UNA CENA CON EL LINYERA
Publicado en Nov 05, 2010
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Había conocido, a pesar de la condena de su madre, a Lena, una muchachita de diecisiete años que se había enamorado caprichosamente de él.
Repentinamente se enderezó, preparó un te y habiéndole dado apenas un sorbo, salió a caminar con su perro; lo observó por largo rato y al mover éste su cola, en señal de alegría, le dijo: -"¿Sabes? El lamento es señal de que aun estas vivo", y volvieron a entrar para tomar un descanso.
Cuando pareció haberse dormido sonó el timbre en la casa, haciendo que su perro no parase de ladrar a su lado, como si él no hubiese escuchado, su fiel amigo se ocupó de advertirle sobre la presencia de alguien.
Como pudo se dirigió hacia la puerta y al abrirla vio a Daly parado en la misma con los ojos hinchados y un gesto de profundo dolor; daba clara evidencia de haber estado llorando por largas horas. Sin embargo y contrariamente a lo que José, quizás imaginó, Daly, ya dentro de la casa, en una actitud animosa, lo invitó a cenar a un restaurante del barrio.
- Me enteré José... -aclaró Daly mientras le daba un abrazo que parecía interminable
- ¿Quién te avisó?
- Klara. Apenas pude entenderle, pues se la notaba muy conmovida.
- Debí imaginármelo -dijo José
- He estado llamando por teléfono y al no responderme...
- Ya me conoces -dijo José interrumpiéndole - necesitaba estar solo. De todas maneras supuse que Klara te llamaría -contradiciéndose, en un acto de confusión.
- Sí, además, bueno... ya sabes como es ella, me pidió encarecidamente que viniera a verte
- Pues ya estas aquí. Todo lo que puedas ver y oír de mí de acá en más, deberá ser comprensible, aunque sea por unos días; he estado pensando ¿sabes? Respecto de mi relación con mi padre, sobre todo cuando yo era más chico, quiero decir, un adolescente, y ahora que lo perdí...
- ¡José!, no perdamos más tiempo -dijo Daly elevando la voz-. Quiero que vayamos ya mismo a cenar, no te preocupes, te invito.
- No tengo ganas, no...
- Dejate de pavadas, haceme caso, tenes que comer algo, una cena con tu amigo te hará bien; ya es hora que comiences a pensar un poco, al menos, respecto de vos mismo José. Tenés un largo camino por delante. ¿Dónde está ese José Unkul que soñaba ser concertista? ¡Vamos hombre! Estos sacudones que nos da la vida son para despegar, amigo; lo más simple es quedarse y hundirse, como si ya hubieses vivido lo suficiente, pero ocurre que éste precisamente no es tu caso.
- Pero Daly...
- ¡Nada de pero! A tu padre le encantaba escucharte tocar el violín
- ¿Cómo lo sabes? ¿Te lo ha dicho alguna vez?
- Sí. Me lo ha dicho, no una, sino varias veces, pero como no quería disgustar a tu madre, quizás por eso nunca se animó a confesártelo
- ¡Pero yo jamás lo hubiera delatado! -gritó José
-No hubiera sido necesario. Tu madre se hubiera dado cuenta, al verlo sonreír cada vez que vos iniciabas la afinación de las cuerdas del violín; y tu mirada, por más que quisieras, ella la hubiera sabido leer perfectamente José, delatando, quizás de esa manera inocente, a tu padre...
Mientras Daly continuaba hablando, le iba vistiendo a José, quien de a poco, como si el relato de su amigo fuese una película que se estaba proyectando sobre una pantalla gigante, esbozaba una sonrisa a un costado de su rostro, fijando la mirada, la cual era cada vez más profunda, hacia el suelo y dejándose llevar categóricamente hacia el restaurante sin levantar la cabeza; sin emitir el más insignificante sonido, como si fuese un niño al que llevan a la escuela muy temprano por la mañana.
Antes de salir José le mostró su camisa impecable, como si doblara las rodillas al juicio de su perro, quien sacudió su cola a modo de aprobación.
En la puerta del restaurante había un linyera con un perro, a quien José pareció reconocer como uno de sus viejos maestros de escuela. El linyera lo miró, como sintiendo vergüenza y fue al único a quien no le pidió una moneda.
Al confirmar que era aquel maestro de segundo grado, lo tomó de un brazo, le hizo ponerse de pie y le dijo:
- Venga maestro, esta noche cenamos juntos.
El maestro no creía estar despierto por lo que comenzó a realizar una seguidilla de pellizcos sobre sus brazos, mientras Daly, ya casi entrando le preguntó:
- José ¿y si no lo dejan entrar?
- ¡Pues nos iremos a otro restaurante! -exclamó José fuertemente para que le escuchen desde adentro del restaurante- por aquí hay varios para elegir -continuó amenazante.
- ¡Ese es mi amigo José Unkul! -profirió Daly con emoción.
Cuando entraron José tomó de un hombro al maestro, mientras Daly se adelantó para encargar una mesa al Meitre, que tenía cara de pocos amigos. Los comensales voltearon, casi a la vez, sus cabezas despertando la admiración entre sus conocidos al ver al linyera sentándose en una mesa junto a dos caballeros, en lugar de estar limosneando en la calle. Aquí José se interrumpió y miró alrededor en busca de un asiento más, pues la mesa tenía solo dos.
- ¡Qué ceremonias fachosas! -exclamó con rabia José cuando vio a los mozos servirles solo un poco de vino en las copas, quizás esperando la aprobación, y al escuchar el forzado lenguaje que ellos utilizaban al referirse a los platos que ofrecían sin dejar de lanzar reprobadoras miradas hacia el maestro.
- Noto que te fastidias a causa del protocolo social -dijo el maestro en voz alta y alegremente, mirando a los camareros y continuó -: en mi comunidad estas circunstancias no son necesarias pues, la falsedad y la estupidez no son bienvenidas entre linyeras -al tiempo que le dio, a través de la ventana, un trozo de pan ungido con paté al perro.
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Foto del autor Gustavo Milione
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Miembro desde: Apr 02, 2010
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Descripción

El encuentro inesperado con un linyera, quien result ser un viejo maestro de escuela, y sabio de la vida.

Palabras Clave: linyera sabio dilogo valores moraleja

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos


Creditos: Gustavo Gabriel Milione

Derechos de Autor: Reservados


Comentarios (5)add comment
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Gustavo Milione

Muchas gracias Florencio!! Un placer leer un comentario tuyo.
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March 12, 2011
 

florencio

muy buena presentacion, el misterio que cubre al maestro convertido en linyera, un padre y una madre separados sentimentalmente quizas hace mucho tiempo y un hijo en medio de ese distanciamiento con habilidades musicales, son elementos que enriquecen tu proyecto de novla.
saludos amigo
Responder
March 11, 2011
 

Gustavo Milione

Muy agredecido Daniel! Acertaste, es uno de los relatos de mi nueva novela para este 2011. Aun falta pero de a poco se va armando una historia (si se me permite) kafkiana... Abrazo!
Responder
March 11, 2011
 

Daniel Florentino Lpez

Me gustò!
Se ven ya, las puntas
de una novela, el romance
con la adolescente, el maestro linyera
Esta narrada en forma agil
Felicitaciones
Un abrazo
Daniel
Responder
March 11, 2011
 

Gustavo Gabriel Milione

Una historia que alguna vez ´le tocó vivir a mi abuelo (José). Esto es parte de lo que será mi próxima novela. Espero criticas. Saludos!
Responder
November 07, 2010
 

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