El vuelo del chamán
Publicado en Jan 07, 2011
La luna vivía en el cuerpo de un gran Chamán.
Cuando éste murió, ella salió a vagar por el cielo, pero regresó a la tierra para comer la ceniza de sus huesos. Cuando la vieron, los parientes del chamán le dispararon flechas, pero las flechas caían a tierra sin hacerle daño. La luna las evadía escondiéndose tras las nubes. Pero al fin una flecha le dio, y empezó a derramar sangre que caía sobre la tierra. De estas gotas de sangre nacieron los yanomami. Leyenda Yanomami En el enjambre selvático de la Amazonia venezolana habita una de las tribus indígenas más antiguas que aún existen en el planeta, los yanomami. Son un grupo de aborígenes exóticos, extraños, ajenos, primitivos. ¿Primitivos porqué? ¿Porque existen desde mucho antes de la llegada de los españoles a las costas de América? ¿Porque exponen su piel morena al desnudo, queman y comen las cenizas de sus muertos y las mujeres amamantan con sus pechos repletos a los monos? ¿Porque todavía no han sido susceptibles al proceso de adiestramiento de la cultura occidental y piensan y actúan desde la intuición en lugar de la razón? ¿Porque el sentido del lenguaje tiene que asignar un nombre a las plantas, los animales, los minerales y las cosas o de lo contrario no existen? Se puede imaginar la sensación apacible y despreocupada de un hombre o una mujer yanomami al permanecer con serenidad frente a un paisaje sorprendente, al contemplar el brillo verde de los árboles, el vuelo liviano de un pajarito, sintiendo la respiración, sintiendo el cuerpo, o simplemente no haciendo nada. La vida de los yanomami se despliega en estrecha comunión y armonía con la naturaleza. La tierra no les pertenece, ellos le pertenecen a la tierra. Conviven con sus hermanos, los animales. Su sensibilidad los lleva más allá de lo aprehensible por los sentidos para trascender a la maravilla de los misterios del cosmos. Saben que el sonido es el origen. Conocen los dioses del agua, del aire, del fuego y de la tierra. Comprenden los ciclos de la vida y de la muerte, a la que no temen. Escuchan el lenguaje del sol y de la luna. Y sobretodo, escuchan los sueños. Las fuerzas y elementos de la naturaleza se convierten en significados que conforman el universo mítico de su cultura. Son símbolos que matizan su forma de vida, sus costumbres y sus creaciones artísticas. Los impulsan a manifestar un sentido estético en su comportamiento. Se valen del poder de los animales feroces usando collares de dientes de jaguar y jabalí para curar enfermedades. Pintan sus cuerpos con líneas ondulantes para elogiar a la serpiente, monarca de la tierra, y como la cascabel, que tiene su propio instrumento, tocan maracas hechas con la esencia de vida de las semillas. Danzan el vuelo del yopo como un ave y se adentran en las dimensiones de otros mundos. Embellecen su cabello y sus orejas con vivos colores de plumas de guacamayas y pericos, y adornan sus rostros insertándose palitos delgados que sobresalen de su nariz y alrededor de su boca. La comunidad yanomami no conoce de luchas de clase. Cada quien se desempeña en su lugar. Los hombres cazan, pescan y fuman yopo. Las mujeres preparan los alimentos, cuidan de los niños y elaboran artesanías. La sociedad yanomami no tiene necesidad de acumular bienes. La naturaleza es pródiga. El liderazgo político no se traduce en ambición corrosiva de poder. Se ejerce por medio de un representante privilegiado por sus dones que media entre los hombres de la tribu y las energías de los espíritus, la naturaleza y el cosmos. En toda cultura aborigen el chamán es la figura espiritual principal de la comunidad y es reconocido por la tribu como tal. Acuden a él para conocer los designios de los dioses y de las fuerzas naturales, para consultar sobre asuntos personales y colectivos, para curar en la enfermedad y purificar en la muerte. El chamán practica rituales y ensalmes sobrenaturales para proteger a su gente y propiciarles bienestar, y tiene poderes especiales para aplacar y alejar los espíritus del mal. Se comunica con el mas allá. Es el sabio, el visionario, el guía, el curandero, el develador de misterios. Se convierte en chamán por herencia familiar o por elección de un dios o una diosa, pero en ambos casos debe pasar por un rito de iniciación y un proceso de aprendizaje. Para ser chamán debe morir a su identidad. Las manifestaciones externas de la estética cultural del chamán son perceptibles a los sentidos. Pero también se puede identificar otras expresiones estéticas que se desprenden de las creencias místicas de su cultura y que pertenecen a la esfera oculta de la psique. Estas no pueden desdeñarse como irreales. La realidad es un concepto subjetivo. La mentalidad científica exige pruebas tangibles para confirmar la hipótesis de un hecho. Pero por muy inaudito que resulte a la lógica concreta y material de occidente, también se da la posibilidad de la existencia de otras dimensiones intuitivas de realidad. Un paralelo interesante que ha conmocionado los principios de la ciencia está en los hallazgos de la física cuántica que enuncian la ineludible relatividad del conocimiento. Esto es, el hecho de que los componentes del átomo pueden percibirse de forma dual, como ondas o como partículas, dependiendo del punto de vista desde el que se le observen. Todavía quedan muchos temas por estudiar y descubrir. En relación a la experiencia psíquica del chamán, interesa encontrarla en la riqueza intuitiva y en la fascinación por su sabiduría y facultades, toda vez que el acceso mágico del yanomami a lo sobrenatural responde a una búsqueda espiritual por adentrarse en los misterios del universo. El vuelo del chamán se prepara elabora tostando las semillas de yopo que se extraen de las vainas del árbol. Se trituran sobre un plato pequeño mezclándolas con cenizas hasta obtener un polvo negro muy fino. Éste se introduce en una caña hueca y larga que el chamán coloca en su nariz. Un asistente toma la caña por el extremo opuesto y sopla el yopo el cual llega al cerebro en dos minutos. El efecto es terriblemente crudo y violento. El chamán sufre, experimenta una picazón en la cabeza y se rasca frenéticamente con ambas manos como si fuese un chimpancé. Una sustancia resbala por su garganta y él la escupe rescatándola desde atrás con sonidos guturales repulsivos. Una baba blanca y espumosa brota de su boca. Un líquido negro chorrea como hilo sucio desde la nariz. El chamán se agita de un lado a otro con pasos anárquicos y febriles. Emite alaridos. Se lanza al suelo. Se ensucia de arena. Habla sin detenerse. Modula una especie de canto atónico. Eleva sus brazos inertes hacia los costados como si fuese a levantarse en torpe vuelo y luego los deja caer pesadamente golpeando los costados de sus muslos. Es un espectáculo tremendamente anonadante, una estética de lo grotesco. Tras la experiencia impactante y salvaje de este ritual despega la magia del vuelo psíquico del chamán. La visión extraordinaria que lo pone en contacto con las fuerzas y los elementos de su magnífico universo. El chamán se transforma, se mimetiza, trasciende los confines del tiempo y el espacio y penetra en las dimensiones de sus símbolos. Es un ave. Viaja hasta la diosa luna que sangró para dar origen a los yanomami. Llega hasta el dios sol que germina la plenitud de la vida. Transmutado en ente sobrenatural, enfrenta los espíritus malignos que amenazan con sus artes. Ora es el poder sigiloso de la serpiente, ora la furia impetuosa del jaguar. El chamán sobrevuela el entorno sorprendente de la naturaleza, el misterio del enjambre de la selva, el arrojo del río que se desborda en cascada inmensa, el fulgurante amarillo del fuego, el embate implacable de la lluvia, la transparencia del aire purificado, la caricia naranja del atardecer. El vuelo del alma del chamán abraza la sabiduría del cosmos, bebe el secreto del ciclo de la vida y vela la semilla prodigiosa de donde todo crece.
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MARIANO DOROLA
DIOS AMPARE A TODAS LAS TRIBUS INDÍGENAS EN RIESGO DE EXTINCIÓN... QUE LOS DERECHOS SEAN RE-ESCRITOS A FIN DE QUE SEAN PARA TODOS.
QUE LA PACHA MAMA NO SE DESTRUYA NI TAMPOCO LAS CULTURAS MILENARIAS QUE DE ELLA TANTO HAN APRENDIDO.
QUE LO HIJOS DE PUTA NO ROBEN SUS TIERRAS...NI LOS PRIVEN DE LA LIBERTAD, NI DE LA COMIDA...
DIOS DE TODOS LOS CIELOS...
MI ALMA SE LO RUEGA, AL IGUAL QUE LA TUYA QUERIDA AMIGA ANNA.
QUE EL MUNDO SE PUEBLE DE POETAS DE BUENA VOLUNTAD, COMO LA QUE TU POSEES.
TE APRECIO Y ADMIRO MUCHO.
MARIANO DOROLA
LOBOLEJANO
daih
Gracias una vez mas por este texto.
Besos y abrazos amiga