EXTRACTO DEL LIBRO 7 FASES. (LA FUGA DE UN NIO)
Publicado en Jan 25, 2011
La proa de la barca hizo contacto con la orilla fangosa, hundiéndose como en la manteca lentamente. El niño, por reflejo, se aferró a la orquilla de sus remos y al notar que el contacto con la tierra era suave, recordó por última vez antes de desembarcar, que el río sabía como contornear y ablandar las orillas que lo contenían.
Sonriendo levemente y en silencio, dio su primer paso en tierra firme y notó una especie de alboroto y estruendo proveniente de las palmeras, las enredaderas, las plantas y flores de aquella selva que lo aguardaba... Como grillos, chicharras, aves y todo tipo de especies. Procuró dejar bien amarrado el bote y dándose vuelta hacia su nuevo contorno, llegó a escuchar a lo lejos: “Nunca olvides hijo, que esta es tierra tuya, tierra buscada por ti... Pero en si, esta es solo la tierra de tu ilusión... Solo la tierra de tu ilusión...” El pequeño rebelde se sintió inquieto en si mismo, sabiendo que nadie entendería aquellas palabras del río, pero no obstante, el continuaba escuchándolas. Antes de dar su segundo paso, se quedó in mutilado y sin saber a quién recurrir, se limitó a levantar su mirada en forma débil y grandiosa, en forma insegura y segura a la vez y hasta casi con firmeza... El viento sopló, tan solo para que él no se sienta solo, pero él no llegó a notarlo... Entonces, el mismo viento se sintió molesto por ver que “no siempre la intención de ayudar es reconocida”. El joven decidió actuar como un hombre lo haría y si vacilar dio su tercer paso y ese tercer paso lo reconfortó, ya que ese fue el primer paso dado por su propia voluntad. Y llego el cuarto paso desafiante o entusiasta y el quinto y solo algunos mas... Sorpresivamente, justo en las “puertas” de la selva, el estruendo de los animales se cuadriplicó y el joven se asustó demasiado, no pudiendo evitar retroceder sobre sus propias huellas... “Así como la vida por precaución, nos obliga muchas veces a retroceder sobre los pasos que creímos haber avanzado”... Luego de un momento de quietud y desconcierto, antes de intentar un nuevo ingreso, miró sin poder evitarlo hacia atrás, al Río, con dudas que en vano intentaba disimular. Avanzó cautelosamente, en forma sumisa, como quien solicita permiso tímidamente e ingresó. Todas las especies pudieron intuir y captar el temor de aquel visitante inexperto y simultáneamente menguaron el estruendo de alerta. Fue internándose mirando rápidamente hacia todas las direcciones por desconfianza, como aquel que por desconocer el suelo que transita, tantea sus pasos en el fango. De repente, tropezó con la raíz de un árbol añejo, cayendo de frente, quedando su rostro a unos pocos centímetros del suelo y en forma frontal y horizontal, cruzó su mirada con un animalito perezoso, que muy lentamente se sorprendió. Entonces, el joven le dijo al perezoso: - Perdóname. Y el perezoso continuó con el diálogo: - No tengo ganas de explicarte el “por que”, pero ten bien en cuenta de que aquí, nadie se cree con el derecho a perdonar... - ¡Como! ¿Acaso no está bien aceptar disculpas de los demás? - Ya lo creo, pero es el arrepentimiento sincero lo que a uno le concede el perdón. Por lo cual, aquí el amor cumple el papel del perdón, ya que aceptar una disculpa, no significa perdonar ni mucho menos limpiar el pecado del alma de la persona que a uno agredió. Creemos que la naturaleza savia y limpia de un ser, es capaz de transportarlo a través de la conciencia para llegar al propio perdón que necesita como para estar en paz...Y como tú tan solo tropezaste, no considero que tengas la necesidad de disculparte, ni que por el hecho de no hacerlo tu alma esté sucia. - ¿Cómo te llamas perezoso? - Mi nombre es Dic Arthur Mac Klein... Y el tuyo? - El mío es... Bueno... Eso que importa, no?... - Seguramente, tu lo has dicho, pero también fuiste tu quien preguntó primero. ¿De donde vienes, tienes familia?... - Vengo prófugo de mi tierra, vengo en búsqueda de mis sueños, tuve un lugar, una familia... Quizás poco tiempo... Mi familia se disolvió, mi familia se dispersó. Quedé viviendo con una parte de ella y luego por dolor estuve viviendo con la otra parte y el tema es que nunca estuve ni me sentí completo. Tuve días oscuros y noches despabiladas y comencé a creer que todo eso era algo ajeno a mis propios anhelos. No dejé de querer ni de amar, pero siempre sentí la necesidad e buscar mi propio camino, mi propia felicidad. - Ya veo... Buscas lo que ni siquiera conoces. Pero... ¿Por qué aquí? - Si aún no conozco la felicidad, cualquier lugar que visite por decisión de mi espíritu de búsqueda, puede darme una buena oportunidad. - Creo que también deberás tener bien en cuenta que para saber elegir primero es necesario aprender...Si...Aprender a elegir... - ¿Puedes tu enseñarme el secreto de saber elegir? - Para saber elegir no basta con una fórmula determinada, ni con el concepto que un solo ser pueda transmitirte, pues “aprender requiere de un tiempo y un espacio”... Con respecto al tiempo y al espacio, creo que tu estadía aquí, en algo te ayudará, por lo tanto te doy la bienvenida a la isla de la supervivencia. - ¿A la isla de que?!!!... - ¡A la isla de la SU – PER – VI – VEN – CIA!. Todos aquí debemos esforzarnos por sobrevivir a cada instante, como uno mismo debe luchar por lo sueños o las ilusiones que tiene, para que éstos no se esfumen y para que dentro de lo posible lleguen a cumplirse. - Si, si... Desde luego... Pero... - “Pero”...¿qué?...¿No es lo que tu esperabas?. - Y bueno... Yo en realidad ilusionaba algo más... Paradisíaco... No se, algún lugar en donde pueda vivir relajado... Que se yo... - Vive tu vida, intenta vivir tu vida, no vivas solo por tus sueños. - Creo que te entiendo, solo que...Hace tiempo que busco la felicidad y no la encuentro. - Si tu quieres yo podría acompañarte, no para llevarte hacia algún lugar en “especial o mágico” en donde puedas encontrarla fácilmente, sino para ayudarte a encontrar la satisfacción en el camino que te lleve hacia ella.
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