Ferrocarril nmero 3 (Novela Corta). Captulo 8.
Publicado en Oct 08, 2010
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- Señor Sáiz... ¡por fin nos toca jugar de compañeros!.

- ¡Eso es, amigo Juan!.

- No. No he dicho amigos, señor Sáiz, sino sólo compañeros. ¿Sabe cual cuál es la diferencias entre ambas palabras?.

- Yo creo que signifivan lo mismo.

- Pues no. Yerra usted una vez más. La diferencia que existe es que el compañerismo se busca y la amistad se encuentra. Como el compañerismo se busca, depende de qué se busca. Hay quienes buscan de verdad ser un compañero y hay quienes buscar ser compañeros sólo por interés. La amistad no busca ningún interés. cuando es verdadera, sino que depende de la empatía entre dos personas, no entre dos gentes cualesquiera sino entre dos personas singulares. ¿Está bien explicado?.

Sáiz quedó pensativo. ¿Quién era aquel Señor Don Juan que le estaba hablando sin rodeo alguno?.

- Señor Sáiz, que usted no haya tenido nunca empatía, por ejemplo, con una hermana o con una hermanastra, que el caso es igual, no quiere decir que los demás sean todos iguales. Porque la amistad se basa en la voluntad y decisión individual y usted es usted mientras que los demás somos los demás. ¿Ha comprendido ahora?.

- Por supuesto que sí, pero espero que ganemos.

Sáiz seguía calculando, fríamente, con las oportunidades de conseguir informaciones útiles para sus aviesas intenciones.

.- No corra tanto, señor Sáiz, porque he comprobado que las dos veces que ha perdido no ha pagado ni un sólo céntimo de euro. Le advierto que conmigo ese truco de avariento no le va a funcionar. Si perdemos, y le advierto que en el mus incluso los más grandes jugadores pierden alguna vez, usted paga sus 50 euros y yo pago mis 50 euros. ¿Entendido?.

Sáiz se atusó el bigote con una sonrisa irónica.

- Pero no vamos a perder.

- Depende de lo que usted entienda por perder.

- No le comprendo, Señor Don Huan.

- No es cuestión de comprender, señor donjuan, sino de entender. A veces comprender no es suficiente. Lo único que le digo es que se concentre en el juego y deje de pensar en cualquier otro asunto o persona. Aquí, hoy, nos concentramos todos o se va el juego abajo.

- ¿Es que hay otro asunto o persona en quién esté yo pensando?.

- Quizás en ambas cosas. Usted es de los que se creen que son tan listos que saben engañar. Engañar es muy fácil, señor Sáiz, mucho más fácil que ser auténtico y verdadero. Por eso no está usted diciendo la verdad. Y ahora me corresponde repartir las cartas. Ahora el que va a repartir soy yo.

- ¿A mí también?.

- ¿Es que abandona el juego?.

- No. Sólo quiero saber si me va a repartir a mí también.

- No siga diciendo absurdos. Si quiere jugar le tengo que repartir como a los demás. A usted le reparto lo mismo que a sus dos compinches.

Juan arrebató la baraja española de las temblenates manos de Sáiz y, mientras la chica guapa que estaba sentada a su derecha sonreía con el suficiente tacto de que no la descubriera el señor Sáiz, la dejó sobre la mesa.

- Por supuesto que sí. Deje que maneje un poco mi imaginación antes de comenzar el reparto.

- ¡Ostra, Pedrín!.

- No se asuste usted, señor Sáiz. No hablo todavía de repartir ostras. Y céntrese un poco qyue está muy inclinado hacia la derecha.

Y es que los efectos del alcohol ya estaban produciendo estragos en Sáiz. Pero era, por otro lado, el momento que él esperaba. ¡Ahora estaba seguro de que Juan contaría algo de lo que tanto le interesaba conocer. ¡Tenìa que emborracharle a Juan porque él ya estaba medio beodo!.

- Escuche, señor Sáiz. Supongamos la siguietne historia. Una historia digna de ser llevada al cine. Supongamos que el protagonsita visible es un jefe de personal de una gran emperesa muy importante en Madrid y que, como todos los aquí reunidos somos españoles y españolas, supongamos que le llaman "El España". ¿Le parece bien cómo empieza el story line?.

- ¿El story line ha dicho?. ¡No sé lo que es!.

- Pero no se alborote tanto el cerebro y baje, por favor, la voz... no sea que se vayan a enterar los vecinos del barrio.

- Que digo que no sé lo que es un story line.

- Eso ya está mejor. En voz baja se dicen mejor las verdades. Sólo es un pequeño resumen de una historia; o sea, la línea argumental que hay que seguir para que en la historia no haya contradicciones y poder, de esta manera, hacerla más creíble a la hora de llevarla al cine. Porque estoy seguro de que usted sabe muy bien lo que son las contradicciones entre los que se piensa y lo que se dice.

Sáiz estaba perplejo. Aquello no era lo que él esperaba. ¿O sólo era una manera de comenzar una historia sin impotancia?. No. Sáiz estaba seguro de que Juan habia comenzado a desarrollar una estrategia muy superior a la suya. Se volvió a refugiar en un mutismo muy significativo.

- Recuerde lo siguiente, señor Sáiz. Recuerde que una cosa es el mus y otra bien distinta el mutismo. En ajedrez está bien el no decir palabra alguna pero en el mus todos pueden hablar.

- ¿Cómo puede usted interpretar mis pensamientos?.

- Deje ahora ese asunto de lado. Le vuelvo a repetir que si le parece una historia digna de ser llevada al cine o es una historia sin valor alguno.

- Digamos que sí.

- Nada de digamos que sí o digamos que no. A veces es necesario afirmar o negar con rotundidad.

- Afirmo que sí.

- Eso está mejor. Mucho más concreto que un simple digamos. Así que ahora sustituyamos el digamos por el afirmemos. Afirmemos, pues, que "El España" es un jefe de personal de una empresa muy importante de Madrid como ya hemos dicho antes. Afirmemos que está casado con una tal Berta y, al mismo tiempo, tiene relaciones sexuales secretas con su secretaria llamada Mercedes, por ejemplo. Sólo si afirmamos podemos superar al azar y hacer creíble una historia sobre cualquier asunto. ¿Le interesa la historia sí o no?.

- ¿Se refiere a la historia de este asunto?.

- El otro asunto vendrá después. Me refiero a la historia que estoy contando en estos momentos. No estoy hablando de hipótesis, señor Sáiz, sino de una historia en la que intervienen, no faltaría más, brujos y brujas para hacerla más interesante.

A Sáiz le vino un ataque de tos imposible de detener o frenar. Se levantó, tirando la silla al suelo, y marchó rápidamente al water para vomitar. Salió completamente demacrado y se sentó de nuevo en su lugar.

- Está bien... ¿comenzamos ya a jugar?.

- No. Todavía no, señor Sáiz. Todavía la historia no acaba nada más que comenzar. Está muy incompleta. Así que pasemos, directamente, al argumento.

- ¿No es suficiente ya, Señor Don Juan?.

- No es suficiente, señor donjuan. Afirmemos que ese tal jefe de personal apodado "El España", desea quitarse de en medio a un humilde, sencillo y verdadero trabajador de la gran empresa, quizás hasta el mejor trabajador de la oficina principal y uno de los mejores de todos los tiempos. Afirmemos que, debido al éxito que tiene dicho empleado con las chicas más guapas de la empresa, el citado jefe de personal comienza a llevar a cabo un informe de él totalmente falso y paralelo al verdadero que tiene el Director General de la empresa. En ese informe comienza a poner datos como que es casi analfabeto cuando él sabe muy bien que tiene ya hasta un título universitario, licenciado en Comunicación Social, por ejemplo. ¿Cómo ve la historia, señor Sáiz?.

Sáiz se quita las gafas de gran miopía que lleva puestas, al igual que Vallés y Herreros, se restrega los ojos y comienza a juguetear con el llavero de un lujoso apartamento que es el que utiliza para verse con su secretaria en el Paseo de la Habana de Madrid.

- Deje ya de pensar en eso. ¿Reparto o no reparto?.

- Menos mal. Comienza la partida ¿no es cierto?.

- No es cierto. Lo que comienza, y por eso hablo de reparto, es el desarrollo de la trama argumental. Así que deje sus nervios para más tarde. Afirmemos que aumentamos algunos elementos más y hasta algún que otro personaje de segunda o tercera importancia para darle más sentido creíble a la historia.

- ¿Otros elementos y personajes más?.

- Claro. Para que sea una buena película creíble es necesario hacerlo así. Afirmemos que la tal Berta, esposa del llamado "El España" y la tal Mercedes, secretaria y amante secreta del tal llamado "El España" están, por otro lado, locamente enamoradas de aquel humilde y sencillo trabajador que trabaja de verdad y con todos sus sentidos puestos en el trabajo que le obligan a realizar, cada vez más duros y cada vez más pesados, y que, por ello, "El España" sigue con sus envidias y ahora utiliza a jefes de negociados como Maya, Carlo y uno que afirma que en un departamento que dirige Maya, en el sector de los castigados, que es al cual ha envíado al citado trabajador, están los que ni son envidiosos ni son envidiados. A eso le sumamos una gran cantidad de falsos compañeros que se unen a la intriga para acosar al trabajor sin darse cuenta de que éste les brinda una amistad sincera y sana. Son un alto número de nenucos nada más; de esos que, a la hora de la verdad, todavía dependen tanto de sus mamás que hasta éstas les tienen que hacer todo y, por supuesto, echarles polvos de talco en sus traseros de vez en cuando. Nenucos nada más, señor Sáiz, pero con una "mala uva" de muy Señor Mío ya que están siempre dispuestos, pelotas nada más, a cumplir con lo que manda "El España". Nenucos envidiosos, tengan la edad que tengan, porque a aquel empleado muchas compañeras le admiran y él no es que rechace hablar con la que sea, sino que le gustan tanto las chicas que se preocupa, no se obsesiona por cierto, de fijarse en las más bonitas, en las más guapas y en las más sexys. Debido a ello, en tiempos ya pasados, fue elegido enlace sindical por los trabajadores sin ser de ningún sindicato y nombrado representante estudiantil sin ser de ningún partido. Así que, ahora, "El España", ayudado por toda su jarca de seguidores, comienza a regar las falsas noticias de que es homosexual, de que es alcohólico y de que está loco, cuando la verdad es bien distinta. Que los homosexuales, los alcohólicos y los locos son otros. ¿Qué le parece esta parte de la historia, señor Sáiz?.

- No puedo entender tales maldades y cómo usted es capaz de escribir un argumento tan interesante.

- Bueno. Supongamos que es un argumento interesante. ¿De verdad no puede entender tales maldades o está usted pensando en algo diferente?.

- ¿Diferente?.

- Si. Diferente. ¿De verdad cree usted que este es un argumento interesante?.

- Yo creo que sí.

- No, señor Sáiz, no estoy de acuerdo con usted en nada. Es cierto que es original y bastante interesante por eso de que es original pero creo que se puede mejorar mucho más.

- Pero ¿no dijo usted que era sólo una historia con posibilidades de ser llevada al cine?.

- Sí, lo dije. Pero ahora añado que está basada en hechos reales. Puedo, de esta manera, todavía mejorar el guión que, en el verdadero arte cinematográfico se llama libreto cuando se trata de una novela adaptable a la gran pantalla.

- ¿Eso es posible?.

- Ya le dije que debía ser una historia creíble para los espectadores. Y lo más creíble en el cine, aunque a usted le parezca lo contrario, es lo increíble de la realidad. El caso es que, como saben que es un trabajador totalmente honesto a la hora de trabajar o quizás el que más trabaja en la empresa debido a que cada vez le ponen trabajos más duros y pesados que nadie quiere, intentan desviarlo hacia alguna lejana sucursal o quitárselo de en medio obligándole a hacer trabajos fuera de la oficina principal. Pero sucede que él es capaz de llevar a cabo esas tareas en completo silencio y aguantando todo lo que le echan encima y, además, acorta los tiempos ya que piensan que por los menos tendrá que estar un año lejos de la oficina principal pero él consigue encontrar métodos para que sean sólo unos dos o tres días. ¿Sorprendente, señor Sáiz?.

Sáiz está, otra vez, mordiéndose las uñas y no dice nada.

- Demos más interés a la trama metiendo varios elementos de misterio. Por ejemplo, que el tal jefe de personal de la gran empresa madsrileña, está siguiendo órdenes de otro jefe de personal de una empresa de artes gráficas quien, a su vez, introduce a su esposa en una empresa anexa a aquella en la que trabaja el perseguido trabajador y que sirve de espía para buscar datos que le interesan mucho a este nuevo jefe de personal, el verdadero "padrino" de toda la intriga que, como se dedica a las artes gráficas, ordena que se realicen fotomontajes falsos para introducirle en temas tan peligrosos como la pornografía o la de guerrillero urbano por ejemplo. Y ya estamos con una historia verdaderamente dantesca.

- Bien. Bueno. ¿Damos ya por terminada la cuestión de la posible película y pasamos al mus?.

- No. Así como está la historia no tiene ningún final y hay que darle algún final interesante y que, a su vez, sea lo suficientemente original para llamar la atención de alguna productora cinematográfica de las más importantes.

- Increíble.

- Creíble, señor Sáiz, muy creíble. Sigue usted equivocándose de nuevo. Lo que parece realmente increíble es siempre lo más creíble. Nunca olvide esta frase. Así que afirmemos que "El España" no se ha dado cuenta nunca de que, desde el principio, su esposa Berta y su secretaria y oculta amante Mercedes, están compinchadas entre sí, lo saben todo y se informan mutuamente de lo que está haciendo "El España" que es el títere que está empleando el otro jefe de personal de la empresa de artes gráficas que está publicando falsos montajes fotográficos relacionados con la prensa del corazón y los diarios de información general. ¿Qué le parece este nuevo elemento para la historia?. ¿Qué le parece que los espectadores y espectadoras descubran ahora que la esposa y la secretaria amante de "El España" estén de acuerdo desde un principio?.

- No me lo puedo imaginar. Pero es muy original y muy interesante.

- No tan original ni tan interesante todavía. Por ejemplo, afirmemos ahora que todos los intentos por expulsar al honrado trabajador, que ha sido incluso tentado para que acepte un cargo de jefe en la empresa y así desconectarle de todos sus amigos y amigas que los tiene cada vez en mayor número entre sus compañeros y compañeras, han fracasado. ¿Qué final daría usted por ejemplo al asunto del triángulo amoroso entre "El España", su esposa Berta, y su secretaria Mercedes?.

- Pues que "El España" mata a su esposa.

- Eso es muy normal en las películas de misterio. Eso se ve muchas veces en el cine. Es mucho más original e interesante lo siguiente: que la secretaria y oculta amante sea la que mate al "España" pero que sea la esposa de "El España" la que le ha pedido que lo haga. ¿No le parece un final algo más interesante y algo más original que el suyo?.

- ¡Increíble!. ¡Realmente increíble!.

- Que le vuelvo a repetir una vez más que lo realmente increíble es muchas veces como lo realmente imposible; es decir, completamente creíble y completamente posible. Así que como es necesario darle más originalidad al asunto del final de la película... afirmemos ahora que el sencillo, humilde y honrado trabajador resulta que no es soltero como todos sus enemigos creen sino que está casado, tiene ya dos hijas y ama tan profundamente a su esposa que jamás han sido infieles ni él con ella ni ella con él porque están casados como Dios manda. ¿Le parece ya suficiente, señor Sáiz?.

- Admirable. Es genial.

- Ni tan admirable ni tan genial; sólo interesante y original. Si queremos ponerle la guinda de la genialidad, afirmemos que lo que no han conseguido ni "El España" ni todos sus seguidores acosando al trabajador, que es expulsarle de la empresa, lo consigue él sólo pidiendo la baja definitiva. O sea, en otras palabras, que prefiere la libertad y renuncia voluntariamente a seguir trabajando en dicha empresa aunque sabe que le están engañando en el dinero que le corresponde que le paguen por sus grandes servicios efectuados para la empresa y de los cuales los más altos directivos sí saben que lo eran. Por eso no quieren que se vaya de la empresa y le piden que recapacite pero él ya tiene decidido que ama más la libertad.

- Un final excelente.

- No tan excelente. Falta sólo un pequeño detalle muy importante. Que aunque todos creen que ha sido él el que se ha liberado voluntariamente, en realidad ha sido su esposa la que le ha liberado porque ha sido la que, por amor y porque sabe que sirve para otras cosas mucho más importantes para él, como por ejemplo convertirse al cristianismo, ser relaciones públicas, maestro de colegio, y sobre todo periodista y escritor, ambas cosas a la vez. Por eso ha sido ella la que le ha pedido que se marche definitivamente de la gran empresa donde trabajó tantos años aguantando persecuciones tras persecuciones cuando él siempre mostró, sin embargo, la sonrisa e incluso la risa, sin importarle todo lo que tuvo que sufrir. Ahora sí. Ahora acaba la película y le pido que, por favor, haga usted la sinopsis de la misma.

- ¿Sinopsis?. ¿Qué es una sinopsis?. ¡No tengo ni idea de cómo hacer una sinopsis!.

- Tranquilo, señor Sáiz. No vuelva a levantar tanto la voz. Simplemente es algo muy sencillo. Verá. Ponga atención y luego no vaya diciendo por ahí que no he sido claro y honesto porque usted es como el personaje oculto de esta película, como si fuera usted mismo el que ha dirigido toda la persecución contra el empleado movido por la envidia.

- Pero yo...

- Pero usted ahora se calla y me escucha. Una sinopsis es muy fácil de hacer. Coja usted un papel y un bolígrafo y escriba sólo un pequeño párrafo, algo así como una pequeña nota periodística para que vea que Periodismo y Literatura sí tienen siempre una relación muy directa.

- Si. Lo admito todo. Pero ¿Qué escribo?. ¿Qué pongo como sinopsis?.

- Muy fácil. Una muy pequeña nota de sólo un párrafo donde el lector puede descubrir las respuestas a estas cinco cosas: ¿qué?, ¿dónde?, ¿cómo?, ¿cuándo? y ¿por qué?.

- Permítame que me quite mi hipotético sombrero.

- Gracias, señor Vallés.

- Yo digo lo mismo.

- Gracias , señor Herreros.

Sáiz no dijo nada. Cogió, tembloroso, una servilleta blanca de la mesa donde estaban jugando, intentó escribir con el boligrafo lo que le había ordenado Juan y, a los pocos segundos, arrojó con rabia el bolígrafo al suelo.

- Eso no se hace señor Sáiz.

Ante la espontánea carcajada de la chica guapa que está sentada a la diestra de Juan, Sáiz está totalmente descompuesto.

- ¡¡Jugamos la última partida de mus o no la jugamos!!.

- Sigue usted tan despótico como siempre. Sí vamos a jugar la última partida de mus entre los cuatro. Y de verdad que va a ser la última que juego con ustedes. Pero tanto al señor Vallés como al señor Herreros les he contado dos historias antes de jugar y usted no va a ser más que ellos. Así que escuche esta segunda historia.

Sáiz pensó que la oportunidad le había llegado. Que Juan podría equivocarse por culpa del alcohol aunque se notaba que era como si no hubiese bebido nada mientras Vallés, Herreros y él mismo estaban ya amodorrados. Y sonrió diabólicamente.

- La historia es la siguiente: Entre la calle de Segovia de Madrid y la calle del Paseo de los Melancólicos de Madrid, fue abierta, en el pasado siglo, una calle sobre la huerta de un hombre llamado Juan Duque. Por eso dicha calle se llama Juan Duque. Ya ve usted lo que son las cosas, señor Sáiz, un sencillo, honrado y anónimo hortelano que hoy tiene una calle importante de Madrid con su nombre. Pues yo le digo que usted no tiene que liberar a ningún hermano suyo que viva en Juan Duque número 16 porque allí no vive ningún hermano suyo y por lo tanto no necesita que usted vaya a liberar a un fantasma que es lo que le puede estar pasando a su cerebro: que ve fantasmas por todas partes y para fantasmas ya tenemos bastantes donjuanes sueltos por Madrid.

Sáiz, Vallés y Herreros se quedaron con las caras más blancas que la pared del local donde estaban hablando mientras jugaban al mus.

- Entonces... eso quiere decir que sabe usted todo lo relacionado con el "Código Duque"... ¿es cierto o no es cierto?.

- Si, señor Vallés. Es cierto que sé todos los tejemanejes que se han traído y se traen con el "Código Duque".

Sáiz intervino rápidamente.

- Entonces... ¡¡juguemos yas la última partida de mus!!.

- Por supuesto que sí. Estoy de acuerdo en que es hora de repartir las cartas. Pero haga el favor de o levantar tanto la voz. Hay que tener respeto hacia los demás clientes del local.

Juan repartió las cartas y la partida fue, como las otras dos anterioes, fácilmente dominada por las estrategias del mus que tan bien manejaba él. Vallés y Herreros fueron presas muy fáciles de derrotar.

- ¡¡Hemos ganado, Juan... y ellas han perdido!!.

- Espero un momento señor Sáiz. No es cierto. Por eso le dije antes que dependía de lo que usted pensara lo que es perder y lo que es perder de verdad que son dos cosas diferentes. El asunto es que yo he ganado 3-0 y usted ha perdido 2-1.

Una rabia inmensa se apoderó del corazón de Sáiz, mayor todavía por la espontánea carcajada de la chica guapa que estaba sentada a la diestra de Juan.

- ¡¡Vale!!. ¡¡Es cierto!!. Y como todo el "Código Duque" ha sido descubierto... ¡¡todos para su casa y en paz!!.

- No señor Sáiz, se equivoca otra vez. Que nos vamos de este lugar es cierto. Pero no nos vamos a casa. Todavía no, señor Sáiz.
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Foto del autor Jos Orero De Julin
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Descripción

Novela corta de ficcin pero basada en realidades.

Palabras Clave: Literatura Novela Corta Ficcin Realidad Conocimiento.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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