Crmenes de odio
Publicado en Aug 16, 2010
"Amigo mío, contigo he compartido toda mi niñez. Amigo mío, crecimos y luchamos
a la misma vez, a la misma vez. Amigo mío, si algo era tuyo era de los dos. Amigo mío, mi vida la conoces casi como yo, casi como yo. Siempre te encontré en los momentos duros, siempre te encontré y en la soledad sentí tu compañía, ayudándome, ayudándome". Amigo mío (José Miguel Gallardo) Dos días después fue que se supo la noticia de la muerte de este travesti. Fue para mí una gran sorpresa. Me sentía raro ese día, pues solo recordaba aquellos ojos llenos de tristeza. Hoy me pregunto: ¿Por qué los grupos religiosos que se manifiestan en contra del aborto o de las leyes a favor de la igualdad y erradicación del discrimen no son capaces de amar estas minorías? Es cuestión de amar a la humanidad entera. Tal vez no hemos derramado suficientes lágrimas y sangre, resultado de los prejuicios y el crimen movido por odios. Ahora creo que esa muerte cambió mi forma de pensar. Nunca mas sentí placer al oír chiste cargados de odio relacionados a los gay. Comencé a verlos como seres humanos, pero aun los veía desde un cristal opaco. Comencé a tratar a los chicos gay de la escuela con amabilidad. Comencé a buscar en la biblioteca y en periódicos sobre estos crímenes de odio y sentí una empatía por estos seres tan marginados en nuestra sociedad machista. La homofobia no es extraña a ningún país. Crímenes contra los homosexuales hay en todas partes y todos son injustos y brutales. Especialmente en mi país y en algunos estados de la nación americana, esa homofobia se manifiesta de manera muy violenta. No son extraños los asesinatos cometidos contra personas cuyo único delito es ser homosexual, lesbianas o transexuales. En mi país, están protegidos por la constitución, pero al mismo tiempo están desarmados frente a la incultura, los prejuicios y frente a un gobierno que no hace nada por combatirlos y por la intolerancia de muchos de sus ciudadanos. En mi isla los crímenes por homofobia no son muy frecuentes como en otros países de América. Sin embargo, a pesar de eso, la muerte de este travesti levantó una ola de indignación sin precedentes en todo mi pueblo. Las circunstancias que rodearon todo el caso lo hicieron especial. El espanto generado por este crimen me hizo tomar los "crímenes por odio" en serio; y pude entender que la homofobia puede llegar al asesinato más cruel. Una gran compasión se apoderaba de mí cuando leía sobre estas muertes de miles de homosexuales, victimas de grupos o personas que les odiaban por ser diferentes y en especial de este travesti. A él, lo subieron a un auto, lo llevaron hasta un lugar despoblado fuera del pueblo; le ataron y le torturaron y golpearon durante horas salvajemente. Después le abandonaron allí. Un corredor pasó por allí a las seis y media de la mañana, casi dieciochos horas después de este violento ataque. Su cara estaba llena de sangre, excepto allí donde el reguero producido por las lágrimas la había limpiado. Tenía tantas heridas. Murió y nadie estaba a su lado. La brutalidad del crimen, la crueldad del asesino o los asesinos, el hecho de que fuese gay hizo que todo el pueblo clamara por un castigo ejemplar al culpable. Un crimen por odio está motivado, en todo o en parte, por el odio, los prejuicios o las falsas dogmas acerca de la raza, el sexo, la edad, el género, la discapacidad o la orientación sexual de la víctima. Los movimientos por la igualdad han conseguido importantes avances en los derechos de otros colectivos estigmatizados o excluidos, pero la homofobia sigue perviviendo en la sociedad impunemente, sin que haya una conciencia colectiva de su peligro. En muchos países las relaciones homosexuales están penalizadas. Se escuchan chistes de mariquitas en los medios de comunicación. Muchas lesbianas y homosexuales son agredidos por bandas de neonazis y otros grupos. Todo el mundo se acuerda que los nazis aniquilaron a varios millones de judíos; nadie recuerda que también exterminaron a cientos de miles de homosexuales, y que muchos de ellos siguieron en la cárcel porque en Alemania (antes y después de la Segunda Guerra Mundial) la homosexualidad era un delito. A nadie se le ocurre hoy hacer una broma antisemita en la radio o en la televisión; en cambio, todas las semanas escuchamos chistes homófonos en estos medios. ¿Por qué? Desde mi infancia aprendí de lo que vi y oí. En mi hogar mis padres no eran homófonos, ni se escuchaban comentarios o insultos contra los homosexuales, pero se fomentaba la cultura del macho… Esto acarreó graves consecuencias para mí. Tuve apetitos homosexuales, pero me encontraba traumatizado por todo ese ambiente hostil y fui incapaz de poder asumir con naturalidad mis deseos. Hoy pienso que la sexualidad no es únicamente una estrategia de la naturaleza para asegurar la reproducción, sino una forma privilegiada de comunicación a la que todas las personas tenemos derecho. Pero eso lo aprendí derramando muchas lágrimas. Por muchos años quise mantenerme lejos de todo lo relacionado a la comunidad homosexual por muchas razones y estuve en todo mi derecho. Ahora comprendo que la sexualidad tiene que ser una elección y no una imposición. Aquella noche en que se corrió la noticia del asesinato de “La Prieta”, me dieron unas fuertes pesadillas. Me veía corriendo rio arriba y perseguido por todos los chicos del equipo, que me tiraban piedras. Llevaba el rostro maquillado y vestía un traje blanco como el que tenia puesto “La Prieta” la vez que me llevó a su apartamento. Todos los chicos me golpeaban, me halaban del cabello, me escupían y se burlaban de mí diciéndome: ---Eres un sucio maricón. No te queremos en el equipo. Cuando desperté mi corazón latía muy rápido y estaba totalmente sudando. Fui al baño y me di una ducha bien fría, mientras lloraba por aquel travesti que habían encontrado muerto en un malezal totalmente desnudo… Por aquellos ojos tristes de un ser que me había hecho descubrir un mundo para mi desconocido… San Juan, Puerto Rico, 17 de Noviembre de 2009 El Nuevo Día Arrestan sospechoso de asesinato de homosexual El joven de 26 años fue arrestado en una residencia en Cayey Por francés Rosario El principal sospechoso de la cruenta muerte de un joven homosexual fue arrestado anoche y podría ser llevado ante un juez durante el día de hoy para la radicación de cargos, informó la oficial de prensa de la Uniformada, Wilson Porrata. Detalló que también se ocuparon dos vehículos y hay una escena protegida en una residencia que ubica en el barrio Beatriz de Cidra, donde aparentemente ocurrió el macabro crimen. El asesinato de Jorge Steven López, de 19 años, se detectó el pasado viernes, cuando apareció un cuerpo cortado en trozos y calcinado en el barrio Guavate de Cayey. Desde entonces la Policía, con ayuda del Negociado federal de Investigaciones (FBI), investiga la muerte. “Aún cuando le cobija la presunción de inocencia, resulta esperanzador que se haya arrestado un sospechoso de cometer tan atroz crimen. Reconocemos, en primera instancia, la labor de la Policía quien investigó con celeridad este horrible asesinato. Confiamos en que la investigación demuestre finalmente si este asesinato fue cometido por prejuicio a la orientación sexual de Jorge Steven y de ser así, que se procese como un crimen de odio, con todo el peso de ley”, indicó el activista gay, Pedro Julio Serrano en declaraciones escritas. 17-Noviembre-2009 | EDITORIAL DE EL NUEVO DÍA Cero tolerancia al crimen de odio El hecho de que a siete años de haber entrado en vigor, la Policía y el Departamento de Justicia no hayan procesado un solo caso bajo la Ley de Crímenes de Odio, a pesar de que han ocurrido en ese periodo no menos de diez casos que se sospechan con esa motivación, atenta contra el derecho vigente al respeto a la dignidad humana que garantiza nuestra Constitución. Los de odio son de los crímenes que más deshumanizan y laceran la fibra moral de la sociedad, porque aquéllos que los cometen consideran que sus víctimas carecen de valor humano a causa del color de su piel, idioma, religión, orientación sexual o discapacidad. Desafortunadamente, no se trata de un fenómeno nuevo. De hecho, un incremento estadístico de este tipo de crimen en Estados Unidos y en otras partes del mundo a finales del siglo pasado, llevó a que, por presión del movimiento de derechos humanos, el término “crimen de odio” se incorporara paulatinamente al lenguaje jurídico. (Continúa) Tolerancia no es respeto "Solo le pido a Dios que la guerra no me sea indiferente. Es un monstruo grande y pisa fuerte toda la pobre inocencia de la gente. Solo le pido a Dios que el dolor no me sea indiferente; que la reseca muerte no me encuentre vacío y solo sin haber hecho lo suficiente. Solo le pido a Dios que el injusto no me sea indiferente; que no me abofetee en la otra mejilla después que una garra, me arañó esta suerte. Solo le pido a Dios (Pablo Milanés) En mi figurada tolerancia empecé a temerles. Tenía miedo a ser contagiados, a convertirme en homosexual por mí mismo. Y ese temor, ese peligro, ese verme como algo sucio y feo; en lugar de considerar que sencillamente tenía los mismos emociones y deseos dirigidos a personas de mi mismo sexo. Aquella mañana me prometí enterrar mis sentimientos; los que me iban vedando mi tranquilidad y me hundían en un pozo de dudas y conflictos. Le cerré las puertas al inquilino… Y cometí el peor crimen de odio: Matar mi verdadero yo. Únicamente en las noches y sin pretender o tal vez deseándolo, mi ángel de la guarda llegaba vivaracho y burlón, me atestaba de besos y caricias, sacudía mi cuerpo, me hacía el amor… Si el amor, el amor. ¡Ay dolorosas noches queridas, donde la turbación no pudo robarme los instantes de apacible pasión que mi cuerpo viril apetecía! “Mi madre y yo lo plantamos en el límite del patio donde termina la casa, fue mi padre quien lo trajo; yo tenía cinco años y el apenas una rama. Al llegar la primavera abonamos bien la tierra y lo cubrimos de agua, con trocitos de madera hicimos una barrera para que no se dañara. Mi árbol brotó; mi infancia pasó, hoy bajo su sombra que tanto creció tenemos recuerdos mi árbol y yo. Mi árbol y yo (Alberto Cortez)
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