El Ratoncito Pérez (Cuento) por José Orero y Carla Orero.
Publicado en Nov 04, 2010
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Aquel era un día gris. Llovía en la ciudad de Quito y, además, Carla llegó del "Jardín Adonai" muy preocupada. Mamá Liliana la vio entrar en casa y sintió que Carla no se encontraba bien porque, siendo una niña tan alegre, aquel día no sonrió al entrar y dio dos besitos fríos a la mamá y a la abuelita Lucy; así que mamá Liliana se interesó por saber qué le sucedía. Observó que Carla masticaba lentamente la comida y que luego, sin mucho ánimo, se levantó de la mesa y comenzó a caminar nerviosamente por el salón. Mamá Liliana descubrió que Carla se miraba muchas veces en el espejo. Se acercó silenciosamente a ella y le preguntó. 
- ¿Qué sucede, Carla?. ¿Por qué estás tan triste hoy?.
Al principio, Carla no deseaba contar su preocupación, pero después no pudo aguantar más y se acercó a su mamá. 
- ¡Mamita!. 
- ¿Qué te sucede, Carla?.
Y la niña volvió a guardar silencio y a dar, de nuevo, vueltas por el salón. Pocos minutos después se acercó de nuevo a su mamá. 
- Mamita... ¿puedo contarte algo?.
- ¡Claro que sí, Carla! -le respondió la mamá.
Y entonces fue cuando Carla se abrazó a ella y comenzó a llorar. 
- Vamos... vamos Carla... dime que es eso que tanto te preocupa...
- ¡Es que... mira mamá... éste diente está flojo y se me va a caer hoy mismo!. 
Mamá Liliana, sonriendo, acarició a Carla y la sentó sobre sus rodillas.
- Te voy a contar una linda historia, Carla. ¿Deseas que te cuente una linda historia antes de dormir?.
- ¡Sí, mamita... me encanta oírte contar historias! -respondió la pequeña niña muy emocionada y mucho más alegre que antes. 
- ¿Sabes quién es Ratoncito Pérez?.
Y Carla, volviéndose a sentir preocupada por su dientecito, sólo movió la cabeza dando a entender que no. 
- Pues verás... cuando a los niños y a las niñas de tu edad se les cae un dientecito de leche... Ratoncito Pérez, que es muy bueno y sólo quiere que todos los niños del mundo sean felices, está muy atento para acudir esa misma noche y dejar, al lado de la almohada de sus camitas, un hermoso regalo. 
Carla escuchaba con los ojos muy abiertos, mientras la tristeza desaparecía de su rostro. 
- Pero... ¿sabes qué debes hacer para que Ratoncito Pérez venga esta misma noche?.
- No, mamita. 
Y mientras decía esto mostró a su mamá el dientecito de leche que acababa de caer...
- Tienes que coger ese dientecito, colocarlo bajo la almohada, cerrar los ojitos y dormir profundamente mientras sueñas con el más hermoso regalo.
Carla había quedado dormida en el regazo de su mamá.
A la mañana siguiente, cuando los rayos del sol alumbraban el dormitorio de la niña, ésta abrió sus ojitos. Había dormido de un solo tirón y había tenido un hermoso sueño en el que Ratoncito Pérez, todo de color azul, bajaba volando desde los cielos y dejaba, junto a la almohada, justo al lado de su cabecita, una hermosa muñequita junto con un gran paquete de caramelos. Entonces fue cuando Carla lo descubrió: ¡junto a ella estaba la muñeca y, al lado, los caramelos!. 
- ¡Leslie... Leslie... despierta Leslie...!.
Leslie, la hermanita mayor de Carla, despertó sobresaltada. 
- ¿Qué sucede, Carla?.
- !Mira Leslie... mira lo que me trajo Ratoncito Pérez!.
- ¿Quiéeeen? -preguntó Leslie todavía un poco dormida. 
- ¡¡Ratoncito Pèrez!!.¡¡Ratoncito Pérez!!.
E inmediatamente Carla buscó bajo la almohada. ¡Ya no estaba su dientecito!. Abuelita Lucy entró en el dormitorio de sus dos lindas nietas y Carla no pudo esperar más. 
- ¡Abuelita... Abuelita Lucy... mira lo que me regaló Ratoncito Pérez esta noche!. Y Lelie, tan contenta o incluso más que su hermanita, añadió: ¡Es verdad, abuelita Lucy!... Esta noche, mientras Carla y yo dormíamos, Ratoncito Pérez entró en la alcoba, se llevó el dientecito de mi hermanita y dejó, a cambio, esos bonitos regalos. 
Abuelita Lucy sonreía de una manera afable y feliz. 
- ¡Hay más! -dijo- ¡Yo vi a Ratoncito Pérez cuando se marchaba y sabiendo que tú eres la hermanita mayor de Carla y te comportas como una niña buena y educada, me entregó este otro regalo para ti!. 
Leslie saltó de la cama de un solo brinco, cogió el paquete y, con los nervios a flor de piel,lo abrió... ¡Allí estaban los queridos patines que siempre deseó!. 
- ¡Qué bueno es Ratoncito Pérez!... ¿verdad, Leslie? -dijo entonces Carla. 
Pasaban los minutos y llegaba la hora de ir al colegio. Leslie y Carla tuvieron que darse muchísima prisa para lavarse, peinarse, vestirse sus ropas escolares y bajar a desayunar. La alegría de las dos hermanitas era tan grande que no pudieron estar calladas. Hablaron... y hablaron... y hablaron... ¡sin parar!... de aquel bondadoso personaje que, tan gentilmente, les había obsequiado aquellos lindos regalos. 
- Papi... ¿tú has visto alguna vez a Ratoncito Pérez?.
A Papá José le pilló tan de sorpresa la pregunta de Carla que se atragantó al beber el café. 
- Vamos, José ¡cuéntales a las niñas el día en que viste a Ratoncito Pérez! -intervino Mamá Liliana mientras sonreía feliz ante los apuros del papá.
- Bien... ejem... esto ocurrió hace ya muchos años... cuando yo era un niño de la misma edad que vosotras...y el asunto fue que... ¡Dios mío!. ¡La hora!... ¡Tengo que salir rápido hacia la oficina!. Os lo cuento cuando vuelva. 
Y Papá José salió corriendo para poder coger el autobús y llegar a tiempo al trabajo, no sin antes haber dado un beso a Abuelita Lucy, Mamá Liliana, Leslie y Carla. 
Ya en el colegio, Carla no pudo callar por mucho tiempo la alegre noticia y comentó, con todos sus amiguitos y amiguitas -¡que eran muchísimos!- el suceso de Ratoncito Pérez. 
¡¡La que se armó!!. Rápidamente se formaron dos bandos. 
Unos decían que Ratoncito Pérez no existía y era sólo pura fantasía de Carla. ¡Algunos hasta afirmaron que Carla era una mentirosa!... pero otros, aunque más bien pocos, creían la historia. 
Entre los amigos comunes de Carla y Leslie destacaban sus primitos Andrea y Krister. Andreíta era partidaria de creer que Ratoncito Pérez existía de verdad... pero Krister, porque creía que ser hombre era ser incrédulo, negaba tal cosa y era de los que dijeron que Carla estaba mintiendo para hacerse la importante. Por eso, al ir hacia casa de la abuelita Lucy -invitados para almorzar juntos- Krister molestaba a Carla. 
- Carla... ¿Por qué te inventaste la historia de Ratoncito Pérez?.
Carla no podía admitir que Krister no aceptase que Ratoncito Pérez existía de verdad y, menos aún, que por esta cuestión le llamase mentirosa delante de todos. Ratoncito Pérez existía y había dejado para ella, la noche pasada, lindos regalos junto a la almohada de su cama y, es más, había entregado a Abuelita Lucy otro regalo para Leslie.!. 
- ¡Krister... yo nunca he mentido y no pienso mentir jamás!. Creas o no creas en Ratoncito Pérez... es verdad que existe y tanto mi abuelita como mi papá lo han visto!. 
- Yo... lo que no veo no lo creo!- sentenció Krister. 
- ¡Ah, siiiií! -intervino entonces Leslie- Pues yo creo en Dios y, sin embargo, no puedo verlo!.
Entonces Andreíta, que había permanecido muy callada todo el tiempo, dio su opinión: Yo creo en Dios y también creo en Ratoncito Pérez porque son dos cosas en las que vale la pena creer. 
- !No discutamos más!- rogó Carla.. Yo sé que si pido a Ratoncito Pérez... con toda mi ilusión... que aparezca; pues... ¡aparecerá ahora mismo!.
- !Ah, siiiiií!.¡Veamos si es cierto! -retó Krister. 
Ya en el jardín de la casa de la Abuelita Lucy, Carla levantó la mirada al cielo, que estaba muy limpio y muy azul, y comenzó a llamar: ¡Ratoncito Pérez, Ratoncito Pérez, asómate por favor!. 
Pero ni Ratoncito Pérez, ni nadie más, apareció por los cielos...
Fue entonces cuando Ktister afirmó que Carla sólo había soñado aquella historia. Carla estaba triste, pero tenía tanta fe en lo que defendía que siguió insistiendo, ahora más fuerte.
- ¡¡Ratoncito Pérez, Ratoncito Pérez, asómate por favor... para que Krister pueda ver con sus propios ojos que existes, que eres de color azul y que traes regalos a los niños que creen en ti y colocan los dientecitos de leche que se les caen, al lado de sus almohadas!!. 
- !Pero si los ratones no tienen alas para volar, Carla! -sentenció Krister- ¡Me voy, yo ya no quiero seguir esperando cosas imposibles. 
En aquel mismo momento en que Krister decidió dejar a las tres niñas plantadas en el jardín, y cuando se dirigía hacia el interior de la casa, Carla divisó un pequeño punto de color azul que volaba por los cielos. 
- ¡¡Espera, Krister... espera!!. ¡¡Mira allí!!. ¡Por allí viene algo que vuela! -gritó Leslie. 
- Yo también lo veo. ¡Y es de color azul! -confirmó Andreíta.
Krister se volvió hacia el lugar donde estaban sus amiguitas: Bobadas.¡Eso sólo es un pájaro!.
En efecto, era un estornino que volaba muy rápido... muy rápido... y que pasó por encima del jardín como un rayo.
- Viste, Carla... los pájaros vuelan porque tienen alas... pero ¿cuándo se ha visto aun ratón con alas?. !Sigo diciendo que la historia del Ratoncito Pérez sólo ha sido un sueño tuyo!. 
Las tres niñas quedaron calladas. Entonces comenzó a brillar muy fuerte el Sol y... ¡otro puntito de color azul surcó los cielos!.
- ¿Veis?. ¡Es otro pajarito! -dijo, todo ufano y victorioso, Krister. 
- No... no es un pajarito... ¡Tiene cola de ratón! -gritó Leslie.
- !Y bigotes de ratón! -gritó también Andreíta. 
- ¡¡Y también tienes alas... tiene alas...!! -exclamó Carla mientras daba saltos de alegría. Krister se puso muy serio y miró sin poder dar crédito a lo que veía; mientras aquel ratoncito de color azul bajaba hacia el jardín.
- ¡Lleva regalos en las manos! -seguía diciendo Carla- ¿Ves cómo no fue un sueño mío, Krister?. 
Ratoncito Pérez bajó, por fin, al jardín. Dejó dos grandes paquetes en el suelo y saludó.`
- ¡Hola niñas!, ¡Hola niño!. ¿Quién de vosotros me llamaba con tanta insistencia?.
- He sido yo... -dijo Carla. 
- !Ah... que agradable sorpresa... tú eres Carla, ¿verdad?.... y esta noche puse dos regalos al lado de tu almohada... ¿no es cierto?. 
-Claro que sí, Ratoncito Pérez, y quiero darte las gracias por esos regalos y el que hiciste a mi hermana Leslie.
- !Oh.. no hace falta que me llames para eso... porque yo sé que siempre me estarás agradecida y me recordarás con cariño durante toda tu vida!. 
-¿Y cómo puedes saber esas cosas, Ratoncito Pérez?.
- Porque conozco el sentimiento de los corazones de los niños y las niñas y sé de sus ilusiones, sus fantasías y sus sueños con los ojos abiertos...
- ¡Verá, Ratoncito Pérez! -intervino entonces Leslie- mi hermanita también le llamaba porque deseaba demostrar a Krister que sí existes. En colegio, la mayoría de los niños se han reído de ella y han dicho que Carla mentía para hacerse la importante. 
- Yo sé que Carla nunca miente. -dijo entonces Ratoncito Pñérez. 
Y luego continuó: Todos los niños y niñas tenéis la libertad de creer o no creer en mí... pero Carla no miente nunca y si dijo que yo existía pues ¡ya lo veis... aquí me tenéis!. A mí los que me dan pena de verdad son los que no creen.
- Yo sí lo creía -aclaró Leslie- pero Krister dudaba y decía incluso que era una mentira propia sólo de niñas y que los niños como son hombres no deben creer en esas tonterías. 
- ¿Qué importancia tiene que existan niños que dudan o que no creen en mí?. Peor para ellos. ¿Acaso eso me importa?. Para nada. En absoluto. La duda también es parte de la libertad.. pero me da pena de ellos. Vosotras creéis en mí y eso es suficiente para hacerme feliz... 
Luego se dirigió a Krister y le acarició la cabeza mientras preguntó: ¿Y tú crees ahora que existo o sigues negándolo?.
- ¡Perdón... señor Pérez!.`
- !Oh.. no te preocupes Krister!. Yo no puedo obligar a nadie a que crea en mí y además no soy el señor Pérez.
Al oír lo de Señor Peréz... Carla, Leslie y Andreíta se partieron de risa. 
- ¿No ves que soy un ratón?. 
- ¡Decir ratón y aparecer el gato "Pirracas" fue todo uno!. "Pirracas" se abalanzó sobre Ratoncito Pérez y lo atrapó con sus garras. 
Los niños quedaron muy asustados. No sabían qué hacer. Ratoncito Pérez intentaba escapar de las garras de "Pirracas" , pero el gato era mucho más grande y fuerte que él. Carla contemplaba, desesperada, la escena. 
- ¡¡Suelta a Ratoncito Pérez, "Pirracas"!!. ¡¡¡Suéltalo!!!- 
Pero el gato "Pirracas" no sólo no soltaba al ratón sino que se relamía los bigotes pensando en la suculenta comida que tendría para su almuerzo.
- ¡¡He dicho que lo sueltes!!. ¡¡Suéltalo ya!!- Y Carla, muy enfadada, se acercó amenazadora hacia "Pirracas", pero tuvo que retroceder, asustadísima, cuando el gato le enseñó los dientes mientras bufaba. 
-¡Así que no lo sueltas por las buenas, gato malo!. ¡Verás ahora cómo sí lo sueltas por las malas!... y rápidamente, sin pensarlo dos veces, Carla cogió una gran escoba que siempre tenía preparada Abuelita Lucy para barrer el jardín. 
- !!Toma... y toma... y toma...!!.
Carla comenzó a dar escobazos a "Pirrracas" y éste, que al principio seguía resistiendo, no tuvo más remedio que soltar a Ratoncito Pérez y, huyendo de la batalla, con el rabo entre las patas, saltó la tapia del jardín y se perdió, maullando de dolor, por los tejados vecinos. 
- 1Y como vuelvas por aquí te escaldo el lomo con un balde de agua hirviendo!.
El gato oyó ésto último y salió del barrio todo lo más rápido que pudo.
Cuando Ratoncito Pérez se repuso del susto recibido, pudo hablar. Y dijo así:
- ¡¡Gracias a Dios, Carla!!. Menos mal que ha sido muy rápida y oportuna!!. !Buf! !Menudo susto!... Si no llega a ser por ti ahora mismo estaría dentro de la panza de ese glotón. 
- !!Viva, Carla!!- le gritaron al mismo tiempo Leslie, Andrea y Krister. 
- ¡¡Viva Carla... la más intrépida de las niñas y los niños de este país!!. 
- ¡Un momento... un momento, niño y niñas!. No hagáis tanto ruido- imploró Ratoncito Pérez. 
- ¿Por qué? -interrogó Carla. 
- Bueno... eso ya lo sabréis cuando os convirtais en mayores...
Ratoncito Pérez guiñó un ojo mirando a Carla. 
- ¿Sabes una cosa, Carla?. Siempre recordaré que me salvaste la vida. 
Ratoncito Pérez dio un dulce beso a los cuatro.
- Adiós. Me voy porque he de llevar regalos a otros niños y niñas a los que se les ha caído un dientecito y tienen fe en mí. 
Levantó entonces el vuelo y desde el cielo se despidió por última vez. 
- ¡¡No os olvidéis de poner todos los dientes que se os caigan, debajo de la almohada después de haber pedido un deseo honesto y legal. ¡¡Si lo hacéis así y no habéis perdido la Ilusión, volveré a traeros bonitos regalos!!. ¡¡¡Adiós niños!!!. ¡¡Nunca os olvidaré!!. !Y no viváis nunca dentro de esas mentiras que os cuentan algunos adúlteros y adúlteras intentando deciros que la vida es lo que ellos dicen!. !Sólo son unos viciosos ignorantes y hay que tener lástima de ellos pero nunca les imitéis sus actos y seguid pensando que existo porque es verdad si soñáis con los ojos abiertos. 
Aquella noche, durante la cena familiar¡, Carla preguntó a su mamá.
- Mami... ¿por qué Ratoncito Pérez no queire que las personas adultas le vean?.
Mamá Liliana miró a Papá José y después miró a las dos hermanitas (Carla y Leslie).
- Dos cosas hijitas: No ha dicho adultos y adultas sino adúlteros y adúlteras y la verdad es que Ratoncito Pérez no necesita demostrar que existe. Él es así. Está tan seguro de sí mismo que da a todos (niños, niñas, adultos y ancianos) la libertad de creer o no creer en él.
Intervino Papá José.
- Yo puedo añadir que mientras existan niños y niñas en este planeta, existirá Ratoncito Pérez. Ahora bien, deben ser niños y niñas, o incluso adultos, con deseos de soñar y poseedores de un lindo corazón no viciado.
Aquella misma noche Krister tardó mucho más en dormirse que de costumbre, porque aprendió a soñar en cosas bellas y hermosos regalos; Leslie y Andreíta también tardaron mucho en dormir, porque se contaron -mutuamente- historias sobre Ratoncito Pérez; y Carla también tardó demasiado tiempo en dormir, puesto que se había hecho realidad sueños que siempre buscó: una muñequita con cara risueña como la suya y la comprobación de que Ratoncito Pérez existía en la verdad de todos los niños y niñas felices y quienes son como niños y niñas felices y que, además, estaba muy cerca de ella.
Al día siguiente, en el colegio, todos la vitorearon como a una heroína de cine, la aplaudieron y la nombraron CAPITANA DEL CLUB DE LOS NIÑOS EN FLOR QUE SABEN SOÑAR DESPIERTOS.
FIN
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Foto del autor José Orero De Julián
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Descripción

Cuento.

Palabras Clave: Literatura Cuento Infantil Ficción Fantasía Imaginación.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Infantiles



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