Doña Inés y "La Paca" - capítulo 3 (Novela).
Publicado en Oct 21, 2010
Prev
Next
El día siguiente era precisamente feriado. Se celebraba el 1 de Mayo o Fiesta de los Trabajadores y Doña Inés, con sólo 31 años de edad, se encontraba mucho más joven y bonita que nunca; a pesar de que no pudo dormir en toda la noche pensando en donde se encontraría su hijo Miguelito que no había ido a casa; cosa que comprobó cuando, al sonar las ocho de la mañana, fue a despertarle a su habitación. Joven y hermosa pero cansada, bastante cansada de tanto soportar a un esposo infiel y borracho y a un hijo perdidametne drogadicto sin remedio alguno, bajó a la cocina a servirse un café caliente con tostadas. Allí se puso a hojear un panfleto que encontró sobre la mesa. Era sobre la famosa masacre de Haymarket. Leyó para sus adentros intentando recrearse en imaginar, uno por uno, a aquellos mártires de Chicago.

"El lunes 3 de mayo un hecho empezaría a torcer el curso de los acontecimientos. En una reunión de 6000 estibadores en huelga, mientras hablaba August Spies, un grupo de 200 trabajadores se separaron del acto con el objetivo de presionar a los rompehuelgas, que en ese momento salían hacia sus casas. Quince minutos después aparecieron más de 200 policías que iniciaron un combate en las calles que terminó con 4 obreros muertos y muchísimos heridos. Spies y sus compañeros llamaron a una manifestación para el día siguiente en la plaza Haymarket, en el sur de Chicago. A la concentración fueron más de 3000 trabajadores y concurrió el alcalde de la ciudad, con la intención de garantizar la calma. El alcalde se retiró cuando hablaba el último orador, Fielden, e inmediatamente después la policía, comandada por el inspector John Blonfield (odiado por los obreros de la ciudad por su brutalidad represiva) irrumpió en la reunión con 180 policías. Fielden intentó detenerlos alegando que era una reunión pacífica. Estaba parlamentando con los jefes cuando alguien arrojó una bomba contra los policías, hiriendo a 66 (7 de los cuales murieron). La policía disparó contra la multitud matando a varias personas e hiriendo a 200. La zona se volvió un infierno, las farmacias se llenaban de gente herida. A este episodio se lo llamó la "masacre de Haymarket". Nunca se aclaró quién arrojó la bomba. La hipótesis más fuerte es atribuirla a una provocación policial. Lo transparente fue el curso posterior de los hechos. La patronal y la prensa a su servicio salieron a hacer una campaña contra los "anarquistas extranjeros que quieren destruir América". El grupo dirigente del Sindicato Obrero Central estuvo inmediatamente sentado en el banquillo de los acusados. August Spies, Michael Schwab, Adolph Fischer, George Engel, Louis Lingg, Albert Parsons, Samuel Fielden y Oscar Neebe fueron sometidos a juicio. La elección de los acusados fue política. Dos de ellos ni siquiera estuvieron en la manifestación de Haymarket, otros se habían retirado antes de la refriega. Lo que estaba en juicio eran las ideas políticas de estos militantes, cosa que fue dicha explícitamente por la acusación en varios tramos del juicio, plagado de vicios legales, falta de garantías, testigos falsos y demás catálogo de violencias y trampas a que fueron sometidos los compañeros. La índole fraudulenta del juicio fue tan evidente que, aun en medio de una ensordecedora campaña nacionalista contra los "terroristas extranjeros", el jurado no se atrevió a condenar a muerte a todos los acusados, como era la intención primera de los organizadores políticos del juicio. El 11 de noviembre de 1887 Spies, Engel, Fischer y Parsons fueron ahorcados. Unos días antes Louis Lingg se había quitado la vida en su celda. A partir de ese momento fueron conocidos como los "mártires de Chicago" y reivindicados como héroes de la clase trabajadora internacional durante muchos años. En su funeral desfilaron más de 25.000 trabajadores. Los otros compañeros (Fielden, Schwab y Neebe) pasaron largos años en prisión hasta que el peso de las mentiras acumuladas obligó a una revisión del proceso que concluyó con la libertad de los tres sobrevivientes".

Mijas amaneció con un sol radiante. A los 70.432 habitantes de la localidad, se habían sumado casi otros 50.000 turistas venidos del resto de España y bastantes extranjeros de diversos países. Los Hoteles Tsh Mijas, Puerta del Sol, El Escudo de Mijas y Tamisa Golf, más el Hostal Radossan, se encontrabam ya completamente llenos y muchos visitantes fueron a albergar en improvisados campings en los alrededores del llamado Pueblo Blanco de Andalucía por sus bellas casas y chalets de color blanco como la nieve.

Desde su hermosa finca-chalet de la calle Arrieta de Campanales hasta el Camino viejo de Coín, aquel abigarrado barrio de las calles Avenida Miguel Hernández, Calle de Velázquez, Avenida de las Margaritas, Calle Río Guadarranque, Calle Río Andarax, Calle Río Guadalteba, Callae Alaminos, Calle Padrón, Calle Río Aguas, Calle Río Vélez, Avenida de los Lirios, Calle Río Guadiana, Calle Río de las Posadas, Calle Ciprés, Camino del Albero y Avenida de los Geraníos, se había convertido, de la noche a la mañana, en un abigarrado y continuo discurrir de personas que, en voz alta, aturdía la mente de Doña Inés. Hasta que decidió llamar al mozo de la cuadra.

- ¡Moncho!.

Éste, siempre tan servicial con su señora, se presentó inmediatamente en la cocina pidiendo con educación paso a la cocinera Clarisa.

- Me llama la señora, Clarisa.

- ¡Entonces a qué esperas tanto para pasar atontado!.

Clarisa estaba verdaderamente muy enfadada aquella mañana porque su novio había preferido ir de excursión con el grupo de estudiantes dirigidos por el Maestro Teodópùlos, a la Playa del Bombo en burro-taxis.

- ¿Por qué no puedo ir yo contigo? -le había dicho ella.

- Porque sólo es una excursión exclusivamente para estudiantes de la Universidad a Distancia de Marbella... ¡compréndelo cariño!... no es por ir a ver si ligo con alguna de ellas; es que son órdenes del profesor de Filosofía, el gran Teodópulos de Atenas.

- ¡Pues a mí me parece que ese tal profesor griego y el dichoso Agustín que os tiene comidos los sesos, me dan la sensación de que son maricas!. De verdad, te lo digo. No me extrañaría que tuviesen amores entre sí.

- ¡Pero que bruja eres, Clarisa!. ¡Lo único que les pasa es que están enamorados de sus sabidurías!. ¡Se aman a sí mismos pero por separado!... ¿me entiendes, cariño?.

- Nada de nada. No os entiendo a nadie de ese grupo nada de nada. Y sigo insistiendo que sólo son un par de maricas que os quieren echar el ojo a más de uno.

- Pero mujer...

- Nada, nada... ¡vete si quieres con ellos y ellas pero a mí ya no me ves por lo menos durante un mes!.

- Pero no me hagas eso Clarisa que yo te quiero mucho!.

- Ya veremos cuánto me quieres cuando llegue la ocasión.

Y sin más que decirle se había metido en la cocina y ahora se encontraba verdaderamente enfadada, no tanto con Gervasio, que era un gran muchacho, sino con ella misma por no haber estudiado lo suficiente y poder gozar de aquellas salidas en grupo de los universitarios y las universitarias.

- Moncho, prepárame enseguida el caballo.

- ¿Su caballo blanco "Brincos", Doña Inés?.

- Pareces tonto, Moncho, y me da en la nariz que eres bastante tonto... ¿no va a ser el caballo negro "Bruto" del señor Don Antonio?.

- No discutáis por favor, que me duele hoy la cabeza y por eso prefiero cabalgar un buen rato a solas hacia el bosque. No tengo ganas de aguantar tanto bullicio sabiendo que mi hijo está por hay perdiendo el tiempo de un lado para otro sin aprovechar los estudios.

- Si yo fuese su padre, y perdone Doña Inés pero no quiero que piense mal de mí ni se me ofenda, ya le habría puesto a trabajar de picapedrero en las minas de piritas de Carratraca. Porque, y vuelvo a pedirle perdón, Doña Inñes, su hijo de verdad que, hablando de minas de piritas, está un poco pirado con eso de haber entrado en el mundo de las drogas.

- ¡Cállate bruto!. ¿No ves que produces dolor en el corazón de la señora?.

Doña Inés sonrió.

- No, Clarisa, no. Yo comprendo muy bien a Moncho. Es un sencillo hombre de pueblo pero sabe bien lo que dice. Sin embargo mi hijo, todo un señorito millonario, a sus solo 15 años de edad está ya para el arrastre si Dios no lo remedia.

- Doña Inés, perdone que intervenga, pero Dios puede ayudar sólo a los que se dejan ayudar y su hijo no es precisamente de esa clase de muchachos. No sabe lo que tiene con una madre como usted.

- Si. Es cierto, Moncho, pero sabe muy bien la clase de padre que tiene.

Las lágrimas le corrían por el rostro de Doña Inés.

- Doña Inés... no ha sido mi intención haberla hecho llorar. Es usted aún más bonita cuando llora que cuando está seria... pero mire... si necesita mi ayuda yo le acompaño en el viaje montando a "Bruto".

- Pero mira que eres bruto te repito otra vez... ¿no ves que lo que quiere Doña Inés es pasar unas horas a solas?. Las mujeres sí nos entendemos mutuamente sólo con la mirada pero lo hombres, sobre todo los paletos e ignorantes como tú...

- Está bien. Nada de peleas en esta casa. Ya se me ha pasado del todo. Es verdad que quiero pasar unas horas a solas. Quiero leer un rato para olvidar todo.

- Señora... no se lo han querido decir nadie para no molestarla por lo de su hijo... ¡¡pero hoy ha sido un hermoso ramillete de claveles de un rojo subido, de los llamados Dianthus!!.

- ¿Cómo sabes tanto de flores, Clarisa?.

- Porque no soy tan bruta como tú.

- !No empecéis de nuevo a discutir!. Coje los claveles y ponlos junto a los demás ramos. Los que se vayan marchitando dile a Clara que los tire al cubo de la basura pero los que todavía estén lozanos y brillantes que los riegue y los deje florecer. No tengo ni idea de quien pueda ser. Sí... es un poco molesto esta especie de persecución... pero en el fondo me gusta. Claro que cuando le pongan la mano encima va a conocer lo que es estar unos buenos cuántos años en la cárcel. Pero... por otro lado... esto... ¡qué estoy diciendo!... nada... nada... bobadas de una simple romanticoide. No me hagáis caso si me veis de nuevo llorar. Es que este día, el 1 de mayo precisamente, me pone demasiado nerviosa, romántica y nostálgica de aquellos tiempo pasados.

- ¡Pero si es usted jovencísima, señora Doña Inés!. ¡Joven, bonita y hermosa!. No me extraña nada que haya hecho enloquecer de amor al misterioso "Señor de las Flores". ¡Míreme a mí!. ¡Yo sí soy viejo de verdad!. ¡Tengo ya 84 años de edad pero me encuentro de ánimo cómo si tuviera 48!. La edad nace del corazón y se extiende por todo el cuerpo. Por eso es usted cada más preciosa.

- No te pases, Moncho, no te pases... que como se entere Don Antonio...

- ¡Venga!. ¡Dejemos ya de hablar!. Ensilla el caballo que tengo ya ganas de salir cuanto más lejos mejor.

- Pero... ¿se va a ir demasiado lejos, Doña Inés?.

- No, Clarisa. Solamente al bosque de El Limonar, a leer un poco un libro que sea algo alegre y así poder recuperar mis ganas de seguir viviendo.

- No diga eso, que se me parte el corazón. ¿Y qué libro ha escogido usted?.

- Aquí lo llevo dentro del bolso de mano. Es de un escritor desconocido. No os puedo decir su verdadero nombre. Sólo lo firma con el seudónimo de Zeta-Zeta. El libro se llama "Por esos pueblos del Wayne". Por lo menos me hace sonreír, que es de verdad lo que necesito ahora mismo.

- Y yo que he oído en algún lugar ese nombre de Zeta-Zeta...

- Sigues igual de burro. !Claro que has oído el nombre de Zeta-Zeta!. Pero no es precisamente Zeta-Zeta Jones quien ha escrito este libro. ¿No ves que este Zeta-Zeta, según se ve en la portada, es un hombre joven. Sí. De acuerdo que Zeta-Zeta Jones está buenísima según dicen los machistas como tú... pero este Zeta-Zeta... ¡caramba!... ¡qué atractivo resulta en la fotografía!.

- Venga. Dejad de seguir discutiendo. Tú, Clarisa, ya sabes que tienes que pedir a Clara que haga el favor de acomodar ese ramo de claveles rojos en donde pueda; y tú, Moncho, ya deberías tener preparado a "Brincos".

Tanto Clarisa como Moncho realizaron rápidamente lo mandado y a los pocos minutos después, Inés salía montada sobre su bello corcel blanco siendo la admiración de todos los que la veían pasar.

A la Playa del Bombo, montados en los humorísticos burro-taxis, habían llegado ya los alborotadores jovencitos y jovencitas que estudiaban a través de la Universidad a Distancia de Marbella. Los que soñaban con ser los futuros pensadores de la sociedad andaluza; tal como lo habían sido Séneca, Maimónides, Averroes, Fernán Pérez de Oliva, Sebastián Fox Morcillo, Ángel Ganivet, Francisco Giner de los Ríos y María Zambrano.

- Cuando María Zambrano que, por cierto, de segundo apellido era Alarcón, decía que "la historia no es sino un diálogo, bastante dramático, por cierto, entre el hombre y el universo" con razón dejó a un lado a las mujeres... porque vosotras las mujeres, si no os habéis dado todavía cuenta, sois un completo y aburrido monólogo no histórico, por cierto, sino que yo diría más bien histérico.

Mercedes no pudo esperar más.

- Agustín, tú te crees el univeso... ¿no es cierto?.

- Mira, guapísima de cara, mi cerebro es tan genialista que me amo por el cerebro que tengo. Eso nunca se lo he visto hacer a ninguna mujer guapa.

- Será porque las mujeres guapas no te hacen caso... porque, para que sepas algo que me parece que no concoes, también María Zambrano que de segundo apellido era Alarcón, y eso lo sabemos todas, dijo que "el hombre es un ser escondido en sí mismo". Eso es lo que te pasa a ti cuando te reúnes con chicas guapas y, además, inteligentes. Te escondes en tí mismo para que no descubramos que, en cuestión de mujeres, por más que te empeñes en demostrarnos lo indemostrable, sólo sabes esconderte... ¿o no es cierto?.

- Yo diría que sí. Que a este Agustín, que tan a gusto se siente queriendo deslumbrar a las mujeres guapas, lo único que hace es esconderse como un misógino.

La intervención de Amparito hizo reír a todos menos, por supuesto a Agustín quien, no sabiendo encajar el golpe quiso cambiar de palo.

- Yo sólo os digo, guapísimas compañeras, lo que ya dijo Lucio Anneo Séneca antes de que viniese Jesucristo: "La mayor rémora de la vida es la espera del mañana y la pérdida del día de hoy" porque me parece a mí que hablar hoy con vosotras es una verdadera pérdida de tiempo. ¿Sabéis cómo os clasifico yo a las mujeres guapas?. ¡Pues en dos grandes grupos: las equinocciales y las gameloides!.

- Un momento chicos y chicas, un momento. A ver si podemos poner un poco de orden en nuestras ideas. Si empezamos de esta manera la tertulia mal vamos.

- ¿Es que tenemos que ir a alguna otra parte para saber que Agustín es un verdadero lider, Maestro Teodópulos?.

- No, Julita, me has entendido mal.

- Yo sólo he entendido que hay que poner un orden en la tertulia pero ¿podría usted decirnos qué orden puede haber en eso de clasificarnos en equinocciales y gameloides?.

- Julita... ni me comprendes ni me comprenderás nunca... porque entre un astro y un planeta siempre hay una diferencia abismal. Supongamos, y es verdad, que yo soy un astro... ¿qué son las mujeres guapas sino planetas dando vueltas alrededor de un astro como yo?.

- Yo no sé lo que opinarán el resto de los compañeros pero a mí me parece que hay hombres que confunden el querer ser un astro y pensar que todas trabajamos en un antro al servicio de ellos.

- ¡Muy bien dicho, Almudena!.

- No está bien querer encizañar una conversación, Samuel.

- Verá, Maestro Teodópulos. Aquí no se trata de encizañar nada. Aquí me parece que Agustín siempre nos intenta encandilar, y vaya que lo consigue, creyéndose todo un ángel como si fuese el verdadero Ángel Ganivet.

- Samuel... para que sepas algo de Ángel Ganivet que, por cierto, de segundo apellido se llamaba simplemente García, él fue quien dijo "Las verdades de los hombres tienen que ser como piedras y los cargos que ejercen, como cántaros: pase lo que pase debe romperse el cántaro" que, dicho sea de paso, es lo que ocurre siempre con las mujeres guapas.

- ¡Y no será que tú eres como las piedras y no conoces nada de lo que es una mujer guapa!.

- ¡¡Orden, por favor, orden, señorita Mercedes!!. Si esto va a degenerar en una pelea dialéctica rompemos la baraja y se acabó el juego.

- Maestro Teodópulos... ¿y usted es descendiente de Aristóteles?.

- ¿Por qué me preguntas eso, Gervasio?.

- Porque si no me equivoco la democracia surgió en tiempo de los griegos.

- Pues sí. Surgió en los momentos esplendorosos de la Grecia Antigua.

- Entonces... ¿por qué no nos deja ejercer la democracia?.

- ¡Yo sólo pido orden y que escuchéis a Agustín que, realmente, es un verdadero filósofo completo!.

- Si es tan completo filósofo ¿por qué no nos explica a nosotras qué significa eso de clasificar a las mujeres guapas en equinocciales y en gameloides?. Porque me parece que equinoccial, según la Real Academia de la Lengua, significa relativo al equinoccio y hay por ahí ciertos estudios, para que se entere Agustín de que no está tratando con unas niñas tontas, que demuestran que el equinoccio tiene que ver mucho con Piscis y con Virgo. ¿Acaso estás insinuando, gran filósofo Agustín, que te pareces a veces a san Agustín de Hipona, que las que somos todavía vírgenes estamos piscis en eso que todos y todas sabemos que se llama sexualidad?.

Agustín se sintió verdaderamente molesto con Mercedes.

- No me has captado bien, Mercedes, lo que sucede es que no eres capaz de captarme bien.

- ¿Y para qué quiero yo captarte a ti si me sobran chicos para elegir y, además, qué quisiste decir en que otras somos gameloides?. ¿Se puede saber qué significa gameloide?.

- Pues eso está muy claro pero no me sabéis comprender bien. Gameloide significa "déjame entrar" y ya sabéis a lo que me refiero.

- ¿Quieres decir que la chicas guapas o somos unas puritanas o todo lo contrario?

- Pues aciertas. Eso está más claro que el agua.

- ¿Pero eso lo opinas porque eres muy inteligente o porque no te comes ni una rosca con una chica guapa?.

- ¡¡Mercedes!!. ¡Basta ya de atacarse los unos contra los otros!. ¡Hemos venido a disfrutar con la filosofía andaluza y no a salir enfadados todos!.

- Maestro Teodópulos. Que yo sepa aquí nadie está haciendo nada de eso de atacarnos los unos contra los otros. Es el siempre listo de Agustín el que nos quiere deslumbrar con sus seudofilosofías por ver si alguna caemos en su cama... ¿o no es verdad, Séneca de Mijas?.

- No. Yo no he querido decir eso. Me estás malinterpretando Mercedes.

- Y yo que, sin embargo, he entendido bien lo que has dicho tú y lo que te ha respondido ella...

- Vaya, Amparito... ¿a ti también te va la marcha nupcial?.

- A mí me va la marcha nupcial... sí, Séneca de Mijas, pero a ti me parece que te va la marcha atrás.

Todos soltaron la carcajada menos Agustín y el ya malhumorado Teodópulos de Atenas.

- ¿Qué estás queriendo decir con eso de la marcha atrás?.

- Que a ver si al final resulta que no eres muy católico por cierto, y conste que no lo digo yo y tampoco me refiero a religión alguna, sino que se rumorea por ahí que andas muy cerca, pero muy cerca del Maestro Teodópulos.

- ¿Es de extrañar que el amor haya preferido casi siemrpe el derrotero poético que el filosófico, querido y admirado Agustín sobre todo cuando te miras tú mismo al espejo?. Y conste que la frase no es mía sino de María Zambrano que, por cierto, ya sabemos que se apellidaba de segundo Alarcón y muchas gracias por hacernoslo saber.

- De nada, Julita, de nada. Para eso estoy a vuestro servicio... para que aprendáis a distinguir entre un hombre y otro hombre.

- ¿Puedes aclararnos eso?.

- Con mucho gusto, Almudena.

- Venga, tío, corta ya el rollo. Eso es más simple que el asa de un cubo. Por supuesto que un hombre es distinto a otro hombre y también una mujer es distinta a otra mujer.

- ¡Mira con las que nos sale Gervasio!. ¿No tenías que haberte quedado con tu novia Clarisa para disfrutar más de sus encantos que de mi sabiduría imposible de entender por el resto de los mortales?.

- De verdad, Agustín, que eres un verdadero lider... pero lider de hombres de paja.

- ¿Me estás llamando espantapájaros, Gervasio?.

- No. espantapájaros es demasiado. Te estoy llamando sólo espantajo.

- ¿Se puede saber qué os está sucediendo hoy, chicos y chicas?.

- Maestro Teodópulos de Atenas... yo no sé que haría usted... pero yo no le consiento a nadie que meta en estas nuestras zarandajas filosóficas a mi querida Clarisa. Porque si de reirnos toca puedo citar la famosa frase de Mamónides.

- Se llamó Maimónides, Gervasio.

- Es lo mismo, para mí, Mamónides que Maimonides. El caso es que dijo "La realidad aplaca lo imaginario como al frío la bruma." Y a mí me parece que este tal Agustín es, más que un imaginario social, un imaginario racial. O sea, un verdadero machista.

- !Se acabó, muchachos!. ¡Esto parece de verdad una batalla verbal en vez de un diálogo constructivo!. ¡Con razón es hoy el primero de mayo!. ¡Nos volvemos todos a Mijas a ver si la próxima vez nos compartamos como personas!.

- ¡Qué lástima!. Yo que había traído un balón para jugar a dar patadas a alguien...

- Que he dicho, Samuel, que por hoy basta ya. Quizás en otra ocasión todos seamos más racionales. Hala. Volvemos todos a Mijas y nada de burro-taxis ahora. Todos a caminar que es sano para la salud. Serán 10 kilómetros muy interesantes para caminar pensando porque, como dijo Francisco Giner de los Ríos: "Y así, los nuevos educadores en ningún momento tratarán de ser meros transmisores del saber, ni siquiera habrán de conformarse con la mera relación instructiva, sino que en todo momento será su ideal el formar hombres nuevos y esto significa atención a todas las facultades del hombre, físicas y espirituales".

- Debió decir hombres y mujeres, Maestro...

- No empecemos de nuevo Mercedes. Vamos a caminar 10 kilómetros en silencio porque hoy he aprendido algo nuevo: "Las mujeres guapas no son tan indiferentes como pensamos".

- Gracias, Maestro Teodópulos.

- De nada, Mercedes, de nada.
Página 1 / 1
Foto del autor José Orero De Julián
Textos Publicados: 7132
Miembro desde: Jun 29, 2009
0 Comentarios 490 Lecturas Favorito 0 veces
Descripción

Novela.

Palabras Clave: Literatura Novela Ficción Realismos conocimiento Libertad Verdad Cristianismo

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



Comentarios (0)add comment
menos espacio | mas espacio

Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.

busy