Setamor (Novela) Captulo 43.
Publicado en Mar 17, 2011
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El silencio de su interior era absoluto. Sólo el murmullo del agua, como una voz de fondo inmaterial, servía de contrapunto a algo que no era nada posible de conceptuar. Él sólo asomado al borde de su propio límite. El sueño se cumplía. Era una sola línea entre el plano del barco y la superficie del agua. Era la total falta de memoria y el desencuentro más absoluto. Ni tan siquiera una grácil gaviota que le recordase alguna referencia de mensaje. El único mensaje que allí existía era una paz sin contenido; la absoluta paz de quien, sin dejar de existir, ya no vivía ninguna experiencia. No había, en la atmósfera, nada reconocible y el horizonte, en un círculo de trescientas sesenta grados, el círculo más absoluto posible, sólo era una línea que tan siquiera tenía color determinado porque aquello era un matiz gris sin ser gris, un matiz azul sin ser azul, un matiz verde sin ser verde, un matiz blanco sin ser blanco... sólo era un matiz indefinido que ningún pintor podría jamás plasmar identificándole en su exactitud; porque aquello no tenía ninguna exacta traducción. Era la libertad ampliada hasta el límite de lo cognoscitivo pero sin ser conocido racionalmente. ¿Qué lugar ocupaba la razón en aquel espacio?. Ninguno. Ningún lugar para la razón tal como la entienden los abstractos. Simplemente era la cordura de perder de vista toda la razón. La razón, concreta o abstracta o como cualquier ser humano quisiera entenderla, se había quedado en alguna lejana costa o en algún lejano faro luminoso. La única luz que allí había no tenía ningún carácter definitorio: era la luz del vacío más completo, de ese vacío en donde no cabe ningún objeto porque no había lugar a lo objetizable. Todas las reglas de conducta no existían porque allí no había conducta noble ni innoble; allí no había posibilidad de apropiarse de ninguna clase de conducta... no había posibilidad de apropiarse de ningún aspecto vital y, sin embargo, allí la vida explotaba en toda su magnitud. ¡Qué manera más intangible de sentir la vida en la máxima amplitud y sin tener que efectuar ningún acto concreto ni ningún ejercicio del recuerdo!. Allí los recuerdos también se habían confinado en la no existencia. Ni tan siquiera podía él recordar que estaba allí mismo, complementándose en una horizontal absorbente, porque su presencia no tenía ninguna clase de contenido mas que el vacío. Lo mismo podía estar existiendo que dejar de existir pues en ambos casos no había ninguna memoria histórica que le recordase. En aquel lugar y en aquel momento, no existía ningún lugar ni ningún momento. Era haberse introducido en una dimensión ilimitada y que no se hallaba en nigún libro de ruta posible. Una dimensión tan fuera de los códigos de conducta que podría decirse que iba más allá de sus dimensiones. Ninguna medida aritmética o filosófica podría incluir, en su logística, aquella especie de sin medida. Ni la propia Ciencia, la diosa inmortal de los sabios del mundo, podía llegar a contener aquello que era incontenible. Era el olvido de lo experimental. Ni tan siquiera la experimentación de estar allí presente podía ser considerada como algo válido porque lo válido o lo inválido no podía ubicarse en un espacio tan abierto y tan silente. ¿Cómo poder dar un significado a tal espacio?. Imposible, de todas las maneras humanas, plantearse aquella incógnita, puesto que aquella especie de espacio ni tan siquiera era un espacio como se entiende en la realidad. Suponía ser algo tan intangible que venía a ser como escapar de todo detalle y quedarse con el espíritu. Pero con el espíritu en su graduación más irreconocible, en aquella graduación que suponía ser la exaltación de toda la carencia material. Poder contemplar aquello, pero ajeno a toda circunstancia, era superar el yo en su categoría más expeditiva. Era separarse, por completo, del yo e introducirse en el no yo. ¿Y qué significaba no poseer absolutamente nada?. Ni tan siquiera poseerse a sí mismo y, a la vez, no suponía abandonar la vida sino atrapar todo el contenido de la vida... pero atraparla para vivirla llenándose de conceptos y todas las ideas, hasta dejarla desnuda por completo y, en aquella profunda y absoluta desnudez de la vida, no tener ninguna opción, ni propia ni ajena, sobre ella. Era ese instante en que podría ser él o ser otro cualquiera porque su libro vital estaba en vacío... sin color y sin dimensión. Y, además, sin ninguna intencionalidad de percibir nada que pudiese inscribirse como algo connotable. Era ese instante en que, a fuerza de no sentir ningún aspecto sentimental, se llenaba de toda la capacidad del sentimiento. Un sentimiento sin espectro tangible ni ninguna otra clase de connotación. ¿Qué suponía, para él, hallarse fuera de cualquier concepción o graduación conceptual?. No suponía nada más que un estar ausente de su propia presencia como si las medidas del tiempo y del espacio hubieran llegado a acentuarse de tal manera que hubiesen dejado de significar... ¡para qué significar nada!... ¡Era imposible!... Ningún esfuerzo podría dar contenido a lo que solamente era una pérdida absoluta de su identidad y un encontrar la medida inexacta de su desaparición en el plano de lo inconcreto. Existía una simple deducción de todo ello: ¡No existía ninguno de los conceptos que se manejaban dentro de las referencias científicas!. Al no contener referencias no existía ni tan siquiera el menor atisbo que se pudiese comparar con una idea. No existía ningún idea reconocible o si existía debía estar penetrantemente invisible, al menos lo suficiente como para no ser asumible en ninguna dimensión. Y lo más importante es que no le importaba, en absoluto, que se hubiesen evadido todas las coordenadas, ¿Cómo localizarse así?. Y en esa pérdida de memoria residía, en aquel momento y en aquel lugar, su existencia. Esa era la importancia de aquel acto sin historia.
Poco a poco la niebla le fue cubriendo hasta ocultarle por completo.
- ¡Es hermoso ver el sol en la alta mar!... ¿verdad?.
- ¡Es la plenitud total!.
El segundo de a bordo volvió a redundar.
- ¡No hay nada más hermoso!.
- Sí. Hay algo más hermoso todavía -le corrigió el joven licenciado.
- ¿Es posible?.
- Sí. Esta plenitud total pero adornando al amor.
- ¿Qué clase de amor?.
- El amor total... por supuesto.
- Cualquier otra belleza, por mucho amor que contenga, serviría de traumática separación.
- En absoluto. Otra belleza, si contuviera amor total, complemetaría tanto este momento que ya no existirían más posibilidades expresivas.
- Si eso ocurriera así estaríamos al borde de la locura.
- O quizás en el principio de la plena lucidez.
- ¿Tú serías capaz de penetrar en ese umbral?.
- Sería capaz de penetrar en ese umbral para no salir más de él y quedarme allí... en esa especie de eternidad.
- ¿Es posible? -volvió a sobrecogerse el segundo de a bordo.
- Lo posible va más allá de lo que podemos imaginar. La imaginación sólo es una parcela de lo que es posible.
El segundo de a bordo comenzó a inquietarse.
- ¿Estás seguro de lo que dices?.
- No sólo estoy seguro de lo que digo sino que ahora mismo te digo que es cuando mayor seguridad tengo en lo que siento. ¿Sabes?. Ha sido largo el camino que tuve que recorrer para iniciarme de nuevo pero esta sensación me dice que vivo en el preámbulo.
- ¿Y qué hay más allá de tu preámbulo?.
- Un espacio complementario nuevo que nunca he conocido y que necesito vivenciarlo.
- ¿Y cómo llamas a ese espacio?.
- Vida... solamente vida...
- No lo entiendo... no llego a entenderlo.
- Escucha y pon artención sin entrenerte en preguntas inútiles.
- Perdona... es que yo...
- Espera... espera... no quiero saber ahora nada de ti... de momento...
- ¿Entonces?.
- Entonces continúo. En él podré, si lo consigo sostener, expresarme en todos y cada unos de mis ocho sentidos.
- ¿Otra vez eso de los ocho sentidos?.
- Sí. Otra vez lo de los ocho sentidos. ¿Te sucede algo?.
- No... no opino... no sé... no contesto...
- Entonces deja que me explique y no interumpas cuando estoy hablando yo.
- Sí. A veces debemos tener más educación.
- Bien. Sigo. Es aquello que debo absorber para sentirme tan profundo en mí mismo que ya no necesitaré nada más que existir sin la preocupación de interpretar continuamente y dejaré hacerlo, sin resistirme y sin forzarme... pero sin despojarme de mi esencia.
- ¿De dónde has venido tú para hablar así?.
- No me preocupa saber de dónde he venido sino en dónde quiero estar.
- ¿Y si tuvieses que estar en algún lugar lejano a tus raíces?.
- Mis raíces no tienen un punto geográfico particular. Yo no entiendo una raíz como un lugar autoimpuesto por alguna condición ajena a mí. Mis raíces no son únicas sino plurales y allí donde radique mi expresión alli estarán ellas. Y yo sé que mi expresión contiene multiplicidades y no simplificaciones.
- ¿Cómo puedes saber todo eso?.
- Es el descubrimiento de saber quién soy por dentro. Hasta ahora siempre he sabido quien era por fuera e incluso lo que de mi interior salía hacia afuera pero empiezo a penetrar en el interior de mi interior; allí donde soy mi circunstancia sin ninguna otra connotación externa. Si consigo lograrlo habré hallado la parte de eternidad que me pertenece.
- ¿Tú crees en la eternidad?.
- Eso es lo que tengo que demostrarme a mí mismo. Pero sí... creo en la Eternidad...
- Yo no podría plantearme dicha experiencia.
- Todos podemos porque todos tenemos que luchar, en algún momento de nuestro periplo vital, para intentar descubrirlo aunque sólo sea un escaso segundo de nuestra existencia. En ese segundo es cuando todos, absolutamente todos, tendremos que comprometernos a asumirlo o a rechazarlo. Y esa será nuestra elección definitiva.
- ¿Y no crees que ésto que expresas ahora sólo es producto de una falsa interpretación que te está produciendo este estallido de luz?.
- Quizás en algún otro momento de la vida podría dudar... pero sé que ahora es sólo el inicio de una verdadera interpretación. No creas que he logrado hallar su significado, pero estoy iniciándome en el esfuerzo por conseguirlo.
- Tendrás que volver a la dura realidad de lo que es esta Ruta del Bacalao.
- Sí. Pero será una inédita realidad que, estoy seguro, podré interpretar de forma muy distinta a lo que hasta ahora ha sido conocido por mí. No sé el momento en que tendré que dar la definitiva explicación a ello, pero sé que estaré presente cuando eso ocurra y sé que tendré que vivirla con sinceridad.
- ¿Y si te equivocas?.
- No hay psosibilidad alguna de equivocación cuando te penetras hasta ese extremo. Puede ser que me admitan los demás o que los demás me rechacen... pero yo no me equivocaré en lo referente a mí mismo. Eso es lo que realmente debe importar. Cuando todos los seres humanos nos importen es que habremos cambiado al mundo.
- Es un plan demasiado ambicioso para mí -y el segundo de a bordo giró par otear el horizonte.
- No esquives tu propia condición humana. Eso que tú quieres llamar ambición sólo es dar un pequeño o grande paso atrás, según sea la clase de ambición que tengas, pero en este tema un pequeño o grande paso atrás significa perder la oportunidad de lograr la amplitud por la cual estamos en la vida y para la cual debemos saber aceptarlo.
El segundo de a bordo volvió a mirarle de frente otra vez.
- Yo me conformo con cumplir y luego experimentar la agradable sensación de que he cumplido.
- Pero cumplir el qué y cumplir para qué...
- Lo que el capitán me ordene y para realizar un trabajo.
- Pues yo te digo que más allá de lo que te ordenen y más allá del cumplimiento obligatorio de un trabajo existe otra intensidad que es la que, en realidad, nos libera y nos enriquece como seres humanos. Un ser humano es muchísimo más trascendente que lo que le valora el mero cumplimiento de unas órdenes que le vienen dadas desde afuera y de un trabajo que también le viene obligado desde afuera.
- ¿No es suficiente con cumplir y cumplir bien?.
- ¿Tú crees que es suficiente para un hombre quedarse en ese límite tan pequeño y, a la vez, tan rígido?.
- Yo entiendo que sí... o al menos lo he entendido así hasta ahora.
- Porque ponemos límites a nuestra condición humana. Solemos quejarnos de la falta de libertad y no nos damos cuenta de que la limitamos nosotros mismos. Para gozar de la intensidad del vivir hay que desamarrarse definitivamente y, sabiendo controlar nuestro límite, hacer aquello que es lo permisible pero agigantado hasta hacer que ese límite sea todo lo enormemente extenso que en realidad es. ¿No te das cuenta de que la libertad es mucho más generosa que lo que nos aplican como libertad?. La libertad tiene un espacio mucho más enorme que el simple cumplimiento del deber, por muy bien que hayamos cumplido con él.
El segundo de a bordo comenzó a captar aquella interpretación de la libertad.
- ¿Entonces yo puedo conseguir expansionar más mi satisfacción?.
- Hasta gozarla de verdad. Lo que haces ahora es cumplir con tu satisfacción pero lo que puedes lograr es satisfacerte, a tí mismo, por completo. Y no lo llames egocentrismo porque, para lograrlo, tendrás que formar parte de un conjunto de seres humanos. La libertad nunca es un individualismo como muchos han predicado y llevado a la práctica. La libertad sólo es libertad cuando se vive hacia uno mismo y hacia todos los demás. ¿Descubres la diferencia?.
- Ahora sí... ¡ahora sí me doy cuenta!. Pero si eso es así... entonces significa que me vuelvo a limitar...
- ¿Qué es para ti una limitación?. ¿Formar parte de un conjunto de seres humanos es para ti una limitación?.
El segundo de a bordo no supo contestar.
- Te lo voy a intentar transmitir -le apoyó el joven licenciado- escucha bien porque no te lo voy a repetir de lo sencillo que es entenderlo. Formar parte de un conjunto de seres humanos no supone ningún tipo de limitación o al menos ningún límite que anule nuestra capacidad para ser libres. Lo que tú opinas lo han escrito muchas veces aquellos que hablan de preceptos engañosos envueltos en falsas utopías irrealizables, que no es lo mismo que las grandes utopías soñadas con los ojos bien abiertos, porque la falta de verdadera libertad no reside en la vida que nos rodea y que nos han impuesto desde fuera de nosotros. La vida que nos rodea es mucho más neutral de lo que nos quieren hacer pensar. La falta de libertad, para nosotros y tomados de uno en uno, reside en una dimensión pequeña de nuestro espíritu porque así lo intentan hacernos creer los que manejan los poderes fácticos. Y hay quiénes han llegado a formular incluso la negación de que poseemos ese espiritu todos y cada uno de los seres humanos. Eso es totalmente falso. Quieren construir utopías factibles derrumbando, precisamente, aquellas que podrían hacerse factibles pero que son muchos más grandes que las que nos han impuesto y, por ello, es necesario llevarlas a cabo dentro de un conjunto de seres humanos. ¿Descubres dónde está su propia impotencia para lograrlo?. Observa al mundo. ¿Son impotentes o no son impotentes a pesar de sus poderes?.
- Ahora sí. Ahora lo entiendo. Observo el mundo y veo que siempre han sido unos impotentes. Empiezo a entender que hay quienes hablan de la libertad, pongamos el caso extremo de los anarquistas, basándose en la tremenda paradoja de eliminar aquello que es precisamente el núcleo de la libertad.
- Exacto. Eso es. Ese núcleo donde nace la libertad es la famlia con valores éticos y morales de caracteres cristianos.
- ¿Y después?.
- Escucha y volvamos a lo que hacen ellos. Eso es así porque el único camino existente para lograr vivir y experimentar la libertad es a través de la liberación de nuestro espíritu... ¿cómo poder liberar nuestro espíritu si negamos que existe?.
El segundo de a bordo sonrió por fin antes de hablar.
- ¡Ejemplar demostración de la incongruencia de muchos seres que no sé si debo llamarlos humanos!.
- De muchos humanos que luego agreden a la sociedad, sin orden ni concierto, culpándola de sus impotencias para encubrirse. Gozar de la vida no consiste en hacer lo que a uno o a una le dé la real gana; sino hacer cada uno lo que, dentro de la libertad de él o ella y la libertad del resto de los componentes del conjunto humano con los que convive, se desea. ¿Comprendes la enorme diferencia entra ambas acciones que parecen lo mismo y, sin embargo, son totalmente opuestas?.
- Excelente. Lo comprendo. Pero... ¿cómo trasladar eso a lo referente al amor que es la máxima expresión del ser humano?.
- Pues eso es algo que ha sido siempre así desde el principio de todos los principios. Lo que sucede es que nos dedicamos a descubrir complejidades amorosas y nos olvidamos descubrir la más sencilla y verdadera. ¿Te explico la diferencia entre el amor libre y el amor noble?.
- Si puedes hacerlo me gustaría aprenderlo.
- El amor libre es un libertinaje donde siempre triunfa el egoismo de uno sobre la esclavitud del otro porque no es libertad y, sin embargo, el amor noble es aquel que comparte un solo hombre con una sola mujer, los complementa en la misma cantidad e intensidad y es, en realidad, lo que nos libera y nos hace practicar la libertad del amor. ¿Lo has entendido?. Tengo otras muchas formas para explicar las enormes diferencias entre el falso e hipócrita amor libre y el verdadero y sincero amor noble.
- No es necesario. Lo entendí. Te prometo que cambiaré. Me convence tu filosofía.
- No lo llames filosofía. Llámalo forma de vivir cristiana.
Fueron pasando los primeros días y el joven licenciado, hablando con los algo más que monosílabos marinos... ocho interrogantes en total... ocho interrogantes que iban dejando de serlo a medida que transcurría el tiempo... aprendía sobre anclas, recaladas, partidas, pesos de carga, retrasados que nunca llegaban a formar parte de ninguna tripulación, desaparecidos que llegaron a formar parte de alguna esperanza oculta ahora bajo el mar, asimientos y desasimientos de la tierra, corazones soberanos que desarrollaban su reinado en aquellos límites marinos y sin fronteras, caracteres de hombres más allá de sus circunstancias personales, cautividades y liberaciones mezcladas en un sinfín de secuencias que aquellos compañeros narraban conjuntando, en una misma historia, hechos verídicos y ficciones no menos verídicas aunque fuesen ficciones, iniciaciones a un arte de amar la expresividad del mundo a través de un entendimiento diferente a los que poseen un lugar fijo donde residir, y la fuerza que todo hombre guarda bajo su meditabunda amargura o su meditabunda felicidad...
Y uno de esos días, cuando todos los marineros estaban entregados a la dura y peligrosa tarea de cumplir con el trabajo de capturar el bacalao, fue llamado por el viejo capitán.
- Ven conmigo... ¡tengo que enseñarte algo que es un ansiado proyecto y quiero que tú seas el que le de plasmación!. Es mi último sueño antes de abandonar el oficio.
- ¡Confía demasiado en mí!.
- Para eso estoy... para descubrir en quién debo confiar.
- ¿Y si fracaso en desarrollar su último sueño?.
- El último sueño nunca es un fracaso.
Sentados, otra vez, ante la vieja mesa, el no menos viejo capitán extrajo una carpeta de color azul marino del cajón donde también guardaba la obra de Joseph Conrad.
- ¿Sabes por qué es de color azul marino?.
- Supongo que porque encierra parte del alma de los marineros.
El viejo capitán se quedó primeramente desconcertado pero luego reaccionó y siguió con su plan.
- Te he visto convivir con mis hombres y he descubierto que eres capaz de entenderles. No todos lo consiguen. Ahora tienes que ser capaz de sentirles. He podido descifrar que en tu interior reside el alma de un misterioso poeta pero lo suficientemente lúcido, a pesar de lo que puedan pensar los ignorantes psiquiatras sobre nosotros, como para ser comprendido gracias a ese misterio que es lúcido repito y, a la vez, capaz de interpretar a los demás. Por eso sé que tú puedes hacerlo.
- Veamos, primero, qué es lo que tengo que hacer.
- No te preocupes. Lo que tienes que hacer es algo que haces continuamente así que sólo consistirá en plasmarlo en un soporte.
El joven licenciado esperó mientras el viejo capitán abría la carpeta de color azul marino. En su interior cobjaba un gran número de hojas escritas.
- Por este barco, a lo largo de su extensa vida, han pasado un elevado número de hombres sencillos pero con capacidades extraordinarias para el sentir. Una de mis labores más grata no ha sido sólo concoerles como entidades físicas sino intentar penetrar en sus contenidos internos, llamemosle, si deseas, introducciones a sus almas y, para ello, me he ocupado en hacer que, aquellos que lo han querido, con su propia libertad de acción, me expresaran algún sentimiento en hojas escritas que yo he ido recopilando; pero me he encontrado con un puzzle de sentimientos que yo, aún conociéndolos a fondo, no soy capaz de darles una unidad y sólo alguien como tú podría hacerlo. ¿Me ayudas?. Recuerda que es mi último sueño como marinero y quiero tener memoria de él.
- De nuevo le digo lo de siempre: lo intentaré.
- Entonces ve a tu camarote y allí, a solas contigo mismo, siénteles en su profundidad y unifícales en un único sentimiento. Quiero que escribas sólo lo que consideres valioso, en un solo texto al cual puedes aportarle partes de tus sentimientos si así librement lo deseas. ¡Sé que lo lograrás!.
El joven licenciado tomó la carpeta de color azul marino y se fue a su camarote. Comenzó a leer todos aquellos mensajes y a subrayar las frases que consideraba oportunas. Lo más difícil venia ahora y era participar de aquello y darle un contenido sólido en su unidad y amplio en su heterogeneidad. Que todo aquello, unido a lo que él pudiese aportar, formase un solo conjunto válido para cualquiera que lo leyese. Tenía que buscar una armonía unificadora respetando la individualidad de todos aquellos que habían participado. Algo así como crear una sinfonía musical que engarzara las ideas de todos aquellos compositores comunes. Oyó cómo estallaba la tormenta pero se aisló de ella aunque su bravura atronaba en todo el barco y los demás se esforzaban por superarla.
Comenzó a escribir.
"¿Por qué el rabí llegó y nadie le entendió su mensaje?. Amor era todo lo que predicaba y lo que necesitamos ahora, pero es que en esta época, con tanto hipócrita, Jesucristo hubiera muerto lapidado; pero yo me niego, sea cual sea mi identidad, sea o no sea Él mi maestro, a participar de esa lapidación; porque sé que amontono polvo en algún lugar y algún día podré despertar y ver que me había convertido en lo que siempre odié. Sé que "Soledad" se marchó golpeando la puerta de mi corazón e intentó apagar el fuego de mi ilusión pero ahora recuerdo que lucharé sin descanso. Te he dicho alguna vez que... pero no te preocupes, pues mi única intención es recordar a mis tres soles: Fe, Ilusión y Futuro. Son partes de un poema que olía a azahar y a lágrimas vivas... el último beso, el del adiós... y al día siguiente nací y volví a vivir, divisé tu sombrero negro que apenas dejaba ver tu rostro, intenté continuar la estela de tu ritmo pero no podía y te estreché entre mis alas y tus dulces labios embrujaron mi boca. Lo que duró bastó para que me atraparas. Casi no te conozco pero quisera hacerlo del todo o no conocerte nunca porque, para siempre, en mi recuerdo perdurarán tus labios, tu cuerpo, tu voz y sobre todo tu acento. Me regalaste una linda y exquisita sugerencia literaria para una fama fugaz: ¡Besos!. Ahora me nutro demasiado de las cosas, incluso de la evasión hacia el futuro. ¡Cuántas veces me hubiera gustado!. ¿Volverás a ser?. ¿Ya no serás nunca más?. No sé qué es peor, si las lágrimas por amor o las lágrimas por la frustrada incapacidad de amar; ahora bien, yo te digo que no me preocupa mi historia, pues mi pasado está pasado... ni tampoco me preocupa mi futuro, pues será como Él quiera. Parece que sólo estoy aquí para afrontar el oleaje e intentar no ahogarme... o dejar de intentarlo para siempre. No quiero olvidar lo que pienso y por eso escribo mi sensación de estar, todavía, vivo... y si hallas mi agenda y en ella encuentras poemas dentro, embriágate de poesía, seas quien seas y pertenezcas a donde pertenezcas, de buenas palabras... y dí que todo va bien porque con ese razonamiento puedes mover mis dudas y llegar a transformarlas en afirmaciones de mí mismo, de tí misma, de él o de ella mismos... claro que existe todo eso y más, muchos más... tú misma o en una misma, uno mismo o una misma enla fuerza y la energía y si todo eso es positivo y tú lo vas sembrando, verás cómo todo vuelve a ti de rebote porque pregúntate lo siguiente: ¿quién reunió la tarde a la mañana pasando por la noche?. Yo lo ignoro pero sé que en una breve noche se unieron los crepúsculos... y fue hecho. Fuí cuenta pendiente y prometí agradecerlo por ello y aunque no entendí por qué se colgaba de mi alma aquel misterio en la noche, descubrí que había dos rosas no para gemir de llanto y por ello no se me olvidó el sonreír. Conseguimos formar un ángulo de cero grados y seguimos siendo coordenadas del mismo par. Por todo ello, y por mucho más que se queda flotando en mí, cuando aparezca el sol y cese la tormenta, entonces me daré cuenta del barro que habrá en mi cara y en ese instante veré que nada es lo que era, ni nada es lo que hay ahora. No quiero olvidar lo que pienso. No quiero dejar de lado mis ideas... pero si alguna vez me canso de luchar y me dejo llevar y me vuelvo vulgar del todo y me vendo y me engaño y te vendo y te engaño, entonces... entonces no desearía acordarme que una vez no quería olvidar; pero doy gracias a mi particular Dios por ser fuerte y no venderte y no engañarme y, sobre todo, por seguir el camino recto de serte fiel y es que, de verdad, necesito un mensaje así, que me permita reconocer si es verdad o si es mentira. Me da mcuha pena no poder seguir con mis recuerdos pero una vez más vivo a través de las palabras aunque no tengo más en mi pensamiento. Adiós... ¡hasta la eternidad!".
En el exterior los hombres habían conseguido derrotar a la tormenta y el barco se había salvado.
Él se acercó al camarote del viejo capitán y, habiéndole dado permiso desde el interior, entró y le entregó el texto escrito. El viejo capitán lo estuvo leyendo y, con lágrimas en los ojos, le expresó.
- Éste será mi último viaje. Y puedo ya retirarme a descansar no sin antes darte las gracias porque ahora sí puedo decir que he conocido a mis hombres.
Se guardó el texto en el interior de su casaca.
- ¿Quieres un oporto?. Lo tengo de la mejor cosecha. Tiene una solera de hace seis años.
- Si pudiera acompañarlo de una buena pipa... pero me falta ya el tabaco.
- No te preocupes por eso. Tengo una gran reserva de tabaco de pipa en ese armario. Coje todo lo que desees pero no lo desaporveches regalándoselo a nadie. Lo digo porque muchos de mis hombres fuman en pipa.
- ¿Y por qué no lo puedo repartir con ellos?
- Está bien. Haz lo que tu conciencia cristiana te dicte.
El joven licenciado cojió sólo un paquete y ambos bebieron del oporto mientras la densa nube del humo de sus pipas les envolvió, momentánemaente, en una bruma llena de misterio. Había sido un texto profundo pero sencillo a la vez y eso había producido una imborrable amistad entre ellos.
Fueron en total dos meses de fructífera travesía pero también de dura travesía en la que, además de repartir tabaco entre los marineros, pudo lograr el permiso de trabajar con ellos. Parecía que, por cada producto arrancado al mar, aquellos rudos hombres tuviesen que soportar las iras de algún diosecillo furioso... algo así como si Neptuno se encolerizara cuando alguna de sus criaturas era capturada; pero aquellos rudos hombres demostraron ser más poderosos que los diosecillos del mar. Sucumbieron Anfítrite, Ceto, Cibeles, Egeón, Euribia, Forcis, Glauco, Halia, Leucótea, Neptuno, Nereo, Océano, Ponto...
A veces, en tiempos de descanso, aquellos rudos hombres hasta llegaban a soñar con bellas sirenas convertidas en mujeres que acudían a colocarles hermosos collares de perlas y corales como si en vez de combatir con los fríos mares del norte se hubiesen transportado al placer de gozar en los cálidos mares del sur. Eran parte de los sueños con los que aquellos rudos hombres conseguían superar las inclemencias del tiempo y su fuerte carácter que les tenían supeditados. Supeditados sí estaban... pero no vencidos porque, cada dia, las batallas terminaban con la victoria de los seres de carne y hueso, que ahora tenían también alma y corazón; con la victoria de aquellos seres mortales, a manera de un vuelco en las lógicas mitologías griegas. ¿Qué dios del mar, del aire o del fuego, se atrevería a humillar aquella condición?. Ni aún el propio Marte, con sus armas de guerra, hubiese podido vencerles ahora. Y es que el hombre, cuando se enfrenta a sus límites, resulta ser más heroico que los mitos de los dioses del Olimpo.
En todo aquel tiempo, el viejo capitán andaba, prácticamente, sumergido en su camarote sabiendo, como ya había decidido, que nunca más vovlvería a ser líder de ninguna otra gesta. Y eso, al par que le dolía, también le liberaba. Para consumir ambas cosas decidió dar el mando del barco al segundo de a bordo... y por eso al joven licenciado le había otorgado la oportunidasd de ser partícipe directo de la gloria de su tripulación permitiéndole ser uno más de todos ellos.
Aunque el joven licenciado pudo comunicarse, de alguna manera, a veces más verbal y otras veces más gestual según fuese el coeficiente intelectual de cada marinero, con la práctica totalidad de ellos fue con uno, el más silencioso, el que nunca jamás decía más allá de lo necesario e incluso mucho menos de lo necesario, con el que llegó a sentirse más identificado. En los momentos de efectuar el trabajo era aquel hombre sombrío, introvertido, ausente... el que mejor desarrollaba sus facultades. Hombre atlético, con unos músculos férreos y una potencia física envidiable incluso para los propios titanes mitológicos, sin embaqrgo jamás la sonrisa o tan siquiera un leve signo de felicidad asomaba a su rostro. Poseía la mejor presencia física de todos los allí embarcados, pero también poseía la peor presencia psicológica. Una de las cosas que el joven licenciado aprendió de él es que para lograr la felicidad es necesario poseer mucho más que un físico perfecto y dedujo que lo que contenía aquel hombre sólo era un vacío total, una envoltura perfecta que no encerraba absolutamente nada en su interior. Y, sin embargo, su trabajo era maquinalmente perfecto, como si se tratara de un artilugio fabricado sólo y para efectuar, sin ninguna clase de fallos, las arduas tareas a que se enfrentaba. Observándole, el joven licenciado pudo deducir que la felicidad no reside en la perfección exacta sino en esa otra perfección donde hay también un lugar para el error y un lugar para la posibilidad de equivocarse; porque sólo de ahí, del error y la equivocación, puede empezar el ser humano a sentirse como tal en toda su plenitud. El joven licenciado había aprendido que una cosa es la perfección total y otra la plenitud exacta.
Bajo la luna llena, una luna que parecía hablar a los marineros, se encontraba el sombrío mirando a la mar mientras limpiaba su cachimba con un delicado ritual. El joven licenciado se acercó a él.
- Buena noche hace hoy.
- No tan buena ni tan mala... para mí es como si no existiera.
- ¿Es que hay algo que atormenta tu espíritu?.
El sombrío se atrevió a mirarle de frente.
- ¿Tú a que has venido a este barco?.
- A encontrar...
- ¿A encontrar el qué?.
- A encontrar seres humanos como tú.
- ¿Para qué?.
- Para ayudarles a amar la vida.
El sombrío volvió a dirigir su vista a la mar y guardó profundo silencio. Después de un par de minutos el joven licenciado volvió a insistir en hablar con él.
- ¿Qué estás pensando?.
El sombrío marinero guardó su cachimba en el bolsillo interior de su grueso anorak y contestó sin dejar de mirar a la mar.
- Yo no pienso.
- Eso es del todo imposible.
- Está bien. Pienso pero no existo.
- Te equivocas otra vez. Fue René Descartes, el recalcitrante racionalista como tú, quien dijo "pienso luego existo" así que sí existes.
- Como si no existiese quiero decir.
- Verás. No quiero perder el tiempo con evasivas inútiles. ¿De qué estás huyendo?.
El sombrío se maravilló de que aquel joven entendiese tanto de su interior. No se lo explicaba cómo podía conseguir entrar en sus pensamientos.
- ¿Te puedo confesar algo con total confianza?.
- Con total confianza -respondió el joven licenciado.
- Pero que quede sólo entre nosotros dos. Que ningún compañero se entere y, menos aún, el viejo capitán.
- Por supuesto. Y ahora contesta a mi pregunta.
- Dime primero cómo lo has conseguido...
- Conseguir qué cosa...
- Saber que estoy huyendo.
- ¿Has cometido algún delito?.
- Uno muy grande.
- Dímelo con total franqueza.
- Haber nacido.
- El mayor delito de un hombre es tener esa clase de pensamientos... porque debes de saber que siempre hay alguien a quien le importa que hayamos nacido. Quizás una madre, un padre, un hermano, un pariente, un amigo... o hasta un ser tan solitario como tú.
- ¿De dónde sacas esa sabiduría?.
- Eso no es tan importante ahora. ¿Tienes problemas de amor?.
- No sé qué es el amor. Nací para trabajar y soy perfecto trabajando... ¿para qué más sirve la vida?.
- Escúchame bien. Hay alguien que te ama más de lo que te imaginas.
- Como no tengo imaginación eso no me importa.
- Pero sí te importa ser perfecto...
- Eso sí. Admiro la perfección en toda su extensión.
- Pues la persona que te ama es la mayor perfección que puedas conocer porque es la perfección total.
- ¿Más perfecto que yo?.
- Infinitamente más perfecto que tú.
- ¿Tú eres más perfecto que yo?.
- No. No se trata de mí. Se trata de mi hermano mayor.
- ¿Y por qué no está él aquí, haciéndote compañía?.
- Te equivocas. Está aquí haciéndonos compañía a los dos.
- ¿Me estás tratando de tonto o te estás burlando de mí?.
El joven licenciado sólo sonrió ante la amenaza de aquel monstruoso ser de los músculos como de hierro forjado en mil batallas.
- No. No es esa la solución. No vengo a pelear contigo. Tú estrás creyendo que te estoy tratando como a un tonto o que me estoy burlando de tí y, sin embargo, te vuelves a equivocar y ya es la tercera vez que lo haces en estos breves minutos.
- Dentro de muy poco dejaré de equivocarme.
El joven licenciado miró a los ojos al sombrío marinero y sólo vio desesperación.
- El suicidio ni es valentía ni es cobardía sino desesperación y veo en tu mirada una profunda desesperación.
- Pero... ¿cómo puedes adivinar esas cosas?.
- Lo que de verdad importa es que sepas que mi hermano mayor te ama.
- ¿A qué clase de amor te refieres?. ¿Tu hermano mayor es algo tendente a la homosexualidad?.
- Cuarta equivocación en breves minutos. No eres tan perfecto como crees. Es más, yo diría que tienes la grave carencia de algo muy importante llamado sentimientos.
El sombrío marinero quedó tan desconcertado que no supo reaccionar y se quedó completamente enmudecido ante aquel valiente joven que era el primer hombre que conocía y que se había atrevido a decirle tal cosa. Por primera vez en su vida alguien ponía en duda su valía sin haber recibido una paliza.
El joven licenciado, antes de despedirse de él, le puso la mano derecha sobre su hombro izquierdo.
- Se llama Jedsucristo. Te ama. Buenas noches. Adiós. Pero piénsalo... piénsalo bien antes de hacer lo que estás intentando hacer.
La luz de la luna llena alumbraba toda la borda del barco y hacía proyectar las sombras de los marineros que ya se retiraban a descansar.
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Foto del autor Jos Orero De Julin
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Descripción

Novela de Ficcin con algunas realidades verdaderas.

Palabras Clave: Literatura NOvela Ficcin Realidades Conciencia Conocimiento Cristianismo.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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