La partida (Diario).
Publicado en Dec 04, 2010
Yo la miraba tras la puerta abierta. Ella jugaba (jersey de lana, blue jean azul y zapatillas de tenis blancas) su partida de ajedrez con el viejo canoso de la suprema sonrisa de victoria. Yo la miraba mientras el viejo pensaba cómo dar el jaque definitivo a mis ilusiones. Para no ver más... para no sentir más aquella plomiza pesadez del viejo canoso intransitivo, abrí la puerta del jardín. El aire era fresco y en los cielos una luz blanca recaía sobre aquella hora de siesta madrileña. Pero no era ocasión de dormir sino de pensar en ella.
- Hola... ¿cómo estás?. - ¿Y la partida?. - La dejé sin terminar porque era en ti en quien estaba pensando. Se acercó entonces la sombra del acusador. - No le hagas caso. Es mentira. Están contando de mí mentiras. Jamás he sido ninguna chica de esas que él cuenta... si algunas vez me he enganchado a algo sólo ha sido a la esperanza de poder estar a tu lado. La sombra del acusador se lanzó a la piscina sin despojarse de sus ropas de ultrajador del honor de las mujeres. - Yo sé que tengo mucho que aprender pero no será para jugar partidas de ajedrez con viejos canosos sino co tus propios versos. Me gustan tus versos y los acompaño con imaginaciones. Por eso me acusan. Sólo por eso. Porque confunden mis ilusiones con alucinaciones productos de lo innatural. - Yo veo en tí a una chica preciosa y natural. Entonces desapareció de mi vista porque El Avaro acababa de llegar en su busca. - ¿No estabas acompañado?. No le contesté nada. Sabía que la estaba buscando para atraparla pero era demasiado bonita y preciosa para yo decirle al Avaro donde poder encontrarla. Entonces él dio un puñetazo al aire, maldijo cosas initneligibles como cuando de pequeño decía que soñaba en francés par hacerse más interesante. No. Para mí lo más interesante era ella y su mirar sincero. Y se fue por donde había venido con la ira contenida. - ¿Se ha ido ya?. - Claro. Le he echado gracias a mi Silencio. - ¿Qué tiene tu Silencio que tanto me atrapa?. - Quizás sólo un Sueño. - Pues me gusta formar parte de tu Sueño. Después nos levantamos. Caminamos por el pequeño jardín de las utopías vivientes donde la ancianita jugaba con su muñeca de trapo y quería acompañarnos en nuestro Viaje al Más Allá de las tapias. Pero no podía ser. La tarde sólo estaba hecha para ella y para mí. - ¿Te vas mañana, verdad?. - Si. Mi respuesta la dejò triste pero a la vez una linda sonrisa apareció en su bello rostro. - Cuando tú te hayas ido yo escaparé de esta locura... Me fui. Se fue. Nos fuimos los dos hacia los espacios de la Libertad mientras la sombra de la envidia seguía flotando en la piscina con todo su ropaje en remojo; mientras la codicia del Avaro se había quedado quebrada por mi Silencio y donde el donjuan canoso había desparecido en medio del anochecer. Me fui. Se fue. Nos habíamos unido en unas horas inolvidables...
Página 1 / 1
Agregar texto a tus favoritos
Envialo a un amigo
Comentarios (0)
Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.
|