De los canales a Canalejas-18 (Madrid) Sólo para futboleros y futboleras. Diario
Publicado en Oct 14, 2010
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Mi última temporada en el Tranferencias BHA-OP de Fútbol-Sala también fue inolvidable. En ella se vio que seguíamos siendo cada vez un equipo más difícil de batir y conseguíamos alcanzar triunfos inolvidables. Éramos, por ejemplo, "las bestias negras" (se dice así a los equipos que le tienen tomada la medida maotro) de equipos como el Leganés (que era un buen equipo y el de Cachán, que era mucho peor que el nuestro a pesar de éste, de Cazorla y de Moneo). Recuerdo que lo pasábamos en grande cuando José Luis Arana, el veterano ex jugador del BHA Profesional, portero de nuestro equipo y yo, bromeábamos cuando al terminar algunos partidos con nuestra portería imbatible yo le aleccionaba diciendo que "hoy has sido el portero más imbatido del Universo". Ganásemos, empatásemos o perdiésemos cada vez era mayor nuestra empatía colectiva. Además llegó al equipo José Luis Garijo que formó una dupla en defensa que me ayudó mucho en las tareas de líbero pues me guardaba fenomenalmente bien, a pesar de su poca técnica, a cubrirme las espaldas cuando tenía que salir a atajar algún balón o a la hora de subir al ataque. Esas subidas mías eran las que le hacían gritar a Arana: "¡Pepe vuelve aquí, baja rápido a defender!". Yo le tranquilizaba inmediatamente pues aunque la jugada terminara en gol o perdiese alguien de mis compañeros el balón, yo bajaba ipso facto a la defensa para defender nuestra portería con la inestimable ayuda de José Luis Garijo. Entonces, hasta José Luis Dueñas consiguió aprender a tirar a puerta y meter algún gol.

Pocos goles metió Dueñas pero los que hizo le valían por todo el sacrificio derrochado en la cancha de juego. También utilicé jugadas de picardía como la que le gastamos Andrés Castillo y yo a los enchufados de Serrano. Nos metieron uno de falta cuando todavía estábamos colocando la barrera. Pero en ese mismo partido, pocos minutos después, le devolvimos la estratagema. Le avisé a Andrés que estuviese atento, le toqué al balón cuando ellos estaban todavía colocando la defensa y Andrés metió gol. "Quien a hierro mata a hierro muere" pensé para mis adentros. El problema era la llegada de Enrique "El Facha" que mucho alardeaba de saber jugar pero resultaba muy ineficaz a pesar de que yo le repartía balones incluso más que a nadie. Los demás se defendían como podían, pero seguían, partido tras partido, ganando autoestima.

Los del BHA Fútbol Sala de la Liga Interbancaria hicieron un llamamiento al mejor jugador que cada equipo eligiese libremente de entre sus componentes. La base del equipo era, otra vez más, los enchufados de Ordóñez. Surgieron celos en Mariano Garijo para ser él el designado por Transferencias pero no... mis amigos de verdad me dieron los votos a mi. Y me presenté en el BHA Fútbol Sala de la Liga Interbancaria aunque, cuando ví quiénes lo componían, sabía que voluntariamente me iba a marchar otra vez a elegir la libertad. Jugué sólo dos partidos con ellos. El primero fue todo un éxito y me dijo el nuevo entrenador (mucho más joven que Ordóñez) que yo sería el líbero titular del equipo. Y sólo porque mi labor había contribuido a batir al primer rival.

Pero el segundo partido lo perdimos y me echaron la culpa a mí por un involuntario gol en mi propia meta cuando bajé a defender. El balón golpeó en el travesaño y dio en mi cabeza sin querer entrando la pelota en mi portería. Yo no era culpable pero aquellos compañeros que ni eran compañeros ni amigos, me echaron la culpa a mí. E incluso el segundo gol, que marcó un rival desde el medio del campo (lo cual demuestra que fue culpa de otro el no tenerle bien marcado) y que le entró entre las manos al mal portero llamado Cortés (le decían Tony Curtis) también dijeron que era culpa mía cuando la verdad era que el responsable (yo no hablo de culpables en estos casos) fue el que dejó que el rival disparase desde tan lejos y, en último caso, lo fatal que jugaba Cortés de portero (ya no estaban ni Escalonilla, el verdadero portero bien experimentado, ni Saturnino, arrepentido de anteriores traiciones).

El caso es que me lo dijo un viejo aficionado que seguía todos mis partidos. "¡Juegas más feliz con los tuyos!". Y era verdad. Así que decidí nunca más volver a aquel equipo de fútbol-sala de los prepotentes aun cuando la única jugada de mérito la hice yo dando un balón cruzado y en profundidad que me parece que terminó en gol a nuestro favor o si no terminó fue por fallo lamentable del delantero. Decidí no volver más. No me echaron del equipo y esperaban que volviese alguna vez, pero lo mío era jugar con los humildes para seguir levantando sus autoestimas. En aquel BHA-Fútbol Sala ni me necesitaban ni yo les necesitaba a ellos.

Una anécdota curiosa es que en un partido amistoso jugué contra mi propio amigo José Luis Arana quien pudo comprobar, por experiencia propia, que sabía meter goles con clase. Recibí un balón de espaldas cuando estaba férreamente marcado por un defensa, le amagué hacia la derecha, le desequilibré con dicho amago, y giré rápidamente hacia la izquierda tirando con la diestra. A eso se le llama "recorte" en el fútbol. El balón dio en el poste y rebotó en el cuerpo de Arana entrando en la portería. Éste se enfadó con su defensa: ¡por qué le has dejado que me fusile!. No llevaba razón. El defensa no me había dejado disparar, fue mi astucia la que le desequilibró y me dio ángulo de tiro.

Y también queda otra anécdota, ésta más bien amarga, de aquella mi última temporada en Transferencias (equipo que aquel año se disovió para siempre). Fue, otra vez, los celos de Andrés Castillo y la envidia de Javier San Martín que le dijo a su primo (eran primos hermanos entre sí) que yo jugaba en el puesto más cómodo del equipo (cuando quienes saben de fútbol-sala saben que es el puesto más difícil tanto para lo bueno como para lo malo, el más sacrificado. Le dijo: "Yo soy capaz de hacer lo mismo". Y no lo dijo en un partido fácil. Nos estábamos enfrentando al Santa Engracia, uno de los Campeones de aquellos Torneos Internos del BHA y estábamos todavía con el partido tan equilibrado que el marcador era de 0-0. Nunca se sabrá si de haber permanecido todo el partido en el terreno de juego habríamos ganado, empatado o perdido, pero cuando Andrés Castillo me sustituyó alegando que yo estaba cansado (le dije sinceramente que no tenía ninguna clase de cansancio y que me sustituía por sus celos y la envidia de Javier), el rival Bustos (líbero y líder del Santa Engracia) lo dijo bien alto: !Ahora!. !Ahora que le han sacado del campo les ganamos!. Se refería a que el duelo, ante mi ausencia, ya era una victoria cantada para el Santa Engracia.

Efectivamente; con un Javier deambulando por el campo sin saber dónde se debe situar un líbero y ante la desesperación de Arana, el Santa Engracia marcó 3 goles seguidos antes de llegar al descanso. Otra vez los "lloros" de Andrés Castillo y, sobre todo, el enfado de Arana y otros compañeros que no querían seguir jugando si yo no entraba a jugar de nuevo, hizo que me pidiese que no me fuera y jugara la segunda parte. Yo le dije bien en serio: "Jugar voy a jugar para evitar una goleada de escándalo pero que pienses que me voy a esforzar para al menos empatar el partido estás muy equivocado". Sólo me limité a defender la portería de Arana y no recibir el palizón que hubiésemos recibido de haber seguido jugando Javier en el puesto de lñibero. Fue tal el escarmiento que recibiñó Javier que nunca más volvió al equipo. A Andrés también le di otro escarmiento cuando nadie quería ponerse, un día, de portero ante la ausencia de Arana. No qusieron ni ecarlo a suertes. Yo le sprometí que defendería la portería jugando de portero sólo la primeraq mitad y que la segunda le tocaba a otro hacerlo. Andrés, muy taimado, y viendo que yo había matenido la portería imbatida, dijo que siguiese yo de portero todo el partido. Le mandé la carajo. Yo habías cumplido con lo prometido. Ahora le tocaba a otro hacer lo mismo. Al final, Andrés se puso de prtero y nos metieron una goleada. Fue otra lección que no olvidará jamás. En otra ocasión jugué todo el partido de portero y mantuve la puerta imbatrida cuando íbamos ganando 1-0 pero en una jugada desgraciada, cuando había parado el balón y se lo eché a Mariano Garijo, éste que solía jugar siempre muy despistado, no me entendió y nos emaptaron a 1. Hasta nuestro seguidor acérrimo; un hombre desconocido que siempre veía nuestros partidos se lamentó de aquel lance. El caso es que tampoco perdimos, sino que empatamos a 1 cuando teníamos el partido prácticamente ganado. Otras veces luchaba por defender los ataques de los rivales y llegué a realizar un despeje que hizo época. Me había rebasado ya el jugador rival pero extendí la pierna derecha y rocé lo suficiente el balón para mandarlo a córner, hasta Fernando Moreno, que era un suplente, admiró aquella jugada. La otra fue todavía más espectacular. Con Machón dispuesto a fusilar ante mi portería desguarnecida (el portero estaba en el suelo y yo también) levanté la pierna derecha y allí se estrelló el balón, saliendo rebotado hasta el centro del campo. Fue tan inusitada que hasta el mismo Machón reconoció que había sido sensacional. Yo ante los halagos seguía guardando silencio... pero en mi interior sólo se los brindaba a mi Princesa. Eso era lo único que me importaba e interesaba de mis partidos de fútbol 11 y mis partidos de fútbol-sala. Lo demás lo consideraba vanidad de vanidades, como muy bien dice la Biblia, y yo jamás caí en dicha vanidad. No me importaba en absoluto si a Esteban, uno de los defensas de un equipo rival, le gustaba o no le gustaba mi forma de jugar (para ser sincero a mí no me gustaba tampoco la suya porque le consideraba un simple "trotón" de fuerza física pero con pocas ideas iamginativas aunque nunca se lo dije por respeto). A mí sólo me interesaba seguir siendo como era y como soy. Un futbolista "Made Independent and collective I itself simultaneously" y dejar de pensar en cualquier mujer excepto en mi Princesa y mis dos princesitas.
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