Hay un hombre que nos habla todos los días de nuestra existencia. Muchas veces predica en el desierto pero, de vez en cuando, se produce un milagro y alguien (hombre o mujer) se transforma y va y le cree y encuentra que es cierto que caminando junto a Él nunca se pierde, que escuchándole a Él nunca se equivoca y que estando junto a Él nunca se muere... ¿Y quién es Él?. ¿En qué lugar se enamoró de ti?. Pues pudo ser cuando estabas cambiando gasolina en un repostador, en una taberna cuando delirabas, en la casa de citas cuando estabas congelándote de frio y de soledad, cuando andabas pinchándote mierdas en la sangre o rayándote como un cretino... se pudo enamorar de ti en la barra de una discoteca, mientras contemplabas una ópera en el Teatro Real de Madrid, en la estación del metro (cualquiera de ellas) o quizás mientras te estabas probando tus nuevos zapatos en Los Guerrilleros. Se pudo enamorar de ti en el cole, en la uni, en la ofi, en el taller... en una tarde que andabas meditando no se qué sobre Althuser o Adorno, quizás mientras estabas torpemente intentando poner música a una basura de rock metal, pudo haber sido mientras tomabas un bocadillo de calamares en un castizo bar de la Plaza Mayor, o también mientras hacías el bestia con la motanga Davidson o la Harley o la última Ducati. No se sabe bien cuando se enamoró de ti ni en dónde pero ten por seguro chavala o chaval del mediodía, del este, del oeste, del norte o del sur, e incluso del centro tambíén, que Él es el Camino, la Verdad y la Vida. Te lo afirmo yo que tuve la ocasión de encontrarla porque Él me la regaló... y que si la puedo gozar toda entera, por la mañana, por el día, por la noche, al amanecer... es gracias a que Él, que me dio la oportunidad de llevarla al altar de todas mis fantasías. Su nombre es muy sencillo de pronunciar y muy fácil de recordar: se llama Jesús.