Ferrocarril nmero 3 (Novela Corta). Captulo 3. Misterio e Intrigas.
Publicado en Sep 28, 2010
- ¡Escuchad bien, inútiles!. ¡Este es mi "Plan Madrid" que estoy seguro de que no me va a fallar en mi intento de conseguir la información que necesito!. ¡Tenemos que hacer como que deseamos ser amigos de él y que acepte nuestra invitación a tomar unas copas en el bar Momo!. ¡Para que todo salga bien es necesario emborracharle y así me enteraré de lo que necesito saber!.
- Pero ¿se puede saber qué es eso que con tanta ansiedad deseas conocer?. - ¡Tú cállate, Vallés, y cumple con tu parte!. ¡Lo que yo necesito saber sólo me incumbe a mí!. ¡Vosotros sólo estáis para servirme y cumplir mis órdenes!. ¡Y ahora dejadme tranquilo y callaos unos minutos que tengo que hacer una llamada a un móvil secreto!. ¡Si emborrachándole no conseguimos que hable lo que me interesa escuchar entonces le robamos el cuaderno y lo llevo a mi amigo grafólogo Domínguez que es un verdadero experto en todo tipo de caligrafías. - ¿Y no sería bueno que supiésemos también nosotros por qué estamos haciendo todo ésto?. - ¡Tú cállate, Herreros, que nunca sabes decir nada interesante!. ¡Limítate a actuar y calla la boca!. El crispado y nerviosos Saíz sacó su móvil, marcó un número que sólo él conocía y sonó la respuesta. - ¿Hola?. - ¡Hola Bermejillona, necesito que tengas todo preparado para el "Plan Madrid"!. - ¿Es que el "Plan Tentación" no ha resultado?. - Sí que ha resultado. ¡¡Ha resultado un completo fracaso para lo que buscamos!!. ¡Así que no te olvides de prepararnos cuatro cubalibres de ginebra si es que conseguimos hacerle creer que somos sus amigos verdaderos!. ¡La píldora, que es única en el mundo, la tiene bien guardada Laurencita, así que pìdesela y no te equivoques de vaso por favor o sabrás quien soy yo cuando me pongo violento!. - ¡No!. ¡No es necesario!. ¡Ya sé yo cómo se pone usted de violento contra las mujeres!. ¡Así que no me equivocaré de vaso!. ¡El cubalibre de ginebra con la píldora dentro estará en el vaso de él!. - ¡Sé que puedo confiar contigo y que eres una chica muy lista!. ¿Esa píldora no falla jamás y le hace perder toda fuerza de voluntad a quien la toma!. ¡En cuanto beba el primer cubalibre le tendré dominado psicológicametne y ya todo será coser y cantar!. - Eso espero... - ¡No lo dudes ni por un instante... y no me vayas a fallar ahora equivocándote de vaso!. - ¡Que no!. ¡Que se tranquilice usted un poco Señor Sáiz, que no fallaré!. Saíz cortó la comunicación sin apenas despedirse de ella, pues esa eran sus feas costumbres de mala educación y dirigió la palabra a Vallés. - Valllés... ¡es necesario que ahora no fracases!. ¡Acércate con fingida humilad y pidiéndole perdón hasta conseguir que nos acepte como amigos!. ¡Si lo conseguimos habremos logrado llevar a cabo la "Operación Duque" con total éxito!. ¡Así que ve otra vez a su lado y logra hacerle creer que queremos ser sus amigos verdaderos!. Vallés se levantó esta vez con mucha mayor serenidad y se presentó ante el joven escritor. - Verás, Juan... ¿puedo volver a sentarme a tu lado?. - Por supuesto que sí. Ya terminé de escribir y siempre es bueno hablar con alguien que no quedarse meditando en silencio. - Entonces... ¿puedo sentarme a su lado?. - Sin ningún problema, Señor Vallés... ¿o prfiere que le llame divino Vallés?. - No. Divino no. Esta vez le pido perdón por la pésima actuación que hemos hecho los tres. Verá... quiero pedirle disculpas y hacerle saber que deseamos ser sus amigos porque nos ha caído a todos muy simpático y agradable. - ¿Cuánto de simpático y cuánto de agradable si se puede saber?. Vallés volvía a sudar de nuevo... - Verás, Juan... no es cuestión de porcentajes. Al cien por cien en ambos casos. - Bien. Puedo aceptar sus sinceras disculpas. - En ese caso celebraremos la amistad tomando unas copas en el bar Momo. ¿Conoce usted el bar Momo, Juan?. - Conozco muchos bares de Madrid... pero precisamente ese no. Lo único que sé de Momo es que es el dios del sarcasmo, la burla y las bromas en la mitología griega y también el personaje villano principal de la serie de dibujos animados holandesa Star Street (llamado también Calle de las Estrellas). Una pequeña sonrisa hipócrita apareció en el rostro del divino Vallés. La Señora de Moreno, que lo había escuchado todo acerca del "Plan Madrid", estaba verdaderamente nerviosa. ¿Cómo hacer que aquel simpático y atractivo joven llamado Juan se diese cuenta de lo que estaban tramando contra él?. Ella no sabía nada de las intenciones del Señor Sáiz pero intuía que debían ser malignas. Comenzó a maquinar cómo hacer. Recordó que en su bolso de mano siempre llevaba cosas muy diversas. Objetos raros que encontraba en sus viajes. Así que para que ni Sáiz ni Herreros se diesen cuenta, debería ir al servicio para allí buscar algo que pudiera ser válido para que Juan se diese cuenta de que estaban tramando una trampa contra él. Se levantó despacio, con el bolso bien agarrado y se dirigió al lavabo. Entró y cerró la puerta muy despacio. Echó el pestillo y empezó a buscar en su bolso repleto de toda clase de objetos. - Tengo que encontrar algo, ¡Díos mío ayúdame!. ¡Haz que encuentre algo que pueda darle al joven Juan para que le sirva por lo menos de indicativo!. Siguió buscando cada vez con mayor rapidez porque el ferrocarril número 3 ya estaba entrando en las cercanías de la ciudad de Madrid. ¡Hasta que consiguió encontrar algo que le podría servir de mucho!. Como era aficionada a coleccionar esos pequeños botellines de licor que sirven para tenerlos como adornos en las repisas de las viviendas y que le regalaban en todos sus viajes o los compraba en tiendas especializadas... ¡allí tenía un botellín de ron Bacardí!. Quizás el joven fuese lo suficientemente inteligente para deducir algo. Dios le había respondido a su manera. Así que salió rápida del servicio y se dirigió hacia donde hablaban Juan y Vallés. - Perdón joven... ¿colecciona usted esta clase de botellines de licor?. Juan puso en tensión sus ocho sentidos. Él no coleccionaba esa clase de botellines pero su intuición natural o quizás un aviso milagroso le hizo decir que sí. - Acertó, Señora. Colecciono botellines de esa clase. - ¿Y tiene usted éste?. - A ver. ¿Me permite echarle una mirada?. - Con todo gusto. Y entretengase todo lo que quiera en observarla. Seguro que no la tiene pero le valdrá de mucho en su colección. - Pero señora... ¿puede usted ya dejar de molestarnos?. - Escuche caballero. Ni sé cómo se llama usted ni me importa. - Me apellido Vallés y me llaman divino... por algo será... y ahora haga el favor de dejarnos tranquilos y en paz. - Espere señor Vallés. Esta buena mujer se irá sólo cuando yo lo diga... ¿entendido?. Vallés comenzó a temblar de rabia, de indignación pero, sobre todo, de miedo. - Si... sí... no faltaría más... mi querido amigo... yo también soy coleccionista. - ¿Qué colecciona usted?. - Sellos. Colecciono sellos de los cinco continentes del planeta. - ¿Debe usted gastarse verdaderas millonadas si es que tiene una colección bastante completa?... porque yo creo, si no me equivoco, que coleccionar sellos, sobre todo raros, es muy caro. - Sí. ¿Y cómo le ha dado a usted por coleccinar botellas de licor?. - Soy también curioso en cuanto a coleccionar cosas se refiere. ¿Le cuento un secreto?. ¡Colecciono sobres de azúcar que me regalan en los bares cuando tomo cafés con leche!. - Pero entonces... ¿tomará usted mucho café amargo?. - Se equivoca otra vez señor Vallés. Mis cafés con leche son bien azucarados; porque los sobres de azúcar los abro, vierto su contenido en el café y me los guardo, vacíos, para ir haciendo mi colección. ¿Ve usted?. Algo mucho más barato, pero que mucho más barato que sus sellos de correos y, bajo mi punto de vista particular, mucho más divertido. Y conste que le señalo que es bajo mi punto de vista particular. - Sí. Es cierto que lo particular le hace a uno ser original. - Pues debe saber también que para ser original hay que tener personalidad propia y actuar con criterio propio pero sensato. - Sí. Mi querido amigo. - Lo de querido amigo es muy relativo Señor Vallés. Y ahora déjeme recordar si tengo este botellin en mi colección o no lo tengo. - Aprendase de memoria su contenido, joven. Hasta luego. Ya no puedo seguir más tiempo con ustedes porque el tren está llegando a Atocha y debo preocuparme de mi equipaje. La Señora de Moreno pidió a Dios, una vez más, que la inteligencia de aquel joven escritor fuese lo suficientemente lúcida y clara para saber qué mensaje oculto había en el pequeño botellín de ron Bacardí. El joven miró por última vez la botella y memorizó que no debìa olvidarse de su contenido. Su contenido era ron. No sabía qué significaba aquel mensaje pero desde luego debía de tener alguna relación con bebidas alcohólicas. El ferrocarril número 3 por fin llegó a la madrileña Estación de Atocha con un ruido estruendoso que fue aminorando según reducía su velocidad. - De acuerdo, Señor Vallés, dígale a sus amigos los Señores Sáiz y Herreros que acepto la invitación pero es mejor que no nos demos las manos hasta ver si somos amigos de verdad o sólo unos desconocidos que se han encotrado por casualidad. De momento vaya y dígales que les espero en el andén. El ferrocarril número 3 había llegado a su destino. Paró. Y los viajeros comenzaron a bajar lentamente. Como el joven Juan no llevaba más equipaje que aquel cuaderno donde escribía, fue uno de los primeros en bajar. En el andén encendió un cigarrillo y esperó a que bajasen los Señores Vallés, Herreros y Sáiz, que lo hicieron, como siempre, por este orden.
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