Los dos enrollados (Relato de Humor). Captulo 2.
Publicado en Dec 29, 2010
Cuando el alto y desgarbado Pepe Díaz de la gabardina color gris pringada de aceite de sardinas enlatadas en la pechera y el casi enano y asmático Pepe Díez de la esclavina color morado entraron en la Sala de Fumadores fue todo un acontecimiento social pues dicha entrada no fue muy triunfal que digammos ya que, producto de los nervios incontrolados, Pepe Díaz tropezó con una silla que había junto a la puerta cayendo con estruendoso estrépito la silla y él al suelo y haciendo, igualmente, caer con estrépito a Pepe Díez. Todo ello ante la cara de asombro y espanto que se le puso a la chavala morena. Ambos se levantaron renqueantes y cojeando visiblemente.
- ¿La atacas tú primero, Pepe Díez?. - No. Yo prefiero contar antes hasta diez, Pepe Díaz. - Yo ya me estoy arrepintiendo de la infeliz idea que he tenido. - Lo peor de todo es que nuestra entrada ha sido tan gloriosa que no podemos ya echarnos para atrás. - Pues yo tampoco me echo para adelante. No puedo. No sé qué me pasa. - ¡Vamos, Pepe Díaz!. ¡Inténtalo!. ¡Hazlo por el honor de todos los Pepes del mundo entero!. ¡Vamos, muchacho!. ¡Hay que dejar el pabellón de los pepinos muy alto!. - ¡Calla, calla Pepe Díez, que no está la cosa como para invitarla a comer un pepino!. - Sí, Pepe Díaz... ¡ten prudencia, por Dios!... ¡que veo que está que arde!. - ¿Pero no te dije antes que no fuma sino que hace como que fuma?. - Ya... pero yo no quisiera ser tú ahora mismo y me conformo con ser Díez aunque Díaz sea apellido más glorioso históricamente hablando. - ¡Por la gloria del mismísimo Díaz de Vivar que la conquisto, Pepe Díez!. - ¿A quién?. ¿A esa chavala morena de piel trigueña y de ojos de color de miel?. - Por lo menos conquisto su recuerdo... verás... verás... verás cómo a partir de la fecha de hoy me recordará toda su vida. - Siempre que salgas vivo de este asalto para poder contárselo a tus futuros nietos. - Oye, Pepe Díez... así por lo bajo ya que eres tan bajito y para que ella no se entere todavía... ¿tú crees que tengo alguna posibilidad o es sólo imaginación mía?. - Teniendo en cuenta que Díaz de Vivar conquistó hasta estando muerto según la Historia y las Leyendas históricas carpetovetónicas que vienen a ser lo mismo, supongo que aunque sea sólo con la imaginación será suficiente para pasar a su memoria. - ¿Cuántos "bites" de memoria crees que tendrá?. - No sé. No me lo puedo ni imaginar, Pepe Díaz, pero teniendo en cuenta lo buena que está fìsicamente hablando antes de que le de un ataque de ira, en cuyo caso ya nos podemos encomendar a San Apapucio los dos, yo hablaría de "megas". - ¿Megas?. ¿Me gasto un buen puñado de dinero intentando invitarla a la copa más cara del bar o basta con hacerme pasar por un intelectual muy interesante y sin gastarme un duro?. ¿Tú qué harías, Pepe Díez?. - Yo solo espero a ver cómo te da resultado a ti y, según cómo vea el resultado que te ha dado a ti, cuento otra vez hasta diez antes de decidirme a atacar. - ¡Tienes bastantes complejos numéricos, Pepe Díez!. Si yo no fuera Díaz sino Díez no me lo pensaría ni cero veces. O diez o cero, Pepe Díez. No puedes estar toda tu vida encogido porque, con lo bajito que eres, si te encoges en estas ocasiones tan factibles y te achicas pues corres un gran peligro. - Bien. Está bien que me olvide de los complejos numéricos pero yo, como soy un poco más cortado que tú, pues tengo menos ventaja por lo bajito que soy así que me reservo para el ataque final como hacía siempre Napoleón para obtener una buena cosecha. - ¿Es que a Napoleón lo sembraron para que se creciera ante la Historia?. - No, Pepe Díaz... me estoy refiriendo al coñac... - ¿Y tú para estirarte un poco más en esto de ligar o no ligar, y he ahí la cuestión como decía Shakespeare, tienes que tomarte alguna copita de más, Pepe Díez?. - ¡Es lo más prudente en estas ocasiones, Pepe Diaz, tomarse un par de copitas de más y olvidarnos del asunto para toda la vida!. - ¡Si Díaz de Vivar hubiese actuado como dices tú pues en estos momentos no nos llamaríamos Pepe sino Mohamed Díaz y Mohamed Díez. Recuérdalo siempre cuando te entren dudas entre atacar o no atacar en esto de enrollarse con las chicas!. - Sí. Lo he pensado bien. Estoy de acuerdo. Me has convencido. Pero yo soy muy chico todavía así que... ¡adelante, Pepe Diaz, tú que eres tan alto!. - ¿Otra vez con tu complejo de enano?. ¡Mira mi gabardina!. ¿Tú crees que en estas condiciones si yo tuviera complejo de pringado me atrevería a presentarme ante ella?. - ¡Pues sí!. ¡Ya no tengo complejo de enano... me lo acabas de quitar... pero yo que tú, con esa gabardina manchurriada de aceite de sardinas en lata, me lo pensaría más de dos veces... por lo menos mil o dos mil veces... antes de acercarme a ella!. - !Nada, nada!. ¿Me lanzo o no me lanzo?. Con esta manchurria puedo pasar fácilmente por un quijote de La Mancha. ¿O no es cierto, Pepe Díez?. ¿Empezamos por la primera parte del ataque?. - Que conste que no es complejo de inferioridad, Pepe Díaz, pero soy más bien corto... bastante mas corto que un celtas sin boquilla... así que lo mejor que podemos hacer, y que conste que es debido a las circunstancias desfavorables que tenemos, pues nos están viendo multitud de presentes, salgamos afuera de la Sala de Fumadores y recopilemos datos de la chavala para poder intentarlo de nuevo. ¡A ver si después tenemos más suerte y pasamos inadvertidos!. Pepe Díaz y Pepe Díez salieron urgentemente de la Sala de Fumadores tropezando nuevamente con la silla y, cayendo al suelo, pudieron salir arrastrándose suavemente por el suelo para, una vez puestos ya en pie sentarse de nuevo en sus respectivas sillas para idear un nuevo ataque que tuviera, por lo menos, una posibilidad de entre cien mil, de tener éxito con la chavala morena de piel trigueña y de los ojos de color de miel.
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