Los tres cerditos Panzones y el pastor Secatulis (Cuento Infantil)
Publicado en Feb 21, 2011
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Érase una vez, en una población de cuyo nombre se sabe que empezaba con M, en la cual vivían los tres cerditos apellidados Panzones bajo la custodia del pastor llamado Secatulis que se había hecho cargo de las heredades de los tres cerditos. El tiempo pasaba y pasaba y pasaba y los cerditos Panzones cada vez tenían más panza mientras que el pastor Secatulis cada vez estaba más seco. A tal extremo de cosas abundó el asunto que la noticia llegó a oídos del rey Carlangas quien, enterado del extraño suceso, decidió ir a verlo en propia persona.
Así que un día llamó a su cochero e hizo que le preparasen la mejor carroza del palacio. Montando en ella con la reina Greca a su lado, partió con gran celeridad hacia M para ver si él podía no solo ver tales maravillas de la Madre Naturaleza sino poder intermediar entre ésta y el grupo formado por los tres cerditos y el pastor y detener la decadente situación en que se encontraban. Muy pocas horas después de haber salido del palacio real llegó a la citada localidad. Allí se encontró a los tres cerditos Panzones devorando cortezas de melón, cáscaras de naranjas y otras inmundicias con las que llenaban sus ya sobresalientes panzas mientras el pastor Secatulis sólo se alimentaba de pequeños mendrugos de pan duro que le ofrecían las damas de la caridad de aquella localidad. A ellas se dirigió el rey.
- Buenas señoras... ¿podrían explicarme bien por qué estos tres cerditos Panzones cada vez se inflan más de porquería en vez de comer como Dios manda y por qué el pastor Secatulis casi siempre se queda a dos velas en esto del yantar?.
Contestó la más avispada de las dos, que se llamaba Clotilde mientras que la otra, llamada Matilde, sólo callaba y asentía con la cabeza apoyando las palabras de Clotilde.
- Pues mire usted, mi rey y señor de la corte, que es cosa increíble para nosotras mismas que nos hemos criado siempre en este pueblo. Para mi corto entender, aunque de cerditos y pastores sé bastante, es cosa de ansiedad...
- ¿Me estáis diciendo, señora Clotilde, que los cuatro sufren de ansiedad?. ¿Y cómo es que sufriendo de ansiedad los cuatro resulta que los tres cerditos cada vez están más sobrados de carnes mientras el pastor es cada vez más enjuto que paréceme a mí que más que seres vivos estoy viendo tres globos aerostáticos y una varilla de sarmiento?.
- Buena es la comparación si me permitís hablar ahora a mi -intervino Matilde mientras era Clotilde la que callaba ahora.
- ¡Hablad... hablad buena señora... que os escucho con total atención!.
- Poned atención my buen señor y majestad que lo que os voy a contar parece cosa de meigas pero que es la pura realidad.
- ¡Contad ya por favor! -intervino la reina Greca- que estoy deseando saber cuál es el misterio de todo esto.
- De misterioso no tiene nada mi alteza majestad sino más bien de envidias y de rencores.
- ¿Cómo es posible eso? -intervino de nuevo el rey Carlangas.
- Mi majestad y señor -intervino Clotilde- dejad que mi hermana gemela Matilde os cuente.
- En verdad que sois tan parecidas que se explica que seais gemelas.
- Si... pero eso ahora no interesa saberlo mi amado esposo... sino conocer qué explicación hay para tal extraño suceso de que los tres cerditos parezcan globos aerostáticos y el pastor una varilla de sarmiento.
- Que me corten la lengua si lo que os voy a contar no es cierto -sugirió Matilde.
- ¿Vos sabeís que estáis diciendo? -interrogó el rey Carlangas.
- Por supuesto que mi hermana Matilde sabe muy bien las historias que para eso ha estudiado más que yo que abandoné la escuela para dedicarme a las castañas.
- Calla, por favor Clotilde, y no seas mete patas.
El rey Carlangas no tuvo más remedio que soltar una carcajada pero se cortó de raíz cuando fue mirado por su seria esposa.
- Escucha, marido mío, el hecho de que doña Clotilde se dedique a las castañas no es motivo de risa.
- Perdona, querida esposa, pero no me ha hecho gracia tal cosa, sino saber que Matilde sabe mucho de Historia.
- No ha dicho mi hermana Clotilde que yo sepa mucho de Historia con H mayúscula, que de eso casi no sé nada salvo un poco de aquí y otro poco de Francia y pare usted de contar, sino que le dijo que me sé muchas historias.
- Bien. Guardaré silencio y escucharé con suma atención.
- Pero he de advertirle mi señor alteza y majestad suma -siguió hablando Matilde- que poca cosas podéis hacer vos y su bella esposa Greca para evitar este maravilloso suceso.
- Recordad que tengo, a mi servicio, a los mejores endocrinólogos del país.
- Ni el mejor endocrinólogo del mundo podría evitar esta asombrosa situación pues como os señalé antes no es cuestión de glándulas humanas sino de envidia y ambición.
- Pues contad ya y dejémonos de prolegómenos -intervino la reina Greca.
- Vos mis altezas y majestades Carlangas y Greca habláis maravillosamente el castellano, pero esto es Galicia y aquí apenas sabemos de endocrinología sino de meteorología y mucho menos de prolegómenos sino de castañas que a veces son buenas y otras veces salen pilongas.
- Por favor, hermana Clotilde, no hagas entretener a sus altezas majestades el rey Carlangas y la reina Greca con cosas que no le interesan.
- No, por favor, seguid contando que a un verdadero monarca tanto le deben interesar las naranjas de la China como las castañas pilongas de estas aldeas de por acá.
- Pues verá, mi señor monarca, que resulta que las castañas pueden salirte buenas o pueden salirte malas; o sea, que de resultas de como salgan las castañas así podemos tirar durante todo el año. Si nos salen buenas tenemos un mes de vacaciones para ir a tomar el sol a Torrevieja pero si nos salen malas nos tenemos que quedar el mes de vacaciones a la sombra de la torre vieja.
- ¿Torrevieja y torre vieja?... ¿Cómo es eso? -se interesó el rey ante las explicaciones de Clotilde.
- Sí, mi alteza. Torrevieja es para estar de playa y la torre vieja para estar de meditación.
- Está muy bien explicado el asunto pero me parece que nos hemos desviado del tema al cual mi esposo se ha venido a investigar y haciéndome venir a mí con él.
- Perdón, reina Greca, pero es que me parecía que era interesante eso de especificar que no es lo mismo pasar las vacaciones en Torrevieja que pasar las vacaciones en la torre vieja.
- Está bien; por esta vez os perdono el extravío.
- ¡Mi alteza, me sé una historia de extravío que os pudiera interesar bastante! -intervino Matilde.
- Adelante pues si es que tiene relación con los tres cerditos y el pastor.
- Tenerla la tiene y muy directa si señor.
- Pues entonces hablad ya.
- Pues que resulta que, hace años, llegó una hermosa princesa de más allá del Mar Atlántico que, como sirena del Mar Pacífico cantó una hermosa canción al poeta de esta tierra llamado Pepiño el de las letras y con el cual los tres cerditos Panzones estaban contentísimos de jugar a mil y una cosas varias. Y fue tanto el enamoramiento de Pepiño por ella que ella se lo llevó hacia más allá del mar.
- ¿Y eso está en relación directa con las cada vez más abultadas panzas de estos tres cerditos y con la cada vez más flaqueza del pastor?.
- Y tanto que directísima mi alteza -continuó Matilde- pues resulta que la princesita era tan hermosa que dejó con la boca abierta a los tres cerditos y al pastor y se engolosinaron tanto con ella que no pudieron soportar la envidia que les entró cuando ella eligió al humano Pepiño.
- Pero... ¿tan necios son estos tres cerditos Panzones que no se dan cuenta de que la princesa conquistó a Pepiño y Pepiño la enamoró del todo porque ambos pertenecen a la raza humana mientras ellos sólo son tres cerditos nada más?.
- Pues ese es el asunto, mi majetad... que la envidia corrompe tanto que convierte a muchos en verdaderos animales de bellota por no decir cerdos de bellota que es lo mismo. Y es que este suceso tiene más historia.
- ¡Contad!. ¡Contad!.
- Resulta que los tres cerditos Panzones no es que fuesen cerditos en un principio sino que por culpa de la envidia se conviertieron en tres cerditos cada vez más panzones.
- ¿Entonces quiénes eran antes de convertirse en cerditos y quién les convirtió en cerditos?.
- Empiezo a responder al revés como buena gallega que soy. Les convirtió en cerditos la Brujita Buena para evitar que la envidia diese paso a alguna tragedia. Ellos eran, como vos queréis saber, los hermanos de Pepiño.
- Ya entiendo... ya entiendo... pero ¿y el pastor Secatulis?.
- Ese fue otro que cayó en la envidia cochina, aun siendo tío de Pepiño, pero la Brujita Buena sólo lo convirtió en un hombre tan seco como el sarmiento de las parras antes de entrar en sazón.
- ¿Y cual fue el motivo en este caso?.
- El rencor de que aquella princesita hermosa guiase a Pepiño por el buen camino y no por el camino de las malas mujeres como tanto deseaba Sectulis para hacer que no se celebrasen las bodas.
- ¿Y se celebró la boda entre la Princesa y Pepiño?.
- Por supuesto que se celebró a pesar de todas las artimañas que buscaron los tres hermanos y el tío a los cuales castigó la Brujita Buena... porque las brujas no existen pero brujitas haberlas haylas.
- Entonces ya quedo enterado de todo lo sucedido. ¿Qué puedo hacer yo ahora por arreglar este asunto?.
- Mi señor majestad, perdone, pero eso sólo es asunto de Dios y no de usted y no crea que le estoy diciendo que usted no tenga poderes sino que en casos de envidias y rencores sólo Dios puede cambiar a los corazones. Es por eso por lo que los cerditos Panzones seguirán siendo cerditos cada vez más panzones si siguen con la envidia y el pastor Secatulis quedará cada vez más seco si sigue con el rencor. Así que punto y final mi señor majetad y graciosa alteza por designio de Dios. Dejad que Dios sea quien pague con la moneda que debe pagar a cada uno y aquí paz y allá lo que Dios quiera...
- Me habéis convencido. Nada tengo yo que hacer ya por estas tierras y me vuelvo a palacio.
Y así fue como los tres cerditos Panzones siguieron con la envidia, cada vez con mayor panza, hasta no se sabe cuándo y el pastor Secatulis quedó cada más seco hasta no se sabe cómo.
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Foto del autor Jos Orero De Julin
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Descripción

Cuento infantil con reflexiones cristianas.

Palabras Clave: Literatura Cuento Infantil Ficcin Realidades Cristianismo.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Infantiles



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