RUTINAS
Publicado en Jun 21, 2009
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   Encontró basura desparramada sobre la vereda. SU basura, porque ella vivía sola. Ser soltera y virgen era su blasón.  Vio vísceras de pollo, el aerosol  mata cucarachas, pañuelitos descartables...
   Era la más limpita de la cuadra; la primera en barrer la vereda por las mañanas y en sacar la basura por las noches colocada en dos bolsas, una dentro de la otra para evitar algún accidente. Cenaba temprano y frugalmente, veía un rato la tele desde su cama y se iba durmiendo despacito como lo hacen los que saben del deber cumplido, o los muy aburridos.
   Mientras apresurada  recogía los desperdicios, no dejaba de pensar quién podía haber sido el causante de semejante atropello.  La desagradable situación siguíó repitiéndose cada mañana, pero con algunos cambios.
    A veces, encontraba toda su  basura esparcida y las bolsas semidestrozadas en las veredas de de otros vecinos. Eso la tranquilizaba un poco. -No, no es una cuestión personal- pensaba. Otras, encontraba  su basura solo algo desparramada  y las bolsas a medio abrir, lo que la llevaba a pensar que era algún indigente que rompía las bolsas en busca de comida. Ella, que nunca atendía al que tocaba su puerta a pedir algo para comer, comenzó a hacerlo, con la ilusión  de que si era uno de ellos dejara de hacerle daño. La situación se tornó peor. Intentó otro método: guardaba las bolsitas del supermercado y cuando pelaba frutas las colocaba en una, los restos de carne en otra, lo que desechaba de las verduras en otra.... Todas las bolsitas iban a parar a dos bolsas de basura, como siempre, una dentro de otra. Las bolsas aparecían desgarradas, tiras negras del vestido de una mujer violada.
   Decidió ponerle fin a la situación. Su cena dejó de ser frugal. Pedía por teléfono  abundante comida ya hecha, se sentaba cerca de la ventana, piedra en mano, decidida a ganarle al maldito. Andaba nerviosa por la falta de sueño, la  gastritis y la colitis. Aunque la casa olía a excremento, ir al médico significaba para ella una pérdida de tiempo. El ansia de venganza le dibujaba una sonrisa cada vez más siniestra, porque no lograba ver al que la atormentaba.
   Una mañana se levantó y lo primero que hizo, como siempre, fue acercarse a la ventana. La vereda estaba limpia (las hojas que el otoño amontonó, no le importaron) y la bolsa de basura intacta en el canasto. Siguió espiando por las noches, pero su vereda amanecía impecable.
   La angustia de la espera se le hizo insoportable, hasta desbordarla, a tal punto que estallaba en crisis de llanto: nada ni nadie le quitaría el placer de la venganza. Una noche salió, desparramó su basura y siguió espiando.
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Foto del autor IRENE
Textos Publicados: 13
Miembro desde: Jun 06, 2009
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Descripción

RUTINAS

Palabras Clave: la necesidad de las rutinas.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



Comentarios (1)add comment
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Verano Brisas

Está muy bueno el texto, Irene. La paranoia es así. Y la describes bien. Cordial saludo de Verano.
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June 21, 2009
 

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