Licor de mi sangre que embriagas y recorres mi ser con todo tu encanto y dulzura, tan místico, tan inmenso como nuestro sol, perfecto cómo el amanecer y oscuro como la soledad. Licor de mi sangre que me llevas a recorrer otros mundos, otras vidas y que a mitad del camino me demuestras que tan grande en nuestra alma... Quédate aquí, no me abandones tu dulzura es mi verdad, mi universo y mi paz en la que tus manos construyen nuestro camino y tus pasos marcan nuestro destino tu mal astral que me envuelves en belleza y sabiduría quien diría que pasó tanto de tu despedida pero es hora de dejar todo en el pasado y crear un nuevo día.
  Inventemos formas, colores y movamos el mundo con la fuerza de la locura, seamos nosotros libres... auténticos y dejemos que la fuerza de los mares nos marque el rumbo y el nuevo sol del amanecer. El horizonte nos pertenece y hacia él vamos, en una estela de amor y bondad que sólo en tus manos puedo soñar tan inmenso como el infinito es tu ser que nos mantiene juntos mas allá de la piel y en esta vida que gira como un carrusel quien pensaría que en un tiempo todo vuelve y nos abriga en tu ser cálido como sol de primavera impetuoso como la brisa del invierno pero hermosa y eterna como la luna muda de recuerdos y buenos momentos.
   Y así como todo vuelve, todo surge también, a cada momento, a cada segundo... En cada paso que damos nos creamos, nos encontramos, nos perdemos y nos volvemos a reencontrar. De idas y vueltas colmamos nuestra existencia, con obstáculos, derrotas y triunfos nuestros sentimientos avanzan por el inconfundible camino de la vida.