La chica de la calle abajo
Publicado en Jan 08, 2011
Se creía un poco de excremento que alguien desechó en la calle.
La habían abandonado recién nacida, envuelta en un papel de periódico dentro del balde de la basura. Ahora se prostituye para conseguir dinero, a fin de obtener cocaína y se derivó hasta las profundidades más oscuras de un abismo en que no supo salir… Mientras farfulla y muerde sus labios hasta hacerlos sangrar, yo la miro despavorido… …y sollozo por ella. Pero ella no lo percibe. Mis lágrimas ruedan por mi cara, achicharrándome por dentro, provocándome un malestar, por la imposibilidad de no sosegar su miseria. La vida le ha castigado y piensa que es fruto del acaso; una simple casualidad; un accidente biológico o una coincidencia. Piensa que posiblemente fue un equívoco de una noche de copas y de pasión excesiva o que fue concebida por un ataque de violación… Pero eso nunca lo supo… Yo puedo entender lo que ella siente. Yo lo sé. Sus dolencias son también mis dolores y sus noches interminables son también las mías. Yo sé lo que es no poder saborear el cuerpo de un hombre borracho y sucio, que da asco el sexo, mientras pienso en el dulce sabor y el éxtasis que se siente cuando se está drogado. Igual que ella, me tiemblan las carnes al llegar de un día, y elijo vivir en las tiniebla de la noche; escondido de la realidad… Hoy, yo, también, me avecino a los veinte años y razono que soy demasiado joven para haber perdido el deleite por la vida, para echarme abajo, como lo estoy haciendo. En sólo pocos meses me he derivado y perdí lo único que me enorgullecía; mi dignidad de hombre. ¡Nunca pretendí deshonrarme con cualquier hombre con la única intención de comprarme mi droga! Pero, muy dentro de mí, descubro que sigo siendo un buen ser humano, que estoy golpeado, pero no soy el fruto del acaso… Ella sigue farfullando y yo sigo llorando…
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Verano Brisas