¡No sabes cuánto me duele!. ¡Cómo me gustaría gritar tu nombre para devolverte las sonrisas!. No sabes cuánto me duele imaginar que te vas hundiendo en la penumbra y tu sombra se me pierde entre la niebla y me llegan los recuerdos y tus palabras que jamás olvidaré porque fueron palabras de consuelo para un emigrante y me surge un poco... sólo un poco nada más... el llanto en este alba teñida de recuerdo. ¡No sabes cuánto lo siento!. No entiendo el porqué y por eso lloro....porque no entiendo el porqué, amiga del alma profunda, no entiendo el porqué. Y en mi memoria está tu sombra caminando entre la bruma. ¡Y me duelen más las palabras de emigrante!. Retorno. Retorno a las calles, y a los lugares, y a los paseos, y a caminar de nuevo entre esperanzas y entre silencios para no decir tu nombre. ¡No sabes cuánto me duelen las palabras del emigrante!. Un pequeño adiós de silencios en este nuevo alba de vida. Espero... espero en la esperanza... Dios quiera que sea verdad... Dios quiera que estés sonriendo y sigas caminando y soñando utopías y liberándote así como mis recuerdos y las palabras para el emigrante que junca jamás olvidaré. Te envío un imaginario ramo de tulipanes porque es lo único que me queda para pedirle a Dios. ¡No sabes cuánto me duele!. Y sin nada más... sin nada más que las palabras del emigrante... ¡¡GRACIAS!!.