Lee el destripaterrones (Cuento)
Publicado en Mar 15, 2011
Toda la provincia de Sichuan, al suroeste de la República Popular China, ardía como el fuego en aquella época veraniega, en el Año del 2011. Más de ochenta y cinco millones y medio de personas sufrían aquel infierno en aquella provincia que era la cuarta más poblada del país; sólo superada por Cantón, Henan y Shandong. Las aguas del río Yangzin bajaban con un color rojizo, como si la corriente de agua estuviese recordando algo del pasado histórico de China.
A Lee, en medio de la granja colectiva y comunal, le dolían ya los riñones de tantos años agachado por la brutal condición humana en que se encontraba. Recordó los sucesos del año 1988. Él tenía entonces sólo 26 años de edad y estaba enamorado de una joven pekinesa de tan sólo 20 primaveras. Se unió a los manifestantes de la Plaza de Tian'anmen porque creía en los ideales de la libertad. Los dirigentes del Partido Comunista Chino, sin embargo, hablaban de otra libertad, de otra forma, de otra manera de libertad muy diferente a la que él profesaba como cristiano en tierra de ateos. Las libertades de las que hablaban los dirigentes del Partido, tras la muerte del dictador Hu Yuobang, que tantas ilusiones despertó entre los intelectuales y los trabajadores chinos para alcanzar la tan soñada libertad, no tenían nada que ver con las libertades reales y verdaderas. Ser seguidor de Jesucristo era un pecado mortal para su tocayo Lee Teng-hui. Él esperaba que los sucesos de la Plaza hiciesen por fin alcanzar la libertad al pueblo chino. Se equivocó. A sus veintiseis años de edad estaba en el lugar no adecuado y en el momento no adecuado. Cuando fue detenido sabía que ya no volvería a ver a su enamorada. Ahora, a sus cuarenta y ocho años de edad parecía un anciano de noventa. El castigo de cadena perpetua y sometido a los trabajos forzados de destripaterrones le habían convertido en un esqueleto viviente. - Todos iguales pero todos pobres menos ellos -dijo en voz baja sabiendo que nadie le iba a escuchar. Una vez que llegó el descanso encendió el viejo armatoste que le servía de radio y que le ponía en comunicación con el exterior de aquella maldita granja. La voz femenina, dulce y aterciopelada, que se escuchaba a través de las ondas, parecía más bien un broma de mal gusto, un chiste pesado, una ironía del destino. - !Es tu año Conejo!, y nunca mejor dicho. Este año 2011 tendrás muchas oportunidades en el trabajo, donde vas a tener éxito. También en el ámbito de las relaciones personales toda irá de fábula. En la familia es posible surjan algunos malos entendidos pero no te preocupes, se solucionarán. Apagó la radio y comenzó a llorar. ¿A qué clase de fábula ilusionista estaba refiriéndose la voz dulce y atercipelada de aquella señorita que, según él, debería ser hasta una modelo de lo bonita que debía estar siendo, por supuesto, fiel afiliada al Partido?. Él, castigado a no tener familia nunca, aquello que decía aquella miss china le parecía no sólo absurdo sino hasta brutal. Después de comer su pequeño cuenco de arroz y mijo volvió al trabajo, a seguir destripando terrones para plantar productos que luego vendrían los esbirros del secretario gobernador, Liu Qibau, peso fuerte y pesado en las más altas esferas del Partido Comunista Chino, para arrebatárselos a cambio de unas mezquinas cantidades de yuanes que no le servían más que para poder sobrevivir como esqueleto viviente. Todavía no podía dormir por las noches, hasta que el cansancio le hundía en un profundo sopor, recordando el 3 de junio de 1988, cuando los tanques y la infantería del "glorioso" ejército rojo disolvió las protestas dejando tras de sí bastante más de dos mil muertos, jóvenes todos ellos que derramaron su sangre como un genocidio por la libertad que tanto habían soñado. Él era, exactamente, el número 9.218 de los arrestados, cuando herido de gravedad fue enviado a los calabozos de Beijing. Ese era el número con el que le conocían. Había dejado de ser un hombre y le habían convertido sólo en un número. - La existencia de cárceles negras en el corazón de Beijing es una burla a la retórica del Gobierno chino sobre la mejora de los derechos humanos y el respeto al Estado de derecho. El Gobierno debe actuar rápidamente para cerrar estas instalaciones, investigar a los responsables de administrarlas y prestar asistencia a las víctimas de abusos en ellas. Hombres, mujeres y niños van continamente a dichas cárceles cuando se descubre que no viven contentos con la dictadura del Partido Comunista Chino. Lee hablaba siempre en voz baja y para sí mismo porque, a pesar de todo, ansiaba seguir estando vivo. A pesar de se un anciano prematuro y un muerto viviente seguía teniendo la esperanza de seguir viviendo y, si era descubierto por alguno de los espías que el Partido Comunista Chino tenía infiltrados en las granjas de castigo, sería eliminado automáticamente. - La existencia de cárceles negras en el corazón de Beijing es una burla a la retórica del Gobierno chino sobre la mejora de los derechos humanos y el respeto al Estado de derecho -siguió hablando para sí mismo. Todo aquello hacía que un sudor frío y pegajoso le corriese a lo largo de toda la médula de su espina dorsal. En el último descanso abrió la Sagrada Biblia, que escondía astutamente ante cualquier otro ser humano, y leyó: - Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud. Con esa doble esperanza de libertad física y liberación espiritual Lee, el destripaterrones, quedó dormido mientras soñaba con un país nuevo, un país libre, un país patria... Etimológicamente Sichuan proviene de una abreviación de chuānxiá sìlù, que literalmente significa "las cuatro comarcas de ríos y gargantas". Y, mientras Lee el destripaterrones, dormía ya cansado y soñando alborotadamente con las palomas de la libertad volando por las cuatro comarcas, su garganta era como un río de agua ardiendo que le quemaba la faringe pero que le daba paz en el último momento de su vida. Después no sintió nada más. Supo que volaba por los aires, que unas manos amorosas le guiaban entre las nubes celestiales y que una Luz le inundaba todos sus sentidos. Lee el destripaterrones había conquistado la Eternidad.
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