Una afortunada demora
Publicado en Nov 24, 2010
Día viernes. Me dispongo a salir para el banco. Dejo la chequera, sobre el cristal de la repisa y trato de acomodar ese rebelde mechón de pelo que resiste mis intentos. Suena el timbre. Mi vecina de piso. Hace menos de un año enviudó y cambiar de lugar los muebles, se ha convertido en una obsesión. El encargado del edificio, harto de sus caprichos, la elude con cualquier excusa, entonces recurre a su vecino soltero, con sonrisa seductora y miradas que no condicen con su reciente viudez. ¡Justo cuando debo hacer una cantidad de trámites pendientes! No le puedo decir ¡NO! Voy detrás de esas caderas provocativas y en cinco minutos, están los muebles a su antojo. Agradece y me invita un café. La sonrisa que estrena para seducirme, es más de lo que suelo resistir. La realidad me abofetea con crudeza:
Es viernes, los vencimientos son negros pájaros que revolotean amenazadores, advirtiéndome sobre las consecuencias de no tomar decisiones acertadas. La carne es débil, la tentación, avasalladora… Pero ¡NO! ¡Vade retro, Satanás! Lo dejo pendiente para otra ocasión. Guardo la chequera y busco mi auto. Me impiden el paso cuando me dispongo a aparcar en la cuadra del banco. Está lleno de policías. Estaciono a dos cuadras y vuelvo en busca de información. No hace más de 20mn., el banco sufrió un asalto. Cinco sujetos pertrechados con armas de guerra, expertos en esos lances, desactivaron las alarmas, encerraron a los clientes y al personal en una oficina y obligaron al tesorero y al gerente a desembolsar lo que había. Fue un plan sincronizado al detalle y les permitió escapar con una buena bolsa y sin problemas. El banco permanecerá cerrado hasta el lunes para hacer arqueo y todo lo relacionado con la investigación. Entre los clientes hay algunos heridos y mujeres al borde de un ataque de nervios. El delincuente que los controlaba, los despojó de sus pertenencias y el dinero que iban a depositar, previo reparto de golpes, sin discriminaciones. La demora en salir de casa, me libró de un mal rato. Mis actividades se frustraron y tengo una excusa irrefutable. Iré a agradecer a mi vecina, que me libró, con su insistencia, de pasar un mal rato. Se que ella estará bien dispuesta y recompensará mi buena disposición. ¡Las personas que tenemos el si fácil, lo pasamos fenómeno! Deberían imitarnos.
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poeta de rock