Aquí yace una mujer, que la paz, no conoció
La casaron cinco veces y como virgen, murió
Rezaba así  el epitafio sobre aquella tumba gris
en  el  viejo camposanto de un suburbio de París.
 
Aquí yace un caballero que en su vida conoció
de todo, menos la gloria, de ser un buen bebedor.
Bebió leche, agua y cerveza, ajenjo, en una ocasión,
pero nunca un vino añejo, ni un tempranillo, probó.
Y aunque nadie  lo crea, porque es difícil creerlo
el hombre fue cantinero y reposa en los infiernos.
Este lo encontré grabado en  un sobrio mausoleo,
del cementerio andaluz, de un pueblo que no recuerdo.
 
En la parroquia de Santa María, en Viana, Navarra, en el mausoleo que en un principio guardaba los restos de César Borgia:
Aquí yace en poca tierra
el que toda le temía,
el que la paz y la guerra
en su mano la tenía.
¡Oh tú, que vas a buscar
dignas cosas de loar!
si tu alabar al más digno
aquí para tu camino,
no cures de más andar.

Aquí descansan los restos de la bella dama Juana.
Fue perdición para muchos, para algunos, bendición.
La llevaron del cogote  y en más de una ocasión,
la tumbaron y de ella, se saciaron más de dos.
Agotado el contenido, vacía de su esplendor,
solita y abandonada, reposa en algún rincón.
Para terminar añado, un viejo dicho español:
"Quien nísperos come y bebe cerveza,
Quien espárragos chupa y besa a una vieja,
Ni come, ni bebe, ni chupa, ni besa."