El mito de la libertad es uno de los más grandes de la humanidad. Su presencia y prestigio en el Occidente contemporáneo es enorme. Procedente de la Ilustración y amplificado desde la caída de los regímenes comunistas, la libertad es hoy un fundamento, una virtud y una meta. El pensamiento democrático de Occidente la reclama para sí y la exporta.
Benjamin Constant dividía a la libertad en dos núcleos filosóficos: la libertad de los antiguos y la libertad de los modernos... y en los últimos debates humanísticos, se procuraba dividir a la libertad en positiva o negativa.
Ni la libertad puramente negativa y abiertamente formal que reclamaba Philipe Pettit es posible en su aséptica negatividad, ni la densa libertad de los primeros republicanos o de otras posturas contemporáneas como la de Michael Oakeshot implica renunciar al derecho de resistencia. En este sentido los extremos sí que se tocan.
No puede hablarse del tema de la libertad de una manera recta, porque la libertad en sí misma tropieza con una realidad de indecibilidad. Es indecible. Y por eso se levantan tantos argumentos a favor de la libertad como en contra.
¿Es al final de todo debate la libertad una autodeterminación individual?. Ser libre es sólo sentirse libre y para eso hay que ser puramente ingenuo. En realidad, la libertad sólo está en la propuesta individual de elegir un canal de televisión con el mando a distancia o elegir la clase de yogur que deseamos de las muchas que hay en el supermercado.
Porque lo otro, lo de la libertad como analogía de seres libres, es siempre una interrrogativa del mito. El mito de la libertad. Si la libertad la seccionamos en fines y metas particulares entonces sí que existe porque eleva la valoración de cada ser humano a la conquista de su mito tópico.
La libertad entendida como forma de vida exige, por tanto, una responsabilidad que la haga real y no difusa o ambigua. Los seres somos solamente libres en el camino de sentirnos libres pero.... ¿es una verdadera realidad o un mito de nuestra realidad?. Es un mito reafirmo.
Un mito contemporáneo que se desarrolla, se produce, se custodia, se piensa, se supone, se clama, se reclama, se conquista... y, sin embargo, en lo decisivo de sí misma se nos pierde entre la vastedad de todo lo ontológico. !Nos suponemos libres!.
Es un mito la libertad, sí. Pero también es una práctica (praxis) reduccionista pero garantizada por nuestro pensamiento. De lo que se trata, por tanto, es de mantener el mito para decubrir la verdadera libertad individual y traspasarla a lo colectivo como decía Heidegger y defendía Jean-Luc Nancy. Hoy se es realista y por eso se mitifica hasta la libertad de las piedras.