto que ¡bombardeado! Nos decimos siempre. Que se cuide, que no se deje bajar los pantalones de otro muchacho, -nos decían nuestros padres- que esto y que aquello. Luego la doctora riéndose me dijo: Señor Restrepo, me permito decirle que tiene ARTRITIS PSORIÁSICA. Y al oído me dijo que estaba muy bien de la Próstata. Y ¡la suma me dio 7 huecos! Pero lo más cruel fue, que esperaba me encimara un besito y nó. Álvaro mi acompañante, salió corriendo del consultorio, iba también a consultar y se arrepintió. Luego ya pensando mis pensamientos me decía: Al menos me tocó el examen con una mujer, y de ellas, siempre estamos dispuestos a dejarnos hacer su voluntad. Pero pobre mi sobrino César Augusto, que lleva 3 exámenes de estos hechos por médicos hombres y, en el último, le metieron algo así como un Catalejo o visiculo, de esos que usaba el pirata Mórgan para mirarle los calzoncitos a las Vírgenes Islas en el mar caribe. ¡Pobrecito!... hoy camina lento y cadencioso. La doctora me aplicó la inyección para la artritis, y desde ese día, he mejorado mucho de mis dolencias. Se me quitó el dolor tan intenso que me acompañaba. De ello puedo dar fe, y se que mi Dios está conmigo... ...Pero cada vez que me recuerdo del examen, el hueco número 7 me hace... ¡PÚM! NO ALCANZO A COMPRENDER POR QUÉ SIENDO TAN DOLOROSO, ALGUIEN DICE BUENO Y LO SIENTE MUY ¡SABROSO! Héctor Restrepo Martínez.
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