Otra vez Fausto Zambrano Zúñiga y yo juntos para jugar un partido. Chicos de la calle contra chicos de la calle. Igualdad absoluta en el dominio del terreno de juego del Parque de la Mujer... pero yo estaba haciendo uno de mis mejores partidos de los celebrados en Quito, jugando desde atrás y con el apoyo de otro gran jugador, anónimo, del cual no supe nunca su nombre. Entre vaivenes de alternatividad éramos nosotros los que llevábamos siempre la delantera en el marcador 1-0, 1-1, 2-1, 2-2. Quedaba el gol de la victoria. Quedaba ese último gol que definiría cual de los dos equipos era el mejor. Los rivales no se encogían pero yo comencé a estirar la línea de ataque y hasta subí a rematar la faena. Recuerdo que con la rodilla, a la salida de un córner, casi lo consigo. Fue cuando el otro gran jugador que estaba realizando también un partido comleto me pidió, por favor, que dirigiese al equipo desde mi puesto natural y le dejase a él en la delantera. Así lo hice. Y los dos pusimos en funcionamiento un equipo que parecía no poder salir victorioso del combate. Pero ganamos. Logramos el 3-2 definitivo y la admiración de todos los que contemplaron aquel formidable partido (uno de los más completos que jugué en Quito). Tanto es así que aquel gran jugador, al final del encuentro (un encuentro donde Fausto había quedado un poco opacado y con escasa participación directa en el juego), aquel anónimo chico de la calle repito, gran jugador según entiendo yo el fútbol, me dio la mano de la despedida diciendo. "Eres un 10". Decir "eres un 10" en el fútbol ecuatoriano supone decir que eres lo máximo que se puede ser como futbolista. Yo le respondí con una sonrisa y mientras le daba la mano de la despedia le dije de corazón "Tú también eres un 10". El testigo presencial, Fausto, guardó silencio. Nunca más volví a ver a aquel futbolista con el que había trabajado la dirección del equipo en aquel partidazo futbolístico pero los dos salimos victoriosos del Parque de la Mujer de la ciudad de Quito. Y es que, a veces, se juega mejor con un desconocido que confía en ti que con 10 conocidos pero ególatras que sólo desean la gloria individualista sin considerar a los demás. El gran momento estaba, sin embargo, por llegar...