¿A quién agreden mis palabras?
Las que esgrimo
como escudos invencibles
contra la violencia y los prejuicios.
¿A quién agreden
mis verbos  delincuentes?
Esos verbos que en mí
conviven y convergen...
Trotando  en contrario sentido...
Verbos que  son atrevidos
y rebeldes...
¿A quién agreden
mis sustantivos  inconformes?
Aquellos con los que me identifico...
Agreden a los que viven dominados
por los miedos y los castigos.
Agreden a los ignorantes
que a secas creen
 lo que predica su ministro...
Desde un  millonario  pulpito...
Agreden a esas personas acalladas
que viven segregadas en su nido.
Son prisioneros
en su propio paraíso.
¿A quién agreden
mis vocablos y mis escritos?
Agreden a los que procuran silenciarme
y acallarme la conciencia
con sus ritos.
Aquellos que desatan guerras
y pretenden ser héroes
de su propio conflicto.
Agreden a aquellos templos
de mentiras instituidos;
que promueven el culto
a la falacia y al egoísmo.
Sus franquicias
están obsoletas en este siglo...
Agreden a esos,
que un nuevo evangelios han reescrito.
Un evangelio inflexible,
alineando a sus nuevos dioses
y sus mitos...
Pero  yo,
voy rebuscando mi verdad
sin miedos y sin prejuicio...
Voy desafiando
 al diccionario
e inventándome a mí mismo...
Amurallándome
para no ser,  de nuevo,  agredido...
jlm
feb 11 2009