Lo vidie en los andares durante las rutas en la línea de su destino y de su nariz
a tope ensanchando el dedo, mostrando su camino el trosko poeta beatnick.
Él no sabía que quien el auto manejaba , no era más que otra más puta que la marylu, huesuda y osada... esa que ve fácil el llevarse a aventureros que hacen largas escalas para entender su ser, o no ser...  mmm y yo como la misma muerte, no encuentro más rico placer mientras de más lejos sean estos hipsters.
Miré a distancia al excelente ejemplar éste, con apariencia bop y efusividad lasciva, rápido supe que este no, no era de los que a guarrillas como yo... dejaría viva -literalmente.
-Oh! ¿a donde te diriges vaquero?-le pregunté.
-No sé... a donde vaya o donde se instale usted, me quedo -respondió.
No negaré que me sonrojó, le abrí la puerta y sin bacilar entró, para rápidamente mirarme las tetas sin pena ni mesura y yo con mi silueta, demacrada y huesuda separé las piernas para que echase el vistazo a la húmeda grieta que seguro para él la mira sería más placentera que un fiero poema acerca de un Dios y su culo.
-¿Te gusta?-le susurro.
-Pues como no-me piropeó.
Y vieran que aunque esté muerta sentí entrar y salir su humanidad, el danzar sobre mi clítoris que huele a orín y a los siglos que vienen, eterno devenir.
Maravillosa combinación su mirada encantada como la de un Trosky, y su lujuria endemoniada como la de un Bukowsky. Pero lamentablemente tendría que llevármelo pues para eso al auto lo subí, y en mí también-literalmente.
-Mi querido poeta de secuencias frenéticas y vaivenes eternos, que sepas que no soy una de esas que te topas en las carreteras y son tan ingenuas que aprovechas en cogernos, no, yo soy de esas guarras que todos maldicen en los entierros, soy la misma imagen del funesto misterio y vengo por ti, es tu hora, no hay vuelta atrás, por nada, ni por la de Jesucristo, ni por su verga monstruosa como dice aquel Zafio Goliardo niño Híbrido-canta la muerte.
-Sabia que se trataba de una treta desde el momento en que te vi las esqueléticas tetas, fantasmales e inexistentes, desde ahí, cuenta me di puta muerte-dice el poeta insurgente.
-Lo siento, en verdad me he divertido, pero yo no tengo la culpa, el señor manda en mi trabajo y a eso he venido, por ti, a cumplir el cometido. Qué más quisiera dejar este empleo y seguir siendo para ti una putona.
-Lo puedes ser-dice aguirre
-¿Qué dices?
-Si, porque en realidad tú sólo funcionas de esta forma con los que maman a tu señor, lástima muerte tonta, yo no me iré a tu cielo, porque te aclaro, yo no creo en Dios, creo en Maradona-dijo el trosko así salvándose de la muerte que ni tiempo le dio de rezar, qué increíble poesía la de Aguirre, que se la cogió y se fue sin pagar.