¿Hablábamos todos de la Libertad?. (Diario)
Publicado en Sep 20, 2010
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Pregunta de las décadas de los 60 y los 70 en España. Respuestas colgadas en el aire de la hipocresía. Había muchas frases, demasiadas consignas, grandes intereses. ¿Hablábamos todos de la libertad?. Una pregunta que muchos millones de españoles y españolas todavía se están planteando. La respuesta, sinceramente es no. Eran muchas, muchísimas diría yo, las que, en medio de las manifestaciones, multitudinarias (siempre los medios oficiales decían una cifra y siempre los organizadores decían otra porque hasta en eso era todo mentira), se desarrollaban como ideología, demasiadas para decir la verdad. Tantas y tan opuestas cuando la verdad sólo era una. Lo jerifaltes de antaño (como lo podría haber denominado el mismísimo José María del Valle-Inclan), eran los que lanzaban las consignas. Buenas consignas tramadas en los cenáculos donde cenaban a todo placer (y digo placer en todos los sentidos humanos que deséis libremente pensar). Otros eran los que moríamos por la libertad de algún disparo venido no se sabía de qué lugar. Otros éramos los que hablábamos de la verdadera libertad. ¿Había o no había una segunda movida noble, sana y sincera, en aquel mundo de placeres ocultos (pensad en todos los placeres que os podráis imaginar y acertaréis con la respuesta) mientras en la Puerta de Alcala, la que siempre veía pasar el tiempo, los "grandes hombres y muejres de la liberta" (y lo pongo entre comillas conscientemente de lo que escribo), gritaban consignas dirigidos siempre por un fariseo con altavoz. ¿Qué era aquello de compañeros unidad cuando la realidad era una desunión total de intereses porque cada uno de ellos y de ellas, no de nosotros ni nosotras, iban a ver si sacaban la mejor tajada del momento?. A la hora de correr de verdad siempre nos dejaban completamente solos porque se alejaban con sus lujosos coches a seguir con sus placeres (seguid pensando en todos los placeres que os imaginéis y seguiréis acertando) mientras al dçia siguiente en los diarios aparecía la noticia de alguno de nosotros o alguna de nosotras que había caído muerto o mueta por hablar d ela verdadera liberta. Hipocresía vestida de trajes, buenos trajes sí señor que hasta eso era un placer para ellos, de luto.
No. Había mucha farsa en aquellos teatros callejeros (puro teatro nada más porque los que lo dirigían buenos puros se fumaban riéndose a costa de nosotros y nosotras). Demasiado intereses, demasiadas demagogias, alguna que otra consigna llena de doble sentido: por un lado estaba la verdad; por el otro lado estaba la farsa.
Cuando Francisco Franco Bahamonde murió en el invierno de 1973, el tinglado estaba ya levantado y en el escenario de las calles algunos hablábamos de libertad y otros hablaban de algo distinto llamado política, sólo y simplemente política. Por eso decíamos que "contra Franco vivíamos mejor".
Demasiadas consignas, muchas ideologías ocultas que, cuando llegó el alba, demostraron que los que luchábamos verdaderamente por la libertad éramos sólo unos pocos y unas pocas, mientras Adolfo Suárez decía "puedo prometer y prometo". Pues yo, aghora sí puedo prometer y prometo, Don Antonio Pérez "Gigigí"... que todo eso una neura rota era pura mentira nada más. Llamemos de una vez por todas las cosas por su nombre. Aquello de sólo admitir su libertad (usted y los que eran como usted) y no admitir, para nada, la libetad de otros que queríamos ser sólo nosotros muismos (y eso sí que era libertad), se llamó putada (perdón por la palabra pero es la verdad. Nada de neuras rotas sino putadas cometidas contra un compañero que hasta le trataba como a un amigo. Y como putadas recibí más de 70.000 quizás; pues quizás tenga yo rotas 70.000 neuras cerebrales (y que conste que lo digo porque me sigo riendo y cachondeando con plena consciencia de lo que digo sobre aquella sociedad de hipócritas y viles atacando por la espalda). Así que ya puede decirle con completa libertad (que para eso fuímos unos pocos pero verdaderos y verdaderas los que luchamos por ella) que yo he dicho que eran putadas nada más y nada de neuras destruídas. Se lo puede decir, de paso, a Don Emiliano y perdón por lo del ano pero no es culpa mía. Yo siemrpe me reía. ¿Por qué yo siempre me reía?. Porque pasaba olímpicamente de usted, Don Antonio Pérez "Gigigí" y de todos lo que eran como usted.
Bar Madriz, en el Barrio Usera madrileño, a 19 de septiembre del año 2010 de la Libertad.
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Foto del autor José Orero De Julián
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Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Personales



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