¿Quién de nosotros no lleva un cadáver a cuestas? Yo llevo el mío en los hombros, cargándolo hacia un lugar que todavía no tengo definido. Son los despojos de los errores que cometí en la vida, y ahora que esta termina, no sé cuándo podré bajarlos, para alivianar la carga que ya tiene mi consciencia.
Hay personas, de gran poder, ya sea monetario, político o religioso, que han cometido más crímenes que yo, pero parece ser que sus cadáveres los cargan otros, otros como tú y yo, que el único error que cometimos fue jugarse por algo, y ellos, sólo estuvieron, mandaron a ejecutar, y aun así, los cadáveres no los cargan, es como si no existieran, pero yo los veo, estoy seguro de eso, seguro como que el sol es bellísimo al alba.
Ahora estamos todos en la fila, y ya no soporto el dolor de espalda, yo dejaré hasta acá a mis cadáveres, los deposito con toda humildad mientras veo, como llegan otros tantos, con cientos de carretas, llenas de cadáveres, y atrás aparece quién sería su cargador. Y la sorpresa es grande, porque bien recuerdo como aquel tipo se lavó las manos en la fuente del sudor de su gente.