LA SEORA Y AQUEL SEOR (Parte II)
Publicado en Mar 24, 2011
LA SEÑORA Y AQUEL SEÑOR (Parte II)
La Señora tomó asiento con mucha delicadeza, Sosteniendo la falda azul de su conjunto enterizo con botones en el pecho Sobre sus piernas apoyó su cartera beige a tono con su saco de hilo. Al sentarse acomodo su saco para cubrir sus hombros desnudos Tomo un libro de su cartera luego de verse en un pequeño espejo Intentando disimular los deseos de mirar al Señor y de ser mirada… El Señor moría de deseos al observar cada uno de sus movimientos Volvía a sentir calor en su nuca y espalda de tanto mirarla Y moría sin encontrar palabras, en cada cuadra que se alejaba… Ella presumió leer una o dos páginas de su libro, femenina y disimulada, Y fingiendo ver el paisaje del barrio por la ventana cerrada De reojo buscó en el cristal, el reflejo de la imagen del Señor… El, la miraba tanto… su cabello al costado, hombros, piernas y manos… Que jamás se dio cuenta de que, ella a el también lo observaba… Y de ese modo sus corazones desconocidos, a escondidas vibraban… En un descuido del alma, ella traspaso con su mirada el cristal Como viendo el paso con sufrimientos propios de una dama Solo vió imágenes difusas y oscuras, sin lograr definir nada… Entonces una lágrima de sus ojos brotó por sus mejillas, El la vio reflejada, triste y perdida en la nada y se estremeció… Y del bolsillo interno de su saco azul un pañuelo perfumado le dio… Ella se asusto o quizás solo se avergonzó al ver un pañuelo en su mano, creyendo que el no había llegado a notar que ella lloraba… El le digo: - Llore sin temor, las lágrimas aclaran la mirada… Ella intentó sonreír mientras que mas aun se acongojaba… Y por esos milagros de los ángeles de cupido, la risa llegó de improvisto Al caer al suelo el, en una brusca e inesperada frenada del ómnibus. La caída no pudo haber sido mas cómica y despatarrada, Teniendo en cuenta la falta de agilidad del Señor de varios años… Ella contuvo la risa y terminó devolviéndole el asiento ayudándolo… A partir de esa maniobra del cielo encantado… Comenzaron a hablar mirándose fijamente a los ojos… Tímidos, alegres, avergonzados y desbordados en carcajadas…
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MARIANO DOROLA
.......... Pero esa... esa es otra historia....jajajaj
Un honor para mi tu visita
Mara Ester Rinaldi
Cómo sigue, marian?