El marcado frio del amor que por ella no veía..
Publicado en Sep 30, 2010
El tacón de filo resonante de su zapatilla plata,
El ondeado vestido del color de su pasión Y el mágico e inquietante carmín de sus pecadores labios Entraron aquel día a la sala, Esa sala muerta y ansiosa de recibir su mirada. Cada uno de sus fuertes pasos, seducían a quien a su lado respiraba, En el silencio de los vientos de un agosto que la codiciaba. No podía evitar penetrar su afanoso mirar En los ojos tristes de los espectadores Entre los que se tejía una cadena de misterio y temor. Ella sonreía con su alma destrozada, no sabía si lo que sabía era sabio, O si sencillamente era una vulgar quimera, Presentada por si misma a su santo y moribundo espíritu, ¿Mentira? Solía preguntar, Mientras su corazón inquieto respiraba los latidos de la decepción Esa noche, no fue más que su noche, Robó sin su querer los flechazos de caballeros enamorados Que a su vera respiraban el aire que su pasar vasto y repentino dejaba. Esa noche no fue más que su noche, Porque pudo encontrar en su cuerpo a quien no conocía, Tal vez por el temor que le producía estar lejos de su amor, O sencillamente porque una sirvienta Como solía llamarse para la sociedad no tenía ni siquiera identidad para sí. Su mundo cada vez más opaco hacia curso de vida Para obtener su anhelado titulo de muerte. Su ego de mujer quería brillar, Su cuerpo lo mostraba y con esplendor lo permitía, Su mente se abría a los halagos que jamás había oído Y su espíritu, deseaba ser la asistenta que su alma aquella noche guardaba en el cajón de los oscuros recuerdos. Su espíritu vagante conoció el calor de una mano, Que para ella con ternura deseaba no algo más que amarla. Aun sin que ella pudiera corresponderle, Pues su amor estaba en el cuarto más cálido De la casa fría que fregaba a diario, Cuarto con el que soñaba noche a noche, Cuarto en el que dejaba que su vientre desnudo, Se convirtiera en el manjar de su amor, Cuarto en el que su amor dejaba de serlo y se convertía sencillamente en una carnal pasión, En hambre de conocer el cuerpo y sentir el calor de quien en silencio su vida ha amado. Su traje enmarcaba la fosa en la que enterraba su vida sin saber, Se acabó, gritaron ansiosos los asistentes a la velada. Con el frio adiós de una mezcla entre moda, dolor y fantasiosas alegrías; No hubo para ella mejores palabras en aquél festín, Pues sabía que su amor estaría acopado en su lecho Y ella como lo hacía a diario no pretendía más que besarlo en el silencio de la noche, Y recitar su amor, como en su infancia recitó las más inocuas historias de fantasía y querer. Al verlo sonriente junto al vasto cuerpo de quien a diario robaba su aroma, Sintió ira, pudo verse disminuida, Y lagrimas de amor rodaron su mejilla, Confundiéndose con el negro de sus ojos y el carmín de su reír… Lo amo por última vez, pues junto al aire frio y al silencio perturbante, Dejó que su cuerpo se desvaneciera, A causa del coctel de amor que su ira y unos cuantos elementos le brindaban…
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