El flamenco - 4 (Cultura).
Publicado en Dec 01, 2010
Un hecho clave en la gestación de lo que actualmente conocemos como flamenco se produjo en esta misma época de los árabes en España: la llegada a nuestra patria, procedentes de Europa, de los gitanos. El documento más antiguo que da fe de esta oleada de inmigrantes gitanos, firmado por Alfonso el Magnánimo, data de 1425 después de Jesucristo. Tampoco se discute que hubieran ido penetrando, vía África, teoría que es la que, erróneamente hace pensar que sólo llegaron procedentes de Egipto. El origen etimológico de la palabra gitano, según las teorías de mayor aceptación, es que procede del Punjab, región del noroeste de la India, desde donde emprendieron un largo éxodo hacia Europa, desarrollado entre los siglos VII y XIV por causas poco esclarecidas peor que yo supongo que sería por las invasiones de los mongoles en la India. El caso es que los gitanos fueron salpicando al viejo continente de regueros de su etnia que se fue resquebrajando en una gran diáspora.
Es importante, por lo tanto, entender que el origen flamenco non es del pueblo gitano en sí mismo, como muchísimos creen. Lo que sucede es que se le asocia al pueblo gitano por haber sido éste uno de los principales difusores e intérpretes del flamenco; pero la verdad histórico-social es que el flamenco es una fusión musical de variopintas raíces. Los gitanos que realizaron su entrada en Europa por el sur de la Península Ibérica se encontraron con el jugoso folclore andaluz que, segun parece, asimilaron para pasar a interpretarlo atendiendo a las propias características de su cultura, también de raigambre oriental. Investigadores como Pierre Lefranc aluden a una sorprendente simbiosis entre gitanos y moriscos (los musulmanes que, aunque convertidos al cristianismo para evitar su expulsión, mantuvieron la tradición musical de Al-Andalus). Una idea que aunque no es general no por eso deja de ser interesante, es que, más que una nueva creación, la aportación gitana al flamenco se centra en el plano de la mímesis y la interpretación. El rastro del flamenco se diluye en los tres siglos posteriores, durante los cuales Sevilla se convirtió, como puente de entrada a América, en bullente epicentro europeo de los negocios, para pasar luego el testigo a Cádiz. La estrecha comunicación entre uno y otro lado del Atlántico, permitió el comercio de ultramarinos y también sirvió como canal para el intercambio cultural. Se inicia así el camino de ida de cantes y danzas andaluzas que, tras pasar por el tamiz nativo y mestizo (y por supuesto también africano) traería de vuelta guajiras, milongas, colombinas, rumbas... géneros que fueron popularizados a principios del siglo XX por las mejores figuras gitanas del cante de la época. Las pocas alusiones escritas sobre el folclore andaluz durante este dilatado período están dispersas en la Literatura Española comprendida entre los siglos XVI y XVIII. "La Gitanilla", uno de los relatos incluídos en las Novelas Ejemplares (1613 después de Jesucristo) de Miguel de Cervantes y Saavedra, retrata a Preciosa, la que, aún con sus toques juglarescos, podría ser prototipo de las posteriores bailaoras y cantaoras flamencas. "Las Cartas Marruecas" de José de Cadalso dicen, ya en la segunda mitad del siglo XVIII, lo que muchos estudiosos consideran el primer testimonio escrito sobre el flamenco actual. También es reseñable la obra, bastante ignorada por los teóricos del flamenco, de Juan Antonio de Iza Zamacois, servidor vizcaíno de José I, que publicó en 1788, bajo el título "Colección de las mejores coplas de seguidillas, jaranas y palos que se han compuesto para ejecutar con la guitarra". La consanguineidad entre el flamenco y el folclore español quedaba así ya sellado para siempre. Por eso lo que se conoce como canción española tiene tantas raíces del flamenco aunque abarca más allá que sólo el flamenco.
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