FÁBULA MÍA

En los comienzo del tiempo
todos se preguntaban por aquello
aún no comprendido:
¡La fulgente luz del día!
 
El brujo de la tribu,
con su mañosa inteligencia,
la guardaba misteriosamente
en un rincón de su baúl personal.
 
Como el cuervo de la fábula
en múltiples leyendas de la tundra,
juego ahora con el cofre de tus lunas
y con ese que guarda esperanzado
la cálida y brillante luz del día;
vuelo tan libre como el otro, aquél
que pone tras de sí la oscuridad.
 
Abro los cofres, ansioso como un sátiro,
mientras sube la Luna al firmamento,
y quema la Tierra con sus rayos
el Sol que avanza por tu carne ardiente.
 
Saliendo de mi mundo enrarecido,
sueño deslizarme entre tus labios
para saciar mi sed. Así penetro
por los resquicios de tu cuerpo sabio.
 
Soy el cuervo que ha robado al brujo,
con miles de artimañas misteriosas,
el secreto que guardaba en su baúl.