La comunidad (parte II)
 
Llévenme a mi-gritaba la mujer mientras sus amigas Doris y Sachy se aferraban a ella en un fuerte abrazo para intentar consolarla, pero la pena la consumía poco a poco y tal como la consumía la pena en su interior, su fue consumiendo la noche y no tardó en llegar la madrugada y desde en medio de unos arbustos vieron salir al viejo Verano trayendo su espada a rastras mientras el sudor en su espalda lo bañaba. El hombre había seguido durante la noche a los malhechores, sin embargo sus fuerzas y la habilidad de antaño ya no eran tales y solamente pudo bajar la mirada al ver los ojos de Lety que dejaban ver una inmensa tristeza.
Pasó el tiempo ya mas de diez años y no se supo nada de los hombres ni del niño que se llevaran aquella noche, la mujer soñaba que el niño la visitaba durante las noches y para cada amanecer se apostaba junto a la ventana que daba hacia el lugar por donde habían marchado los hombres llevando a su chiquito, abrió la ventana y se apoyó para llorar por la ausencia, cuando y a pesar del frío sus sollozos fueron empañando el cristal de la ventana, primero una manito, luego ella siguió soplando con mas ansias hasta empañar por completo el cristal, ahí estaba el mismo dibujo que le regalara para aquel cumpleaños ya tan lejano y curiosamente durante la noche se cumplía un año mas.
El corazón de la mujer se estrujó y se llenó de felicidad, si bien ya no vivían en la pobreza como antaño no eran felices como cuando la familia estaba completa.
 De aquella mañana pasaron tres meses cuando una dulce voz ventana empezó a llamar.
Abuela Lety-decía la voz-abuela Lety. Pero la mujer pensaba era un sueño del cual no quería despertar. Abuela Lety…
Llegó la noche siguiente y la casa parecía vacía, el gran comedor de la familia con cuatro candelabros sobre sí y con una mantel blanco que llegaba casi hasta el suelo, la puerta entreabierta y sin nadie para proteger la casa. Vamos gritaban los hombres, la mesa está servida, primero cenaremos y después quemaremos la casa, tu muchacho-dijeron al niño, al nieto de Lety tu miraras que no venga nadie y si vez a alguien grita como águila.
Uno de los hombres alcanzó a tomar una manzana, la estaba llevando a su boca para darle una mordida cuando se escuchó un disparo, luego otro hasta que cayeron los veinte hombres sin saber de que lugar provenían las balas, luego vino el silencio y en al aire se escuchaba solamente el silbido del muchacho que emulaba al grito de un águila.
Y así empezó la leyenda… “el águila”