I
Hoy pude presenciar nuevamente
el espectáculo universal de tu
simple caminar.

Aunque no lo creas,
siempre que haces tu presencia,
me parece que los crepúsculos
romperán en coloridos llantos.

Me parece como si el alma
se le escapa a la tierra
y brota en felices
explosiones de nebulosas ardientes.

Me parece que
ya no es necesario tratar de llegar
a algún lugar que pueda llamarse paraíso
cuando se presencia
en estos lados tan comunes
el espectáculo universal de
tu simple caminar.

Hoy pude comprender
que tu puedes ser la razón de la grandeza
del universo.
Toda la creación gira en torno a ti.
¿Ser el centro de la belleza universal te impide notarlo?

 
 
II
Es una lágrima (caída desde el corazón del universo)
la que va recorriendo tu espalda, luminosa y desnuda.

Y esta lágrima va tornándose gris
al descubrir que la belleza universal (la que se encarna en tu ser),
nunca perteneció ni pertenecerá a hombre alguno.
 
No podrán poseerla,
querrán atesorarla,
intentaran amarla,
le rendirán devoción,
incluso estarán dispuestos a morir por ella,
pero nunca serán capaces de poseerla.


Y esta lágrima va tornándose amarga
al descubrir que en su muerte
reventará contra el suelo
en la más absoluta soledad.

Si, estará rodeada de miles de amantes soñadores,
todos con el afán de poseerla al menos un instante,
pero la belleza universal siempre se hallará sola.

Y esta lágrima va tornándose melancólica al recordar
tu espalda,
luminosa
y desnuda.