Tuve una revelacin
Publicado en Aug 30, 2010
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Café, cómo me gusta el café, sentir como el aroma se mezcla con un ambiente distendido, que sólo puedo conseguir un jueves por la tarde. Prendo un cigarro, de los que tienen menta, para que se entremezcle con el sabor del café. Tengo hambre y me pido unas medialunas, qué ricas que son por dios -mandaría al carajo a mi jefe -escuché desde otra mesa, qué ironía, el tipo te dá para comer, y tu lo mandarías a la mierda... aunque pensandolo mejor, haría lo mismo, darse esos pequeños gustitos en la vida.
-Señor, sus medialunas.
-Gracias -qué linda te veias los jueves, cómo a las siete de la tarde, cuando se genera la mezcla del atardecer, y me parece que te pones triste, no sé porque, me dan ganas de preguntarte, pero tal vez pienses que me quiero pasar de listo contigo -me traes la cuenta...
-Danae.
-Danae, me traes la cuenta -y trae tus cosas para que salgamos a caminar por el forestal.
Qué maravilla de café, qué maravilla de jueves, de ti, de nosotros, de lo que te contaría, de lo que nos reiríamos, del maravilloso encuentro y la agría despedida. Ahora me acuerdo de Astor Piazzolla, y lo veo sentado ahí junto a un bandoneón; y nos canta vida mía, ¿sabes cúal?, la balada para un loco, ya lo veo, lo oigo, y te veo, estás sorpredida y debo reconocer que yo también, es rarísimo verlo por estos lugares, pero no me importa, hoy estas maravillosa, radiante como sólo tu puedes.
-Su cuenta.
-¡Danae!.
(apresurada) -¿Sí?
Ahí sentí que se pasaba una vida, la mía, y la tuya también, también la del pelado que se atragantaba con la torta de chocolate con almendras, y para evitar la asfixia se desata la corbata, y se golpea el pecho, se pasaba también la vida de los dos pericos, que quién sabe que estaban haciendo en ese momento, y que se lanzaron a ayudar al otro tarado que no es capaz de comer una torta como cualquier cristiano.
-¿A qué hora terminas? -y vi tus comisuras que eran parte de una leve sonrisa, media timida, o contenida, o nerviosa,...
-A las nueve.
-Te invito a volar, o caminar, o si quieres te puedo acompañar a hacer lo que tengas que hacer, o mejor nos quedamos aquí.
-Me parece que sería mejor que volaramos, y caminaramos.
-Pues entonces te espero.
-...
-sentado acá, o donde te parezca mejor.
-acá, o en la mesa del fondo, pero espérame.
Entraste por la amplia puerta del café, y cerré los ojos y me ví, nos ví, y sábes, porfin eras feliz, y yo te acompañaba a lo que tuvieras que hacer.
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Foto del autor Malena
Textos Publicados: 13
Miembro desde: Jul 31, 2010
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Descripción

Palabras Clave: cuento

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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