La ciudad enciende sus luces (Una invitacin a la Literatura).
Publicado en Oct 09, 2010
Un juego y una mirada convertida en campos de paz. Un imposible convertido en un rapto genial de la mujer amada. Un rocambolesco recorrido por el cuerpo físico de la portadora de la vida. Un detenerse en los labios como costumbre milagrosa. Un contemplar sus formas femeninas como configuración de un terriotrio pintado con el idealismo de su magia. Un amar en la sombra del Destino. Un recuperar la calma introduciéndose en su alma a través de la razón de la Fantasía. Un tenerla entre los brazos con toda su belleza en los minutos. Un entrar sigiloso, como ilusionista repartiendo misterios, en el cuerpo de la mujer amada. Un vivir por ella en el centro concéntrico de esta vida. Un abrir los ojos y tenerla para siempre.
La ciudad enciende sus luces de plata sobre el cemento de los sueños de albas llenas. Camino por todas los cruces de este único momento en que se apagan las penas. Un hervidero de viento sacude a las palmeras. Son las horas primeras de existencia y sentimientos. La ciudad se está alumbrando mientras hay poetas que, andando, caminan con sus pensamientos. Yo siento tus ojos como la candela que en forma de nueva estela me va dirigiendo el sediento afán de ser sólo hiedra adosada a tu firmamento. La ciudad está amaneciendo y yo sigo aún venciendo en medio del pasatiempo que es eeste medir el tiempo con nuevos sueños naciendo. Y presiento cómo se abre el pensamiento entre el verde rododendro y la rosa roja de acento azul, verde y amarillento, como el alma va por dentro. Me centro en la luz... y consiento que los gorriones me nombren en todo isntate tus nombres ante la paz en movimiento. Me siento en las escalas del mundo y me hundo mientras en el concierto de las cláridas madrugadas sueño yo con las baladas que en tu rostro hacen asiento donde descansan mis enamoradas palabras de luc y viento. Hay en tu balcón un sueño que me hace ser el dueño de tu cuerpo real y cierto. Acierto a medir esta distancia muentras en la verde acacia despierta el gorrión su cierto batir de alas hacia tus labios rojos y abiertos. Te beso con el afán de mi aliento convertido sólo en verso extendido en el Universo. (para mi esposa Liliana "Lina" De los Ángeles) (Recordando a Juan Ramón Jiménez).
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