CONFESIN DEL CABALLERO Parte I (Del libro Relatos de un Caballero)
Publicado en Feb 15, 2011
CONFESIÓN DEL CABALLERO – Parte I
(Del libro “Relatos de un Caballero”) Antaño, según cuenta la historia y la leyenda… Los matrimonios solían ser concertados, especialmente entre las familias importantes, por lo que si alguien se casaba con una mujer diferente a la prometida debía pagar una multa de 62 sueldos y medio. La joven tenía que aceptar la decisión paterna aunque existieron casos de muchachas que se han negado a admitir el compromiso como ocurrió a santa Genoveva o santa Maxellenda. Lo curioso del caso es que diversos concilios merovingios y el decreto de Clotario II (614) prohibían casar a las mujeres contra su voluntad. Esta libertad vigilada motivaría que algunas mujeres tomaran espontáneamente a un hombre, en secreto, o que se produjeran raptos de muchachas, secuestros que contaban con el beneplácito de la víctima que rompía así con la rígida disposición paterna. Como es lógico pensar, todos los códigos consideran a estas mujeres adúlteras mientras que el hombre se vería en la obligación de pagar a los padres el doble de la donación estipulada. En caso de que no se pague, el castigo era la castración. Si un muchacho se casaba con una joven sin el consiguiente mandato paterno, debería pagar a su suegro el triple de la donación determinada. Si esto se producía, el matrimonio ya era irreversible por lo que podríamos comprender que el matrimonio no dejaba de ser un pequeño negocio para los progenitores… En el mejor de los casos… En cuanto al amor oculto inevitable entre la Princesa real y el Caballero Sir Marian, las reglas eran mas que claras respecto a su imposible posibilidad de llegar a concretar amor alguno. De llegarse a comprobar. El castigo sería la horca, posiblemente para ambos… No obstante, el amor entre ellos crecía tal como crecen los lirios… Como el amor sano crece ante el sol, tibio y firme, rápidamente… Como los niños sanos lo hacen a diario ante la calidez de sus padres…así crecía el amor oculto entre ellos, como crece una hermosa flor en los montes vírgenes del paraíso de Dios… Así… (Continuará…)
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