LA CULEBRA VOLADORA (cuento)
Publicado en Nov 19, 2010
LA CULEBRA VOLADORA. TENÍA SOLO 10 AÑITOS, tercer año de escuela primaria porque nos matriculaban a la edad de 7 años cuando ya teníamos uso de razón.(hoy día meten a los niños a los 3 años a estudiar porque los padres no los pueden cuidar) Llegaba diciembre con su alegría y me iba para la finca de mi abuelo a temperar (así le decíamos al tiempo de vacaciones). "Platanillal" la finca de mis abuelos está a una hora de camino del mi pueblo. Allí ayudaba a coger café, a secarlo y beneficiarlo. También nos entreteníamos montando en la "Yegua Jorja", una yegua grande color cenizo, y muy mansita que nos aportaba leche cuando estaba criando, mamábamos directamente de sus tetas. Nos montábamos hasta cinco muchachos, el último, se echaba la cola de la yegua al hombro y se sostenía.¡Qué belleza y qué recuerdos! Pasaba el tiempo y en el mes de Enero volvía a casa para alistarme nuevamente a ingresar a la escuela. No conocíamos la Navidad, el cuento del niño Dios y, mucho menos que nos traía regalos. Una tarde mi abuelo me iba a castigar porque me encontró haciendole una pilatuna. De los secaderos del café, el café que caía al suelo me lo regalaba y me cogió echádole unos puñaditos del suyo a la talega del mío, claro que le estaba robando. Ese café lo llevábamos, lo vendíamos y los centavos eran para nosotros. Me escondí para que no me castigara, ya de noche resolví irme para la casa en el pueblo. Era un camino culebrero y miedoso, muchos árboles, muchos sonidos nocturnos y había que pasar por "Mal paso" un sitio donde salían los espantos porque era un sitio de entierros indígenas y decían que en las noches se veía llamas arder. Con mi ropita y 13 libras de café en una talega, salí a escondidas para el pueblo. 30 minutos después empecé a sentir los ruidos, gritos, susurros, la madre monte, la patasola y el putas me salía por todas partes. De prónto sentí que un animal como si fuera una "Culebra Voladora" zumbaba por mi cabeza, se perdía y luego aparecía. Me metí a un potrero donde vi un caballo, cogí un bejuco y se lo puse como rienda, me monté y arranqué al galope. Corría y corría huyendo de los espantos cuando me alcanzó la culebra voladora, zumbaba y zumbaba por mi cabeza. Al pasar por Malpaso ya no sabía qué hacer, invocaba las ánimas benditas, la virgen del carmen, rezaba el rosario, y la culebra detrás. Entonces resolví tirarle mi perra (sombrero viejo) a la culebra y ahí se quedó entretenida picando y picando el sombrero. Llegué al pueblo y mi madre al verme tan asustado, me untó por todo el cuerpo Alucema, un linimento con alcohol para frotar el cuerpo y que contenía mentol. Me dio la comida, rezamos los mil jesuses y me acosté a dormir. Cuando amaneció fui en busca del caballo y la rienda con que lo había amarrado no era un bejuco, era una culebra Mapaná, fui por mi sombrero y lo encontré ¡HINCHADO, HINCHADO POR LAS MORDEDURAS DE LA CULEBRA! -jajajajaja. BUENO, ASÍ ME SUCEDIÓ Y... ¡LO PUEDO JURAR! CHUMBIMBON. Manizales, Noviembre 19 2010
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Diego Lujn Sartori
Saludos...