Esthercita
Publicado en Oct 16, 2010
Era la “rusita” Esther, oriunda de Villa Crespo,
única hija de Levín, dueño de medio Palermo, usurero, prestamista, un esclavo del dinero, Esther Rebeca Levín, se encargaba de cobrar, después de estudiar violín, las rentas de su papá que apilaba con esmero, en un viejo maletín. Don Jacobo, controlaba y volvía a reinvertir. Jacobo Abraham Levín, ya ni podía caminar, encomendó a su hija Esther, patear hasta el cafetín, su última adquisición, a cobrar el alquiler. Negro día para Esther y para Jacobo fue. Esthercita conoció, tenía que suceder, al verdugo de su raza y de su forma de ser. Con su pinta de bacán, guapo varón y altanero, la acabada y fiel versión: “Lobo con piel de cordero”. Al conocerlo Esthercita, en el viejo cafetín, sus defensas claudicaron. Entregó hasta el maletín y las demás pertenencias de don Jacobo Levín. Del patatús que le dio al enterarse del hecho, don Levín perdió el control, la salud y su derecho. El cafiso, como un rey, en la mansión de Palermo, se pasea por el parque, sin ningún remordimiento. Esthercita, si los tiene, cuando el fiolo no la ve, una lágrima salada, rueda por su fina piel, la seca con su pañuelo, finge que todo está bien. Hasta el sótano oscuro, donde guarda su violín, por no romper la armonía, a hurtadillas se desliza y de Brahms, a don Jacobo, dedica una melodía
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