Re Zetas (El Chivatazo) Entretenimiento.
Publicado en Oct 08, 2010
La farmacopea se ha puesto de moda así que me encuentro en la farmacia con Zenón Zeporro (Re Zetas le llaman en Manila porque parece un filipino aunque es de Tabarra de Arriba y debe estar algo tocado de la cabeza por eso desde su nacimiento). ¡Y qué tabarra con la señora del optalidón!. Por cierto, ¿que habrá sido de Lidón?. El caso es que entre la señora del optalidón (que opta por preguntarme por Lidón pero yo sólo estoy concentrado en una figura de chavala guapa pero no se preocupen que es sólo un anuncio de cartón puesto en el escaparate), uno que acaba de entrar y salir como el Rayo Vallecano cuando sube y baja de categoría entre Primera y Seguinda División y el Zenón Zeporro que está con tantas recetas en el mostrador que parece un rompecabeza intentando ajustar el delgado Delgado (¡caramba con el Re Zetas!) pues se están pasando los minutos y algunas están ofendidas porque el famoso vendedor del famoso concentrado de "uña de gato" les quiere timar con eso de que es bueno para curar retortijones y regüeldos estomacales. Y venga dar vueltas y revueltas a las recetas y el tipo que se ha bajado del autobús que entra a toda velocidad a tomarse el pulso, ver cuánto pesa cuando hace sólo 5 minutos que se ha visto cuanto pesa en la farmacia de al lado, pedir algún jarabe para la tensión arterial que se la mide tamnbién de forma gratuita (y es que le echa mucho morro el tipo que se ha bajado del autobús yendo de farmacia en farmacia porque hay tres o cuatro muy cercanas a la vista con alcantarilla incluída cada una para echar en ella las colillas de los cigarrillos los eternos fumadores). Por cierto, entra otro tosiendo que esto ya es un escándalo y por eso se queja la ancianita que lleva, dentro de la cesta de la comida, como trescientas recomendaciones médicas y unas doce recetas. Las recomendaciones médicas las reparte a diestro y siniestro el delgado Delgado sin cobrar un sólo euro por ello. Y aquí venga todo el mundo a echarle morro al asunto. Que hasta unos grajos han entrado en la farmnacia para ver si pueden picotear alguna gragea que otra. Si. Cómo lo oyen. Un par de grajos (que me parece que son Tico y Tica los de los dibujos animados que han cobrado vida) picoteando grageas.
No está nada mal esta moda de la farmacopea "cuasi" gratuita porque a algunos les sale gratis y a otros les cuesta un riñón que ya lo tienen hecho polvo de tanto medicamento que se han metido para el cuerpo a costa de sus fortunas y es que se fuman de verdad fortuna tras fortuna mientras se esfuma el vivo de los remedios de "uña de gato" porque tres pardillas jovencitas todavía en este arte de las farmacias han caído en la trampa y ha conseguido vender tres bolsitas a 2 euros cada una, con lo cual ha conseguido 6 euros que le vienen de maravilla para irse a la pizzería de aquí al lado, un poco al fondo según se mira hacia la izquierda desde la posición angular del escaparate de al lado de la entrada de la farmacia). Pues eso, que los grajos pican y pican grageas (me entra la risa porque recuerdo que mi suegra llama tabletas a las pastillas y pastillas a las cápsulas que esto es de verdad para reírse un poco de tanta farmacopea andante como diría Don Quijote si estuviera aquí presente). Y mir apor donde uno que quiere entrar montado a caballo dentro de la farmacia con lo cual el delgado Delgado termina por enfadarse con una clienta que se ha aprovechado del barullo que se ha armado para trincar un chicle Trident y metérselo en la boca... pero resulta que es de menta y a la citada jovencita sólo le gustan los de fresa y venga a trincar chicles grtuitamente y ahora ha sido uno de Adams pero de fresa, con lo cual el de menta lo envuelve en su funda y lo deja en el mostrador para que le echen la culpa al Re Zetas que sigue a lo suyo: venga receta por aquí y venga receta por allá que esto no hay quien lo pare a no ser que venga El Vengador, o sea, uno que siempre viene a por esparadrapos de las palizas que recibe en el catch (que en España se dice lucha libre) y que por eso le llaman El Vengador de Manila. Y es que desde Manila hasta la farmacia del delgado Delgado, aunque ustedes no se lo crean, sólo hay unos pocos metros de distancia y eso que Manila suena a Filipinas y la farmacia del delgado Delgado está en la Región de Murcia; pero con esto de la moda de la farmacopea peores cosas he visto yo. Un señor con cara de malhumor ha entrado para pedir crema antioxidante para los huesos y el delgado Delgado le dice que no tiene de eso y el de la cara de malhumor se enfada y agarra un bote de pastillas para la tos y se traga un buen puñado de ellas y comienza a toser de tal manera que las decenas y decenas recetas del Re Zetas (no olvidemos que se llama Zenón Zeporro) se han desbarajustado por el suelo y aquí estamos todos intentando recogerlas y ordenarlas por orden alfabético de medicamentos; lo cual le produce tal dolor de cabeza a una mujer que está embarazada que tiene que sentarse para que se le pase el mareo y todos muy asustados porque creemos que es un parto prematuro pero que luego resulta que no, que no está embarazada nada más que de hace sólo dos meses. Y pasan los minutos y el delgado Delgado dando indicaciones sumarísimas, suma y sigue y suma y sigue, al Zenón Zeporro el cual se queja de que alguien le ha quitado una de sus amadas recetas; precisamente la que más adora que es me parece Fosglutén o algo parecido. Y el delgado Delgado se enfada y se la cambia por un bote de Phoscao que lleva la señora de la cesta de la compra y creo yo que ha sido para compensar la pérdida del Fosglutén. ¡Salgan de una vez que no podemos entrar! chillan unos quince o dieciséis clientes de ambos géneros mientra el más hercúleo de ellos intenta entrar a empujones, con lo cual derriba la máquina de pesarse y de tomarse la presión arterial y otra vez se vuelven a caer, por el desconcierto producido por la caída de dicho armatoste, las decenas y decenas de recetas de Zenón Zeporro, el de Tabarra de Arriba que está tan mal de la cabeza por eso desde su nacimiento. ¡Y otra vez a contar las recetas y otra que se ha perdido!. Ahora ha sido una de Profidén Farmaceútico que es la novedad en esto de lavarse los dientes y otra vez el delgado Delgado que lo sustituye por una barra de pan que lleva la señora de la cesta de la compra que quiere escapar de la farmacia porque a este paso no va a llevar ni el bote de guisantes verdes que es de lo poco que se está salvando de milagro porque ya es un desorden totalmente desordenado. Y, por úlitmo, aparece Don Pío, el guardia de la circulación para hacer circular a los que están en la puerta de la farmacia empujando para poder entrar. Uno de ellos, para hacer fuerzas con las dos manos, se ha colocado en la boca sus ocho recetas que le ha recomendado el boticario de Nonduermas. Y por supuesto que no hay que dormirse aquí porque, en primer lugar está muy feo dormirse en una farmacia y por otra parte no hay que perder de ojo a la chica guapísima (que esta no es un anuncio de cartón sino que es de verdad de carne y hueso) que ha sido la que me ha dicho que era la última cuando he pedido la vez. Y en medio del mayor desastre que os podáis imaginar consigo que me despache el delgado Delgado, después de haberme colado por delante de la señora de la cesta de la compra y me largo rápido a esperar a que vengan a recogerme en el coche porque estoy agotado de tanta aventura en la farmacia del delgado Delgado. Y ya está. Consigo alcanzar la meta y dejo atrás a un grupito de clientes luchando a brazo partido por conseguir lograr el despacho de sus recetas mientras Zenón Zeporro ha vuelto a conseguir colocar sobre el mostrador toda su colección que sigue, a pesar de las dos pérdidas, una colección muy completa de recetas y que ahora parece un montón de papelotes de esos que usan los niños y las niñas en los colegios para dibujar garabatos. Por cierto el delgado Delgado reparte lo que sea con tal de salir del paso y porque los garabatos de los médicos no los entiende. Así que, ya alejándome dentro del coche oigo lo último: !Señor Delgado que me ha dado usted pastillas de leche de burra en vez de pastillas para la tos!. Era el señor que se fuma todos los dias una completa fortuna pero de verdad. Y los más gracioso de todo es que yo sé que las pastillas que me obligan tomar no me sirven para nada porque soy igual de despistado tanto si me las tomo como si no me las tomo. En otras palabras, que estoy totalmente sano por dentro y por fuera pero que tengo que disimular y seguir el juego del que me manda tomar pastillas aún sabiendo los dos (él y yo) que no me sirven para nada porque soy igual que era desde que nací o por lo menos desde que tengo uso de razón y tengo que disimular y tomar las pastillas porque se ha puesto de moda la farmacopea por culpa de tipos como Zenón Zeporro de Tabarra de Arriba (y que por eso están todos ellos tocados de la cabeza desde su nacimiento). Pero yo le sigo el juego (sabiendo los dos que no me sirven para nada las dichosas pastillas porque siempre he sido, soy y seré igual de despìstado y un tipo sano por dentro y por fuera tanto tomando pastillas como sin tomarlas) no sea que por no tomar pastillas (que no me sirven para nada repito) me llamen "homínidus rarus" por no seguir la moda de la farmacopea. Y esto es lo más gracioso del asunto.
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