EL EXPERTO
Publicado en Oct 17, 2010
Francisco González tiene unos cuarenta y cinco años, retacón, de tez trigueña y de hablar pausado. Es un hachero pobre, hijo de campesinos pobres y con abuelos más pobres aun, tiene un linaje de servilismo y penurias que se pierde en el tiempo. Sin mas instrucción que aquella que le permite deletrear con Lentitud el titular en un periódico o garabatear con mano temblorosa y letras grotescas su nombre y apellido como firma.
Lo miraba con respeto y admiración, el a su vez me observaba de a ratos de reojos como a un bicho raro. No hablaba y tampoco yo. Pasamos más de una hora en silencio, solo roto por los golpes de su herramienta y el trino de las aves. Cundo por fin culmino su labor quedo al descubierto una obra, fruto de la maestría. Un poste para alambrado, alisado con estilo acordonado. Dejo el hacha y seco la transpiración de su rostro con un trozo de lienzo, luego me interrogo. ¡Patrón! ¿Qué le agrada tanto de este palo? ¡No es el palo en si, es el trabajo que ha hecho en el! Todos los días hago de seis a ocho postes y nunca me parecieron más que trabajo y el dinero que representa su hechura. ¡Este es bellísimo! El poste que termine de alisar no es común, ya que rara vez se halla un ejemplar ‘muerto en pie', o sea un árbol seco, que de el grosor y además no esté muy torcido. El palo desprovisto de vida estaba liso, pero para dejarlo mas presentable, había tallando pequeños eslabones, como si fueran varias cadenas juntas en sentido longitudinal. Esto es arte! En todas las labores hay algo artístico, solo hay que saber observar. Puede ser mas especifico? Venga y le mostrare algunas cosas. Allí fuimos por un sendero que nos condujo a su rancho y fue mostrándome elementos hechos con habilidad y esmero explicándome sus usos y orígenes, cada tanto interrumpía el relato para señalarme detalles básicos de su labor. El secreto es saber elegir el árbol, que no sea ‘renuevo', pues de ser así tendría en ‘corazón' muy fino y no daría la ‘medida de ley'; además hacer los cortes para que caiga donde uno quiere, independientemente de su inclinación natural, para evitar que quede ‘carayá'. A esos términos incomprensibles para mí del dialecto montaraz, lo acompaño con gesticulaciones y muestras en el terreno. En cuanto a mí, tengo una galería de arte donde periódicamente presento obras de artistas plásticos que combinan técnicas y materiales diversos. Esa muestra fue particularmente especial porque cumplimos cinco años de indiscutido éxito y queriendo darle un toque revelador fue que inicie esa gira para ver a los artistas en sus cotidianeidades y así por varios días deambulamos por las ciudades vecinas. Aunque halle bastante material interesante, como aquel joven pintor que lograba impactar al observador no solo con los tonos, ya que reconfortaba el sentido del olfato con los aromas que se desprendían de sus trabajos. Con sutileza maceraba los diversos colores con las esencias aromáticas diluidas, con esto pintaba formas modificadas de frutas las que presentaba con aromas reales logrando resultados muy subjetivos. Sabiendo que aun no encontraba lo requerido, mi chofer con sorna se refería al tema como ‘el eslabón perdido del arte', cuando ocurrió lo que faltaba, un desperfecto mecánico para coronar el viaje. Allí quedamos bajo unos Eucaliptus mientras él y otro trataban de repararlo. Leía en el asiento trasero una novela algo densa cuando decidí salir a caminar por las inmediaciones, el día era fresco, el lugar poco poblado y confortablemente silencioso. La ruta separaba los surtidores de la venta de combustible por un lado, la despensa y bar, que servía de apeadero a los usuarios del trasporte de pasajeros, por el otro. Me dirigí hacia allí y al de trasponer la entrada me sumergí en un espacio con aromas antiguos, el tiempo había quedado aprisionado entre sus estantes atiborrados de latas de conservas y botellas viejas con etiquetas ilegibles; los juguetes que pendían en sus bolsas plásticas, parecían infinidades de gruesas raíces que emergían del techo, todo cubierto por una fina capa de polvo que unificaba los colores en un gris triste, como los listones de madera que conformaban el piso. Sobre la pared, detrás de la barra, estaba sobriamente enmarcada una copia en papel de la fragata ‘Bóreas' de Derek Gardner, que luchaba por permanecer entre el abandono y las moscas que defecaban sobre sus velas ya no tan gloriosas. Antes de retirarme compre un paquete pequeño de galletitas merengadas y una gaseosa chica. Deambule comiendo con pausas hasta que oí el sonido como de un címbalo de madera, era del hacha golpeando el palo seco, provenía claramente del umbral de la espesura hacia donde me dirigí. Cruce el amplio espacio destinado al rodeo de maderas, en el cual aun se conservaba en un lugar apartado y oculto, entre las hierbas amorronadas visiblemente quemadas por las heladas de las últimas noches, algunos tramos de vías del ferrocarril, alma del otrora movimiento maderero en épocas de bonanzas, lentamente corroídos por el oxido y el olvido. Al arribar conocí a Pancho. Anoche inauguramos la muestra con bastantes obras y visitantes. En el centro del amplio salón y bien iluminado estaba el poste en forma vertical y sujeto sobre los rezagos y astillas que le habían quitado. Acompañado por una placa que expresaba el titulo ‘Arte Primordial'- escultor: Francisco González. A la par de esta, un atril con folletos en el que se podía apreciar la biografía y fotos de otras obras de este nuevo escultor. Tuvo una buena acogida, ese poste para alambrar finamente tallado, dejo un mensaje del arte sin rebusques, hallado por casualidad al observar los elementos cotidianos.- FIN.- 2009 ----- Buenos Aires (Argentina) Certamen Internacional- Antología -- «Argentina En Versos y Prosas». XXXVII CERTAMEN LITERARIO NACIONAL E INTERNACIONAL 2009 -Raíz Alternativa Ediciones
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