La Revolucin de los Claveles (Ensayo)
Publicado en Sep 15, 2010
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Por definición del Diccionario de la Real Academia de la Lengua española, un clavel (que en portugúes se escribe "cravo") puede ser: palabra derivada del castellano clavell que se refiere a una planta de la familia de las Cariofiláceas, de tres a cuatro decímetros de altura, con talllos nudosos y delgados, hojas largas, estrechas, puntiagudas y de color grisáceo; muchas flores terminales, con cáliz cilíndrico y cinco pétalos de color rojo subido y olor muy agradable (se la cultiva por lo hermoso de sus flores, que se hacen dobles y adquieren colores muy diversos), o la flor de esta planta; aunque también existe el clavel coronado que es una clavellina de pluma y el clavel de China que, en Cuba, es un clavel de hojas más anchas que el común, pero de flores más pequeñas.
Ahora bien, hemos citado a la familia de las Cariofiláceas; asi que es importante, antes de seguir con nuestro Ensayo, saber algo sobre dicha familia. Sobre esta familia puedo exponer lo siguiente, consultando mi base de datos: Es una familia muy numerosa y muy variada. Desde flores grandes hasta muy pequeñas. Desde color rosa muy vivo hasta blanco, casi de nieve, como la nevadilla. Las principales especies (por no citar a todas) son:
La Neguilla.- Planta pilosa de hasta 90 cm de alto. La neguilla tiene un tallo erguido y tieso; las hojas son opuestas, largas y estrechas, un poco soldadas en la base de cada nudo. Las flores nacen sobre cabillos largos en la sumidad del tallo, con un cáliz grande dividido en cinco segmentos agudos y con diez costillas muy marcadas en la parte inferior; la corola es de color púrpura, más corta que el cáliz. El fruto es capsular, de forma ovoide, repleto de semillas grandes y negras, cubiertas de verruguitas muy finas. Florece a partir de marzo. La neguilla es un "mala hierba" que crece en las mieses y en las tierras altas de los secanos; necesita abundante sol y terrenos ricos en materia orgánica; se multiplica por semilla. Florece en junio y julio. Muy escasa, sólo las he visto en una finca sembrada de leguminosas para pienso de los animales, y que por esta causa no ha sido sulfatada con herbicida y no se mataron las plantas de esta especie.
La Arenaria: Fácilmente distinguible por ser especie anual en lugar de vivaz, con una raicilla muy débil que se arranca fácilemte, hojas ovadas y pétalos más cortos que los sépalos, la Arenaria leptoclados es propia de pastos secos de herbáceas anuales y de fisuras de roquedos, preferentemente de zonas secas y soleadas. (Plantas silvestres de la provincia de Burgos). Bastante abundante, pero debido a su pequeño tamaño no se la ve mucho, y eso suponiendo que se trate de esta especie, ya que hay unas cuantas cariofiláceas que se parecen mucho entre sí.
La Cariumbela: La he dado ese nombre, además de a efectos de su clasificación, porque las flores semejan una umbela, ya que salen varias ( 6, 7, 8, 9, 10...) de un punto común, simulando una umbela con los pedúnculos de las flores de distintas longitudes aunque salgan de un mismo punto (verticilo), y las flores son parecidas a las de las otras cariofiláceas de pequeño porte, como por ejemplo las cerastium, pero la forma general de la planta es algo diferente a las cerastium, ya que suele salir el tallo florífero de un rosetón de hojas basales, y el tallo prácticamente carece de hojas, a lo sumo suele tener uno o dos pares de hojas, opuestas, a lo largo del tallo y situadas en la parte baja de éste. En general no es muy abundante, aunque por algunas zonas es bastante frecuente.
La Cerastia Hirsuta: No sé si estará relacionada con las cerastium, pero me parece que es a las que más se parece tanto por la forma de la planta como la forma de la flor. Es una planta muy pequeña, que como otras muchas he encontrado en la zona arenosa de Vilviestre de Muñó. Las que he visto, además de ser muy pequeñas, con las ramas muy cortas, aunque es una planta ramificada, estas ramas estaban, por lo general, rastreras, no erectas. Tanto por la forma de estas ramas como por la forma de las hojas me recuerda a la oreja de ratón o al cerastio, pero la planta tiene un color verde amarillento tanto en los tallos como en las hojas, la cuales tienen unos pelos de apariencia bastante áspera por el haz, mientras que en envés parece liso a lo más que llega es a tener una fina pelusilla, al menos eso es lo que se aprecia en las fotos que he hecho. En cuanto a las flores son muy pequeñas y no destaca para nada el color blanco de los pétalos de otras cerastium, da la sensación de que los pétalos también son de mismo color que el resto de la planta, verde amarillento y que son más cortos que los sépalos. A no ser que los que a mi me parecen los pétalos sean, en realidad, los sépalos y los pétalos sean muy pequeños. Lo que más destaca en la flor son los estambres; si no fuera por ellos parecería, casi, una planta sin flores.
En ese lugar es bastante abundante.
La Oreja de Ratón: Planta rastrera, pilosa, perenne. Los racimos de flores se abren al fructificar. Pétalos y sépalos de igual longitud. Hasta 40 cm de altura. Florece de abril a septiembre. No estoy seguro de que se trate de la oreja de ratón, pero sí estoy casi seguro de que es una Cerastium. Al principio pensé que esta y la que he identificado, no sé si correctamente, como la Cerastium glomeratum, eran la misma especie, pero al ver plantas de las dos especies casi juntas unas con otras, a escasos cm, he podido comprobar que se trata de dos especies diferentes pero muy semejantes con algunas pequeñas diferencias, especialmente en las hojas y las flores, sobre todo los pedúnculos florales que en la una especie son todos prácticamente de la misma longitud y en la otra parece que cada uno es de una longitud diferente. Y las flores tampoco son exactamente iguales, aunque sí muy parecidas. Ambas especies son relativamente abundantes, al menos en años de invierno y primaveras lluviosos.
La Cerastio: Planta herbácea anual, de hasta 40 cm, de tallos ramificados, erectos y cubiertos de pelos glandulosos. Hojas opuestas, glandulosas, anchamente lanceoladas, sésiles o subsésiles, desprovistas de estípulas. Flores aglomeradas en densas inflorescencias situadas en los extremos de los tallos, de ahí el nombre de la planta, sobre pedicelos o rabillos más cortos que el cáliz. Pétalos blancos de longitud igual o poco más larga que el cáliz, hendidos en 2 lóbulos profundos. Fruto en cápsula, 2 veces mayor que el cáliz, más o menos cilíndrica y dehiscente por dientes del ápice, provista de numerosas semillas. Florece de febrero a agosto y habita en medios muy diversos, generalmente alterados o nitrifcados. (Plantas silvestres de la provincia de Burgos). Muy abundante por las orillas de la carretera y de los caminos, sobre todo, aunque también por otros lugares.
La Cucúbalo: Hierba perenne cubierta de pelos cortos, con los tallos floríferos de hasta 1,2 m, ramificados dicotómicamente Los cálices tienen forma de copa ancha con nervios poco visibles y cinco dientes largos que se enrollan por las puntas cuando los frutos se encuentran maduros. Los pétalos tienen color blanquecino o ligeramente verdoso y presentan una profunda escotadura en el extremo. El fruto es carnoso en forma de baya y de color negro. Hábitat: Bosques, setos y cunetas de las regiones húmedas. Floración: Primavera y verano. El género Silene fue dedicado a Sileno, un barrigudo personaje mitológico, ya que los cálices inflados de algunas especies recordaban la panza de aquel individuo. Parece que Cucubalus procede del griego °kakos"= malo y "bailo"= yo arrojo, significando algo que se desprecia. En la Península y Baleares existen 62 especies del género Silene y una sola de Cucubalus. (La guía de INCAFO de las plantas...). Es bastante abundante por las orillas del río, pero también he visto alguna planta, más bien pequeña, en otros lugares
La Clavelina Pinchuda: Especie parecida a la Dianthus deltoides, también de flores solitarias, es la Clavelina pinchuda (Dianthus pungens), que se distingue de la anterior por ser planta suave al tacto en su mitad superior en lugar de áspera y los cálices netamente engrosados y ventrudos después de la floración. Además, sus hojas basales son rígidas y algo punzantes, de ahí su nombre. Florece de abril a agosto y es propia de matorrales y pastizales sobre suelos pedregosos, preferentemente calizos. (Plantas silvestres de la provincia de Burgos). No estoy seguro de que se trate de esta especie, pero de todas las que he visto en dibujo o en fotografía en los libros es a la que más se parece. No es escasa, pero tampoco es que abunde demasiado.
La Herniaria Rompepiedra: Planta tumbada, rastrera, con tallos muy ramificados. Hojas opuestas, estípulas membranosas, ovales, 3-8 mm de largo. Flores pequeñas, glomerulares en las axilas foliares; 5 sépalos de 0,5 mm de largo, verdes; sin pétalos. Florece de julio a septiembre. Quizás sea abundante, pero al tratarse de una planta tan diminuta y rastrera, no es fácil de ver, por lo que no parece abundar en demasía, aunque creo que tampoco es excesivamente escasa.
La Minuarcia híbrida: Planta anual, de 5-15 cm de altura, ramificada, erecta y grácil, glandular-pubescente por arriba. Hojas lineares ensanchadas en la base. Flores blancas en cimas flojas. Pétalos más cortos que los sépalos; éstos con 3 nervios y margen papiráceo estrecho, 3-10 estambres. Cápsula de más o menos la misma longitud que el cáliz, de estrechamente ovoidea a subcilíndrica. Semillas diminutas, comprimidas, de color pardo. Crece en lugares arenosos y secos.(Plantas silvestres de Castilla y León). Como de otras muchas plantas tampoco estoy seguro de que se trate de esta especie. Primero la había identificadi, sin muchas convicción, como la Sagina nodosa, ahora como la Minuartia hybrida. Quizá no se trate de ninguna de las dos, sino de otra cuyo nombre desconozco. En todo caso es relativamente abundante.
La Minuarcia de Primavera: Planta que crece en mullido laxo, casi siempre con tallos multifloros glabros de hasta 15 cm de alto. Hojas lineares, mayormente romas, con insignificante trinervadura, glabras o con algunos pelos glandulosos; hojas caulinares más cortas que los segmentos caulinares. Flores únicas o en inflorescencias laxas; pecíolos florales casi siempre más largos que el cáliz y con pelos glandulosos; sépalos lanceolados, acuminados, de 2,5- 4,5 mm de largo, estrecho borde membranoso claramente trinervado, glabros o con pilosidad glandulosa esporádica; pétalos elípticos, largo similar al de los sépalos o más cortos; 3 estilos. Fruto aovado, tan largo como el cáliz, se abre en 3 dientes. Florece de mayo a agosto. No abunda en demasiados lugares, pero donde crece, en especial la he visto en un par de lugares donde sí es muy abundante.
La Minuarcia Hamata: Planta herbácea erecta. Otra especie de Minuarcia es Minuartia hamata, que se distingue fácilmente de la anterior por tener flores muy pequeñas, sésiles o casi, sobrepasadas por las brácteas, que las ocultan. Además, las brácteas tienen el extremo en forma de gancho y tienen un amplio margen membranáceo más claro, que da a la planta una tonalidad verde grisácea o amarillenta. Es planta anual en lugar de leñosa, que no pasa de los 10 cm. Florece de mayo a julio y vive en lugares pedregosos, secos y soleados, de naturaleza caliza, frecuentemente majadeados por el ganado. (Plantas silvestres de la provincia de Burgos). Muy escasa, creo; sólo la he encontrado una vez un par de plantas juntas hace varios años y después no la he vuelto a ver.
La Nevadilla: Planta perenne, rastrera y cespitosa, tendida, con brotes de hasta 30 cm de largo. Hojas opuestas, lineares lanceoladas, de borde entero, puntiagudo, hasta 10 mm de largo. Flores pequeñas, agrupadas en las axilas de las hojas, de hasta 6 mm de longitud, anchas, cubiertas de brácteas plateadas. Sin pétalos, 5 sépalos finos, ovales, aristados punta levantada y nervio medio amarronado. 5 estambres. Ovario súpero con 2 estilos. Fruto monoespermo. No muy abundante, creo.
El Clavelito enano: Planta anual de hasta medio metro de altura (incluso más las he visto yo), con tallo glabros o cubiertos de cierta pubescencia áspera. Hojas caulinares lineares, opuestas, con los bordes ásperos. Vaina foliar más larga que ancha. Inflorescencia en capítulo que puede tener una sola flor. Brácteas ovales, marrones y frecuentemente mucronadas las interiores. Cáliz con dientes oblongos, con 3 nervios. Pétalos escotados, generalmente rosados o purpúreos, con una mancha en la parte inferior. Semillas nodulosas (no reticuladas). Florece desde mediada la primavera hasta mediado el verano. Crece en terrenos arenosos, mejor ácidos. (Plantas silvestres de Castilla y León). Yo añadiría que si la primavera y el verano son secos, las plantas se secan (aparentemente) después de haber producido algunas flores, pero si al final del verano o incluso a principios de otoño llueve, se podrán ver esas plantas que parecen como secas, con los troncos con color marrón, como si estuvieran secos, como vuelven a florecer. Es una especie muy abundante y no necesariamente en terreno arenoso, aunque ese terrenio sí le favorece.
El Escleranto: Planta de hasta 20 cm de alto ramificada en la parte de arriba. Hojas opuestas, lineares, hsta 1,5 cm de largo. Glomérulos en los terminales de las ramas; los 5 sépalos libres de 3-4,5 mm de largo, lanceolados, angostos, con borde membranoso blanco y muy estrecho; sin pétalos. Crece en labrantío arenosos y bordes de caminos. Florece de mayo a septiembre. No he encontrado esta especie en terreno de Hormaza, sino en terreno de Vilviestre de Muñó, creo, en una zona muy arenosa, en la que crecen varias especies supongo que de terreno arenoso, ya que no las he visto en ningún otro lugar. Otras especies sí las he visto en otros lugares, además de allí. Supongo que fuera de esa zona arenosa no debe abundar, aunque allí es bastante común.
La Jabonera Blanca: Planta de hasta unos 40 cm de altura, al menos las que he visto yo, con tallos fino y rígidos, hojas opuestas, pequeñas, sentadas, lanceoladas, creo. Las flores salen solitarias en las puntas de los tallos, con cinco pétalos muy escotados de color blanco por arriba y de color rosa con rayas o nerviaciones por abajo, que se suelen estar caídos, al principio hacia el tallo y luego se suelen enrollar hacia arriba. Las flores son bastante grandes. Sólo he encontrado esta planta en los arenales entre Villagutiérrez y Vilviestre de Muñó. Allí parecía bastante abundante.
La Jabonera Menor: Planta erecta de unos 40 cm de altura, al menos las que yo he visto, de tallos delgados y rígidos, muy ramificados, con hojas pequeñas, alargadas y estrechas. Las flores salen en la punta de los tallos y en las axilas de las ramificaciones. Son de color rosa muy vivo y algo escotados. Se suelen enrollar hacia adentro al atardecer o al día siguiente de haberse abierto la flor. No estoy seguro, pero la tardanza en enrollarse creo que depende de la temperatura ambiente. Si hace mucho calor y un sol fuerte creo que se enrollan más pronto. Si no hace mucho calor aún suelen estar abiertos al atardecer.
Supongo que es muy escasa. Sólo he encontrado dos o tres plantas juntas al borde de un camino en tierra bastante caliza.
La Jabonera Piramidal: Planta erecta, semejante a la jabonera cónica en la forma general de la planta, bastante ramificada y demás, pero las hojas más pequeñas, sentadas, opuestas, más o menos lanceoladas, glabras, de un tono tirando un poco a azulado o blanquecino; tallos muy finos, sobre todo la parte superior, donde sale la flor. Ésta es con un ovario bastante grande, y el cáliz, que en la jabonera cónica forma una especie de cono, de ahí su nombre, en ésta los sépalos como si fueran planos y se curvasen a unirse las puntas en el vértice formando una especie de farolillo chino de forma piramidal de cinco caras, con las aristas de color verde y las partes interiores de cada cara de un tono amarronado claro. El fruto es una cápsula semejante a la de las demás silenes, pero el cáliz persiste en la madurez. Muy escasa, creo, sólo he encontrado unas pocas plantas en la orilla de una finca sembrada de cebada, bastantes en ese sitio, y las he visto dos años en el mismo lugar, pero no he visto ninguna planta más en ningún otro lugar
La Silene Unilateral: Planta herbácea erecta. Muy abundante. Es una planta de poco porte, al menos las que he visto yo, de unos 30-40 cm de altura máxima, las flores muy semejantes a la "silene viscosa", al igual que el resto de la planta. Pero mientras en la viscosa las flores salen en cualquier lado del tallo, en esta, de ahí el nombre de unilateral, sólo salen a un lado, como en la "silene nutans", por lo demás, la forma y el color de la flor, de los pétalos, así como la forma de enrollarse o doblarse hacia adentro, se parece a la "silene viscosa". A pesar de ello no creo que se trate de ninguna de estas dos plantas, ya que si bien tiene características de las dos no tiene todas las de ninguna en particular, por lo que creo se trata de una variedad diferente que no he podido encontrar en ninguno de los libros que he podido consultar.
La Colleja Blanca: La colleja blanca es una mala hierba que crece en los campos de cultivo; es ramosa, suavemente peluda y puede llegar hasta 80 cm de altura. Al igual que en la borbonesa, las flores son unisexuales; éstas se abren por la tarde cuando son ligeramente olorosas y atraen a las polillas como polinizadoras. Flor: blanca, 2,5-3 cm de diámetro; 5 pétalos profundamente bilobados y estrechados por la base; cáliz tubular peludo y pegajoso. Disposición floral cima. Tiempo de floración mayo-septiembre. Hoja: opuestas, ovoide y peciolada; las hojas del tallo no tienen pecíolo. Fruto cápsula de 1-1,5 cm, ovoide, se abre por 10 dientes. Sólo he encontrado una planta de esta especie en Hormaza, hasta la fecha que escribo esto, pero en la zona donde los de Hormaza llamamos Fuente la Nuez, en terreno de Iglesias, que ellos creo que llaman Fuente Suso, es relativamente abundante.
La Jabonera Cónica: Plantberbácea erecta. Planta anual, erecta, de 15-50 cm de alto, de vello corto, ramificada. Hojas opuestas, lanceoladas, de borde entero. Flores más o menos numerosas, en inflorescencias terminales, bifurcadas, cubiertas de hojas. 5 pétalos, normalmente rosas, distribuidos en forma radial sobre el cáliz o ligeramente enrollados hacia arriba, bilobulados y con una corta corola secundaria dividida en dos partes. 10 estambres. Ovario súpero, unido por un pedúnculo corto a la flor y con 3 estilos. Cáliz abombado en el período de fructificación, con 5 lacinias delgadas, 30 nervios, de vello corto y algo pegajoso, cerrado sobre el fruto. Fruto en cápsula de hasta 12 mm de longitud que se abre con 6dientes y contiene numerosas semillas pequeñas y de escamas blancas. Bastante escasa. Suelen verse plantitas muy pequeñas de esta especie el alguna pradera o algún viejo camino, pero sólo un año pude encontrar varias plantas grandes en una finca sembrada de leguminosas para forraje.
La Silene Desnuda: Planta herbácea erecta: Planta pilosa de hasta 50 cm de alto. Tallo viscoso arriba. Hojas inferiores espatuladas, las superiores lanceoladas. Inflorescencia unilateral; flores cabizcaídas; cáliz tubular, pilosidad glandulosa, 7-15 mm de largo; pétalos profundamente bilobulados, arriba blanco, envés a menudo verdoso, en la garganta con 2 escamas dímeras; 3 estilos. Suponiendo que se trate de esta especie, de lo cual no estoy seguro al 100%, ya que cuando la he encontrado estaba al final del periodo de floración y en la mayoría de las plantas estaban los frutos ya grandes y con pocas flores frescas. Muy escasa, sólo la he visto en un lugar en que durante años los labradores han ido depositando las piedras que van sacando de las tierras de labranza, en un corro donde, por no haber muchas piedras pueden desarrollarse algunas plantas; fuera de ahí no la he visto en ningún otro lugar.
La Colleja Colorada: Planta herbácea erecta. Planta herbácea anual, de hasta 60 cm. Tallos erectos, densamente vilosos. Hojas lineares a espatuladas, vilosas. Flores hermafroditas, en agrupaciones mirando todas hacia el mismo lado, rara vez solitarias. Brácteas ovadas. Cáliz cilíndrico, con 10 nervios, pubescente, especialmente en los nervios, con dientes obtusos o subagudos, sin margen membranáceo. Pétalos bipartidos, rosados. Fruto en cápsula de subcilíndrica a ovoidea. Semillas planas, reniformes, aladas, onduladas y reticuladas. Florece de febrero a julio. Cunetas y bordes de caminos, pastos secos de especies anuales. (Plantas silvestres de la provincia de Burgos). Es una especie que tampoco he encontrado en Hormaza, pero sí abunda en la zona arenosa que hay entre Villagutiérrez y Vilviestre de Muñó.
La Colleja Marina: Planta herbácea erecta. Planta persistente, densa, algo lignificada por la base, de unos 60 cm de altura, con raíz gruesa y carnosa. Los tallos, generalmente erectos y ramificados, son glabros o pilosos en la parte inferior, a menudo de color verde grisáceo o azulado; hojas alternas, de color verde azulado, de hasta 12 cm de largo, ovadas o lanceoladas, glabras, de bordes ciliados, las superiores mucho más pequeñas, a veces escamosas. Las flores hermafroditas o unisexuales se disponen en una inflorescencias de ramificación dicótoma. El cáliz ovado o globuloso, de color blanco verdoso pálido, a veces con matices rojizos, tiene 20 nervios bien visibles formando una red; el cáliz es perdurante y presenta cortos dientes triangulares. Los pétalos son blanquecinos, a veces con matices rosados, pedunculados, bilobulados, sin lígulas. Ovario súpero con 3 estilos. La cápsula pedunculada tiene hasta 14 mm de largo, es casi esférica y don 6 dientes, y está rodeada por el cáliz. Florece desde mediados de primavera hasta finales de verano. Menos abundante que antes; probablemente debido a los herbicidas que se echan a los cultivos, pero muy abundante a pesar de ello.
La Esparcilla: Planta herbácea erecta. La esparcilla es una planta de color verde pálido y anual, tiene una altura de 5-70 cm y puede ser desde ligeramente hasta muy pegajosa. Posee tallos débiles y ramosos y hojas en verticilos. Es una mala hierba de tierras de cultivo, teniendo preferencia por los terrenos arenosos. Flor: blanca, 4-7 mm de diámetro; 5 pétalos, redondeados, ligeramente más largos que los sépalos. Tiempo de floración: junio-agosto. Hoja: 1-3 cm de longitud, con forma de aguja, en verticilos, ligeramente carnosa, acanalada por el envés, pegajosa. Fruto: cápsula, 5 mm, se abre en 5 valvas; semillas negruzcas y verrugosas. (Fascinante naturaleza). No estoy completamente seguro de que se trate de esta especie, pero de las que he visto en los libros es a la que más se parece. Sólo la he encontrado en la zona arenosa de Vilviestre de Muñó, y tampoco parece muy abundante.
La Alsine, Pamplina o Pajarera: Hierba anual, a veces también bianual, de hasta 30 cm de altura, son frecuencia baja y rastrera. Tallo delgado, postrado de sección redonda, más o menos piloso, muy ramificado, echa raíces al contacto con el suelo. Hojas opuestas, ovadas apuntadas, las inferiores pecioladas, las superiores sentadas, glabras o ligeramente ciliadas. Flores en umbelas laxas. Pedúnculos florales postrados después de la floración, luego erectos de nuevo. Flores pequeñas, de hasta 5 mm de diámetro, con sépalos ovados obtusos y de borde claro, y pétalos blancos de igual tamaño, profundamente divididos en dos lóbulos. 3-5 estambres, a veces más, con glándulas nectarias en la base, con anteras de color violeta. El ovario esférico tiene 3 estilos en arco. El fruto es una cápsula más larga que el cáliz, que se abre con 6 valvas. Semillas pequeñas, arriñonadas, pardas a negras. Florece durante todo el año, a excepción de los meses de invierno más crudo. Esto último quizá sea en el norte de Europa, porque yo la he visto florida todo el invierno, incluso en días de fuertes heladas, lo mismo que otras plantas como por ejemplo la verónica o la hierbacana. Muy abundante, como una de las llamadas malas hierbas, en especial en has huertas y hortalizas
El Clavelito Seco: Planta herbácea erecta. Planta herbácea anual, de hasta 15 cm, pubescente-glandulosa, de coloración a menudo rojiza, erecta. Su tacto es rígido, de ahí su nombre. Hojas opuestas, enteras, sin estípulas, estrechas, linear-espatuladas, soldadas en la base y de borde algo membranoso. Flores solitarias o en parejas, situadas en los nudos, sobre cortos y gruesos pedicelos. El cáliz es largo y estrecho, rematado en 5 dientes. Corola rosada a purpúrea, formada por 5 pétalos. Fruto en cápsula cilíndrica y estrecha. Florece de abril a julio y vive en pastos sobre sustratos pedregosos y esqueléticos, en ambientes secos y soleados. (Plantas silvestres de la provincia de Burgos). Quizá sea relativamente abundante, pero como sólo se la suele ver en la época de floración, en el mes de junio, debido a que destacan sus pequeñas flores entre el fondo más o menos verde de las demas plantas entre las que crece, no me atrevo a decir que sea abundante
En resúmen: estas informaciones sobre la citada familia las he recogido gracias a un estudio del amantre de la Botánica, Vicente Santamaría Santaña.
Ahora bien, centrándonos más en el aspecto general de los claveles y, como es sabido que existe el "lenguaje de las flores" ¿qué significa regalar claveles a una guapa chica de 16 años de edad por ejemplo?. He aquí los diferentes "lenguajes" de los claveles:
CLAVEL AMARILLO: Desdén.
CLAVEL BLANCO: Ingenuidad.
CLAVEL DOBLE: Amor ardiente.
CLAVEL ROJO: Amor vivo y puro.
CLAVELÓN: Celos.
CLAVELLINA: Ligereza.
¿Qué más puedo decir del "lenguaje de los claveles"?. Pues que según una estudiosa ecuatoriana del tema del "lenguaje de las flores": "Los claveles se suelen asociar a la alegría y al encanto, y en general a todo lo que tenga que ver con el gozo y el amor. Es la flor nacional de España. En el lenguaje de las flores, los claveles están muy relacionados con los sentimientos que despierta el amor. Aquí también cada color tiene su significado. El rojo expresa la admiración hacia la mujer amada, el blanco hace mayor referencia al estado puro del amor. Por el contrario, el color amarillo se asocia a la decepción o el desengaño.
De los claveles se han dicho varias frases a lo largo de la Historia humana. Así por ejemplo un anónimo escribió: "Dos claveles en el agua no se pueden marchitar, dos amigos que se quieren no se pueden olvidar"; y otro anónimo señaló: "Dos claveles en el agua sólo duran 15 días, tu amor con el mío durará toda la vida". Por mi parte yo aporto el siguiente pensamiento de mi propia cosecha: "Son tan lindos y bellos tus ojos que los confundo con dos claveles rojos". Ya en épocas muy antiguas, en la Europa Central se consideraba que los claveles eran un afrodisíacos debido a su muy buen aroma, como la citronela en Yugoslavia y el almizcle a lo largo del mundo Occidental.
Existe un pasodoble español sobre los claveles que cantó hace años el gran cantante Manolo Escobar, uno de los símbolos más importantes de la canción española de todos los timepos. Se titula "Claveles de Granada" y dice así:
Los claveles de Granada son los suspiros que dio Dios. Los claveles de Granada son los rubíes que lloró. Por la noche las estrellas se los quieren llevar, y la luna, vigilante,
no se va. En las torres de la Alhambra cada noche se ve con mantilla plateada y un clavel.
Los claveles de Granada son porcelanas que Él dejó. Los claveles de Granada los encendieron con el sol. En su rojo y amarillo tienen la dignidad, porque forman la bandera nacional. Y con ellos van unidos todo buen español, defendiendo con su vida su color. Qúe maravillosos
son los tallos del clavel, porque se parecen al de la mujer. Ser mujer de España es al tiempo ser clavel. La mujer de España de claveles tiene el alma llena, por ser mujer.
Y el joven poeta chileno Juan Eduardo Díaz tiene publicado un libro de poesías titulado "El cantar de los Claveles y otros poemas". Por otra parte, en el camposanto madrileño del Sacramental de San Isidro, un matrimonio de ancianos se esmera en cortar y colocar los claveles rojos y blancos para que queden perfectamente distribuidos sobre una lápida en la que casi no puede leerse el nombre, y muchos otros utilizan los antiguos pozos para sacar agua y limpiar de ramas y tierra los mármoles y granitos. Es la revolución de los claveles una forma de despedirse de los seres entrañables.
Ahora bien, el tema principal del presente Ensayo titulado "La Revolución de los claveles" se refiere a un acontecimiento ocurrido en la Historia de Portugal. Los hechos sucedieron así, según cuentan las páginas de Internet. Empecemos por Wikipedia: "Manifestación el 25 de abril de 1974 en Oporto.La Revolución de los Claveles (en portugués: Revolução dos Cravos o, mucho más frecuentemente, O 25 de Abril) es el nombre dado al levantamiento militar del 25 de abril de 1974 que provocó la caída en Portugal de la dictadura salazarista que dominaba el país desde 1926, la más longeva de Europa. El fin de este régimen, conocido como Estado Novo, permitió que las últimas colonias portuguesas lograran su independencia tras una larga guerra colonial contra la metrópoli y que Portugal mismo se convirtiera en un estado de derecho liberal. A inicios de la década de 1970, el régimen autoritario del Estado Novo seguía pesando como una losa sobre Portugal. Su fundador, António de Oliveira Salazar, fue destituido en 1968 por incapacidad y falleció en 1970. Vino a sustituirle Marcelo Caetano en la dirección del régimen. Cualquier intento de reforma política fue abortado debido a la propia inercia del régimen y al poder de su policía política, la Polícia Internacional e de Defesa do Estado (PIDE). A finales de la década de 1960 el régimen se aislaba, envejecido y anquilosado, en un mundo occidental en plena efervescencia social e intelectual. Mientras tanto, sus colonias Mozambique y Angola, arrastradas por los movimientos de descolonización, habían estallado en revueltas desde principios de la década y obligaban a Portugal a mantener por la fuerza de las armas el imperio portugués que estaba instalado en el imaginario de los ideólogos del régimen. Para ello, el país se vio abocado a invertir grandes esfuerzos en una guerra colonial de pacificación, actitud que contrastaba con el resto de potencias coloniales que trataban de asegurarse la salida del continente africano de la forma más conveniente. La guerra colonial había generado conflictos entre la sociedad civil y militar. Todo esto mientras el modelo económico propugnado por el régimen hacía que el país permaneciera pobre y generara una fuerte emigración. En febrero de 1974, Caetano es obligado por la vieja guardia del régimen a destituir al general António de Spínola y a sus apoyos cuando trataba de modificar el curso de la política colonial portuguesa, que había llegado a ser demasiado costosa para el país. En ese momento, una vez que se hacen visibles las divisiones existentes en el seno de la élite del régimen, un misterioso Movimento das Forças Armadas (MFA) elige llevar adelante una revolución. El movimiento nace secretamente en 1973 de la conspiración de algunos oficiales del ejército, primero preocupados por cuestiones profesionales, pero que se politizan por el empantanamiento de la guerra colonial.
En Portugal, la revolución que depuso al salazarismo es conocida popularmente como el 25 de abril. El 25 de abril de 1974, a las 0.25, la Rádio Renascença transmite Grândola, Vila Morena, una canción revolucionaria de José Afonso, prohibida por el régimen. Es la señal pactada por el MFA para ocupar los puntos estratégicos del país. Seis horas más tarde el régimen dictatorial se derrumba. A pesar de los continuos llamamientos radiofónicos de los capitanes de abril (del MFA) a la población para que permaneciera en sus hogares, miles de portugueses ganaron las calles mezclándose con los militares sublevados. Uno de los hitos de aquellas concentraciones fue la marcha de las flores en Lisboa, caracterizada por una multitud pertrechada de claveles, la flor de temporada. Ese es el origen del nombre dado a esta revolución incruenta que, no obstante, arrojó un saldo de 4 muertos ocasionados por los disparos de la policía política contra manifestantes civiles. Caetano se refugió en el cuartel del Carmo, en Lisboa, que fue cercado por el MFA, lo cual lo obligó a aceptar entregar el poder al general Spinola, para evitar que el poder caiga en la calle. Caetano partió inmediatamente al exilio en Brasil. Las acciones militares fueron protagonizadas por el capitán Salgueiro Maia que, al frente de las fuerzas de la Escola Prática de Cavalaria ocupó Terreiro do Paço a primeras horas de la mañana del día 25. Posteriormente el capitán Maia llevó a cabo el cerco del cuartel del Carmo donde, con la renuncia de Caetano, se puso fin al régimen salazarista. Las acciones del levantamiento fueron coordinadas por un puesto de mando establecido por Otelo Saraiva de Carvalho en el cuartel de la Pontinha. Posteriormente al día 25 fueron liberados los presos políticos de la prisión de Caxias. Se produjo también el retorno desde el exilio de los líderes políticos de la oposición. Al año se convocaron unas elecciones constituyentes y se estableció una democracia parlamentaria de corte occidental. Se dio fin a la guerra colonial y se garantizó la independencia de las colonias africanas antes de finalizar el año 1975. También se realizaron nacionalizaciones de grandes empresas. Duró dos años el periodo turbulento que siguió a la Revolución de los Claveles, caracterizado por luchas entre la izquierda y la derecha. Ese período pasó a la historia como el Proceso Revolucionario en Curso, o PREC, una designación ambigua usada por los gobernantes que da cuenta de la falta de definición del rumbo de los acontecimientos. Se sucedieron cinco gobiernos provisionales, cada vez más radicales. Hubo varios intentos de golpe militar para paralizar el proceso: el 28 de septiembre de 1974 y el 11 de marzo de 1975, episodios derrotados tras los cuales se aceleró la radicalización política del régimen. Fue nacionalizada toda la banca, y la mayor parte de la gran industria. En marzo de 1975 el Movimiento de las Fuerzas Armadas anunció que se había iniciado la transición al socialismo. Sin embargo, las elecciones constituyentes de abril de 1975 dieron la victoria a fuerzas socialistas moderadas, que lucharon por quitar el control del poder a los militares revolucionarios y otorgárselo a la legitimidad electoral. En el otoño de 1975 el país estuvo cerca en una guerra civil, pero un golpe de estado el 25 de noviembre estabilizó la situación. Desarmó a los militares revolucionarios y a los cuarteles más indisciplinados, otorgando el poder a los partidos políticos más votados. En esa situación más tranquila se aprobó la constitución de 1976 y se inició la consolidación de la democracia. El día 25 de abril es festividad nacional en Portugal y suele acoger conmemoraciones y celebraciones cívicas. Desde algunos sectores sociales se suele lamentar el abandono del inicial carácter izquierdista de la revolución". Existe un Mural conmmemorativo de la Revolcuión de los Claveles que es de Antonio Paixao Esteves y s eencuentra en el Centro de Documentación 25 de abril.
Sobre aquellos sucesos se realizó una película titulada "Capitanes de Abril" (de María de Medeiros).Todos los datos orientativos sobre dicha película son los siguientes: Su título original (en portugués) es Capitaes de Abril. Se estrenó en 1999 y tiene una duración total de 119 minutos. La directora fue María de Medeiros, que se basó en un guión de Ève Deboise y ella misma. La música la puso Antonio Vitorino D'Almeida y la fotografía fue de Michel Abramowicz. Los actores principales fueron Stefano Accorsi, Fele Martínez, María de Medeiros, Joaquim de Almeida, Manuel Manquiña, Luis Miguel Cintra y Frédéric Pierrot. También es importante saber que fue una Coproducción entre Portugal, Francia, España e Italia (cuatro países de orígenes latinos). Se la puede considerar dentro del género conocido como drama y de carácter histórico. Y la sinopsis puede ser la siguiente: "En la noche del 24 al 25 de abril de 1974, suboficiales del ejército portugués inician una sublevación contra el régimen de Salazar. Su gesta pasará a la historia como "la revolución de los claveles". La película recrea la historia del capitán Salgueiro Maia, uno de los protagonistas del mencionado levantamiento militar que terminó con la dictadura salazarista". Sobre dicha película el crítico de cine del Diario El País, de Madrid, dijo: "Reconstrucción sumamente creíble de este episodio histórico que basó gran parte de su efecto en la compleja y efectiva trama de personajes tejida por su novel realizadora.". Era la primera película de María de Medeiros.
Sobre aquellos acontecimientos de "La revolución de los claveles" en Portugal; recuerdo perfectamente que, cuando yo estaba estudiando COU (Curso de Orientación Universitaria) en la Academia González-Cañadas, ubicada en la calle madrileña de Fuencarral, 105, realicé un Ensayo que entregué al profesor de Sociología quien, admirado por el trabajo efectuado, consultó con los demás profesores y el Director de la Academia para orientarme sobre cuáles serían las mejores opciones para mí a la hora de estudiar una carrera universitaria. Todavía tengo en mi poder sus decisiones. Me aconsejaban que eligiese en primer lugar Ciencias Políticas y en segundo lugar Ciencias de la Información. Yo no estuve de acuerdo con aquel veredicto y libremente elegí poner en primer lugar Ciencias de la Información (periodismo) y en segundo lugar Historia y Geografía, ambas en la Universidad Complutense de Madrid. Por supuesto que escritor ya lo era desde mi más tierna infancia. Llegado a este punto del presente Ensayo he de advertir a mis lectores y lectoras que no sólo soy cristiano verdadero sino que lo digo y lo proclamo a nivel mundial con sano orgullo.
Todos los ideólogos políticos quieren llevar Razón pero hay algo superior a la Razón que se llama Verdad y la Verdad sólo la tiene Dios. Recuerdo el pasaje bíblico de Juan 31-32 que dice así: "Dijo entonces Jesucristo a los judíos que habían creído en Él: si vosotros permaneciéreis en mi Palabra, seréis verdaderametne mis discípulos; y conoceréis la Verdad, y la Verdad os hará libres". Es por eso que, con total Libertad yo voy a incluir el presente Ensayo en mis recuerdos que pienso publicar, algún día, en un libro tirulado "La forja de un ser humano - recuerdos de un escritor". Una vez que ya me conocéis que soy verdadero cristiano, en el uso de vuestra libertad, quien quiera que siga leyendo y quien quiera que deje de leer. Yo lo que recuerdo es que aquel Ensayo presentado en la Academia González-Cañadas de Masdrid, todavía estará guardado allí como ejemplo de lo que debe ser un verdadero Ensayo profesional. Y recuerdo que estuvo basado, principalmente, en reportajes periodísticos de las entonces existentes Revista Triunfo y Cambio16.
Triunfo fue una revista española de espectáculos, fundada en 1946 por José Ángel Ezcurra, y que conoció su época de esplendor de 1962 a 1982, bajo la dirección de José Ángel Ezcurra Carrillo, hijo del fundador, que la transformó en el semanario que pronto se convirtió en el referente intelectual de la España de esa época. Fue la revista que en los años 60 y 70, dos décadas cruciales, encarnó las ideas y la cultura de la izquierda de ese país y fue símbolo de la resistencia intelectual al franquismo. Sufrió por sus contenidos numerosos secuestros y multas, y por ella pasaron periodistas, intelectuales, hispanistas y teólogos como Eduardo Haro Tecglen, Manuel Vázquez Montalbán (también bajo el seudónimo de Sixto Cámara), Luis Carandell, Víctor Márquez Reviriego, César Alonso de los Ríos, Enrique Miret Magdalena, Fernando Savater, José Luis Abellán, Alvaro del Amo, Juan Cruz, Ramón Chao, Ricardo Domenech, José Angel Ezcurra, Diego Galán, Jesús García Dueñas, Ian Gibson, Fernando Lara, Manuel Leguineche, Enrique Miret Magdalena, Ignacio Ramonet, José María Vaz de Soto, Rodríguez Vázquez Prada y Manuel Vicent. En 2006, 24 años después de su último número, se creó la página web triunfodigital.com, en la que se han colgado, digitalizados, números de la revista, facilitando un motor de búsquedas por autor y título de los artículos. Y por su parte Cambio 16 es la Revista decana de información general española. Su grupo editorial publica también la reconocida e histórica Cuadernos para el Diálogo y un mensual económico Cambio Financiero. En las zonas de Cataluña y el País Vasco también Canvi Setze en catalán y Aldaketa Hamasei en euskera. La Revista fue un medio importante en la transición política española desde la dictadura del general Franco a la democracia. Nacida con formato de revista semanal el 22 de septiembre de 1971, abarcaba todo tipo de información pero predominaba en sus contenidos toda aquella relacionada con la efervescencia política de aquellos momentos históricos. Su primer director fue Juan Tomás de Salas. Siguieron José Oneto (1976-1986), Ricardo Utrilla (1986-1988), Enrique Badía (1988-1989), Luis Díaz Güell (1989-1991), de nuevo Salas (1991-1994), Román Orozco (1994-1996) y Gorka Landáburu (2003- )Varios de sus números fueron secuestrados por las autoridades predemocráticas que aún tenían peso en la gobernabilidad hasta la aprobación de la Constitución Española, culminada en 1978. Cambio16 estuvo, desde un punto de vista técnico y periodístico, a la altura de las circunstancias y exigencias que se vivían en la España de la transición. Fue un éxito editorial importante y dio lugar a nuevas aventuras informativas por medio de Grupo 16.
Su equipo de investigación ha obtenido varios premios internacionales por sus afinados reportajes. El Grupo 16 se embarcó en otros proyectos editoriales como el desaparecido Diario 16 (1976-2001), Radio 16, Motor 16, entre otras. La Revista conserva su solera y su papel clave ya mencionado en un periodo crucial de la historia de España. Es la Revista española más reconocida en el extranjero. Desde hace más de de treinta años entrega sus Premios a los Mejores del Año, los prestigiosos Premios Cambio. A ellas he de añadir El Ruedo Ibérico que también consulté. Éditions Ruedo ibérico (ERi) fue una editorial fundada en 1961 en París, Francia, por cinco refugiados españoles de la Guerra Civil que se propusieron hacer frente al franquismo editando libros en los que se exponían tesis alternativas a las oficiales del régimen y que luego eran introducidos clandestinamente en España. Estaba dirigida por José Martínez Guerricabeitia. Existe una versión en facsímil de los fondos digitalizada. Entre sus páginas me encontré una Entrevista al anarquista Felipe Orero, un pariente lejano mío, al cual, por supuesto me negué a seguirle porque yo he sido siempre Autónomo Independiente y no ácrata de los absurdos.
Son mis recuerdos y por eso forman parte intrínseca de mi personalidad. Yo, desde luego, prefiero ser honesto y honrado y llamarlos "mis recuerdos en lugar de mi memoria"; por eso, como os escribo en otro texto, se me ocurre el siguiente pensamiento: "Los recuerdos son siempre las verdades de un ser humano; mientras que las memorias son sólo las apriencias de las personas". De ahí que, algún día, recoja todos los textos míos publicados bajo el epígrafe de Diarios más los que considere oportuno añadirles y formar un libro cuyo título definitivo ya lo tengo afirmado: "La forja de un ser humano - recuerdos de un escritor".
Siguiendo con el presente Ensayo, Don Juan Antonio Andrade Blanco, de la Universidad de Extremadura (tierra donde salí del vientre de mi Madrid y más exactamente en Badajoz capital) escribe el siguiente texto sobre aquellos acontecimintos (lo titula "La Revolución de los claveles y la Transición: la izquierda ante el cambio político en Portuga y España"): "Resulta llamativa la escasa repercusión que el reciente auge de los estudios comparados sobre los procesos de cambio político ha tenido para el caso de España y Portugal; sobre todo si se tiene en cuenta lo viable, oportuna y clarificadora que resulta esta comparación al menos por las siguientes razones. En primer lugar, porque ambos procesos de cambio político se desarrollaron en períodos cronológicos más o menos coincidentes; en segundo lugar, porque ambos procesos se encuadraron en un mismo contexto geopolítico internacional; en tercer lugar, porque además se produjeron en países limítrofes; y en cuarto lugar, porque atendiendo a todo ello estos procesos se influyeron mutuamente. Esta comunicación analiza en qué medida las organizaciones de la izquierda modelaron con su acción y sus discursos los sistemas político-institucionales que surgieron entonces, atendiendo, al mismo tiempo, a los cambios profundos que se operaron en ellas en virtud también de su intervención, exitosa o no, en tan intensos procesos de cambio. En la comunicación se analiza desde una perspectiva comparada los distintos proyectos que socialistas y comunistas de España y Portugal defendieron en sus respectivos países, las estrategias que desplegaron para llevarlos a término y los presupuestos ideológicos que los fundamentaron. El enfoque comparado de estos dos casos permite ver cómo se comportaron fuerzas políticas homólogas ( El PCE y PCP, por un lado, y el PSOE y PS, por otro) en procesos igualmente orientados a superar dictaduras similares, pero que discurrieron por cauces diametralmente diferentes y fueron cobrando contenidos distintos cuando no opuestos. Procesos que, no obstante, terminaron convergiendo con la derrota de las propuestas de transformación radical de una parte de la izquierda y con la integración, bajo la dirección de la otra parte, de ambos países en el ámbito económico, político y militar atlantista. Finalmente este enfoque comparado pretende sobre todo abordar una de las cuestiones centrales para comprender a la izquierda del momento y su posterior evolución: la dificultad de fundamentar estratégicamente una praxis transformadora viable a la altura de los setenta en los países occidentales. Una dificultad a la que se dio distintas respuestas: la acelerada reconversión socialdemócrata de los socialistas de ambos países, el apego a las políticas resistenciales de los comunistas portugueses y la ambigua vía intermedia de los eurocomunistas españoles. Los dos procesos de cambio presentan similitudes en su génesis. En ambos países se produjeron procesos autoritarios desarrollistas al socaire del crecimiento económico internacional y bajo la gestión tecnocrática de burócratas del régimen formados generalmente al amparo del Opus Dei. Impasibles y estructuras sociales en transformación que fueron explotados por la oposición democrática. En lo que a la contestación popular ataña, factor determinante en el desgaste de las dictaduras, ambos países conocieron el desarrollo espectacular de movimientos sociales de oposición bajo la dirección política principal de sendos partidos comunistas. Así, el entrismo de los comunistas cual Caballo de Troya en las organizaciones sindicales oficiales facilitó la generalización y politización subsiguiente de las reivindicaciones laborales, haciendo del mundo del trabajo un ámbito permanente de contestación a las dictaduras. Así, La promoción de sindicatos democráticos en la Universidad o el impulso a formas asamblearias de organización de los estudiantes convirtieron los centros de formación superior no sólo en lugares orientados a la
lucha diaria contra el sistema de poder vigente sino también en espacios de experimentación
democrática inmunes al control ideológico de las dictaduras. Así, la canalización política de las protestas ciudadanas en barriadas desasistidas expandieron la disidencia allí donde se
desarrollaba la vida cotidiana. Y así también, la lucha que la izquierda libró en la esfera de las ideas permitió arrebatar a los respectivos regímenes la hegemonía cultural e ideológica que tuvieron entre buena parte de los artistas, profesionales e intelectuales.
En otro sentido el impulso al cambio promovido por la izquierda se vio en cierta forma
favorecido inicialmente por el contexto internacional. Por una parte, la crisis estructural del capitalismo de comienzos de los setenta tuvo efectos amplificados sobre las economías ibéricas, lo cual alimentó el malestar ciudadano e hizo imposible que prosperase el consenso que las dictaduras procuraban alentar entre los beneficiarios de la extinta y muy relativa bonanza económica. Por otra parte, las derrotas de EEUU en Extremo Oriente (Camboya, Vietnam, etc.), la sacudida que para el gobierno norteamericano supuso el escándalo del Watergate y la consiguiente desorientación que acompañó al ejecutivo de Gerald Ford en política internacional aliviaron en cierta forma el celo de la administración norteamericana sobre lo que se estaba gestando en España y Portugal dilatando, por un tiempo y relativamente, los márgenes de actuación de la oposición. No obstante, esta tímida variación no debe desviar la atención de la situación contextual general que constriñó los dos procesos de cambio y que pendió sobre la izquierda comunista como Espada de Damocles: la inclusión de ambos países en el bloque político militar occidental, esto es, en un escenario que por más que se hubiera suavizado gracias a la distensión de la Realpolitik no dejó de responder nunca a la lógica aplastante de la Guerra Fría. Finalmente, el crudo futuro que las circunstancias descritas auguraban para las dos dictaduras provocó que las elites que capitaneaban sendos bloques de poder se enfrentaran en estrategias diferentes de supervivencia. En España las tensiones internas se resolvieron inicialmente en beneficio del continuismo representado por Luis Carrero Blanco en 1973. Mientras que en Portugal la pugna entre familias del régimen se saldó en 1968 con el ascenso de Marcelo Caetano y su proyecto de reformas limitadas al final más bien retóricas. En definitiva, ambas dictaduras se encontraban a comienzos de la década de los setenta en una situación agónica por el aumento de la desafección social, por su pérdida de cohesión interna y habida cuenta de su incapacidad para reprimir las embestidas de la oposición. No obstante, una
variable marcó entonces la diferencia y explicará el curso divergente que siguieron ambos
propaganda, para convertirse en un partido clandestino influyente en las principales concentraciones obreras del país y entre los asalariados rurales del Sur, con capacidad además para establecer alianzas con el resto de las expresiones de oposición a la dictadura. Las decisiones que permitieron este cambio fueron reafirmadas en los sucesivos congresos hasta configurar la marcada identidad del partido. Se apostó por el levantamiento nacional como estrategia para derrotar al régimen frente a tentativas de negociación con sus sectores aperturistas; se impulsó el entrismo en la organización sindical; se reestablecieron estrechas relaciones con el movimiento comunista internacional y se proclamó una adhesión inquebrantable a la URSS; se fijó un modelo de organización jerárquico y piramidal cuya base estaba constituida fundamentalmente por células sectoriales implantadas en el mundo laboral con los reformistas de la dictadura, y la apuesta por la lucha armada entre 1970 y 1972 a través de la efímera Acción Revolucionaria Armada. Por el contrario el punto de inflexión en la trayectoria del PCE fue la aprobación de la Política de Reconciliación Nacional en 1956 donde se apostó por construir una mayoría social que superase la línea divisoria marcada por la Guerra Civil y donde se sancionó consecuentemente el fin de la lucha armada y su reemplazo por una acción pacífica de masas que atendiera también a las posibilidades ofrecidas por el entrismo, una práctica común, como se ha visto, a los dos partidos comunistas que les reportó una influencia social tremenda directamente proporcional al aislamiento que sufrieron los socialistas, reacios a emplearla8. A partir de este viraje la influencia del PCE fue en aumento especialmente en el mundo laboral, gracias a su
hegemonía sobre las Comisiones Obreras, pero también entre estudiantes, profesionales e
intelectuales, gracias a un modelo flexible y muy dinámico de organización sectorial en ámbitos tradicionalmente poco explotados por la mayoría de los partidos comunistas. Al calor de este crecimiento se fueron produciendo importantes reformulaciones teóricas y revisiones ideológicas (algo que marcaba diferencias con el PCP) sin mucho debate previo entre una militancia inserta en las luchas cotidianas de la clandestinidad, lo cual haría que se fueran gestando tensiones internas que aflorarían durante la transición. De igual modo el PCE también procuró en todo momento construir espacios de encuentro con el resto de las fuerzas de la oposición, consciente al principio de la necesaria convergencia requerida para imponer la ruptura y consciente más tarde de la necesaria unidad exigida para negociar la reforma y no quedarse fuera de juego, pues efectivamente, aunque el propósito del PCE fue el de forzar la ruptura, a medida que esta meta resultaba más esquiva se fue contemplando a la par la posibilidad de participar en la negociación. El Partido Socialista portugués no se formó hasta 1973, y lo hizo a partir de los restos de Acción Socialista Portuguesa, una organización fundada en 1964 que había absorbido a su vez lo que quedaba del republicanismo y del oposicionismo liberal propio de las clases medias progresistas, algo que dejó su impronta en el perfil ideológico del partido y que por lo pronto le distinguía del PSOE, de tradición fundamentalmente obrera y formado ideológicamente en los tiempos de la Segunda Internacional. Hasta el triunfo de la revolución no dejó de ser un pequeño partido de cuadros y profesionales liberales, con una estructura organizativa muy débil y sin
apenas influencia en el Movimiento Obrero, pero mejor organizado en el exilio gracias a las
estrechas relaciones de su principal dirigente, Mario Soares, con los partidos socialdemócratas europeos. No obstante, pese a su composición social y a su abolengo en parte liberal y republicanista el manifiesto fundacional del partido respondió a los planteamientos del socialismo autogestionario tan extendido entonces entre los partidos socialista del Sur de Europa que se veían obligados a rivalizar con potentes partidos comunistas. Quizá de todos estos partidos socialistas fuera en el PS donde estos contenidos tan radicales se evidenciaban más circunstanciales y retóricos. No en vano el propio Mario Soares ha afirmado que ya entonces consideraba extemporánea esa propuesta socialista autogestionaria. Finalmente, el franquismo actuó como un autentico agujero negro para el PSOE. Su declive durante la dictadura respondió principalmente a las erráticas decisiones de su longeva dirección en el exilio. Por rigidez táctica, por estrechez doctrinaria y por prejuicios generacionales el grupo encabezado por Rodolfo Llopis hizo que el PSOE se autoexcluyera del pujante movimiento de contestación a la dictadura. Atendiendo a lo primero el PSOE descartó el entrismo aduciendo que utilizar los cauces de participación del sindicato oficial sería, además de inútil, una forma de legitimar al régimen, pero también por su recelo a intervenir en un escenario hegemonizado por su rival comunista. Atendiendo a lo segundo el comedimiento doctrinal y las rutinas ideológicas de los dirigentes socialistas encajaban mal entre los activistas del interior, que se movían entre el catolicismo progresista (HOAC), las propuestas cada vez más heterodoxas del PCE y la influencia de la nueva izquierda. Y atendiendo a lo tercero la dirección de Toulouse receló siempre de un movimiento formado en su mayor parte por jóvenes que no habían participado en la contienda o que procedían incluso de familias del bando vencedor. No obstante, en 1972 las agrupaciones más activas del interior lograron hacerse con el control del partido, con la intención de recuperar el tiempo perdido ante la crisis del régimen. Los nuevos dirigentes, encabezados finalmente por el joven Felipe González, diseñaron entonces una estrategia más flexible para penetrar en los movimientos sociales de oposición y radicalizaron el discurso para competir con el PCE, para no ceder terreno ideológico al resto de los partidos socialistas y para cooptar a las radicalizadas vanguardias antifranquistas. Como es sabido la diferencia fundacional y determinante entre los dos procesos de cambio radicó en el hecho de que el proceso portugués se impuso por la vía de la ruptura mientras que el español discurrió por el cauce de la reforma. La diferencia fue de contenidos, por cuanto que en el caso portugués se impuso una abrogación completa de la legalidad anterior y una depuración en la administración de quienes estuvieron comprometidos con el régimen, mientras que en España el cambio entrañó la supervivencia de normas legales, élites e instituciones de la dictadura. No obstante, estos contenidos resultaron de una diferencia procedimental: en Portugal las riendas del cambio estuvieron en manos de un gobierno provisional integrado por la oposición, mientras que en España el cambio se hizo de la ley a la ley y las riendas estuvieron en manos del gobierno heredero de Franco. En España tras la muerte de Franco la oposición y el gobierno heredero de la dictadura mantuvieron un pulso intenso. La respuesta de la oposición al pseudocontinuista Espíritu del 12 de febrero preconizado por Carlos Arias Navarro se tradujo en la oleada de movilizaciones más intensas que había conocido el país. No obstante, el pulso se saldó con una situación de impasse que condicionó el desarrollo posterior de todo el proceso: la oposición tuvo la fuerza suficiente para impedir el continuismo pero no tuvo la capacidad necesaria para forzar la ruptura. Irrumpió
entonces el proyecto reformista encarnado en la figura del presidente Suárez, cuya estrategia se desarrolló en tres tiempos: primero convenció a los poderes fácticos y a los más entusiastas defensores del régimen para que se sumaran a la reforma si querían salvaguardar sus privilegios, luego sometió a referéndum popular su proyecto para dotarlo de cierta legitimidad democrática y finalmente, desde esa posición de poder y prestigio, negoció con la oposición el ritmo y la intensidad de los cambios, así como su condicionada integración en el futuro sistema. El PSOE decidió sumarse pronto a la reforma consciente de que este procedimiento le brindaba una oportunidad para recuperar posiciones con respecto al PCE. El PCE, por su parte, decidió plegarse finalmente a la negociación de la reforma para evitar quedar marginado del futuro sistema, con la intención sobrevenida de presionar al gobierno Suárez para que este acelerase e intensificase los cambios. Si embargo, la entrada desde semejante posición de inferioridad en el nuevo sistema político en ciernes entrañó la renuncia a señas de identidad fundamentales, como la reivindicación de la República, una hipoteca con que la cargó a lo largo de toda la transición. En Portugal también se libró una intensísima batalla entre gobierno y oposición con huelgas durísimas y prolongadas, universidades en pie de guerra y barriadas en conflicto permanente, pero el factor añadido que permitió la ruptura fue el triunfo de una conspiración militar de características peculiares, por cuanto que fue protagonizada por los cuadros medios del ejército y cobró un sentido democrático y socializante. Efectivamente, se produjo un rápida politización del malestar castrense en virtud de la cual se pasó de una reivindicación corporativa a
un golpe democrático con ribetes socialistas. La protesta por el nuevo sistema de ascensos cedió en seguida terreno entre los capitanes a la oposición a la guerra colonial, cuyo fin se estimaba imposible si no iba acompañado del fin de la dictadura y de su reemplazo por un sistema democrático avanzado. No obstante, esta politización no se produjo de manera espontánea, sino que fue resultado de la expansión previa de la hegemonía de la izquierda, con el PCP a la cabeza, por los cuarteles, cosa que en España nunca sucedió dentro de un ejército que, además de no sufrir en esos momentos el desgaste de ninguna guerra, se había formado a partir de los valores del ejército victorioso de la feroz "cruzada" del 36 contra la izquierda. Tres razones explican que este golpe de estado tan atípico deviniera además en revolución social. En primer lugar, el ejército quedó neutralizado en tanto que instrumento de violencia del Estado, al tiempo que una parte de éste se transfiguró en movimiento político-militar revolucionario contra el Estado mismo. La rebelión de los capitanes rompió la cadena de mando y dejó a los cuadros superiores del ejército afines a la dictadura sin subordinados sobre los que ejercer su autoridad. En segundo lugar, el Estado hasta entonces existente, una vez perdido el monopolio de la violencia, una vez despojado de su columna vertebral, se desmoronó, siendo reemplazado en la práctica por una Junta de Salvación Nacional inestable y un Gobierno provisional con presencia de la oposición. En tercer lugar, las dos circunstancias anteriores destaponaron toda la tensión social y política acumulada, que era mucha. La quiebra del Estado y la reorientación política del ejército incentivaron al movimiento popular hegemonizado por los comunistas para que pasara a la ofensiva y ocupara el vacío de poder, iniciándose con ello no ya un proceso de cambio político, que también, sino una auténtica revolución social. En definitiva, en Portugal se forzó una ruptura con el régimen anterior que abrió la puerta al inicio de un proceso revolucionario en el sentido fuerte que esta expresión tenía para la izquierda. En España, por el contrario, la imposición de la reforma alejó este horizonte a lo más remoto del imaginario de la izquierda. En Portugal el movimiento popular se convirtió de facto en el poder constituyente. En España la movilización popular dejó de orientarse a la conquista del
poder para rebajarse a instrumento de presión de la oposición en las transacciones con el
ejecutivo. En Portugal la izquierda, con el PCP a la cabeza, asumió la dirección política del
cambio. En España la iniciativa corrió en todo momento a cargo de los postfranquistas mientras que la izquierda, una vez desechó sus veleidades rupturistas, se vio en el difícil brete de tener que negociar en desventaja con su adversario a fin de reorientar al menos el curso al principio decepcionante del proceso. La politización progresiva de la protesta ha dejado una huella fácil de rastrear en los documentos producidos por los militares. En España el primer gobierno de Suárez concluyó con la celebración de las primeras elecciones en junio de 1977, organizadas no obstante desde el aparato estatal y mediático de la
dictadura, lo cual explica en parte que la victoria en ellas cayera del lado de la derecha
postfranquista. En lo que a la izquierda se refiere se invirtieron a nivel institucional los papeles que cada partido había representado hasta entonces en la lucha clandestina contra la dictadura, pues los comunistas pasaron a un segundo plano en beneficio y a una distancia considerable de los socialistas, algo que ya había sucedido en el vecino Portugal. La correlación de fuerzas, la aritmética parlamentaria, el miedo a un golpe involucionista y las estrategias diseñadas por cada partido terminaron abriendo una etapa presidida por el consenso. El consenso - entendido como la renuncia de cada fuerza política, según su posición de poder, a las aspiraciones propias que no pudieran ser asumidas por cualquier otra de cara a construir un nuevo edificio político que gozara del respaldo de todas - se terminó materializando en la elaboración de un nuevo texto constitucional y en la firma de los Pactos de la Moncloa. En virtud de lo primero, se consagró legalmente un nuevo sistema político homologable a los del entorno, aunque no exento de importantes residuos de la dictadura. Y en virtud de lo segundo, se encaró la crisis de la economía española desde parámetros estrictamente liberales, que contemplaron, no obstante, algunas contrapartidas a los trabajadores en materia de seguridad social y de derechos sindicales. En Portugal no hubo transacciones con los sectores político sociales depuestos una vez se abortó el intentona contrarrevolucionaria encabezada por Spínola a finales de septiembre de
1974. Muy al contrario los gobiernos provisionales presididos por Vasco Gonçalves, que vieron
crecer progresivamente la influencia comunista sobre ellos, asumieron como cometido
fundamental la realización de la revolución democrática nacional a instancias en todo momento
de la presión ejercida desde abajo por el movimiento popular. Las medidas implementadas se
tradujeron en el fin de la guerra colonial y el inicio de la descolonización; en la democratización del estado y en su depuración de elementos procedentes de la dictadura; en la renovación de la élite política en la administración; en la aprobación de un paquete de medidas que mejoraron sustancialmente las condiciones de vida de los trabajadores en un contexto internacional en el que se empezaban a aplicar medidas de ajuste y austeridad; en la modificación de la estructura económica en virtud de la nacionalización de los sectores estratégicos de la economía y del establecimiento del control obrero en numerosas fábricas; en la ejecución de una reforma agraria que más allá de la ocupación y el reparto de tierras levantó en el Alentejo un amplio sistema cooperativista; y en la modificación en última instancia de la tradicional relación entre capital y trabajo en beneficio de este último.
Indudablemente, las trayectorias divergentes de ambos procesos tuvieron efectos distintos
sobre las izquierdas, que además de ser agentes importantes del cambio sufrieron en sí mismas
transformaciones de peso. A primera vista la etapa del consenso entrañó la moderación de los dos partidos de la izquierda española. Por el contrario la etapa caliente de la revolución de los claveles fue un acicate para la radicalización del partido Comunista Portugués y del Partido Socialista. En primer lugar, la reducción en España de la conflictividad social - que había sido el caldo de cultivo idóneo para la difusión del ideario de la izquierda - a partir de 1978 por su propio agotamiento pero también por la política tácita de contención que en cierta forma asumieron sus principales impulsores en la etapa del consenso privó a las ideas transformadoras de uno de sus mejores espacios de materialización social. Por el contrario, la proliferación desbocada de las movilizaciones populares en el Portugal revolucionario fue un escenario óptimo para la socialización de una cultura política socialista. En segundo lugar, la política de consenso, en tanto que forma indirecta y negociada de gestión institucional, fue un acicate constante para la moderación de la izquierda española no sólo porque entrañara su complicidad con las inercias de la administración, su familiaridad con las presiones de los poderes fácticos y su búsqueda
alternante de acuerdos con elites políticas antagónicas, factores todos ellos de comedimiento, sino porque además supuso la difícil convivencia con el chantaje golpista habitual de las fuerzas armadas, verdadero correctivo para las aspiraciones maximalistas cuando no socorrida justificación para virajes moderantistas atentos a otras motivaciones.
En Portugal, por el contrario, las fuerzas armadas se metamorfosearon en un movimiento
político militar de orientación socialista, el Movimiento de las Furazas Armadas, que contuvo
entonces a la reacción y alivió por un tiempo la necesidad de llegar a acuerdos con los sectores hostiles al cambio. En tercer lugar, el recurso durante la etapa del consenso a un politiscismo palaciego de acuerdos entre bambalinas, sorprendentemente oscilante en función de las componendas y que permitió una supervivencia considerable de instituciones, dirigentes, normas legales y actitudes de la dictadura, desmovilizó y desencantó a un sector importante de la izquierda social, lo cual alivió en cierta medida su presión sobre las cúpulas dirigentes de la izquierda política. En Portugal, por el contrario, la revolución abrió un tiempo "...de reificación y radicalización de la política como referente organizador de lo privado y de lo cotidiano, de militancias esforzadas y conscientes, de participación intensa en el partido, en el barrio, en la fábrica y en la escuela, en la manifestación, en las asambleas...", un tiempo de entusiasmos y pasiones entre la militancia de los partidos que desbordó incluso a sus direcciones y tiró de ellas hacia la izquierda. Y en cuarto lugar, durante la etapa del consenso y después de la misma el PCE y el PSOE se animaron mutuamente en sus respectivos procesos de moderación ideológica. En el nuevo sistema de competencia entre partidos el giro moderantista de cualquiera de ellos venía a
favorecer un corrimiento ideológico de conjunto. Así, cuando el PCE, el partido situado más a la izquierda del arco parlamentario, escoró en sentido contrario para dulcificar su imagen electoral con el abandono del leninismo en 1978, el PSOE, aquel que lindaba inmediatamente a su derecha, se sintió más libre para desplazarse hacia el centro, cosa que hizo renunciando
públicamente al marxismo en 1979, al tiempo que este desplazamiento reforzó aquel otro. En
Portugal, por el contrario, el PCP arrastró por un tiempo hacia la izquierda a un Partido Socialista que en semejante contexto de convulsión revolucionaria temió quedarse fuera de juego si blandía un discurso socialdemócrata entonces desprestigiado entre los sectores sociales políticamente más activos. Finalmente ambos procesos tan diferentes en su desarrollo terminaron en cierta forma convergiendo en su desenlace con el acceso, vía electoral, de los partido socialistas al gobierno. El triunfo del PSOE en 1982 supuso la consolidación definitiva del sistema político nacido de la constitución del 78 y la ampliación decisiva de la distancia de España con respecto a su pasado dictatorial, pero entrañó al mismo tiempo la marginación de los proyectos de transformación social que se habían incubado en la clandestinidad, así como la fijación de un rumbo que
conducía a la integración económica liberal del país en la Comunidad Económica Europea y a su
inclusión en el entramado político-militar de la OTAN. El acceso de los socialistas lusos al
gobierno en julio de 1976 supuso el desmantelamiento progresivo de las conquistas
revolucionarias recientes y la reconducción del proceso hacia la plena integración capitalistaatlantista por la vía puente del discurso socialdemócrata en boga fuera del sur de Europa. Efectivamente, a partir de 1979 los socialistas españoles depuraron su otrora radicalismo retórico para decantarse por la rauda vía de acceso al gobierno consistente en asimilar los valores hegemónicos en la España del momento y ofrecer garantías de continuidad a los poderes fácticos. En este sentido, articuló un discurso que supo conjugar los valores fundamentales en torno a los cuales se venía moviendo el grueso del electorado, la seguridad y el cambio, ocupando en las elecciones del 82 el espacio político que la UCD, desagarrada además por las crisis internas y desacreditada también por su incapacidad para frenar las tentativas golpistas, había dejado al descubierto, un espacio que representaba un amplio consenso social en absoluto socialista. Los ejes centrales del nuevo discurso pasaron a descansar en la propuesta socialmente aséptica de modernizar las estructuras del país y consolidar la democracia en su sentido liberal, sin que esta etapa se pretendiera engarce de cambios mayores. Los objetivos concretos consistían en garantizar la primacía del poder civil sobre el militar; vertebrar autonómicamente el país; y fortalecer el Estado de Bienestar, pero descartando aquellos elementos más audaces del programa
socialdemócrata. En el caso de Portugal el gobierno socialista frenó la revolución y la fue vaciando de contenido con la apertura de un proceso legislativo contrarrevolucionario que se dilató durante años. Como ha planteado Fernando Rosas el PS se constituyó en "la viga maestra del frente civil" que se opuso al curso que estaba siguiendo la revolución y también en "el paraguas bajo el cual se abrigaron" todas las fuerzas de la derecha político militar hostiles a ella. El PS era el único partido capaz de frenar la revolución en tanto que tenía influencia en una parte del movimiento popular y, lo que fue determinante, en una parte del Movimiento de las Fuerzas Armadas. La contrarrevolución, si quería ser lo más pacífica posible, pasaba forzosamente por él, de modo que la confrontación entre revolución y contrarrevolución se transpuso al final en una confrontación entre PCP y PS. Como ha reconocido Mario Soares el partido se sumó al principio a la revolución, más que por identificación con el rumbo que empezó a cobrar, para no ser barrido por ella; pero su modelo para Portugal era el de una democracia homologable en todos los sentidos a las Europeas. Aduciendo que la revolución conducía a la sovietización de Portugal el PS fue capaz de imponer ante la sociedad la disyuntiva entre socialismo realmente existente y democracia realmente existente, presentándose como el partido que mejor representaba esta segunda opción, que fue la que terminó imponiéndose. Una vez en el gobierno las primeras medidas que tomó se orientaron a recuperar la confianza de los inversores reprivatizando los sectores nacionalizados; restableciendo, manu militari, la propiedad agraria en el centro y sur del país; y ajustándose a los dictámenes del Fondo Monetario Internacional. Al
mismo tiempo se afirmó la autoridad del poder civil con la reclusión de las Fuerzas Armadas en los cuarteles y se impuso la formalidad de la democracia liberal sobre los organismo de poder popular creados. En síntesis los partidos socialistas ibéricos abandonaron pronto la retórica revolucionaria tan extendida aquellos años entre los partidos socialistas del sur de Europa en la oposición para homologarse rápidamente y sin ambages a los parámetros de la socialdemocracia europea gobernante. La perspectiva de un cambio estructural desapareció incluso como inquietud intelectual de las elaboraciones teóricas y doctrinarias de estos partidos, cuando no fue expresamente descartada por considerarse germen de una práctica antidemocrática que conducía al totalitarismo. Su integración en la democracia liberal de base capitalista fue plena. Sin embargo, nunca pudieron regresar al punto de partida que abandonaron durante su años de radicalismo verbal en la oposición. El programa tradicional de la socialdemocracia de posguerra basado en las políticas keynesianas de ampliación del Estado de Bienestar habían caducado con el fin del crecimiento económico que en gran medida las había hecho posible. Sin una política alternativa los partidos socialistas optaron por acomodarse a la baja al escenario hostil de la crisis y se vieron impelidos a aplicar medidas de austeridad, ajuste y reconversión particularmente desfavorables para sus bases electorales obreras. En España el camino, no obstante duro, estuvo en cierta forma allanado para los socialistas por la política económica de los gobiernos previos de la derecha, de algún modo legitimada incluso por parte del PCE en la época del consenso; pero en Portugal hubo que tomar estas medidas con el grueso de la economía nacionalizada por la revolución y con un PCP todavía vigoroso y erigido en su fiel guardián. El paso, gestionado por el PS, fue de un extremo a otro. El triunfo de los partidos socialistas se debió a una multiplicidad de factores que van desde la pericia estratégica que desplegaron a la capacidad demostrada a la hora de identificarse con los valores de la mayoría social y ofrecer garantías a los poderes fácticos, pasando por la facilidad con que lograron variar su discurso sin excesivos costes internos. En este sentido la debilidad inicial de los partidos socialistas les hizo al mismo tiempo bastante versátiles. Como ha planteado Donald Sasson "....el PSOE y el PS compartían con sus homólogos franceses un bajo nivel de adhesión. Esto les permitía una flexibilidad doctrinal mucho mayor que la de sus rivales
comunistas. Una organización pequeña en rápido crecimiento puede reaccionar de manera más
desinhibida ante una situación velozmente cambiante y reducir al mínimo el lastre ideológico sin consecuencias apreciables". No obstante, un factor fundamental y complementario de los
anteriores que explica la sorprendente recuperación de los socialistas tiene que ver con un
contexto internacional favorable y con el apoyo recibido precisamente del exterior.
Parece claro que los partidos socialistas fueron promovidos como estrategia de contención
al avance del comunismo en el sur de Europa, en un contexto, ya se ha dicho, de Guerra Fría. Este fenómeno común a los dos países se puso más nítidamente de manifiesto en el caso de
Portugal dada su deriva revolucionaria. Las continuas conversaciones entre Mario Soares y, por ejemplo, Henry Kissinger, reconocidas por uno u otro, así lo ponen de manifiesto. El apoyo a las opciones socialistas por parte de los centros de poder del bloque occidental se delegó fundamentalmente en la Internacional Socialista, y el respaldo de la IS resultó vital para ambos partidos por varias razones. En primer lugar, porque el respaldo de la IS supuso un certificado de autenticidad socialista muy útil en un contexto, sobre todo como el español, en el que eran varios los partidos que se reclamaban como tales. En segundo lugar, porque el respaldo de la IS confería un prestigio tremendo en la medida que permitía identificarse con los gobiernos socialdemócratas más importantes de Europa. En tercer lugar, por que en virtud de este apoyo tanto el PSOE como el PS recibieron ingentes sumas de dinero para la reactivación de sus aparatos y la formación de sus cuadros; así como un asesoramiento continuo en cuestiones por ejemplo electorales. Y en cuarto lugar, porque las embajadas socialdemócratas ejercieron una presión diplomática continua sobre los gobiernos español y portugués para que los partidos socialistas tuvieran un trato más benévolo cuando se encontraban en la oposición. Por el contrario, las relaciones internacionales de los partidos comunistas resultaron ser un lastre ante el cual cada uno de ellos mantuvo una actitud diferente. Los vínculos del PCP y el PCE con el movimiento comunista internacional y los países del Socialismo Real fueron explotados por sus adversarios en el duro contexto anticomunista de la Guerra Fría para tacharlos de antidemocráticos y quintacolumnistas. El PCE intentó soltar este lastre con ostentosas declaraciones de rechazo al modelo dictatorial de la URSS46; pero resultaron en vano porque el poder mediático siempre las presentó ante la opinión pública como meras operaciones de lavado de imagen. No obstante, el PCE procuró compensar esto publicitando sus buenas relaciones con los potentes partidos comunistas de Francia e Italia, plenamente integrados en la vida democrática nacional, pero este vínculo eurocomunista se fue disolviendo a finales de la transición por los caminos divergentes que siguió cada uno. Por su parte, el PCP vivió aislado durante estos años de los partidos comunistas de su entorno, a los que criticó su revisionismo ideológico y su distanciamiento interesado con respecto a la URSS, al tiempo que refirmó en todo momento su lealtad a los países del Este sin preocuparse en ningún momento por ganarse el respeto del adversario a propósito de este asunto. Lo cierto es que al final la actitud de distanciamiento del PCE le resultó más perniciosa: las críticas de la dirección española a la URSS chocaron con la mentalidad de una parte importante del partido alimentando la crisis interna en la que se vio inmerso. El problema de fondo en lo que a los partidos comunistas se refiere durante ambos procesos de cambio fue el de la dificultad de fundamentar una práctica política revolucionaria en los países occidentales a la altura de los años setenta. En España la transición a la democracia nunca llegó a abrir brecha en una dirección socialista y en Portugal, allí donde se llegó más lejos, el proceso revolucionario abierto tras la rebelión de los capitanes fue abortado al cabo de dos años. El problema compartido por el PCP y el PCE es que se trataba de dos partidos que, al igual que todo partido comunista, habían sido creados para hacer la revolución, pero a los que les tocó vivir una época en la que de nuevo se pusieron particularmente de manifiesto los límites para alcanzarla. La frustración de las expectativas revolucionarias en los países occidentales era algo que venía de antiguo, concretamente de los años 20, cuando fracasó el intento de expandir por el resto de Europa la Revolución de Octubre. No obstante, los límites se volvieron a poner de manifiesto más recientemente en el Mayo Francés, cuando el PCF no se atrevió a tomar la iniciativa en semejante situación de agitación popular, y en el Chile de Salvador Allende, donde
la vía democrática al socialismo fue brutalmente reprimida. En este contexto el PCE apostó por el eurocomunismo, un fenómeno ideológico que portaba dos novedades importantes. En primer lugar, la afirmación de la necesidad y de la conveniencia de utilizar las instituciones liberales en la transición al socialismo, así como de respetar una parte fundamental de estas en la propia sociedad socialista. Y en segundo lugar una
ruptura con la tutela soviética y una crítica más o menos abierta al denominado Socialismo Real de la que ya se ha hablado. En cuanto a lo primero, el eurocomunismo se presentaba a sí mismo como una estrategia nacional, democrática e institucional al socialismo que se iría desplegando a través de fases consecutivas, en cada una de las cuales se irían construyendo las condiciones necesarias para pasar de manera pacífica y ordenada a la siguiente. El esquema eurocomunista contemplaba en primer lugar el reemplazo de la dictadura por una democracia homologable a las europeas, que dejaría paso a continuación a la denominada democracia político social, vía de acceso al socialismo como precedente inmediato, a su vez, del comunismo51. Se trataba de una vía al socialismo que, lejos de la consigna leninista de destrucción del Estado burgués para su recambio inmediato por un Estado obrero transitorio, se debía hacer desde el Estado democrático-liberal pluripartidista, buscando en todo caso su complementariedad con órganos de poder popular subordinados. El esquema, demasiado especulativo, dejaba algunos cabos sueltos, porque ni precisaba las soluciones de continuidad entre estas etapas prolijamente descritas ni dejaba claro cómo se podría neutralizar a los sectores reaccionares sin recurrir a medidas de fuerza cuando el proceso hubiera avanzado, de manera que se confundía demasiado con la vía reformista de la socialdemocracia clásica. Ello invita a pensar que el eurocomunismo respondió,
no sólo, pero sí sobre todo, al deseo del PCE de publicitarse como un partido democrático en los términos reclamados por la cultura política dominante en España, lo cual resulta plausible si se tiene en cuenta que atribuyó sus decepcionantes resultados electorales al peso de la imagen autoritaria y filosoviética que la propaganda anticomunista le había confeccionado, y que intentó de manera obsesiva durante toda la transición contrarrestar esta imagen a golpe de gestos moderados ya fuera por la vía de la praxis, con el apoyo a la Constitución y a los Pactos de la Moncloa, ya fuera por la vía de la revisión doctrinaria, como en el caso el abandono del leninismo. En definitiva, el eurocomunismo funcionó como una construcción doctrinaria que ante la imposibilidad de promover en esos momentos cambios revolucionarios los remitía un futuro deducido a partir de una cadena estratégica especulativa que tenía como punto de arranque la integración plena en la democracia liberal y que venía a racionalizar en última instancia el peso concedido en esos momentos al trabajo institucional y a la práctica del consenso. Finalmente, la transición devoró al Partido Comunista de España. A los catastróficos resultados electorales de 1982 había que sumar el avanzado estado de descomposición en que se encontraba el partido, con una profunda crisis de militancia y desagarrado por las luchas internas. Un sinfín de tensiones de distinto tipo se habían ido acumulando hasta que estallaron en ese momento. El proceso de revisión ideológica representado por el eurocomunismo que promovió la dirección desató el malestar entre quienes lo concibieron como una renuncia, en beneficio de la socialdemocracia, a las señas de identidad tradicionales del comunismo; pero también entre quienes por el contrario reclamaron una mayor y más sincera profundización en el mismo. La renuncia a la ruptura democrática no fue compensada en la legalidad por lo resultados electorales, que no rindieron justicia al protagonismo del partido en la clandestinidad, lo cual decepcionó al conjunto de la militancia. Las continuas cesiones realizadas para lograr primero la legalización (aceptación de la monarquía) y para promover posteriormente el consenso (Pactos de la Moncloa y respaldo a la Constitución) colmaron la paciencia de muchos militantes. La prioridad concedida al trabajo institucional redujo la influencia del partido en los movimientos sociales, lo que dejó a muchos militantes sin un espacio de intervención política concreta. En este sentido el desmantelamiento de la organización sectorial tejida en la clandestinidad, que agrupaba a los militantes en función de su perfil profesional y de sus afinidades personales, desmotivó a muchos militantes a la hora de participar en organizaciones territoriales donde les resultaba más complicado sintonizar con las inquietudes de sus camaradas. Además, los destacados profesionales e intelectuales que el partido atesoraba vieron como se desaprovechaban sus capacidades en un escenario en el que no podían desarrollarse plenamente habida cuenta del poco peso conseguido en la aparato institucional. Pues bien, todas estas fisuras se saldaron finalmente con numerosas bajas, transfuguismos, escisiones y expulsiones. Más interesante en lo que a este debate sobre las posibilidades de fundamentar una praxis transformadora se refiere es el caso del PCP pues fue el único partido comunista de la Europa occidental que acarició realmente el sueño de la revolución. No en vano después de la revolución de los claveles no volvería a producirse en Europa un escenario semejante. La estrategia más clásica del PCP se fijó nítidamente en el informe que Cunhal presentó al CC de abril del 64, titulado Rumo á Vitoria. El objetivo consistía en implementar la revolución democrática nacional, para lo cual resultaba imprescindible hacerse con las riendas del Estado por la vía de un levantamiento nacional que tumbara al régimen. Desde esa posición se acometería un amplio proceso de
nacionalización de la economía y de trasferencia progresiva del poder a los trabajadores gracias a la construcción de un nuevo aparato institucional que, sin acabar con el
pluripartidismo, pivotaría sobre el partido comunista en tanto que partido vanguardia58. La
revolución democrático - nacional pretendía ser una solución de continuidad entre la dictadura y el socialismo, una fase de instauración de las libertades y de apertura al unísono a un nuevo modelo de organización social. El modelo de socialismo por el cual apostataba el PCP se movía entre el sistema realmente existente de las democracias populares y una organización política que sin renunciar a la hegemonía socialista y a las medidas coactivas necesarias para frenar tentativas reaccionarias garantizara una dosis mayor de democracia. El esquema del PCP, lejos especular con una transición no traumática por dilatación de la democracia liberal, apostaba por una estrategia que para hacer frente a la reacción debería moverse en muchos casos al límite de la formalidad democrática.
Atendiendo a ello la intervención de los comunistas en la revolución de los claveles
basculó entre la voluntad inequívoca de avanzar al socialismo, para lo cual necesitaba no perder las riendas del Estado e inhibir aunque fuera por la fuerza cualquier tentativa involucionista, y el deseo de hacerlo sin quebrar el sistema pluripartidista y de libertades, lo cual exigía también atenerse a la legitimidad emanada de la urnas. A diferencia del PCE, que desde su posición secundaria en la transición reconcilió en la teoría ambas cuestiones, el PCP, que fue durante buena parte de la revolución de los claveles el director del proceso, tuvo que sufrir en la práctica la tensión entre ambos polos. El PCP llevó la situación hasta el límite: hasta el umbral de una guerra civil de
consecuencias funestas para el país e imposible de ganar en el contexto de la Europa atlantista y hasta la frontera de la democracia liberal al procurar conservar la dirección del proceso cuando las primeras elecciones constituyentes le situaron como tercera fuerza en número de votos y fueron ganadas por los socialistas ahora hostiles a la revolución. Pero ante estas circunstancias el PCP dio al final marcha atrás. Cedió a la presión social capitaneada por los socialistas y a la amenaza militar del Grupo de los Nueve afín a estos abandonando el poder y renunciando a dar un golpe de fuerza. Efectivamente, lo que sucedió a finales de noviembre de 1975, (cuando el VI gobierno provisional, con los comunistas ya desplazados, dio un golpe de timón al proceso depurando los elementos revolucionarios al frente del Estado y del ejército para evitar que el movimiento revolucionario volviera a tomar las riendas) no fue tanto la imposición de un proceso contrarrevolucionario como una contención pactada del PCP con el Grupo de los Nueve que se había hecho realmente con el poder. Un pacto tácito en virtud del cual el PCP acordaba dar un paso atrás para no provocar un enfrentamiento armado, a cambio del compromiso de mantener las conquistas revolucionarias consagrándolas en la futura constitución que habría de aprobarse en abril del 76. La contrarrevolución se impondría poco más tarde y de manera progresiva con el incumplimiento sistemático de lo establecido en la Carta Magna. La estrategia revolucionaria del PCP había fracasado y ante eso las alternativas que se le ofrecían en el nuevo escenario eran de distinto tipo. Podía aliarse con el PS para tirar de él hacia la izquierda, a modo a como lo empezarían a hacer sus homólogos franceses, o podía rivalizar con los socialistas en términos político-ideológicos parecidos a fin de restarles votos, como intentarían los comunistas en España. Dos tácticas pensadas para tocar de algún modo poder: la
primera, mediante coalición electoral con los socialistas, la segunda, mediante una demostración de moderación para ser requeridos en el consenso. Sin embargo, el PCP tomó otra vía. Decidió irse a la oposición, constituirse en el legítimo heredero simbólico de la revolución, esperar a que volvieran a darse las condiciones para acometer una nueva ofensiva y asumir mientras tanto una práctica de defensa de las conquistas revolucionarias, de apuntalamiento de sus posiciones en los movimientos sociales, de gestión del nuevo poder municipal y de reforzamiento de la cohesión del partido, aprovechando el prestigio que para buena parte de la sociedad habían conquistado en la clandestinidad y sobre todo durante la revolución, y aprovechando también el entusiasmo y el fuerte sentimiento de pertenencia al partido que tenía la mayoría de la militancia. Efectivamente, el PCP experimentó estos años un sensible crecimiento de su militancia61, cuyos niveles de cohesión contrastan con la crisis que asoló al PCE. Una cohesión construida en torno a una línea política coherente y sin oscilaciones, unos presupuestos ideológicos ortodoxos, bastante rígidos y algo rutinarios reafirmados de manera testaruda como seña de identidad ante la presión
ideológica mediática; pero sobre todo una cohesión construida en torno a una cultura militante basada en el compromiso y en un intenso activismo cotidiano en los distintos frentes de masas, y, por supuesto, en torno al prestigio de haber protagonizado un proceso revolucionario que, aunque frustrado, había dejado tras de sí conquistas tangibles.
En definitiva en ambos países fueron los partidos comunistas las fuerzas políticas mejor
organizadas y más activas e influyentes en la lucha contra las dictaduras, pero en ambos procesos de cambio los dos partidos comunistas se vieron sobrepasados de largo por partidos socialistas que apenas tuvieron incidencia en la clandestinidad, en el caso de España al comienzo de la transición y en el caso de Portugal cuando fue abortada la revolución. No obstante, la salida de cada uno de estos partidos no fue la misma más allá de que en términos generales salieran victoriosos o derrotados en sus aspiraciones máximas. Es cierto, por ejemplo, que ambos partidos comunistas quedaron al final relegados, pero la diferencia al respecto estribó en el hecho de que el PCE concluyó el proceso roto, desagarrado por dentro, como una fuerza desnaturalizada y marginal de puertas a fuera y con tan solo incidencia (y en retroceso) a nivel sindical. El PCP, por el contrario salió de la revolución como una fuerza internamente cohesionada, políticamente activa, socialmente influyente y electoralmente en alza. Por otra parte, es cierto que ambos partidos socialistas se hicieron con las riendas del gobierno, pero a diferencia del PSOE, que
enlazó desde entonces sucesivas mayorías absolutas bajo el signo de la disciplina interna y el liderazgo incuestionable de Felipe González, los socialistas portugueses se constituyeron en un partido internamente más conflictivo, electoralmente oscilante y necesitado de inestables alianzas para mantenerse en el poder".
En aquellos años yo ya estaba inmerso en mi conciencia social y, para aportar mi esfuerzo por la liberación de las personas, me presenté, a finales de los 70, tanto a las Elecciones de Enlaces Sindicales (sin pertenecer a ningún sindicato sino como autónomo independiente) como a las Elecciones de Representantes de los Estudiantes Universitarios (sin pertenecer a ningún partido político sino como autónomo independiente) y salí, imprevistamente para mis rivales envidiosos, elegido en ambas con un gran número de votos a favor. Pero como no me dejaron participar de las decisiones, puesto que era el único libre, ya que no tenía ninguna clase de ideología, y sin dimitir nunca, me bajé a seguir trabajando codo con codo con mis maltratados compañeros de banca y mis maltratados compañeros de facultad. Y recuerdo que fue cuando realicé el famoso trabajo de "Una semana trascendental", que fue una gran Investigación Periodística basada en la semana que discurrió entre el miércoles 5 de marzo de 1986 y el martes 12 de marzo de 1986 en que los españoles y españolas fueron consultados sobre seguir en la OTAN o salir de ella (recuedo que los de Vallecas gritaban: ¡Si España entra en la OTAN, Vallecas se va de España!). El miércoles 12 de marzo de 1986 se celebró en España un controvertido referéndum sobre la permanencia de España en la OTAN, a la que pertenecía desde el 30 de mayo de 1982. Convocado por el gobierno presidido por Felipe González, en él se les presentaba a los españoles mayores de 18 años una papeleta con el siguiente texto y pregunta:
El Gobierno considera conveniente, para los intereses nacionales, que España permanezca en la Alianza Atlántica, y acuerda que dicha permanencia se establezca en los siguientes términos:
1.º La participación de España en la Alianza Atlántica no incluirá su incorporación a la estructura militar integrada.
2.º Se mantendrá la prohibición de instalar, almacenar o introducir armas nucleares en territorio español.
3.º Se procederá a la reducción progresiva de la presencia militar de los Estados Unidos en España.
¿Considera conveniente para España permanecer en la Alianza Atlántica en los términos acordados por el Gobierno de la Nación?. La consulta tuvo un carácter consultivo, no vinculante, con arreglo al artículo 92 de la Constitución. El resultado fue el "sí" a la permanencia, gracias al apoyo del 52,5% de los votantes, frente al 39,8% que votó en favor del "no".
El "no" triunfó en todas las provincias de las comunidades autónomas de Cataluña, Navarra, País Vasco y en la provincia de Las Palmas, en Canarias. La participación fue del 59,4 por ciento.
Mi trabajo de Documentación, y recuerdo que el profesor era Don Bernardo Díaz Nosty, uno de los grandes profesores y profesoras que tuve a lo largo de mi carrera universitaria de periodista profesional, fue tan admirable que incluso añadí elementos de investigación que no se nos había pedido a ninguno de los estudiantes. Por ello me lo calificaron con un 10 positivo y supongo que todavía estará, quizás en la Biblioteca de la renovada Facultad de Información de la Universidad Complutense de Madrid, por si alguno de los actuales estudiantes, chicos o chicas, quiere comprobarlo y consultarlo.
Como dicen los dos siguientes versículos de la Biblia cristiana: "Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe" (Primera de Juan 5.4); "Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó" (Romanos 8.37).
Gracias a mi esposa Liliana (Lina) de los Ángeles.
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Foto del autor Jos Orero De Julin
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Ensayo cultural, histrico, poltico y de experiencias personales.

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Categoría: Ensayos

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