La pelinegra de la minifalda roja
Publicado en Feb 28, 2011
Expelió aire como si fuera una goma que se desinfla, cuando la vio pasar de nuevo frente a él.
Fue notable el efecto de su paso taconeado y de su mini faldeo cuando cruzó la acera cerca de la construcción. De pronto la típica orgía de martillazos enmudecidos, y acto seguido los chiflidos, besuqueos y piropos, y luego como si fuera poco, él emitió sus acostumbradas expresiones de conquistador ambulante. ___ Mamita, abusadora, arroz que carne hay... ¡Si Cristóbal Colón te viese, diría: Santa María, que Pinta tiene esta Niña! ___ Quisiera ser vampiro para bajarte la regla a chupetones. ___ Me gustaría ser heladero para lamerte sin parar. ¿De qué juguetería te escapaste muñeca? ___ ¡Estás tan buena que te comería con ropa y todo, aunque estuviera un mes cagando trapos! Al llegar al final de la esquina, ella, la muy risueña, le lanzo un beso al aire. Ya para ese momento, estaba paralizada toda la construcción y el grupo de fisgones, incluyendo al vejete arquitecto se le salían las babas de sus afilados colmillos. El no sabía si estaba casada, si estaba divorciada o soltera, pero cómo le gustaba la condenada. Pero nada de eso venía al caso. Lo que le gustaba de esa morenaza era esas minifaldas apretadas hasta la estrangulación. ¡Cosa que a él, lo ponía muy cachondo! El pobre obrero, en pleno paroxismo de besuqueos y fantasías eróticas, perdió el balance y cayó de cabeza contra el pavimento. ¡Por suerte llevaba casco y fue desde un segundo piso!
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Jos Luis Marrero
Gustavo Adolfo Vaca Narvaja
Felicitaciones