El vuelo de las mariposas blancas de Jorge Kordi
Publicado en Sep 20, 2010
Una vez viaje a Entre Ríos, en esa época trabajaba resolviendo problemas para un estudio de abogados. Estando allí, me di cuenta que por la tarde el pueblo muere, cierran los comercios y las personas se guardan en sus casas. Yo, que era bicho de ciudad, no entendía el porque de esta costumbre. Así que de pronto me encontré con un montón de horas libres, y talvez por sentir la culpa de los que van a un lugar extraño y no se toman el tiempo para conocerlo, me impuse recorrer los alrededores del pueblo de Panambi.
Es así como una tarde caminando por una senda encontré una casa hermosa, con amplios jardines cuidados, aunque naturales. Digo esto, para diferenciar este jardín, con otro, producto del diseño humano, este era agreste y tenía la belleza de lo natural. Allí, junto a un limonero, estaba Jonas, un anciano muy entrado en años sentado en un tronco de roble y fumando una pequeña pipa cuyo tabaco olía dulce y achocolatado, con un toque de Run. En la entrada había un cartel que rezaba: ….EL VUELO DE LAS MARIPOSAS BLANCAS. Bello nombre para una casa, dije al anciano. Si, respondió el ¿le gusta? Y así conocí a Jonas, nos tomamos un terere helado y me contó la historia de ese nombre tan particular. Me dijo que hacia muchos años, allí había vivido un joven de nombre Marcelino, que habia sido reclutado por el ejército que combatiría en la guerra del Paraguay. El se encontraba de novio con Nazarena una joven de 15 años bella e inteligente. El amor que los unía era como ese jardín, sincero, agreste y rebosante de vida. Cuando ellos se despidieron, un grupo de mariposas blancas alzo el vuelo, justo en el momento en que se dieron un beso. Ella lo anoto en su diario. Marcelino jamás regreso de la guerra y Nazarena nunca volvió a amar. Dice la historia que los padres de Marcelino enterraron los restos del muchacho en el jardín, al pie de un Jacaranda y que una vez al año ese árbol se llena de mariposas blancas. Y dicen, que cuando se pide un deseo a la sombra de ese árbol y si ese deseo es correspondido, las mariposas blancas que en su copa descansan, se alzan al vuelo.Yo se que es así, pues regrese al día siguiente y a la sombra de ese Jacaranda, pensando en la historia de Marcelino y Nazarena, pedí el deseo mas profundo que un hombre puede pedir, pedí encontrar a mi compañera, al amor de mi vida y cuando lo dije, un millón de mariposas blancas se echaron a volar, eran tantas que llegaban a hacer sombra en el suelo. Le conté a Jonas, el solo me miro a través del humo de su pequeña pipa. Sonrió y dijo: Cuando la encuentres, tráela aquí y bésala bajo la sombra del Jacaranda y entonces sabrás si es ella. Pasaron los años, me case mas de una vez y hoy estoy aquí, contigo. Necesitaba por vez primera reencontrarme con el sueño de un amor único y apasionado, esta vez, se que no me equivoque. Es por eso que te traje aquí, porque hoy te besare en este lugar, a la sombra del mismo Jacaranda que acogiera mi deseo. Hoy el vuelo de las mariposas blancas, será la confirmación de que nuestro amor es eterno. ¿Que si no vuelan dices? ¿Como no han de hacerlo?, si mi corazón sabe, como nunca, que late solo al escuchar tu nombre, Patricia. Y que por ti respiro y que solo en tus ojos puedo verme, pues esta vedado para mi, el conocer otro amor que no sea el tuyo, este amor, el nuestro, el mismo que elevara al cielo a cada una de estas mariposas blancas, que buscan el sol de la mañana. El despertar de mi verdadero y único amor.
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Eduardo Fabio Asis
Jorge