Coloquios con Bonaparte (Día Segundo) Novela Histórica.
Publicado en Aug 24, 2010
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Este segundo día de mi visita al penal de la isla de Santa Helena para coloquiar con Napoléon Bonaparte a punto ya de morir, le encuentro a éste más bien muy demacrado y con unas grandes ojeras.
Diesel.- ¿Qué le sucede, séñor generalísimo Bonaparte?.
Napoleón.- No he podido pegar ojo en toda la noche.
Sólo guardo un respetuoso silencio aunque intuyo que lo que le está ocurriendo es que está enfrentándose a su propia conciencia de codicioso imperialista que buscó apoderarse de toda Europa sin contar con la brava resistencia de los dos extremos opuestos, España y Rusia, que fueron el principio de su triste y amargo final.
Diesel.- Vamos a ver si este día conseguimos hacer un poco más suave y dulce nuestro coloquio... para que vea que Jesucristo enseña a tener misericordia.
Napoleón.- !No necesito para nada la misericordia de Jesucristo sino que usted no vuelva más por aquí!.
Diesel.- Yo la orden que tengo es celebrar cuatro Coloquios con usted y eso usted ni nadie me lo va a poder impedir. ¿De acuerdo?.
Napoleón I Bonaparte se resigna.
Napoleón.- De acuerdo.
Diesel.- Empiece hoy usted el primero. Me pilla en un buen día de ánimo.
PRIMERA FRASE: "Los ingleses de primer rango tenían orgullo, por desgracia los nuestros sólo tenían vanidad; ahí reside la gran diferencia que caracteriza a los dos pueblos".
Napoleón.- Una vez reconocido que pequé excesivamente de chauvinismo ¿no me pondrá usted ninguna objeción a este magnífico pensamiento mío donde doy muestras de arrepentimiento?.
Diesel.- No estoy de acuerdo. ¿Conoce usted bien a la mayoría de los ingleses de primer rango o sólo lo ha escrito para intentar la treta de aparentar arrepentimiento?.
Napoleón.- Sí los conozco bien.
Diesel.- Yo los conozco mejor y por eso digo que usted o se equivoca, o no sabe bien lo que escribe o simplemente no los conoce casi nada. Debe saber que los ingleses de primer rango, y me refiero a los lores de la Cámara de los Diputados y los comunes de la misma Cámara, no sólo son vanidosos, muy vanidosos, sino que todos ellos, sobre todo los lores porque al fin y al cabo a los comunes los nombra el pueblo, están siempre deseando ser nombrados sires. Y es tanta su soberbia y vanidad que osan decir que son los Reyes del Mar, faltando al respeto al mismísimo dios Neptuno que, aunque yo no crea en él ni en los demás dioses, sirven, a través de la novelas, los cuentos, las narraciones, los relatos mitólógicos y los de ciencia ficción, para ponerlos en su verdadero lugar: simples mortales nada más. Incluso más viciosos, la mayoría de ellos, que los más viciosos de sus pueblos. Son tan soberbios que no quieren, por nada del mundo, devolver a Irlanda la parte norte de su isla que se la arrebataron con las armas. Verá. A los españoles no nos importa en abosluto que nos devuelvan el Peñón de Gibraltar que sólo es un refugio para hacer toda clase de trapicheos mercantiles y dinerarios que usted se pueda imaginar. Los españoles, a quienes usted no nos desea ni ver en pintura, al menos tuvimos la gran hazaña de Conquistar América pero saber mantener, con todos los americanos y americanas, lazos de compañerismo y hermandad, a parte de no tener ningún prejuicio en casarnos con ellas... mientras esos sires que usted llama
orgullosos y yo los llamo soberbios y prepotentes no desean por nada del mundo cruzarse con la latinas. O sea, que mal empezamos el día, señor Bonaparte.
Napoleón.- ¿No intentará volver a darme otro palizón como el de ayer, verdad?.
Diesel.- Yo no. Usted sólo se está vapuleando a sí mismo. ¿Necesita alguna información más de la verdadera psicología de la gran mayoría de los lores del Reino Unido?.
A Napoleón le sale un hilillo de voz titubeante.
Napoleón.- Si puede ser...
Diesel.- Pues por ejemplo, se las dan de muy valientes cuando salen a cazar a un sólo e inofensivo zorro campestre con doscientos caballos, trescientos o cuatrocientos perros dogos y alguna que otra damisela para dárselas de más interesantes. En plenas zonas campestres de Castilla, por ejemplo, los cazadores van a pie, con una simple escopeta y, a lo sumo un par de lebreles... y nunca se acompañan de damiselas a caballo para aparentar que son muy varones. Un simple e inofensivo zorrito de campo perseguido por una verdadera tropa que, para más inri, atruenan con cornetas a todo pulmón para asustarle más al pobre animal. ¿Algo más, señor Bonaparte?, ¿desea que le aporte algún dato más a la soberbia de los sires, lores y algunos comunes del Reino Unido, que usted llama falsamente orgullosos?.
A Napoleón ya le empiezan a sonar las tripas de los nervios.
Diesel.- Desayunemos. Es hora de desayunar y después seguimos. ¿Qué le parece si usted toma té inglés, ya que tanto los adora, y yo un simple café colombiano por ejemplo?.
Napoleón.- De acuerdo. Es una decisión noble por parte de usted.
Diesel.- Porque soy mucho más noble de lo que usted está pensando.
Así que entra el carcelero, me mira de arriba abajo como pensando ¿quién será este periodista y para quién estará trabajando? pero no dice nada y se limita a apuntar nuestros pedidos.
Napoleón.- Para mi un té de Ceilán, con pastas rellenas de cabello de ángel que para eso soy quien soy, más tres terrones de azúcar y, si es posible, un par de madalenas.
Diesel.- Yo sólo café colombiano con agua.
Una vez que regresa el carcelero sirviéndonos el pedido y volviendo a mirarme de arriba abajo sin atreverse a decirme nada, descansamos un buen rato. Él, de vez en cuando, se coloca el ridículo sombrero que se le ladea cuando agacha la cabeza para beber el té. Yo, tranquilo como siempre, termino antes y espero a que termine encendiendo uno de mis coburn.
Después del descanso sólo le hago reflexionar con una de mis ideas repentinas.
Diesel.- ¿De verdad es usted un genio del arte militar o no pasa de ser más que un mafioso corso?
Napoleón no desea contestar, se muerde los labios y comienza a gemir.
Napoleón.- No ahora por favor, no me ponga en ridículo ahora y sigamos adelante.
Diesel.- Está bien. Lleva usted razón. Pero si no quiere que le siga poniendo en ridículo haga el favor de quitarse de nuevo ese ridículo gorro que se cree que le da alguna autoridad sobre mí; porque sepa que mi única autoridad es Jesucristo.
Napoleón.- ¡Sí... sí... sí...!. ¡Me lo quito de inmediato pero no me nombre más a Jesucristo porque me da de verdad tantos retortijones el cuerpo que si lo sigue haciendo no tendré más reemdio que volver al water.
Diesel.- Bien. Así sí. De usted a usted y al mismo nivel de cordura o de locura; porque una de las cosas que vengo a hablar con usted es de cordura y de locura. Sólo para demostrar quién es quién de cada uno de nosotros dos.
Napoleón.- ¿Eso le han pedido desde su Dirección de Redactores?.
Diesel.- No. Eso sólo estoy dispuesto a añadirlo yo en cuanto se me presente la ocasión adecuada.
Napoleón.- Entonces acabemos ya con todo y váyase para siempre. Yo soy el loco y usted está totalmente lúcido.
Diesel.- Eso no me sirve. Sólo me sirven las demostraciones prácticas de las que tanto alardean los científicos así que ahora vamos a jugar con sus naipes. Los naipes espirituales los dejo de momento aparte. !Juguemos con los naipes de los muy célebres cientifícos, que son tan célebres que hasta en su honor se colocan moumentos en las plazas mayores, se les ponen sus nombres y apellidos a las calles, se les conmmemora en Centenarios de recuerdo, y un tan largo etcétera que da grima ver tanta confusión mental en el mundo!. Pero sigamos. Ahora tomo yo, si usted no tienen inconveniente, la palabra en primer lugar.
Napoleón.- No tengo inconveniente. Es justo. Pero abreviemos, por favor.
Diesel.- Las abreviaturas no son un recurso muy bueno en ninguna clase de arte; a veces son necesarias pero la mayoría de las veces estropean un texto hasta dejarlo sin valor alguno. ¿Me comprende?. Así que nada de abreviaturas. Otra cosa es que seamos ligeros en el hablar y en el escribir; pero abreviaturas no pienso usar ninnguna. Dejemos ya la tontería a un lado y hablemos con detalles suficientes para dejar las cosas bien claras y sin duda alguna. ¿Lo entiende?.
Napoleón.- Ya no digo nada. Total, yo seguiré siendo yo y usted un don nadie.
Diesel.- Se equivoca usted totalmente. Usted seguirá siendo un falso dios para muchos franceses pero yo soy un señor para mi familia y mis amigos y eso es para mí mucho más importante. Así que ya ve, lo grande a veces es lo mínimo y lo pequeño a veces lo máximo ¿o no recuerda aquello que aprendimos en la escuela del minímo común múltiplo y el maximo común divisor?.
Napoleón.- Algo me suena pero no recuerdo bien.
Diesel.- Se lo voy a definir en breves palabras antes de entrar otra vez en harina: el mínimo común múltiplo (m.c.m.) de dos o más números naturales es el menor número natural que es múltiplo de todos ellos. Sólo se aplica con números naturales, es decir, no se usan decimales ni números negativos". O sea, que usted es, en estos momentos en que su gloria se acaba, un mínimo, y lo digo haciendo una comparación metafórica nada más; mientras que el máximo común divisor (abreviado mcd o m.c.d.) de dos o más números enteros es el mayor número que los divide sin dejar resto. Por ejemplo, el mcd de 42 y 56 es 14. En efecto, y 3 y 4 son primos entre sí (no existe ningún natural aparte de 1 que divida a la vez al 3 y al 4). En otras palabras, y que quede entre nosotros dos solamente aunque lo siento pero esto lo van a leer todos mis lectores y lectoras, yo ahora soy el máximo por lo menos comparado con usted... y conste que sigo diciéndolo de manera metafórica nada más. Porque sepa usted, amigo Don Napoelón o señor Bonaparte mejor dicho, pues amistad entre nosotros no existe, ya ve que lo que parece no es y lo que es no lo parece como aquella famosa frase sobre las mujeres...
Napoleón.- ¡No!. ¡!No me hable más de mujeres!.
Diesel.- Pero ¿es que no le gustan a usted las mujeres?.
Napoleón.- Si. Muchísimo. Pero prefiero ya no pensar en ninguna de ellas.
Diesel.- Lo siento, generalísimo, pero la canción es necesaria que usted la conozca y no lo hago por usted sino permítame a mí también un poco de ego auqnue sea mínimo ego y no tan máximo ego como el suyo. ¡Ahí va!.
Napòleón.- No, por favor, yo con las mujeres sólo he sido un calzonazos.
Diesel.- Está bien. No le voy a cantar toda la canción sino la parte más importante de ella. Esa que dice así: "La que no es buena lo parece algunas veces y la que es buena no lo parece".
Napoleón, despúes de esto, se tapa los oídos.
Diesel.- Ya es tarde, Don Napo... amiguete del alma francesa... ya es tarde. Así que ya ve lo que son las cosas estas de los donjuanes y las maripepas. Y permítame un chiste, sólo un chiste muy malo por cierto, antes de ponernos de nuevo en serio. Yo a veces la cantaba así: ¡Esperanza, Esperanza, si no comes no llenas la panza!.
Napoleón se ríe como un verdadero loco.
Diesel.- Eso he querido demostrar. Se ríe usted como un loco y yo le digo que eso lo cantaba yo sólo porque era muy niño todavía. Y ahora vamos a lo importante.
SEGUNDA FRASE: "Ningún pueblo ha tenido tantos reyes asesinados como Francia; ciertamente, no es un país fácil de gobernar".
Diesel.- !Vaya, parece que hoy está usted mucho más manso que ayer!. ¿Acaso ha comido huesos de santo o es que está buscando que santifique don Pío VII sus huesos y los ponga en una urna para decir que hacen milagros como ya pasa con otros santos y santas cuando sabemos que todo eso es una farsa?. Vamos por parte. Ningún pueblo, es cierto, ha asesinado a tantos reyes como Francia significa, por mi parte, que ningún pueblo, y estamos hablando sólo de la Europa culta en que nos encontramos, que de tanta cultura está llena que todos los eruditos se han vuelto violetas, y no me malinterprete que no van por ahí los tiros, que ningún país repito ha ido tanto en contra de la voluntad de Dios como Francia. Por lo menos hasta el día de hoy.
Napoleón.- Sí. Es cierto. Pero no entiendo lo de los eruditos a lo violeta.
Diesel.- No me disimule usted por más tiempo. Que bien sabe usted que es una sátira escrita por el gaditano José Cadalso. Ya ve. Él riéndose de los eruditos a lo violeta cuando se apellida Cadalso y usted poniéndose la cara de color violeta dentro de un cadalso. ¿Qué cosas tiene esta vida del siglo XIX que hasta podemos hacer juegos de palabras?. Quiere que emplee un caligrama o un telegrama para terminar con la segunda parte de lo que opino yo de esta frase?.
Napoleón.- Telegrama, por favor. Telegrama para ser más concreto y claro y preciso y breve.
Diesel.- Totalmente de acuerdo sólo en esta ocasión. A veces lo bueno si es breve es dos veces bueno pero sólo a veces porque es nada más que una relatividad de esas que tanto les gusta a ustedes los franceses de la corte napoleónica... ¿o camaleónica, monsieur?... ¿su corte es napoleónica o camaleónica?.
Napoleón.- No entiendo nada.
Diesel.- Pues lo estoy diciendo claramente. A toda su corte le gustan mucho los juegos de cama como si fueran leones y leonas... ¿me entiende ahora?.
Napoleón.- Me da vergüenza hablar de eso en público por favor.
Diesel.- No es necesario hablar más de eso. Mis lectores y lectoras sí comprenden con total claridad lo que son los juegos de camas en las ahora tiro yo y luego tiras tú y después tira él y por último tira el otro... y hablamos de una mademoiselle, monsieur, de una mademosielle tirando a la vez con cuatro leones pares de ustedes, y hasta con pares de leones franceses y no de San Mamés precisamente, que estos si son leones como Dios manda. ¿Hablamos, por ejemplo, de la revelación de los secretos y los detalles de su vida amorosa, monsieur Bonaparte?. Sus dos matrimonios, sus innumerables romances, su trato hacia las mujeres, su sexualidad (que ya sabemos todos que tuvo usted amantes masculinos) y las sórdidas aventuras amorosas de otros integrantes de su familia; las amantes de la corte y de fuera de ella, los hijos adoptivos y naturales, las imperdibles historias de las hermanas y cuñadas que se entrecruzaron en un vasto contenido por su encanto y desenfado. ¿Y ustedes, los muy hijos de la Revolución Francesa, criticaban a las cortes reales?. Pero si ustedes han sido mucho peor que todos ellos...
Napoleón.- No, por favor caballero. Son secretos de alcoba.
Diesel.- ¿Secretos de alcoba para que no se entere este sencillo pueblo francés que tan orgulloso está de la Revolución, los grandes hijos de la Revolución y, especialmente, de usted?.
Napoleón.- El telegrama... por favor... el telegrama... que me estoy de nuevo orinando.
Diesel.- Bien. Ahí va el telegrama de la segunda parte de su pensamiento: País. Stop. Digamos dificil. Stop. Ocultemos verdad. Stop. Dictadura. Stop.
Napoleón Bonaparte se queda con la boca abierta.
Diesel.- ¿No quería concisión y brevedad?. Pues ahí tiene el telegrama. ¿Algo que razonar sobre él?.
Napoleón.- Pues que lleva usted toda la razón.
Diesel.- ¿La razón del "pienso luego existo?".
Napoleón.- Por supuesto que sí.
Diesel.- Pues se equivoca otra vez porque, en este caso particular, es "pienso luego deduzco". Así que vayamos a por el próximo pensamiento salido de su sensacional y genial cerebro, mi generalísimo de los pares en las camas.
Napoleón Bonaparte se muestra colérico y le da un ataque de histeria.
Napoleón.- ¡Carcelero!. ¡Carcelero!. ¡Llévese a este caballero ya de aquí!.
El carcelero le responde que no puede poner su empleo en peligro, que tengo permiso de estar cuatro dias con él y que a él no le importa quien sea el loco de los dos pero perder el sustento de su familia no lo va a perder por todo el oro del mundo.
Disel.- Repito de nuevo mi humilde petición, monsieur. Sigamos con su tercer genial pensamiento.
TERCERA FRASE: "En la victoria lo merecemos, en la derrota lo necesitamos".
Diesel.- Y yo contesto y lo rebato de la siguiente y sencilla manera: "En la victoria lo necesitamos y en la derota lo merecemos". O sea todo lo opuesto a usted. ¿Se da cuenta ahora de que es imposible que tengamos el mismo destino?.
Napoleón.- Ahora me siento con ganas de refutar. Yo creo que en la victoria lo merecemos porque somos los mejores.
Diesel.- Y yo digo que la victoria no es de los mejores sino de los que más la necesitan; por eso creo que en la victoria lo necesitamos.
Napoleón se queda cortado de repente y pensativo...
Diesel.- ¿No desea ya seguir refutando?.
Napoeón.- No. Estoy derrotado de antemano. Es como si yo tuviera un póker en la mano y usted tuviera un repóker...
Diesel.- Se equivoca. Tengo algo mejor. Tengo una escalera de color. Escuche. Usted dice que en la derrota lo necesitamos. Escuche. Escuche bien mi escalera de color: en la derrota no necesitamos nada; la derrota siempre se la merecen los que no saben dónde está el bien y dónde está el mal. ¿Ve usted que tengo una escalera de color en vez de un repóker porque no necesito comodín alguno para refutarle a usted?.
Napoleón.- Sí. Veo. Veo.
Y Napoleón se lanza a por la botella de coñac y bebe un largo trago de la misma.
Diesel.- Cuidado Don Napoleón que va a terminar viendo doble... y no se doble tanto para beber que es cosa de quienes no saben lo que es empinar bien el codo.
Napoleón.- Perdón, señor Diesel, es que sólo le estaba haciendo una reverencia.
Diesel.- Pues no tiene por qué reverenciarme usted a mí en nada porque no estoy de su parte así que beba como los buenos manchegos, empinando con la cabeza erguida que es como Dios manda. Y bebiendo con moderación para no ver tantos pares en la cama, monsieur. ¿Jugamos a los pares y a los nones?.
Napoleón.- No tengo ni idea de ese juego...
Diesel.- Pares o nones es un juego de manos, en el cual la probabilidad es un factor importante. Se juega por dos participantes quienes emplean su mano más ágil para que cada uno de ellos muestre, su dedo índice o su dedo índice y su dedo medio (corazón); esto significa que la cuenta total de los dedos será 2, 3 ó 4, o sea que el resultado de la suma de los dedos de ambos participantes será muy probablemente un número par. Antes de jugar, los participantes se ponen de acuerdo de quien intentará pronosticar el resultado final; el mismo o misma contará hasta tres y exclamará su pronóstico, a manera que después de la «cuenta de tres», éste o ésta exclama «¡pares!» o «¡nones!» simultáneamente cuando los jugadores muestran su(s) dedo(s) sobre la muñeca de su otra mano; es importante que el exclamar el resultado pronosticado no se haga después de que los dedos se hayan mostrado. El juego de pares o nones puede ser utilizado para hacer una decisión, como en el caso del volado, pero sin hacer uso de una moneda. Una variante del juego consiste en que uno de los jugadores elige "pares" y el otro "nones". A continuación, ambos jugadores muestran a la vez (a la voz de "¡Uno, dos y tres!" tipicamente) su mano con ninguno, uno o varios dedos extendidos. Si la suma de ambos es par, ganará el jugador que eligió pares, y viceversa. Puede jugarse a una vez o "al mejor de tres", "el mejor de cinco", etcétera. Esta variante tiene un componente estratégico al tratar de prever si el contrincante sacará par o impar, y tratar de mostrar el complemento que te haga ganador, teniendo en cuenta que: Par + Par = Par; Impar + Impar = Par y Par + Impar = Impar. Conviene acordar a priori si el cero es par o jugada nula, ya que suelen surgir discusiones al repecto. La última variante, que es la que más me gusta a mí, es coger simplemente cada jugador un puñado de cromos en una de sus manos y decir !pares o nones!. Se cuenta el total de cromos y si sale un número par gana el que ha dicho pares y si sale un número impar hana el que ha dicho nones. Es a esta variante a la que le ofrezco la ocasión de jugar. Porque es la más justa ya que cada jugadro, usted y yo en este caso, tenemos exactamente el 50 por ciento de acertar. Es la más democrática y justa aunque usted no sea demócrata ni justo. Usted dice pares en plural y yo digo nones en singular... ¿qué le parece?. ¿Jugamos a esto y se le quitan ya las ganas de seguir recordando sus Campañas Militares?.
Napoleón.- No. Estoy aturdido. La verdad es que no deseo ahora jugar a nada.
Diesel.- Bien. Sigamos siendo serios. Pares a mí no me gustan. A mí sólo me gusta una... y por eso elijo nones... ¿ha entendido ya?.
Napoleón.- Entendido. Entendido.
Diesel.- Vamos con su cuarto pensamiento a ver si esta vez es algo más importante o por lo menos algo más interesante.
CUARTA FRASE: "El ejemplo de Estados Unidos es absurdo; si los Estados Unidos estuvieran en el centro de Europa, no resistirían más de dos años a la presión de las monarquías".
Napoleón.- ¿Qué me dice usted ahora?. Acabo de dejarle callado... ¿eh?...
Diesel.- No es correcta ni la frase ni la exclamación de ¿eh? cuando se es culto sino que se debe decir ¿cierto?... Este pensamiento suyo está completamente equivocado. Si los Estados Unidos, que no es un país absurdo por cierto sino todo lo contrario, estuviera en el centro de Europa, usted no habría gobernado en Francia ni tan siquiera un par de años... ya que a mí si me gusta jugar a pares y nones... ¿se lo explico de otra manera?.
Napoleón.- Sí, por favor.
Diesel.- Pues que si los Estados Unidos de América, que se le olvida usted decir América señor Bonaparte o no le interesa a usted decir América por si las moscas, que es frase muy castiza ésta y aclara muchos temas, usted no habría durado en el poder de Francia ni un par de años, ni un par de meses y ni tan siquiera un par de días... porque, simplemente, es un país democrático que no permite, y hacen bien, una Dictadura que amenace su existencia. ¿Entiende ahora el porqué de lo absurdo de su pensamiento y no el pensamiento de las personas que forman los Estados Unidos de América?.
Napoleón.- ¿Y cómo sabe usted tanto de los Estados Unidos de América?.
Diesel.- Primero porque he vivido allí y segundo porque he leído infinidad de veces su historia y la historia de usted. No hay ningún punto de comparación salvo las pocas excepciones que en todas partes las hay.
Napoleón se mete la cabeza, ya sin sombrero, entre los brazos y comienza a sollozar.
Diesel.- No sea usted como Boabdil, gran Bonaparte. Cuando un verdadero hombre llora no esconde la cabeza sino que la levanta para que lo vean los demás. ¿Comprende lo equivocado que está usted sobre la vida de los hombres y las mujeres, señor donjuanesco?.
Napoleón sige gimiendo con la cabeza entre sus brazos mientras habla.
Napoléon.- No. Soy el Gran Napoleón I Bonaparte, y como soy el Primero pues mi obligación es que nadie me vea llorar.
Diesel.- Está usted totalmente equivocado puesto que si es en verdad el Primero, que lo dudo, sería un ejemplo de verdadero hombre.
Napoleón.- Sigamos con mi siguiente pensamiento.
Diesel.- Está bien. Si quiere usted seguir en esa postura siga, pero abra bien los oídos ya que no se atreve a mirarme a la cara. Tenga en cuenta que tengo que completar este Segundo Coloquio si quiero ganarme el sustento de mi familia. Si no me quiere mirar de frente hasta se puede volver a mirar hacia la pared dándome la espalda.
Napoleón.- ¡Eso mismo voy a hacer!. ¡Me ha dado usted una excelente idea!.
Diesel.- Lo cual demuestra que está usted peor que Carioco.
Napoleón se sienta al revés sobre la silla y se pone dándome la espalda y mirando a la pared.
Napoleón.- ¿Quién es Carioco?.
Diesel.- Nadie hoy mismo. Sólo es un personaje del futuro. Un personaje que, en el futuro, dejará bien claro qué es estar loco y cuántos locos cómo él están en las páginas de la Historia. Así que solo le digo que, en el futuro, serán "Las Historias del Loco Carioco" pero como usted me está dando la espalda como diciendo que quiere saber algo del futuro ahí va la siguiente sinopsis que es palabra que hoy no existe todavía porque pertenece al cine y no le explico lo que es el cine porque entonces si que no se lo creería en absoluto. Escuche. Conti fue uno de los grandes pioneros de la generación Bruguera. Sus chistes eran geniales y su estilo de dibujo, muy parecido al de Mingote, era muy eficaz para este tipo de género. Sus personajes más conocidos fueron Apolino Tarúguez y el loco Carioco. Este último, era un loco que se escapaba del manicomio donde residía, para vivir estrámboticas aventuras en las que sus excentricidades eran la base de los gags. Su rasgo peculiar era su pelo erizado (de loco), y causar chascos a sus vecinos, pese a sus buenas intenciones, pues recordemos que se trata de un majareta con facilidad para entrar y salir del manicomio como si de un hotel se tratase. Trabaja en empleos como vendedor de lavadoras, con un final tan disparatado que sólo se explica por los tornillos que le faltan a Carioco. Lo cotidiano se convierte, una vez más, en los tebeos Bruguera, en algo jocoso.
Napoléon se da cuenta de que está haciendo el ridículo y se sienta como Dios manda pero simepre con una mano metida en la casaca por el pecho y la otra y brazo detrás de la espalda.
Napoleón.- ¿Qué tiene que ver una lavadora con todo esto?.
Diesel.- Tiene que ver que las lavadoras de hoy en día, mujeres arrodilladas lavando sus lustrosos uniformes, dejarán de vivir de rodillas algún día ante tanto machista francés, inglés o de cualquier otra parte europea o no europea. Pero ya no le voy a decir más. No he venido aquí a darle mayores explicaciones de las necesarias sino a escribir un libro con mis Coloquios con usted. Así que ya ve. Pienso vender mis coloquios como entrevistas de prensa y luego hacer con todo ello un libro histórico... qué le parece, ¿me sigue ayudando en la labor?.
Napoleón.- !Con mucho gusto, señor Diesel, con mucho gusto!.
Esto muestra a las claras los continuos cambios de humor de Don Napoleón I Bonaparte que nos define una personalidad totalmente anormal con respecto a lo que yo considero normal.
QUINTA FRASE: "Si Jesús no hubiera sido crucificado, no sería Dios".
Diesel.- ¿Y se queda usted sólo ahí?.
Napoleón.- ¿Qué me quiere decir usted?.
Diesel.- Que la frase es inexacta. La frase exacta, para que se entere de una vez por todas, señor materialista, es "Si Jesucristo no hubiera sido crucificado, no sería hoy el Hijo de Dios vivo". Pero... ¿no decía usted que no quería que le nombrase más a Jesucristo?.
Napoléón.- ¡De nuevo me he vuelto a equivocar!. ¡Qué mala suerte tengo yo contra usted!.
Diesel.- También se equivoca en eso. No tiene usted ni buena suerte ni mala suerte. Lo único que le sucede es que no ha leído la Biblia o no la ha sabido leer o no cree usted en lo que dice la Biblia. Pero no llame usted a eso mala suerte ahora que les quedan escasos días para morir... sino ignorancia... y ya sabe o debería saber lo que dice Dios sobre los ignornates. Se lo voy aclarar: "Serán vomitados de los Cielos".
Napoleón Bonaparte se arrepiente demasiado tarde de haber coloquiado otra vez conmigo sobre la figura de Jesucristo.
Napoléon.- Mire que soy lerdo. ¿Por qué habré sacado de nuevo a relucir la figura de Jesucristo?.
Diesel.- Perdón, gran generalísimo de los ejérictos franceses, Jesucristo no es una figura sino una realidad.
Napoléon.- ¡No!. ¡Dejemos el tema!. ¡Tiro la toalla!.
Diesel.- Dejamos, de momento el tema, pero no le permito que tire la toalla. Este Coloquio debe llegar hasta su final. Así que vamos. Adelante y no se me achique ni se me acobarde que, al fin y al cabo, en alguno de sus pensamientos quizás pueda estar yo de acuerdo. Adelante. No tenga usted miedo. ¿No es usted un gran soldado de la muerte de sus propios soldados y de los soldados ajenos?. ¿Tiene miedo ahora que ya se le acaba el chollo?.
Napoleón.- Bien. Estoy cazado y bien cazado. Continuemos.
Diesel.- Continuemos pero esto no es una cacería de las suyas, y me refiero a las mujeres, sino sólo la Justicia de Dios. Solo eso. Y aquí nadie está usando ninguna espada ni ningún puñal. Aquí estamos jugando al Juego de la Verdad; que es el más divertido juego que yo conozco.
SEXTA FRASE: "Los hombres que han cambiado el mundo no lo han conseguido reemplazando a los gobernantes, sino siempre agitando a las masas".
Diesel.- Por eso, ustedes, grandes hijos de las Revoluciones mundiales de todo tipo y color, han dejado un mundo hecho un colador de cara al futuro. ¿Éste es el mundo que quiso usted conquistar?. ¿De esta manera lo quiso usted conquistar?. ¿Así buscó usted conquistar al mundo y las mujeres?. Por eso está el mundo tal como está... se da cuenta ahora, insensato, que agitar a las masas es como agitar a una botella de gaseosa. ¡Estalla, señor Bonaparte, estalla el mundo entero cuando para cambiarlo hay que agitar a las masas!. ¿No se da usted cuenta que las masas quiere decir gente embrutecida y sin cultura alguna?. Culpa de ellos o no culpa de ellos solo son gente embrutecida. ¿Qué clase de mundo se puede construir con una enorme masa de gente embrutecida a la que ustedes los de los poderes fácticos aún la han embrutecido más todavia?. !Mezquino pensamiento, señor Bonaparte, mezquino y ruín pensamiento que me da asco seguir analizando!. Lo he explicado ya tantas veces que ya no es necesario nada más que decir la siguiente ecuación: Agitar a las masas es al mundo como la destrucción es a lo profundo. Si no lo entiende es problema suyo. Sigamos que tengo un poco de prisa para encender un coburn.
Napoleón.- Eso. ¿Por qué no descansamos un poco para asimilar lo que me acaba de refutar?.
Diessel.- Fantástico. Me apetece un coburn ahora. Y conste que no le he refutado yo nada sino que usted mismo se ha refutado a sí mismo.
Napolerón.- Ahora sí que no lo entiendo.
Diesel.- Muy sencillo. Yo no he tenido que refutarle nada en esta ocasión. Es la forma de actuar de esas masas embrutecidas por ustedes los imperialistas de cualquier color social o ideología política la que le acaba de refutar su pensamiento. Yo no he hecho ni el más mínimo esfuerzo ni la más mínima intención de refutarle pues sólo le he dicho lo que observo.
Y comienza nuestro nuevo descanso; hasta que con nuevas energías renovadas sigue el Coloquio.
Napoleón.- Yo quise alinear el mundo.
Diesel.- No diga usted más mentiras. Usted y los que han sido como usted a lo largo de la Historia Humana sólo han querido alienar al mundo que es todo lo opuesto.
Napoleón.- Pasemos de tema por favor.
Diesel.- Si. Pasemos de tema porue podríamos estar aquí las mil y una noches hablando de la alienación de las masas. Porque esto de la alienación mental parece ya la Historia de las Mil y una Noches pero en forma de pesadilla social y chanchullo político y económico.
SÉPTIMA FRASE: "Los hombres generalmente no pasan de criaturas adolescentes".
Diesel.- ¿Le gusta a usted hacer el payaso o es que está loco de verdad?.
Napoleón.- ¿Por qué?. ¿No es cierto?. ¿No dijo eso Jesucristo?.
Diesel.- Jamás.
Napoleón.- Pues lo dice la Biblia.
Diesel.- Está usted totalmente errático. Jesucristo nunca llama a los seres humanos criaturas como si fuesen sólo animales sino que les llama hermanos. Como comprenderá, y a ver si se le encienden ya las luces de una vez por todas, ya que estamos en la época de la Ilustracíón, no dijo "quien no sea como una criatura adolescente -que significa carecer todavia de personalidad propia añado yo- no entrará en el Reino de los Cielos".
Napoleón.- ¿Entonces qué fue lo que dijo?.
Diesel.- Exactamente lo siguiente: "Quien no sea como un niño no entrará en el Reino de los Cielos".
Napoleón se queda pensando.
Diesel.- Exacto. Está pensando ahora bien. Un hombre que es como un niño no es nunca un adolescente sin personalidad todavía por hacer, sino un joven que es cosa totalmente opuesta. ¿Sabe usted la diferencia que existe entre un adolescente y un joven?.
Napoleón.- Pues ahora que me lo dice estoy comenzando a pensar en esa diferencia.
Diesel.- Le voy a ayudar. Un joven es un hombre completo que no deja se der un niño, pero un niño bien completo ya. Mientras un adolescente todavía es como una crisálida: un ser todavía en formación. O sea, para ser más concreto: si nos han educado bien, las mujeres a los 16 años y los hombres a los 18 años han pasado de ser adolescentes a ser jóvenes. A partir de ahí arranca lo que dijo Jesucristo. Digámoslo así, para esclarecerlo mejor: "Quien no sea un hombre o una mujer que, siendo siempre joven, no sea como un niño, no entrará en el Reino de los Cielos". ¿Qué le parece ahora lo que dice Jesucristo continuamente?"
Napoleón.- !Abandono!.
Diesel. Que aquí no hay abandono posible que esto no es una de sus famosas estrategias de Ajedrez sino un jego de naipes con las cartas boca arriba. Pasemos a la siguiente.
OCTAVA FRASE: "El ajedrez es un juego sin par; regio e imperial".
Diesel.- El ajedrez sólo es un juego y hay juegos superiores a él. No sólo lo pueden jugar los reyes sino también las reinas; quiero decir que tan lógicos son los hombres como las mujeres en esto de jugar ajedrez y no es nada imperial comparado con el juego del mus. ¿Sabe usted jugar al mus?.
Napoleón.- Ni idea.
Diesel.- Pues es un juego mucho más inteligente que el ajedrez. Incluso he inventado yo una zerdeja que es muchísimo más inteligente que el ajedrez, mucho más entretenido y mucho más al alcance de cualquier mentalidad y no como el clasista ajedrez que sólo se inventó en base a la lógica y solo para los pudientes en sus inicios. El mus está basado en la inteligencia y la zerdeja está basado en la emoción y esa especie de cordura loca que debe tener todo buen juego que no se nos vuelva ni pesado ni aburrido. Lo tengo diseñado y con todas las reglas. Sólo hace falta que alguien me lo quiera comercializar. Pero bueno. Volvamos al punto principal de la frase.
Napoleón.- Estoy totalmente perdido. Ya no sé ni quien soy ni por qué escribo yo tantas tonterías. ¿Cuál es el punto principal de esta frase?.
Diesel.- Usted lo ha dicho. La mayúcula tontería de que es un juego sin par porque debe usted aprender que el ajedrez es, precisamente, todo lo contarios; o sea, que debe haber un par de jugadores o jugadoras para que se pueda jugar. ¿Observa usted la contradicción que comete?. Y si cree que es sin par en el otro sentido, se equivoca, porque la zerdeja le supera en emoción, interés y esos gramos de locura infantil que debe tener todo buen juego.
Napoleón.- Pero ¿usted se ha atrevido a crear un juego llamado la zerdeja mucho más entretenido que el ajedrez?.
Diesel.- Sí. Porque es el ajedrez al revés. Y otra cosa; también he inventado un solitario da naipes españoles que supera a cualquir otro juego de solitarios de naipes y en el cual pueden jugar, al mismo tiempo, cualquier número de personas que deseen jugar entre sí. Es, para mí, y sin orgullo le digo, el mejor juego de solitarios de naipes que conozco. Hasta lo he jugado escuchando música de falsos cantautores para olvidarme de ellos y formando países con mi imaginación. Otro juego con unos gramos de locura infantil.
Napoleón.- ¿Me enseñará a jugar a eso?.
Diesel.- Imposible. Usted sólo tiene unos pocos días de vida y son juegos de cara al futuro si es que conseguimos hacer de este mundo un mundo feliz de verdad. No me refiero al famoso mundo feliz de un tal Aldous Huxley del próximo siglo XX al cual usted y los que son como usted, han condenado a ser un verdadero infierno, sino a algo más lejano, al siglo XXI exactamente si es que los del Eje del Bien derrotamos a los del Eje del Mal. ¿Recuerda usted su famoso Eje?.
Napoleón.- De memoria: Se coloca el triángulo principal en los ejes coordenados de manera que un lado coincida con el eje horizontal. Se nombran los lados A, B y C con longitudes a, b y c y las letras n y m denotan la distancia que hay que moverse del punto medio del lado A de manera horizontal y vertical para llegar al punto medio del triángulo generado por el lado A, de igual manera u y v para el lado B.
Diesel.- ¿Y qué le parece eso a usted mismo siendo sincero por una vez en su vida?.
Napoleón.- Un petardo; un verdadero bodrio que aburría hasta al más paciente de mis capitanes.
Diesel.- Usted lo ha dicho. Sólo un bodrio si nos dedicamos toda la vida a elaborar ejes de ese tipo tan matemático en vez de divertirnos de vez en cuando con alguna buena fiesta. Y es que sus teoremas son como para echarse la siesta. ¿Así que el ajedrez es el no va más verdad?. Será para los que les gusta sólo jugar a batallas que, para un momento están bien, pero de forma tan continua y pesada aburren a las ovejas, señor Bonaparte. Y como no quiero aburrirme con esta discusión matemático-lógica pasemos al siguiente pensamiento a ver si ha escrito usted algo más divertido.
NOVENA FRASE: "No tengo más que al pueblo y a los militares hasta el grado de capitán; el resto me temen, pero no puedo contar con ellos".
dIESEL.- Aquí está usted diciendo algo que es verdad. Pero sigue olvidando lo mismo; que tenía, y hable en pasado, por favor, ya que en el presente ya no los tiene, a un pueblo domesticado según sus caprichos y a unos oficiales de las categorías más bajas, porque los oficiales de categoría alta son los de verdad ineligentes y son los que han decidido encerrarle definitivamente aquí. ¿Sabía usted o no sabía usted ese por qué?.
Napoleçón.- Pues yo creía que me adoraban.
Disel.- No le adoraron nunca. Sólo le obedecían porque le tenían miedo... al igual que pasó con las mujeres y los hombres que pasaron por su cama. ¿O no es usted bisexual?.
Napoleón.- ¿Quién?. ¿Yo bisexual?.
Diesel.- Sí. usted. ¿Quiere que le recuerde a Joseph Fouché y los jóvenes del "gataflorismo" masculino de su corte que eran llamados los "jóvenes dorados del Bois" y que llevaban levitas amarillas, marrones o escarlatas y ajutados mahones blancos mientras los perfumes para hombres eran su locura?. O sea, no sólo fue usted cruel con su pueblo y no sólo fue usted un impotente donjuan con las mujeres sino que, además, también se relacioanaba sexualmente con hombres. Eso es lo que gentes como usted buscan hacer del futuro de la Tierra.
Napoleón se pone más rojo que un pimiento morrón mientras cruza la pierna derecha sobre la izquierda y la empieza a mover como si de un vibrador fuera en vez de un pie
Napoleón.- Pasemos. Pasemos de tema, por caridad.
Diesel.- Voy a tener caridad cristiana una vez más, y no como usted que jamás tuvo caridad de ningún tipo con nadie, y vamos a dejarlo aquí. Vamos con el siguiente pensamiento y por favor deje de mirarme con ansiedad porque, por supuesto, esta noche ni ninguna otra noche voy a aceptar cenar con usted. Por si las moscas.
Napoleón sigue más rojo que un pimiento morrón y deja por fin su pierna quieta.
DÉCIMA FRASE: "No es fácil emprender largas expediciones con franceses. ¡Francia es demasiado bella!".
Diesel.- No tan demasiado bella como España a la cual usted no quiere ver ni en pintura. Digamos que cada país de este mundo es demasiado bello como para señalar a uno o a otro como el mejor. Cualquier rincón de la Tierra, por pequeño o grande que sea, campo o ciudad da lo mismo, puede ser lo más bello para un ser humano. Porque forma parte del corazón de ese ser humano. Parte intrínseca pues le vio nacer o criarse. Pero... ¡otra vez me sale usted con el insano chauvinismo!. Saber reconocer que la Tierra es bella en todas las partes es ser inteligente. Decir que sólo Francia es demasiado bella es ser corto de entendimiento. Menos mal que no todos los franceses opinan como usted. ¿Emprender largas expediciones con los franceses no es fácil?. ¿Acaso es fácil emprender largas expediciones con cualquier grupo de seres humanos sea el lugar donde hayan nacido o estén viviendo?. ¡Es mucho más dificil emprender largas expediciones uno solo!. Por eso este pensamiento no me sirve. Yo escribo "!Qué duro es emprender largas expediciones sólo con la compañía de la sombra de uno mismo"!. Esto sí. Esto, y no porque lo haya escrito yo en estos momentos de manera espontánea, sí que no es nada fácil... porque sólo le queda hablar con Jesucristo como única solución y encima los demás le llaman loco!. ¿Acaso ha conocido usted esa soledad, gran genralísimo siempre rodeado de mujeres y de hombres llenándoles de tanta adulación que el vaso se colmó y por eso se ha desbordado?. No, señor generalísimo de las grandes campañas militares, la larga marcha por lo caminos sólo con la sombra y con la única posibilidad de hablar con Jesucristo si que es dura de verdad!. La marcha con un grupo de franceses y francesas es tan fácil o difícil como la marcha con un grupo de personas de cualquier nacionalidad. Depende de las personas que forman la marcha y no de sus nacionalidades. Pero la marcha con sólo tu sombra y la única compañía de Jesucristo, mientras te ladran los perros rabiosos, te envidian los que no se atreven a caminar así y te insultan los que te llaman locos... eso sí que es duro... y no lo digo por los ladridos, las envidias y los insultos, más alguna pedrada que te tiran o bien gitanos borrachos indecentes en un descampado o bien un niño malcriado hijo de quien se llama cristiano y sólo es un ladrón de obras ajenas... sino porque los miras y los ves tan poca cosa, tan sin sustancia, tan sin personalidad... que te da lástima y sólo te queda seguir caminando con tu sombra cada vez más larga porque cuanto más te insultan por hablar con Jesucristo más grande te hacen a pesar de que tú sólo deseas ser pequeño, uno más nada más y nada menos. ¿Me ha comprendido ya, loco de Ajaccio y Santa Helena?. Y luego, además, toca el tener que perdonarles cuando sólo se merecen el desprecio. Y luego toca el tener que seguir sonriéndoles cuándo sólo se merecen la indiferencia. Y luego toca el tener que demostrarles que ni les tienes envidia, ni rencor, ni deseas venganza alguna cuándo sólo se merecen la furia de la ira de Dios. ¿Sabe una cosa?. De locos como usted se ha llenado este mundo. Se les puede perdonar instantáneamente, se les puede sonreír continuamente, se les puede ayudar continuamente como Jesucristo manda; pero no se puede evitar que la ira de Dios, una vez Dios ya harto, se desate sobre todos ellos y todas ellas. Parece que ahora guarda ya bastante silencio... parece que ahora ya no es usted tan arrogante... parece ahora que ya se está dando cuenta de que no es ningún ser superior a ningún otro ser humano...
Silencio absoluto en la celda.
Diesel.- Vamos a por el siguiente pensamiento. Adelante. No tenga tanto miedo. Yo sólo soy un periodista-escritor o un escritor-periodista que de las dos formas me puede usted conocer pues me da lo mismo que digan que soy más periodista que escritor o más escritor que peridista. La verdad es que soy ambas cosas a la vez... pero ustedes los genios de las páginas de la Historia como pueden decir lo que quieran y les viene en gana vamos a ver qué es lo que ha escrito ahora.
DÉCIMA PRIMERA FRASE: "El ateísmo ha sido un principio destructor de toda organización social que niega al hombre la posibilidad del consuelo y toda esperanza".
Diesel.- Eso es tan verdadero que no hago comentario alguno. Vayamos a la siguiente. Efectivamente es el ateísmo disfrazado de miles de maneras y hasta usando el nombre de Dios incluso -no se atreeven jamás a usar el nombre de Jesucristo pues saben que Dios los barre de un sólo plumazo si utilizan el nombre de su Hijo unigénito- el que va a querer destruir toda posibilidad de vivir en la Tierra. Pero ya veremos quien ríe más tiempo.
DÉCIMA SEGUNDA FRASE: "El mayor orador del mundo es el triunfo".
Diésel.- Para mí, y observe que soy subjetivo y digo sólo para mí, eso es falso. El mayor orador del mundo es el silencio cuando es hora de guardar silencio y la palabra cuando es horar de decir la palabra. Un silencio, muchas veces es mejor y mayor que un triunfo. Y una palabra, solo una palabra como por ejemplo Amor, es mejor y mayor que un triunfo. Ustedes los que hablan sin parar creen que el triunfo se basa en decir muchas palabras aunque sean huecas, vacias, faltas de sentidos o insensateces. No. A veces es necesario decir una sola palabra para poder comprenderlo todo y a veces es necesario decir muchas palabras para poder comprenderlo todo. Lo que es absurdo es que usted señale que el más hablar sea el verdadero triunfo. El verdadero triunfo es hablar lo justo y necesario como para decir que el triunfo sólo es una verdad relativa mientras la victoria es una verdad absoluta. ¿Comprende ahora la diferencia entre ambos conceptos?. Y no me refiera a las victorias violentas, sino a las victorias de quienes saben a veces guardar silencio y a veces hablar cuando les toca hablar y sólo cuando les toca hablar. Pero no con su espada, señor Napoleón I Bonaparte, sino con el Espíritu. Quizás usted crea que esto es hablar por hablar. Puede usted creer lo que quiera. Para eso es usted libre y para eso lo creó Dios a usted libre. Pero la frase es totalmente errónea bajo mi punto de vista y yo nunca la llevaría apuntada en mi cuaderno escolar por ejempplo. En mi cuaderno escolar yo llevaría simplemente: "El mayor triunfo no es vencer sino convencer". Y esa es mi frase aunque me digan que he salido derrotado. Una derrota no importa. Dos derrotas no importan. Hasta tres derrotas no importan. Lo que importa es al final saber llegar para poder vencer.. ¿A dónde es necesario llegar?. Al verdadero triunfo y no al triunfo pasajero que luego viene otro orador y lo destruye. Por eso no soy orador de triunfos sino orador de palabras sinceras nada más. Y si considera que la suya es mejor siga con la suya. Esto es como las mujeres. Si usted considera que fue más hombre por tener muchas mujeres siga usted creyéndoselo; pero la verdad es que usted ya está caído y yo sigo en pie. Con una sola mujer pero en pie. Eso es el triunfo, señor Bonaparte. Eso y el ser orador cuando hay que serlo y no siempre como usted lo ha sido.
Napoleón.- Me ha dado usted una lección de libertad que nadie me había dado.
Diesel.- O quizás se la hayan dado ya muchas veces otros antes que yo pero no los quiso escuchar nunca.
Napoleón.- Es que soy el más grande.
Diesel.- ¿Otra vez sigue considerándose el más grande?. Pues yo lo miro y veo que mide usted unos cuantos centimétros menos que yo por ejemplo. Si se refiere a la grandeza simplemente humana yo soy más grande que usted. Y perdone por el símil literario pero me lo ha puesto usted demasiado fácil. ¡Vamos con la trece o, si es usted supersticioso que si lo parece por la forma de meter las manos en el pecho y en la espalda, llamemósla Décima Tercera y ya está.
Napoléon vuelve nuevamente a sacarse las manos de esa manera tan ridícula que ha estado colocando desde que hemos empezado este segundo día, excepto cuando tomó su suculento desayuno.
Diesel.- ¿Tuvo o no tuvo usted supersticiones en su vida en el altísimo poder?.
Napoleón.- ¿Me da unos minutos de descanso más?.
Diesel.- Ahora no. Es usted el más grande luego tiene que aguantar el ritmo del más pequeño.
Napoleón.- De acuerdo. Intentaré aguantar otro varapalo más pero ya me siento molido por todas las partes de mi cuerpo.
Diesel.- Pues que conste que yo no le he puesto en ningún momento la mano encima. Que conste que quienes inventaron la Inquisición para hacer hablar en contra de la voluntad libre de los seres humanos no fuimos los españoles como tantos creen porque les han engañado y bien engañados que han sido, porque fue en el Languedoc del sur de su bella Francia en contra de los cátaros. ¿Quizás sea que el poder sea el masoquismo de los políticos?; porque de verdad que hay que ser masoquista para sufrir tanto y ansiar tanto por culpa del poder terrenal. Así que vamos al pensamiento trece o si es usted supersticioso, que me parece que sí por la manera que tiene de llevar una mano delante del pecho y otra en la espalda, que las lleva así desde que hemos empezado este segundo dia, salvo cuando tomó su suculento desayuno, llamemósla la décima tercera frase no vaya a ser que se ponga a temblar de terror. Y de la época del Terror de su República sabe usted bastante por cierto. Que yo sepa en España, hasta ahora, no hubo tan grande Terror como ese.
Napoleón saca inmediatamente las manos del pecho y la espalda y las pone sobre la mesa. Yo observo sus manos y de pronto se me hace luz una pregunta espontánea.
Diesel.- ¿Seguro que no tuvo usted supersticiones en su vida?. Yo apuesto lo que sea a que, al igual que mucho otros famosos, usted tuvo varias supersticiones.
Napoleón.- !Acertó de pleno señor Diesel!. !Me ha pillado el toro otra vez!. Tengo que confesar que antes de emprender una campaña, siempre pedía consejo a una famosa clarividente, Madame Normand. Tomaba muy en cuenta los sueños que tenía, creyendo que éstos me predecían el futuro. Muchas veces expresé en público que las estrellas controlaban todos mis actos y que mi buena estrella me guiaba para lograr grandes victorias. Atribuía gran importancia a pequeños incidentes, tales como una caída del caballo, la cual presagiaba un contratiempo militar, y el roce repentino con un gato negro, que para mí era un signo muy desafortunado. Soñé con un gato negro antes de la Batalla de Waterloo, en la cual sufrí una aplastante derrota.
Diesel.- ¿Y usted cree que eso es normal?. Sabe lo que yo le digo; que yo tengo Sueños muy grandes, pero jamás son supesticiones sino productos de la Fe. ¿Sabe la diferencia que existe entre la superstición y la Fe. La superstición sólo es el autoengaño de uno mismo consigo mismo y nada más que consigo mismo; mientras que las Fe es la autoconfirmación de uno mismo consigo mismo y con los demás. ¿Qué dicen los psiquiatras a esto?.
Napoleón.- ¿Quiere que le diga la verdad?.
Diesel.- Para eso me molesto en venir a hablar con usted.
Napoleón.- La verdad y toda la verdad es que cada psiquiatra me ha dicho una cosa distinta hasta el punto de que a veces algunos me han dicho tantas barbaridades que son cosas totalmente opuestas las dichas por el uno como las dichas por el otro. Y si en esta época hubiese psiquiatras femeninas pasaria idénticamente lo mismo.
Sólo me quedo pensando, sonrío y no sigo con el tema. Prefiero que lo piensen los psiquiatras y las psiquiatras. Yo no me molesto por estas cosas. Como sé que acaba de decir la verdad me basta con eso para seguir adelante. Pero tengo que aclarar algo importante antes de seguir.
Diesel.- Ustedes tanto hablar de libetad, igualdad y fratenidad y ¿cómo es que era que a las mujeres sólo las consideraban objetos de adorno y sexualidad nada más y no las dejaban trabajar aunque fuese como psiquiatras?. ¡Me parto de risa de los Derechos de la Humanidad que ustedes, los grandes hijos de la Revolución Francesa, dicen con tanta grandilocuencia que los habían inventado!. Si los habían inventado, cómo es que hay tanta esclavitud y tanto asalto a los derechos humanos... hoy en día en su dulce y querida Francia a la cual yo sí respeto porque jamás he sido violento ni con ningún francés ni con ninguna francesa. Quizás en vez de tanto psiquiatra que está ya comenzando a aparecer en el mundo fuese mejor que apareciesen no tanto psicólogo o psicóloga, que también tanto se equivocan, sino muchos más sociólogos, ¿me ha entendido bien?, sociólogos y sociológas para saber de verdad en qué se está conviertiendo la sociedad que estamos viviendo y cómo debe ser la sociedad que queremos vivir para que la Dignidad vuelva a ser la virtud del hombre y de la mujer. La Dignidad, señor Bonaparte, y no tanto esa Igualdad que nunca existe ni puede jamás existir por mucho homosexual o gay que está apareciendo en su corte camaleónica y que ya veremos lo que pasa en los próximos siglos... por culpa de todo esto...
DÉCIMA TERCERA FRASE: "Si no existiera el papa habría que crearlo para esta ocasión, como los cónsules romanos creaban un dictador ante situaciones dificiles"
Diesel.- Ha dicho lo que todo el mundo sabe: que los papas han estado casi toda la larga vida del Vaticano preocupándose de acumular poder fáctico, un enorme poder fáctico con el que han movido los hilos de los títeres de muchos países. Usted se contradice porque se las quiere dar de vivo ante la sociedad dicendo que es necesario crear papas y que étos son necesarios. ¿Por qué escribió usted esta "su gran verdad"?. Porque se aprovechó de los papas para ser solo un trepa que ascendió hasta Emperador. Y yo le pregunto a usted, ¿no es cierto que al papa lo manipuló usted para engañar mientras el papa se dejaba manipular para engañar?.
Napoleón.- Ahora usted está equivocado, Diesel, el papa y yo no nos podíamos ni ver.
Diesel. Y yo afirmo rotundamente que usted miente. Que el papa y usted se vieron en multitud de ocasioens y que aparentaban estar enfadados para, rápidamente, unirse como amigos en acciones netamente metriales nada más. ¿o me va a decir usted a mí que el papa no estaba haciendo teatro?. Usted sólo ha sido un farsante como el papa, y se repartieron los papeles de héroe y de villano respecticamente para llevar a cabo la obra que, imaginariamente, yo llamaría, aprovechando su frase, algo así como: "Dos dictadores en apuros". Buen título para una película de cine. Sí. La escribo de esta manera porque cómo explica usted ese paripé de ahora soy tu amigo y ahora soy tu enemigo para volver a ser tu amigo luego de de nuevo tu enemigo?. Farsa. Julio VII hizo su agosto y usted hizo su Brumario completamente pactando un acuerdo tan oculto como pudieron. Mire, le puedo contar lo siguiente del papa y usted. Es de un historiador o investigador de Historia llamado Alberto: "el vuelo del águila siguió ganando altura: el 25 de marzo de 1802, aprovechando la caída de William Pitt, Francia había firmado la paz con la Gran Bretaña en Amiens (consecuencia natural del Tratado de Lunéville). Momentáneamente libre de cuidados respecto a las potencias europeas, y reconciliado con la Iglesia, Bonaparte aprovechó su popularidad para preparar su gran apoteosis. El 19 de mayo del mismo año, creaba la Legión de Honor, condecoración que vino a substituir las antiguas Órdenes del Rey (la del Espíritu Santo y la de San Miguel) y a la Orden Real y Militar de San Luis, suprimidas por la Revolución. El 5 de agosto siguiente, un plebiscito transformaba su consulado decenal en vitalicio. De allí a convertirse en monarca no había más que un paso, pero no lo daría hasta no haber temblar a todas las testas coronadas de Europa abatiendo el principio de legitimidad. En el mejor estilo jacobino, hizo, en efecto, capturar, someter a un simulacro de juicio y ejecutar sumariamente a un príncipe de la sangre: Luis de Borbón, duque de Enghien, hijo del príncipe de Condé, que fue fusilado en las tapias del castillo de Vincennes el 21 de marzo de 1804. Fue el primero de sus grandes errores, pero el hecho es que tres días después, el 28 de marzo, el Senado proclamaba emperador a Bonaparte. Éste, sin embargo, quería consagrar de alguna manera su monarquía de nuevo cuño y decidió que fuera el Papa quien le ciñese la corona imperial en París. De este modo, Europa no tendría más remedio que reconocer su régimen. En cuanto se conoció el deseo de Napoleón, los miembros del Consejo de Estado -entre los cuales figuraban antiguos jacobinos- le manifestaron sus reservas: temían que el acto de coronación constituyese un triunfo para el Papado; por eso, le querían disuadir de llevarlo a cabo y que se contentara con una ceremonia civil. Pero el Corso conocía muy bien el valor de los símbolos y su poder de fascinación sobre el pueblo y arguyó que una coronación privada de elementos religiosos sería un acto vacío y sin significación. Por otra parte, no había que temer nada del Pontificado Romano: hacía mucho que no eran ya los tiempos de un Gregorio VII, que obligó a todo un Enrique IV a ir a Canossa, o de un Inocencio III, que puso en entredicho a todo el reino de Francia para castigar a Felipe II Augusto. Cuando Pío VII supo de las intenciones de Napoleón, fue presa de una gran turbación hasta el punto de enfermar seriamente. Convocado el Sacro Colegio, la mayoría de los veinte cardenales consultados por el Papa se mostraron contrarios a que éste accediera. Sería como consagrar aquella misma Revolución que había hecho tanto sufrir a Pío VI. Constituiría un atentado al principio de legitimidad y un insulto a los Borbones. Además, existía ya un emperador: Francisco II, cabeza del Sacro Imperio Romano-Germánico, heredero de los Césares, de Carlomagno, de los Otones, de los Hohensatufen y de los Habsburgo. Y se suponía que el Imperio era uno solo para toda la Cristiandad. Pero ¿había todavía Cristiandad?. Otros purpurados, aun concediendo la posibilidad de la coronación imperial, consideraban que era Napoléon quien tenía que ir a Roma o, al menos, a algún otro lugar del Estado Pontificio, a menos que se considerara a Pío VII como un mero capellán de aquél. El cardenal Consalvi, sin embargo, convenció a todos de que era más sabio condescender y no provocar las iras del hombre que había acumulado tal poder que podía hacer pagar muy caro a la Iglesia una negativa del Romano Pontífice. Pero puso ciertas condiciones para salvar el decoro y sacar algún provecho a favor de la religión. Napoleón envió al general Caffarelli el 15 de septiembre llevando la invitación oficial al Papa y dándole algunas de las seguridades exigidas por Consalvi. Pío VII partió de Roma el 2 de noviembre, dejando a Consalvi a la cabeza del gobierno de la Santa Sede. El suyo fue un viaje triunfal; por dondequiera que pasó fue recibido con grandes muestras de veneración y entre aclamaciones. Cierto es que el nuevo emperador había dado órdenes que se honrase al Pontífice, ya que su gloria redundaría en la del Imperio que venía a consagrar. Las multitudes, empero, no necesitaban ser espoleadas: se arremolinaban espontáneamente alrededor del carruaje papal para honrar una religión fuertemente radicada en lo profundo de su ser a pesar de las persecución y del intento revolucionario por aniquilarla. El 28 de noviembre llegó el augusto viajero a París, siendo acogido por la flamante corte imperial y las nuevas instituciones del nuevo régimen. La víspera del gran día hubo un incidente inesperado que tuvo que resolverse sobre la marcha. La emperatriz Josefina confesó a Pío VII que sólo estaba unida civilmente a Napoleón. El Papa entonces se negó en redondo a efectuar la coronación imperial a menos que la pareja se casara también canónicamente, a lo cual accedió el Emperador a regañadientes. Su tío materno, el cardenal Fesch, ofició el improvisado matrimonio. El domingo 2 de diciembre, primero de Adviento, se llevó a cabo en la catedral de Notre-Dame una ceremonia que rememoraba fastos de la Antigüedad, pero que nada tenía que ver con el tradicional sacre royal (consagración regia) de Reims. Éste hacía del monarca un cuasi-sacerdote, vicario de la Iglesia en lo temporal, mientras que el rito de París estaba pensado para la mayor gloria de Napoléon. En la Navidad del año 800, el papa León III había coronado a Carlomagno "por sorpresa" en San Pedro. Ahora, mil años después, era el émulo y sucesor de éste el que sorprendería al sucesor de aquél. En el momento culminante, cuando Pío VII se aprestaba a ceñir la cabeza de Napoléon, tomó éste inopinadamente la corona de las manos del Papa y se la puso él mismo sobre sus sienes. Acto seguido, coronó a su esposa, escena inmortalizada por el conocidísimo lienzo de Jacques-Louis David, en la que aparece un resignado Papa esbozando una tímida bendición desde su trono, acompañado del cardenal Caprara, sumido en embarazo; pasados los fastos de la coronación y vuelto a las preocupaciones políticas, el Emperador daba largas al Papa respecto a su retorno a Roma. Aduciendo que el paso de los Alpes en invierno era por lo menos una imprudencia, logró que Pío VII permaneciese unos meses en París, alojado espléndidamente en el Pabellón de Flora de las Tullerías. La intención de Napoléon era, desde luego, prolongar indefinidamente su estancia para hacerla servir a sus intereses. Un miembro de la corte imperial sugirió al Pontífice que fijara su residencia en Aviñón, como habían hecho sus predecesores en el siglo XIV. Éste respondió diciendo que no le importaba lo que hicieran con él, pues antes de partir de Roma había dejado instrucciones precisas según las cuales, si se le retenía contra su voluntad, los cardenales debían considerarlo como dimitido a todos los fectos. "Entonces, aseguró, en mí sólo tendréis a un humilde monje llamado Barbaba Chiaramonti, pero nada más". Ante este argumento, que le fue referido, Napoléon dejó finalmente marchar a Pío VII, que emprendió su regreso a Roma el 4 de abril de 1805. A su llegada le alcanzaron los últimos obsequios del Emperador, entre ellos una magnífica tiara (que aún se conserva en el tesoro vaticano).El 26 de mayo, el Emperador de los Franceses era coronado en el Duomo de Milán como Rey de Italia con la histórica Corona de Hierro de los Longobardos, que contenía la reliquia de uno de los clavos de la Cruz de Cristo (conservada hoy en la capilla de Teodolinda de la catedral de Monza). En una ceremonia semejante a la de la de París, Napoleón la tomó de manos del cardenal Caprara, el arzobispo ambrosiano, y se la colocó él mismo con estas arrogantes palabras: "Dios me la ha dado y ¡ay de aquél que me la quite!". El águila imperial remontó nuevamente vuelo y se abatió sobre la Europa, enfrentándose una nueva coalición. Las batallas de Ulm y de Austerlitz, respectivamente en octubre y diciembre de 1805, marcaron la derrota aplastante del Sacro-Imperio y su final efectivo, como consecuencia de la Paz de Presburgo (26 de diciembre). Francisco II hubo de renunciar a su soberanía sobre Alemania y depuso la corona como emperador germánico el 6 de agosto de 1806. Previendo esto y para no ser menos que Napoleón, ya dos años antes se había proclamado emperador de sus estados hereditarios (los de los Habsburgo) con el nombre de Francisco I de Austria. La siguiente potencia en ser doblegada fue Prusia, con las victorias francesas en Jena y Auerstädt (ambas el 14 de octubre de 1806). Rusia, en fin, fue vencida en Eylau (8 de febrero de 1807) y Friedland (14 de junio de 1807), viéndose obligada a aliarse con Francia contra la Gran Bretaña (víctima del bloqueo continental) en virtud del Tratado de Tilsit (7 de julio de 1807).Napoléon había ocupado en 1806 el Reino de Nápoles, expulsando a los Borbones y poniendo sobre el trono partenopeo a su hermano José. La flota inglesa, sin embargo, era todavía fuerte en el Mediterráneo. Al negarse Pío VII a sumarse al bloqueo continental contra la Gran Bretaña, dejando abiertos a sus barcos el puerto de Civitavecchia y los del Adriático, el emperador francés ordenó al general Miollis que ocupara Roma, en la que entraron sus fuerzas el 2 de febrero de 1808. Mientras tanto, Francia invadía Portugal y de paso se apoderaba del trono español, que dio Napoleón a su hermano José, el cual dejó el trono de Nápoles a Murat, su cuñado. Austria, que se había levantado en armas nuevamente, fue vencida nuevamente en Essling. Desde Viena, el 27 de mayo de 1809 (cinco días después de esa batalla), el que ya era dueño de la situación en toda Europa, decretaba la anexión al Imperio Francés de los Estados de la Iglesia, declarando a Roma ciudad libre imperial y dejándosela al Papa como residencia. Pío VII reaccionó haciendo publicar, el 10 de julio, la bula Quam memorandum de excomunión contra los violadores de los derechos de la Iglesia, redactada por el barnabita Francesco Fontana. Se sucedieron graves desórdenes en la Ciudad Eterna y el general Miollis ordenó la captura del Pontífice, que se llevó a cabo la noche del 6 al 7 de julio, cuando tropas francesas al mando del general Radet invadieron el palacio papal del Quirinal. El papa Chiaramonti no quiso que se derramara la sangre de sus valientes defensores de la Guardia Suiza y se rindió a sus captores. Radet dispuso la salida inmediata de Roma de su augusto prisionero (que tuvo apenas tiempo de coger su breviario), acompañado del cardenal Bartolomeo Pacca, pro-secretario de Estado (en reemplazo del cardenal Consalvi, que se había exiliado en París por exigencia de Napoleón tres años antes). El viaje fue un verdadero viacrucis para el enfermizo Pío VII, que había superado los 67 años. Al salir de Poggibonsi, cerca de Siena, volcó el carruaje, acabando en medio de aguas pantanosas de las que salieron a duras penas el Papa y su ministro, magullados por el accidente. Más tarde, se detuvieron un tiempo en la Cartuja de Florencia, pero al partir, el cardenal Pacca fue separado de su augusto señor y enviado al Piamonte por una vía distinta. A Pío VII lo llevaron hasta Sarzana donde fue embarcado con rumbo a la Liguria. Llegado que hubo al puerto de San Pier d'Arena en Génova, continuó el viaje por tierra por Alessandria y Turín hasta el Cenisio, donde se reunió con él el cardenal Pacca, para acompañarlo hasta Grenoble. Aquí los dos hombres de Dios volvieron a ser separados: Pacca fue llevado prisionero a la fortaleza de Fenestrelle (donde permaneció hasta 1813), mientras el Pontífice tuvo que seguir una accidentada e incoherente ruta que lo llevó por Valence en el Delfinado (la ciudad donde estuvo cautivo y murió Pío VI), Aviñón y Niza, hasta llegar a Savona a finales de año. Aquí recibió Pío VII las expresiones de fidelidad de la población, permaneciendo hasta 1814.Napoleón quiso aprovechar el cautiverio del Papa para arrancarle inauditas concesiones que constituían graves atentados a la independencia de la Iglesia del poder civil. Quería, además, que se estableciese su sede en París, haciendo de la capital imperial también la del Catolicismo. Pío VII se resistió a tales pretensiones, a pesar que se le quiso forzar alejando de él a todos los prelados fieles y secuestrando su correspondencia. Napoléon quiso forzar las cosas convocando un concilio en París, al que asistieron 95 entre cardenales y prelados, que, ante su sorpresa, se declararon incompetentes para suplir la autoridad pontificia. El 6 de octubre de 1811, después de tres meses de estériles sesiones, el concilio parisino fue disuelto por un enfurecido emperador. El 27 de mayo de 1812, éste ordenaba, antes de partir para la campaña de Rusia, el traslado del Papa de Savona a Fontainebleau. La travesía de los Alpes casi le costó la vida, llegándosele a administrar la extremaunción y el viático. En el palacio renacentista de Francisco I pasó el resto de su cautividad. Pero en Rusia y en España empezó a cambiar la fortuna del águila rapaz.El 19 de enero de 1813, Napoléon se entrevistó en Fontainebleau con Pío VII. Lo trató cordialmente, pero logró convencerlo de la necesidad de un nuevo concordato con mayores concesiones a la potestad temporal. Obtuvo la firma papal el 25 de enero y se apresuró a publicar el nuevo acuerdo. El Pontífice fue presa de grandes escrúpulos de conciencia, pero fue confortado y tranquilizado por el cardenal Pacca (al que se había autorizado a reunirse con Pío VII en vistas al concordato), que le aseguró que podía retractarse, lo cual efectivamente hizo en carta a Napoléon (que se hallaba en Alemania) el 14 de marzo siguiente. Los consejeros de éste le insistían para que rompiera definitivamente con Roma como Enrique VIII, pero no quiso hacerles caso. En medio del tira y afloja entre el Papa y el Emperador de los Franceses, ocurrió la derrota de éste en la Batalla de Leipzig, llamada de las Naciones, del 16 al 19 de octubre. Pensando que el prisionero de Fontainebleau atraía sobre él las iras del cielo, ordenó inesperadamente su liberación el 23 de enero de 1814. En marzo el Papa partía de regreso a Roma en un viaje triunfal. Mientras tanto, el 20 de abril, en el mismo palacio que había servido de encierro a Pío VII, su antiguo carcelero firmaba el acta de abdicación de su corona imperial.El 24 de mayo de 1814, entraba en Roma su anciano y trabajado Obispo, siendo recibido entre lágrimas por su pueblo. En recuerdo de esta fecha instituyó la festividad de Santa María bajo la advocación de Auxilio de los Cristianos. Curiosamente, amparados por la hospitalidad de Pío VII, llegaban con él Letizia Ramolino -Madame Mère- y los napoléonidas, caídos en desgracia y arrastrados por la caída del águila. La matriarca de la dinastía corsa que había ocupado efímeramente los principales tronos de Europa se instaló en el Palazzo Aste (situado en un ángulo de la Plaza Venecia haciendo esquina con la Via del Corso y que hoy se llama también Bonaparte), donde pasó sus últimos años, sobreviviendo a todos sus hijos. El último vuelo de Napoléon, iniciado en marzo de 1815, fue fugaz: duró tan sólo cien días, pero el Papa no quiso correr riesgos y se trasladó a Génova, donde el rey Víctor Manuel I de Cerdeña lo acogió con todos los honores. Vencido Bonaparte definitivamente en Waterloo y exiliado a Santa Elena, Pío VII retornó a Roma el 7 de junio. Poco después enviaba al cardenal Consalvi al Congreso de Viena, pero esto es ya otra historia. Otro recuerdo de la cautividad napoleónica del Papa quedó en la liturgia a través de la segunda festividad de los Siete Dolores de la Santísima Virgen, que se celebra cada 15 de septiembre y es conocida como de los Dolores Gloriosos.
Napoleón.- ¿Y no le parece genial todo eso?.
Deisel.- Me aprece tan asqueroso y apestoso que no tiene usted vergüenza alguna, ni propia ni ajena, como sucede con ciertos papas que, en la Historia, no han hecho otra cuestión que prostituir las creencias cristianas. Si hubiese sido usted lo mínimamente decente como para ser, al menos, un hombre, no hubiese escrito esa frase. Lo mismo que los antiguos imperialistas romanos precristianos se burlaban de sus pueblos, usted y muchos papas se han estado burlando de los pueblos. !Y tiene usted la desfachatez de hacerlo público!. Sabe qué le digo: que me dan ganas de vomitar recordando la Historia de todos ustedes, los europeos del Siglo de la Ilustración con el compadreo de los papas que dejaban abandonados a España y Portugal mientras sólo les envidiaban porque son los dos países más sanos que existen de toda Europa. ¿Y usted llama a todo ese berengenal que acabamos de leer el Siglo de la Ilustración?. Me da tanto asco que prefiero terminar cuanto antes con usted y con su falsa imagen de héroe. Héroe ¿de qué?, titiritero simiesco.
Napoleón parece estar en oto mundo. ¿Cómo puede soportar aquellas grandes verdades de boca de un desconocido?.
Napoleón.- Pero usted jamás alcazará a ser como yo.
Diesel.- No. No es esa mi idea. La frase debe ser "yo jamás seré como usted". Alcanzaré otras metas bien distintas a las de usted. Ya le dije a mi madre, que yo no quería ser como usted. No me refiero a usted precisamene, pero el tal Emiliano, como usted, también ansiaba ser el emperador del Mundo y las mujeres. Usted y él, y muchos como él y bastantes papas del Vaticano, siempre han estado tejiendo telas de araña contra la Bondad. Le repito que yo ya no puedo hacer nada por usted. Dios está cumpliendo la labor de zapa. Yo sólo soy un zapador ferroviario pero Dios Padre es un zapador de vidas. ¿Para eso ustedes y tantos cómo ustedes han querido la vida?. ¿Para desperdiciarla viviendo siendo desquiciados y enloquecidos?. Y luego tienen ustedes la desfachastez de ir diciendo por ahí que los enloquecidos somos los periodistas que nos atrevemos a decir la verdad. ¿Acaso la verdad es una locura?. Han hecho creer al mundo hasta esa verdadera aberración; porque decir que la verdad es una locura es estar loco de remate. ¿Así que es la mentira la que mueve el mundo, verdad?. Infelices. Usted y quienes son como usted sólo son unos infelices miserables. La mentira sólo es la mentira y jamás ha sido, ni será nunca, nada más que una locura. Ni los borrachos ni los locos dicen la verdad, como se han preocupado en escribir parsa engañar a los pueblos. Los borrachos dicen estupideces y los locos dicen tonterías. Así está montado este mundo. En bases que sólo son estupideces y tonterías.
Napoleón, de repente, se va al water sin tan siquiera pedir permiso. Yo vuelvo a escuchar el agua y regresa lívido.
Napoleón.- El desayuno. Ha sido el desayuno. Me ha sentado fatal.
Diesel.- No ha sido el desayuno. Ha sido la asquerosidad de mundo que han montado usted con connivencia de los demás poderes fácticos, entre ellos todas las creencias religiosas de y filosófico-religiosas de cualquier tipo. Por cierto... ¿cuántas veces se va a acabar el mundo, sabihondos?.
Napoleón queda herméticamente en silencio.
Napoleón.- Si. De acuerdo. Nos estamos continuamente equivocando en esto de la Fecha del Final de Mundo pero yo estoy seguro de que será cuando dice Nostradamus.
Diesel.- Nostradamus señaló a finales de 1999 o pricipios del 2010... ¿sabe de qué año del futuro he vuelto yo para hablar con usted antes de que sea el verdadero final del mundo?.
Napoleón.- No le entiendo...
Diesel.- Todos los días muere alguien; luego todos los días es para esas personas el final del mundo. Nostradamus era más falso que un dólar de madera. Un verdadero brujo ignorante y más loco aún que usted. Yo vengo del año 2010 y todavía el mundo sigue en pie. ¿Qué le parece la farsa que han montado todos ustedes los grandes sabios de la Humanidad que se han vuelto locos de verdad queriendo interpretar el Apocalipsis de Juan?. Eso para que aprendan a ser más inteligentes. Juan fue tan inteligente que a todos los "nostradamus" que han existido los ha vuelto completamente locos y ya veremos si los famoso mayas aciertan o no aciertan porque yo le afirmo a usted que ustedes estaban tan locos de remate como estaban locos de remates los chamanes y brujos mayas del Popol Vuh y otras civilizaciones precolombinas.
Napoleón.- ¿Habla usted de lo que dice el Gran Libro de los Mayas?.
Dieel.- ¿A eso lo llama usted un Gran Libro cuando, si se lee, ni se entiende ni una sola palabra de lo que dicen?.
Napoeón.- Ellos pronosticaron la fecha exacta: 21 de diciembre de 2012.
Diesel.- Pues yo le apuesto lo que quiera a que el 21 de diciembre de 2012 el balón de fútbol seguirá rodando por los campos de juegos del mundo entero. ¿Sabe usted que para el 2012 está previsto volver a jugar la finalísima de la Copa de Europa de Fútbol profesional?. ¿Entiende usted de fútbol, señor Bonaparte?.
Napoleón.- En mi vida he oido que haya un deporte llamado fútbol. Para mí el único deporte válido y valioso para plantear batallas militares es el ajedrez.
Diesel.- Se equivoca usted en dos cosas. La primera es que al fútbol ya se jugaba desde el siglo III antes de Jesucristo y se ha ido jugando a través de todos los siglos hasta esta época y las que seguirán, y la segunda es que el fútbol es mucho más ideal y perfecto para plantear batallas militares o no militares. ¿No sabía usted eso, Don Napo?.
Napoleón.- Llámameme por Napoleón solo.
Diesel.- ¿Cómo el agente de la CIPOL?. ¿Es que es usted un agente dedicado al espionaje secreto de la Historia?.
Napoleón.- No tengo ni repajolera idea de lo que me está diciendo.
Diesel.- Hombre... ¡por fin ha dicho usted una palabra castiza!. Le estoy hablando de la cadena NBC. ¡"The Man from U.N.C.L.E.! Don Napoleón. Es una lástima que no me permita llamarle Napo porque era mucho más divertido pero en fin; si quiere le llamaré Napoleón solo como si fuera usted Richard Waugh.
Napoleón.- Pero ¿de qué me está usted hablando, señor Diesel?.
Diesel.- Diesel, me llamo Diesel. No me llame tampoco a mí señor para estar a la par porque no deseo jugar con ventaja alguna.
Y me entra la risa mientras él, hablando de cadenas, se marcha al baño. Oigo el agua correr y vuelve ya más predispuesto.
Diesel.- Le veo predispuesto a escuhar. Escuche. Mi hermano mayor no es quien la gente que me conoce dicen que es. Y eso es porque la gente que me conoce apenas me conoce. Mi hermano mayor es Jesucristo y aunque algunos dicen que tiene ya casi 2010 años de edad yo le digo que sólo tiene 33. Y en cuanto a lo solamente humano mi hermano mayor no es un hombre, y no estoy insultando a nadie, sino que es una mujer llamada Isabel. ¿Ve usted lo sencillo que es la vida y lo complicado que la hacen personas como usted?
Napoleón no sale de su asombro y ahora sí que me entra la risa de verdad.
Diesel.- Vayamos a por la siguiente a ver si usted encuentra un gazapo en mí porque yo jamás me he dedicado a buscar gazapos en nadie que eso es sólo de escritores que no saben ni escribir y de periodistas que tampoco ni saben escribir. ¿Le cito la frase de su compatriota?.
Napoleón.- ¿De qué compatriota me está usted hablando si mis compatriotas no sé si son los frances o si son los italianos porque tengo un lío en la cabeza que nos sé si soy nacido francés, nacido italiano o nacigo congolés.
Diesel.- A mi parece que usted sólo nació corso, pero en fin... ya se ve que la Historia la cuentan según les conviene a ciertos historiadores. Vamos a ver. ¿No es compatriota Emile Dovifat de usted?. ¿Si o no?.
Napoleón.- Pues sigo sin tener ni idea.
Diesel.- Pero vamos a ver, alma en pena... ¿no es nombre francés Emile?.
Napoleón.- Pues si pero...
Diesel.- Pero nada. Es compatriota suyo y dijo: "se puede ser escritor sin tener que ser periodista pero no se puede ser periodista sin ser antes escritor". Hale, descanse usted un poco, medite bien lo que va a escribir la próxima vez, que me están avisando que tengo que escribir un poema.
Napoleón.- ¡Un poema a la France, por favor, que sea un poema a la France!.
Simplemente ni me molesto en hacerle caso porque este se cree que yo soy de los que cantan la Marsellesa cuando andan borrachos. Y de borracho tengo menos que de fraile.
Diesel.- Ahora olvídeme por un momento, haga como que no existo, porque tengo que escribir algo que me viene a la memoria y no tiene nada que ver con usted. En seguida vuelvo a hacerle caso...
Al rato vuelve mi mente a regresar junto a Napoleón.
Diesel.- Por cierto, antes de pasar al siguiente tema, ¿sabe usted qiuién va a ser la más famosa García de los franceses?.
Napoleón.- ¿Cómo puedo saber algo que ocurrirá en el futuro?.
Diesel.- ¡Consúltéselo, por ejemplo, a su famosísima Madame Normand?. Por curiosidad... ¿es normanda?.
Napoleón.- No tengo ni idea... pero supongo que sí...
Diesel.- Claro que supone que sí o supone que no... pue seso son los adivinos de ese mundo... qiue dicen sí y no al mismo tiempo muchas veces seguidas hasta que una vez aciertan y dicen ser adivinadores. ¿Se da cuenta de cómo le han estado estafando, Don Napoleón que se creía usted un león con ellas?.
Napoleón.- Pero... ¿cómo descubre usted todo eso y yo sin darme cuenta a pesar de ser emperador?.
Diesel.- Es muy sencillo. Sólo analice lo que ha hecho usted en Europa y verá qué sencillo es deducir que la Historia se repite muchas veces. Sólo tiene que recordar que le dije que el chauvinismo era una especie de antesala al nazismo y ya esta... ¿vé que fácil es saber que la más famosa García de los franceses será la heroína de la resistencia francesa llamada Alix Marrier d'Unienville Marrier de Lagatinerie García-Mansilla?. Porque del chauvinismo deriva el nazismo y del nazismo deriva la resistenia al nazismo. Así de fácil y sencillo es deducir cosas del futuro.
Napoleón pierde su boberbia y se muestra ahora manso.
Napoleón.- ¿Puedo, con su permiso, presentarle otro de mis famosos pensamientos?.
Diesel.- Claro que puede. Yo también tengo pensamientos o creen ustedes, los hombres que tanto aman el poder, que los que amamos la Paz no tenemos pensamientos?. Venga. Adelante. Hágase ahora el importante ante mí. Para eso, al fin y al cabo, he venido yo a su mundo.
DÉCIMA CUARTA FRASE: "A todos nos gustaría haber sabido todo antes".
Diesel.- Error.
Napoleón.- ¿No etá usted a favor de saberlo todo antes de tiempo?.
Diesel.- Error.
Napoleón.- ¿No desea razonármelo?.
Diesel.- No tengo ganas pero si se empeña sólo le diré lo siguiente: "Cuando era pequeño me gustaba ser como pequeño, pensar como pequeño y actuar como pequeño"...
Napoleón.- ¿Sólo eso?.
Diesel.- El resto dedúzcalo usted mismo, señor genio prematuro.
Napoleçon.- Yo deduzco que usted ya dejó de ser, pensar y actuar como pequeño.
Diesel.- Error.
Napoleón.- No le entiendo. De verdad que no le entiendo.
Diesel.- Los genios prematuros son los primeros que se quedan perdidos en el limbo. ¿Me comprende ahora?.
Napoléón.- Pero entonces ¿usted quién es verdaderamente?
Diesel.- El niño que es como mayor, piensa como mayor y actúa como mayor.
Napoleón.- Demasiado difícil para mi comprensión.
Diesel.- Porque yo nunca he sido un niño genial tan prematuro como usted. Por eso no me entiende. Y es por eso por lo que le explico que su pensamiento es totalmetne erróneo. No a todos les gusta saber todo cuanto antes. Eso es perjudicial a la hora de la Gran Verdad.
Na`poleón.- ¿Y cual es la Gran Verdad?.
Diesel.- Que quienes lo quiern saber todo cuanto antes a la hora de los 18 años ya están quemados y a los 20 totalmente moribundos cuando son años necesarios en seguir siendo hombres que actúan como niños y no niños que actúan como hombres. Por eso pasa lo que pasa...
Napoeón.- Empiezo a entender....
Dieeel.- Me parece que sigue sin entender nada.
Napoleón.- Empiezo a entender que no hay que crecer jamás.
Diesel.- ¿Ve cómo no ha entendido nada?. De mi boca no han salido esas palabras sino de la suya, no vayan a confundirse las cosas.
Napoleón.- Entondes ¿qué me está queriendo decir o demostrar?.
Diesel.- Demostrarle nada porque eso de las demostraciones dependen de cada ser humano nada más y eso lo deberían saber quienes dicen que inventaron la Libertad... y en cuanto a decirle sólo una cosa: El hombre actúa mientras el niño piensa. ¿Entiende ya?.
Napoleón.- Oiga ¿es usted de este mundo?.
Diesel.- Del suyo no desde luego.
Napoleón.- ¿Es que hay más de un mundo?.
Diesel.- En términos personales cada ser humano, hombre o mujer, es todo un mundo compeleto y copmplejo, así que ¡fijese bien la cantidad de mundos que existen!. En cuanto al término general existen dos mundos: el de los suyos y el de los nuestros. Dos mundos paralelos en el mismo tiempo pero no en la misma edad.
Napoleón.- No entinedo ni "pomme de terre".
Diesel.- Porque el mundo de ustedes es precisamente eso. Un rollo patatero nada más que de muerte, muerte y muerte porque el más fuerte es el vencedor.
Napoleón.- ¿Y el mundo de ustedes?.
Diesel.- El nuestro solo consiste en vivir. Así de sencilla es la cosa. El más deébil vive tanto como los demás. ¿Comprende como hay dos locuras diferentes: la verdadera locura y la verdadera cordura?. Ustedes son la verdadera locura de la locura. Nosotros somos la verdadera locura de la cordura. Pero dejemos esto ya y sigamos adelante.
DÉCIMA QUINTA FRASE: "El amor es una tontería hecha por dos".
Diesel.- Con todos mis respetos mi genralísimo, usted además de loco resulta a veces imbécil.
Napoleón.- Sólo quise decir lo que usted piensa...
Diesel.- ¿Que yo pienso esa majadería?. Esa majadería sólo la ha escrito un majadero como usted. Y yo jamás, desde que tengo uso de razón, he sido un majadero. Hacer una tontería entre dos no es amor precisamente proque el amor entre un hombre y una mujer (y usted no ha especificado esto porque como dije es bisexual) no sólo no es ninguna tontería sino que es la mayor lucidez que existe entre los seres humanos. Me estoy refieriendo solamente al amor de un hombre con una mujer y solo un hombre y sólo una mujer. Eso sí lo he dicho yo muchas veces y no la majadería que usted ha escrito.
Napoleón se queda más corrido que un mono.
Diesel.- Deje de hacer el primate Don Napoleón. Los primates nada tienen que ver con eso. Ahora, ya sé que a usted le gusta hacer mucho el mono y por eso se viste de esa forma tan extravagante. ¿Sabe usted una cosa?. Ante los toros se debe vestir uno de vedadero torero y no de ridículo fantasma negro haciéndose pasar por torero para siombolizar que no le importa la Muerte. A mí y los que son cómo yo nos importa la Muerte sólo para olvidarla y seguir siendo vivos. ¿Así que toreó usted muchas veces a su querida Josefina, verdad?. Pues sepa que la Historia dice que su querida Josefina le toreó muchas veces más a usted que usted a ella. Siga. Siga haciendo el mono...
Napoleón.- Me ha dejado usted otra vez sin habla.
Diesel.- Pues hable usted todo lo que quiera. Lo importante es deshogarse en los Coloquios que para eso se han inventado. ¿O le gusta gusta desahogarse mirándose en los espejos mientras prepara sus famosos discursos de célebre orador por ver si cohe alguna varilla que le haga más famoso todavía?. Pues si está haciendo eso recuerde que eso es una inmadurez. Y ya sabe a lo que me refiero.
Napoleón.- ¿A mirarme en los espejos?.
Diesel.- A lo que hay más allá de mirarse en los espejos. A la verdadera causa de que usted se mire en los espejos.
Napoleón.- No la conozco.
Diesel.- No sea usted falso consigo mismo. A mí la verdad no me hace ningún daño que ande usted de cuernos en cuernos. El daño se lo hace usted sólo. El daño y el ridículo. ¿Entiende ya usted por qué se mira tanto en los espejos?.
Napoleón.- Le puedo brindar un té de Ceilán.
Diesel.- Le vuelvo a repetir que yo solo tomo café. Así que no. Sigamos adelante, que el tiempo se echa encima.
DÉCIMA SÉPTIMA FRASE: "Mas vale tener un enemigo conocido que un amigo a la fuerza".
Diesel.- Mi repsuesta es: "Más vale tener un amigo desconocido que mil amigos conocidos". Seguro que le parece a usted una locura. Escuche.
Napoleón.- Es mucho más interesante su frase.
Diesel.- Pues no estoy diciendo que la suya sea mala sino que yo escribo la mía que es distinta nada más.
Napoleón.- Pero es mejor la suya; porque la mía, al gin y al cabo, es sólo lo que se dice un lugar común, algo que todos decimos, o sea, nada nuevo bajo el sol. Mientras que la suya si es original y a casi nadie se le ocurre.
Diesel.- Mejor pasemos de largo porque no me gusta hablar de amigos conocidos, amigos desconocidos, amigos que aparecen, amigos que desaparecen, amigos que los son, amigos que no los son... ¿de verdad cree que no son todo eso los amigos que usted tiene gracias a su fama?.
Napoelón.- Me está demostrando que lleva razón.
Diesel.- Yo no deseo demostrale nada. Conque sepa escuchar es suficiente. ¿O es que cree que yo he salido de la nada?. A mí me ha tocado escuhar durante muchísimo tiempo... y escuchando algunas pocas sabidurías y muchísimas estupideces es la mejor manera de saber quiénes son los amigos que aparecen, los amigos que desaparecen, los amigos que lo son, los amigos que no lo son y hasta los amigos que no tienen que demostrarlo proque simplemente son amigos.
Napoleón.- ¿Caramba!.
Diesel.- Pues es cierto. La amistad simplemente se encuentra. Sólo es eso y nada más.
DÉCIMA OCTAVA FRASE: "Es más fácil engañar que desengañar".
Diesel.- Don Napoleón. A medida que le leo estoy cada vez más lejos de usted. Toda la frase está alterada por completo pero es lógico pueto que usted es sólo un alterado de tanta gloria que le dieron. Es mucho más fácil desengañar que engañar. ¿Usted cree que los hombres que somos verdaderos no sabemos cuándo nos están engañando sólo por el hecho de que guardamos silencio?. Pues guardamos silencio porque sabemos que al final nos vamos a desengañar porque hemos descubierto muy fácilmente que nos están engañando. Sin embargo, ustedes los ilustres salidos de la Ilustración van de iletrados por la vida. Es una paradoja y sé que es una paradoja. Pero el mundo de los engaños y los desengaños sólo se comprende mejor sabiendo que es una paradoja. ¿Qué le parece, gran generalísimo de sus soldados imperiales al estilo de Emiliano el Escipión?. ¿O no es usted como ese tal Emiliano?.
Napoleón.- Yo alucino.
Diesel.- Porque usted tomaba alucinógenos como le pasa a muchisimos artistas que dicen ser geniales. Y es que hasta de la genialidad hay que dudar, gran Bonaparte. Mire. Como ya intuía yo que suted alucinaba por culpa de los alucinógenos lea este docuemtno que traigo del futuro que, aunque no es mío, coincide con lo que yo opino: "Con mucha frecuencia se especula de la relación que puede haber entre la genialidad, la locura y la expresión artística, cuando se toma a ésta como una manifestación psicopatológica. Los hombres y las mujeres que destacan en el concierto humano, han sufrido el análisis del cruel disector. Es el precio que se paga por su genialidad. Sin embargo, la humanidad tiene el derecho de producir a genios "convencionalmente normales". Por otro lado, el grupo de genios deben de representar todas las virtudes, los vicios y las patologías de los seres humanos. Son seres humanos, verdad de Pero Grullo. Pero también es cierto que muchas actividades son inspiradas, alentadas, o conducidas por estados patológicos, ya sean de conducta u orgánicas, las que de otra manera no se hubieran producido... El hemisferio cerebral izquierdo presenta lo intelectual (lo apolíneo) y el hemisferio derecho manda en lo emocional (lo dionisiaco). Cuando no hay predominio de un hemisferio sobre el otro, no se sirve para nada; salvo para engordar cifras estadísticas. Hay un paralelismo muy significativo entre los últimos cuadros de Vincent Van Gogh y su patología mental tan avanzada. Los cuadros de su primera etapa eran diferentes, como también dicen de Christopher Smart, a quien la locura lo hizo genial en sus poemas, que antes eran aburridos. Santa Teresa de Avila fue víctima de percepciones anormales, de cefaleas intensas, vómitos y crisis epilépticas, fenómenos casi siempre coincidentes. George Gershwin, compuso "Rapsodia en azul", presumiblemente, durante una crisis que le despertaba el tumor en el lóbulo temporal derecho. ¡El lóbulo de las emociones!Que Alejandro el Grande, Julio César y Napoleón eran epilépticos, es posible; ¡pero fueron grandes! Lo fueron para que los pequeños llenen las bibliotecas con sus biografías. Julio César le dijo a un barquero temeroso, quien en una tormenta marítima no quiso pasarlo en su barca de una orilla a la otra: "no temas...llevas a Julio César." ¡Y pasaron! Las exitosas arengas en el senado romano las hizo en los momentos de las crisis convulsivas, antes del gran mal. Hay muchísimas anécdotas de Alejandro de Macedonia y de Napoleón Bonaparte, por el mismo estilo. El caso de Friedrich Nietzsche es ejemplar y patético. Su padre fue un predicador religioso y quiso que su hijo fuera párroco. Lo interesante fue que el papá padeció de crisis de migraña, lagrimeos y cuadros psicopatológicos. Se supone que sufrió un tumor cerebral y murió por ello. Friedrich sufría iguales crisis, cefaleas, jaquecas, fotofobia intensa y pérdidas de conciencia. Su personalidad era dramática; hubieron profundos desacuerdos con su madre y su hermana. Por cierto, esta última lo cuidó y después glorificó su obra. Fue prusiano, nacido en Sajonia y odiaba a los alemanes; los tildaba de bestiales, incultos y hasta los comparó con los puercos. En fin, confesó que sus obras las compuso durante esas crisis. No era modesto; se sintió superhombre, dijo que "tenía que llevar en sus espaldas el destino de la humanidad." Era soberbio y racista; se preguntó: "¿por qué escribo tan buenos libros..? ¿por qué soy tan inteligente..? ¿por qué soy tan sabio..?" Era un gran filósofo. Marcel Proust, autor de "En busca del tiempo perdido" y otras obras, padeció asma y es una rara combinación de enfermedad y producción literaria. Escribe sobre la vida de los homosexuales. Otro inestable emocional, que intentó varias veces el suicidio fue Elia Matchnikoff, a quien la histopatología y la inmulogía le deben enormidades. Son interesantes las producciones artísticas de nuestras grandes sufridoras psicopáticas como lo fueron Frida Khalo y Pita (Guadalupe) Amor, esta última de vida extravagante, quien murió de pulmonía. Causó por su enfermedad mental muchas inquietudes a sus parientes y amigos, sin embargo recitaba prodigiosamente y de memoria sus formidables versos. Era la llamada undécima musa, después de Sor Juana Inés de la Cruz. Claro es. Por cierto nuestra Juana de Asbaje también sufre las disecciones que sobre su personalidad le hacen sus biógrafos. Y ¿qué hay en esto cuando participan drogas como el alcohol, la psicobilina de los hongos alucinógenos, la marihuana, el opio, etc..? ¡Cuánta será la producción genial estimulada por estupefacientes y alucinógenos en los grandes escritores y poetas franceses y escritores del siglo XIX, como Baudelaire o Víctor Hugo. Hay que reflexionar sobre Leonora Carrinton y Remedios Varo. También es cierto que la creación artística va precedida de sufrimientos. Una mente enferma, incongruente y desordenada producirá elementos artísticos irreales, cuando hay genialidad. El libre albedrío y la libertad mental son difíciles de encontrar, pues siempre habrá vivencias que, como prejuicios, gravitarán en todas las actividades. Es la psicopatología de la expresión. En la vida prácticamente es difícil conseguir un estado nirvana budista, o sea la beatitud de quien ha roto y destruido las ilusiones, quien se hace indiferente e insensible, que no se agita, que no se irrita. Este individuo, habitante del Nirvana, ¿será más cuerdo? Lo cierto es que la humanidad es ambivalente con sus locos. A unos los glorifica, a otros les pone cadenas. (Lombroso) Pero seamos juiciosos y no quitemos ningún mérito a estos personajes, quedémonos con la idea de que hacemos simples ejercicios mentales.Jaime Torres Bodet, ensayista, finísimo poeta, escritor excelso y, afortunadamente, uno de los tres únicos educadores que ha tenido México (Justo Sierra y José Vasconcelos fueron los otros dos), escribió estas palabras con las que da emoción y belleza a la profesión del médico... "en efecto, para tocar el fondo de la cuestión humana, no basta acusar y, menos, querer juzgar. Urge, sobre todo, compadecer. Porque la piedad no es sólo la más fecunda virtud del alma, sino la más genuina demostración de la inteligencia. El que compadece hace suyo lo que perdona. Por eso humilla tanto al ingrato. Y, al anexar a su vida lo que perdona, lo transfigura, lo dignifica y, al fin, lo salva". Torres Bodet se suicida en 1974". ¿Qué le aprece?. Aquí el autor de este texto demuestra que usted fue uno de todos ellos.
Napoleón.- Es que sino no se puede ser genio.
Diesel.- Pero usted ¿qué cree que es la genalidad?. Yo desde luego, de todas las definciones que dice la Real Academia de la Lengua Española y no me interesa para nada lo que diga la Real Academia de la Lengua Francesa, me quedo sólo con: índole o condición según la cual obra alguien comúnmente, capacidad mental extraordinaria para crear o inventar cosas nuevas y admirables personas dotadas de gran inteligencia y un carácter totalmente equilibrado. O sea que para nada dice que para ser genio haya que tomar drogas ni alucinógeno alguno. Bajo mi punto de vista la bohemia por ejemplo es una genialidad, pero no la bohemia del alcohol y las drogas (que en el futuro los madrileños la llamarán movida) sino la bohemia natural de quien escribe sencillos versos bajo la luna, por citar un solo ejemplo, de lo normal que es ser un genio (que los otros madrileños la llamaremos la otra movida). Un genio es una persona normal que destaca no porque escriba absurdos tras absurdos, sino porque escribe, cuando está inspirado, belleza tras belleza y, a veces, se entretiene en escribir cosas de humor y otras manifestaciones artísticas... pero desde luego que nunca lo hace desde la toma o ingestión inyectada de cualquier droga o alucinógeno... ni tan siquiera de tabaco. Con eso le digo todo lo que yo sé sobre lo que es ser genial. Los otros son sólo locos nada más que aparentan se genios porque hacen cosas anormales. Y la genialidad nunca es una anormalidad, sino sólo una inspiración quie proviene de Dios pero no de ningún tipo de droga. Y Dios elige a sus genios entre los más sencillos artistas. Los que no se complican con oscurantismos innecesarios que se producen debido a las drogas. Y como sé que en este asunto los psiquiatras no tienen ni idea sobre lo que es ser genio pues se lo dejo a usted para que lo piense y a ver si lo lee algún buen sociólogo o socióloga en vez de algún o alguna psiquiatra, psicólogo o psicçóloga. Porque resulta que la verdadera genialidad es estar bien en los aspectos sociales de un ser humano para con los demás; mientras que la falsa genialidad es estar mal no sólo con el resto de la sociedad sin con uno mismo. ¿Sabe usted que las fuerzas del Mal intentan siempre desorientar a la sociedad y que existen mujeres capaces de cometer el tremendo error de atacar a sus propios esposos sin tener motivo alguno sólo porque les da la gana provocarles en ellos chispazos de malhumor para decir luego que son violentos y así hacer "su agosto". Pues sí. A los verdaderos genios, hombres simples y normales, hasta sus esposas se pasan la vida intentando provocarles para luego decir que son esquizofrénicos, violentos y cosas parecidas cuando en realidad no existe nada de esas cosas sino en las mentes de dichas esposas. Ideas que les introduce el gran genio, por llamarle algo, del Mal. Ver para creee monsieur de las Damas y los Capitanes... y ya sabe por qué lo digo...
DÉCIMA NOVENA FRASE.- Hay cuatro cosas que ponen al hombre en acción: interés, amor, miedo y fe.
Diesel.- Reduzca a la mitad y quedará perfecto: "Hay dos cosas que ponen al hombre en acción: amor y fe". Porque ni los interesados ni los miedosos son hombres de verdad. Y como no deseo discutir algo tan claro y fácil de entender pasemos ya al pensamiento número 20. Por cierto,usted a los 20 años, ¿qué había ya conquistado además de a muchísimas mujeres?.
Napoleón.- A los 20 años de edad ya era yo, además de un conquistador y castigador implacable de mujeres de todo tipo sin fijarme más que eran sólo mujeres nada más y no me importaban si eran guapas o feas, gordas o flacas, altas o bajas, ricas o pobres, etcétera, etcétera, todo un famoso personaje en el mundo de la Revolución.
Diesel.- Muy interesante. Yo, sin embargo a los veinte, por supuesto que conocía a muchas mujeres, pero sólo a las que me gustaban, aunque no conquisté a ninguna porque seguía coleccinado cromos y haciendo colecciones de muchas cosas. Ya ve usted lo que son las cosas. Usted conquistaba y las castigaba y yo desconquistaba y me enamoraba a los 20 años de edad. ¡Enorme paradoja sí señor Bonaparte y no me mare tanto que parece que no se lo cree cuando es totalmente cierto!. ¡Usted las ataba y yo las desataba!. ¿Usted las condenaba y yo las perdonaba!. ¿Quiere que siga contando má sobre esto que hacía usted u lo que hacçia yo?.
Napoleón.- No siga, por favor. Yo nunc alo podrñe comprender...
Diesel.- Es muy fácil. Compare y deduzca donde está la felicidad en ambos casos.
Napoleón.- No se crea que no lo he pensado ya en esta celda donde dentro de unos días voy a morir. Lleva usted razón. Es más feliz, a los 20 años, ayudar a desconquistar lo que otros han estado a punto de destruir en los corazones femeninos. Al final hasta me está usted cayendo simpático y todo.
Diesel.- ¿Porque a los 20 años de edad, aunque me gustaban muchos las mujeres guapas y con verdadero estilo y clase me dedicaba a coleccinar cosas y jugar con las chapas de las botellas de zumos y cervezas por ejemplo?.
Napoleón.- Pue sí. Por eso mismo.
Dieel.- ¿Quiere que le sea totalmente sincero?. No me interesa cerle simpático a usted. Simplemente le digo la verdad. No estoy para nada interesado en caerle simpátido a usted y sus lacayos oficiales. Sólo estoy cumpliendo con mi tarea laboral y después me olvidaré de todo lo que hemos hablado. ¿Sabe por qué?. Porque todavía mentalmente sigo coleccionando bolsitas de azúcar de esas que sirven para hacer más dulce y más agradable el café con leche. Eso es sólo para mí la genalidad. Eso y tomar un trozo de papel, incluso una servilleta de papel, y empezar a escribir a través de sueños con los ojos abiertos. Por eso le digo que no es necesario que le caiga simpático a usted ni a sis adláteres para seguir siendo feliz.
Napoleón.- ¿Mentalmente sigue usted coleccinando sobres de azúcar cuando toma café con leche?. Déjemoe pensar.
Diesel.- No. No lo piense. Ni piense tampoco por qué enciendo cigarrillos y no fumo como usted y sus adláteres. Simplemente porque somos totalmente opuestos. Nada más sencillo que razonar que somos totalmente opuestos. Y no es necesario hacer test psicotécnicos para ello, ni estudios psiquiátricos para ello, ni otras maldades y brujerías para ello. Basta con preguntárselo a Dios o si no se lo cree basta con que se lo pregunte a la figura de usted mirándose en el espejo. 
Napoleón.- No. No es una locura. Por eso no lo entiendo.
Diesel.- No lo entiende porque el loco es usted, pero abreviemos ya, por favor... sólo le diré que es un milagro de Jesucristo. Y pasemos ya del tema porque a usted le dan arcadas y vómitos cuando hablo de Jesucristo así que explicarle milagros como el 16-18 le daría un verdadero patatús. 
VIGÉSIMA FRASE: "Las batallas contra las mujeres son las únicas que se ganan huyendo".
Diesel.- ¿Pero otra vez con su obsesión con las mujeres?. Que le repito una vez más y ya van mas de doscientas veces y no comprendo como puede ser tan ignorante que no quiera coprenderlo, que no estoy de acuerdo en nada de lo que usted dice sobre las mujeres. Absolutament en nada. Ni hay que batallar contra ellas ni hay que huir jamás de ellas. Que sólo hay que saber amar o dejarlas pasar sin hacerlas daño. Pero usted o no entiende porque es tonto o está loco de verdad. Ya dejemos este asunto y pasemos a algo que sea novedoso. Porque rsulta que tendría usted muchas frases.... pero novedosas muy pocas.
VIGÉSIMA PRIMERA FRASE: "El mérito de Mahoma es haber fundado una religión prescindiendo del infierno".
Diesel.- ¿Ve lo poco que tiene usted de original?. De Mahoma lo he dicho todo bien claro ayer. Lo puedo decir más alto pero entonces caería en el error que cometen ellos que en vez de hablar gritan. No. Ya está todo dicho sobre Mahoma y los musulmanes y no me desdigo en nada sino que me afirmo en todo lo dicho sin quitar ni añadir una sola coma. ¿Y a ver si toca usted algún tema interesante o esto se nos está quedando más aburrido que una napolitana sin Romeo... y perdone por el chiste... pero antes que volver a repetir lo mismo de Mahoma y los musulmanes prefienro contar chistes. Es mucho más divertido y sano y además mucho más infantil, lo cual nos guía más cerca de Jesucristo.
VIGÉSIMA SEGUNDA FRASE: "Para triunfar es necesario, más que nada, tener sentido común".
Diesel.- Como son sus últimos pensamientos por hoy voy a ser breve, conciso y además solamente sincero. Equivocado totalmente. Para triunfar es necesario dener desarrollados los ochos sentidos humanos.
Napoleón.- ¿No són sólo cinco?.
Diesel.- Son ocho.
Napoleón.- Yo sólo conozco cinco.
Diesel.- Porque usted ya está totalmente tan pasado de moda que sus propios oficiales le han encerrado en esta Torre. Pero son ocho. Usted es solo un personaje obsoleto de la Historia, Don Napoleón. Sus frases por eso están ya totalmetne superadas.
VIGÉSIMA TERCERA FRASE: "Hay que presentarse ante los enemigos y ponerles buena cara; si no, creen que se les teme y eso les hace intrépidos".
Diesel.- Falso.
Napoleón.- ¿Por qué?.
Diesel.- A los enemigos hay que presentarse con la cara que tenga cada uno y nada más. O sea, con la cara que Jesucristo desee que tengamos cada uno. Y eso forma parte de sus milagros que usted no entenderá jamás.  Porque como usted sólo piensa en la guerra militar  ni entiende ni comprende lo que son los milagros de Dios en nuestrras caras. Bien. Sigamos. Nada nuevo bajo el sol, como dijo alguien. Y como usted sabe tanto de latín culto se lo digo en latín culto: "Nihil novum sub sole". ¿Qué le parece?. Usted sabe hasta latín como decimos los españoles cuando alguien desea ser tan sobresaliente que se cree el amo del mundo y, sin embargo, no sabe lo que son los milagros de Jesucristo. Este es el mundo que va a heredar el siglo XX. Esperemos que en el siglo XXI cambien por fin las cosas.
VIGÉSIMO CUARTA FRASE: "El verdadero carácter siempre aparece en las grandes circunstancias".
Diesel.- Mentira y además mentira dicha a conciencia. El verdadero carácter siempre aparece en todas las circunstancias y no solo en las grandes. Por eso es usted tan genio y, a la vez, tan escaso de inteligencia.
VIGÉSIMA QUINTA FRASE: "Podemos recuperar el terrero perdido. El tiempo perdido, no".
Diesel.- Está usted totalmente confundido. Es todo lo contrario. "Podemos recuperar el tiempo perdido pero nunca el terreno perdido". Lo cual, pongamos por ejemplo el caso de las mujeres, no es una tragedia sin todo lo contrario. Usted sólo habla de tragedias de la vida. El terreno perdido no se puede recuperar, sigamos poeniendo el ejemplo de las mujeres, pero se puede sustituir por otro mucho mejor, digamos el Cristianismo siguiendo hablando del ejemplo de las mujeres que es muy apasionante por cierto, y, dentro del Cristinaismo, gracias a los milagros de Jesucristo, podemos recuperar todo el tiempo perdido que él nos quiera regalar. ¿Lo entiende?.
Napoleón hace ya minutos que está sentado y como alelado.
Deisel.- !Espabile señor genialísimo generalísimo y vamos a por la última de hoy!.
VIGÉSIMA SEXTA FRASE:  "Un gobierno nuevo tiene que deslumbrar y sorprender; cuando deja de brillar, cae".
Diesel.-Ayer prometí que hoy no hablaría para nada del gobierno y lo que prometo lo cumplo. no coy a caer en el error que usted quiere que caiga. Paso olímpicamente del gobierno. Quédese usted mirándose al espejo y hable con usted mismo todo lo que quiera del gobierno. Yo, al menos tengo palabra y la cumplo, así que usted, como es tan ególatra como cierto Agustín que conocí en periplo vital y que se cree ciertamente San Agustín cuando filosofa, quédese mirándose en el espejo y, vea lo que vea, hable del gobierno todo lo que quiera. Que yo sigo siendo "idealógico" y no ideológico. !Abur señor cavallieri". Ya ve usted. Hast me despido en vasco español e italiano al mismo tiempo.
Y cojo mis hojas y salgo disparado de la celda antes de que me vuelva a proponer cenar con él. Nada de nada. De Napoleón no quiero tener nada de nada. Ni tan siquiera de un recuerdo como pueda ser una opípara cena de las que tanto le gustan a él. Voy camino de la Redacción
y por dicho camino me compraré una nueva caja de Coburn. Si Dios quiere podré tener tiempo de tomar un café con leche después de haber dejado este trabajo a mi Jefa.
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Reportaje periodístico en forma de Entrevista y Contenido para Libro Histórico a la vez.

Palabras Clave: Periodismo Rportaje Entrevista Literatura Género Histórico Conocimiento.

Categoría: Artículos

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