Ardor
Publicado en Oct 06, 2010
Tomé un fósforo; mis manos temblaban y mi corazón era un corcel en llamas, un meteoro a punto de impactarse y convertirse en polvo cósmico. Encendí la mecha improvisada de tela y gasolina. Entonces arrojé la botella ardiente, y un estruendo y un color rojizo como de sangre colmaron la noche. Di media vuelta y caminé siguiendo mi sosegada sombra, proyectada sobre la calle solitaria. Nadie me había visto. La venganza estaba consumada. Tranquilidad al fin. Irónicamente, mi fuego se había extinguido con un incendio.
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