Setamor (Novela) Captulo 52 .
Publicado en Mar 25, 2011
- ¿Sabes una cosa? -decía el padre del joven licenciado a su esposa- ha tenido que ser ahora, en mi vejez, cuando he comenzado a sentir verdaderamente el amor.
- ¡Pero si siempre has sido muy buen amante esposo!. - Pero no un buen amante esposo sabio. Hasta para amar hay que ser lo suficientemente sabio para dar las connotaciones supremas a ciertos actos. - Pues yo no tengo nuinguna queja sobre ti. Es verdad que muchas veces venías tan cansado del trabajo que ni teníamos tiempo para comunicarnos ni, por supuesto para hacer actos de amor... pero eso no eliminó, nunca, mi admiración y cariño por ti. - ¿A pesar de que había ocasiones en que no nos entendíamos?. - Esas ocasiones han sido tan olvidadas por mí que hasta mereció la pena haberlas vivido para poder amarte más ahora. Yo también he comprendido lo suficiente como para quedarme únicamente con las partes positivas de tu personalidad. - Entonces... ¡de verdad quieres que nos vayamos en un crucero!. - ¡Es mi gran deseo!. - ¿Sabes de alguna agencia donde poder sacar los billetes?. - Ya la tenía preparada y he hecho una reserva para dos. La agencia se llama "Rumbo Feliz". - Espera... espera... no me siento bien... - ¡Dios mío!. ¿Qué te ocurre?. - ¡Llévame a un hospital por favor!. - El que se me ocurre es el Hospital Militar. - Pues llévame urgente al Hospital Militar. - Pero...¿qué te está sucediendo?. - Casi no me puedo levantar. Me fallan las piernas. - Entonces... ¿dejamos para otra ocasión el crucero?. - Me parece que ya no habrá otra ocasión... - ¿Tan grave te sientes?. - Del Hospital ya no salgo... ¡lo siento!... ¡siento que del Hospital ya no salgo!. - Adiós al "Rumbo Feliz"... - ¿Usted qué cree sobre el rumbo que ha tomado lo cultural en los tiempso actuales? -le preguntaba durante la cena de recepción, el antropólogo sueco al anciano de las barbas blancas. - Sin lugar a dudas estamos inmersos en una crisis de valores. Esta decadencia acultural que actualmente vivimos tiene que terminar por tener una salida concreta a través de las espectativas crecientes. - ¿Cuál es para usted el error que se ha cometido?. - No sólo ha sido uno el error sino una cadena de ellos. Tanto creer en la cultura científica ha producido un tremendo vacío y una enorme brecha de separación entre los iniciados en esa clase de cultura y el resto de las personas en todo el mundo. - ¿Es posible tanto desconcierto?. - Efectivamente... usted lo ha dicho... el desconcierto actual nace de la falta de valores y fundamentos éticos y morales. - ¿Y quiénes son los culpables?. - Los que, llamándose cultos, han relativizado toda la existencia humana hasta el absurdo de proclamar que todo es relativo y como todo es relativo todo es válido. ¡Pero si hasta son tan cernícalos, y perdone que sea tan drástico en esto, que predican la muerte de la familia!. ¡¡Son así de brutos!!. La muerte de la familia es la muerte de las naciones y la muerte de las naciones es la muerte del mundo entero. - Como antropólogo le tengo que decir lo siguiente que opinó Margaret Mead: "Hoy todas las personas nacidas y criadas antes de la Segunda Guerra Mundial, son inmigrantes en el tiempo-como sus antepasados lo fueron en el espacio- que luchan por adaptarse a condiciones desconocidas de la vida en una nueva era. Al igual que todos los inmigrantes y pioneros estos inmigrantes en el tiempo son portadores de viejas culturas". Parafraseando a esta autora, "además, después de la Segunda Guerra Mundial los y las inmigrantes juntan tiempo y espacio en su trayectoria de vida como portadores, no de viejas sino recientes e interconectadas culturas como sosteniendo con su lucha de traslado la que se deja y a la que se llega". - Pues yo, como maestro del Cristianismo, le digo lo siguiente: "La sabiduría edificó su casa, labró sus siete columnas, mató sus víctimas, mezcló su vino, y puso su mesa. Envió sus criadas. Sobre lo más alto de la ciudad clamó. Dice a cualquier simple: Ven acá. A los faltos de cordura dice: Venid, comed mi pan, y bebed del vino que yo he mezclado. Dejad las simplezas, y vivid, y andad por el camino de la inteligencia. El que corrige al escarnecedor, se acarrea afrenta; el que reprende al impío, se atrae mancha. No reprendas al escarnecedor, para que no te aborrezca; corrige al sabio, y te amará. Da al sabio, y será más sabio; enseña al justo, y aumentará su saber. El temor de Jehová es el principio de la sabiduría, y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia. Porque por mí se aumentarán tus días, y años de vida se te añadirán. Si fueres sabio, para ti lo serás; y si fueres escarnecedor, pagarás tú solo. La mujer insensata es alborotadora; es simple e ignorante. Se sienta en una silla a la puerta de su casa, en los lugares altos de la ciudad, para llamar a los que pasan por el camino, que van por sus caminos derechos. Dice a cualquier simple: Ven acá. A los faltos de cordura dijo: las aguas hurtadas son dulces, y el pan comido en oculto es sabroso. Y no saben que allí están los muertos; que sus convidados están en lo profundo del Seol". ¿Qué le ha parecido?. - No tengo ni idea de donde ha aprendido usted todo eso. - De la Santa Biblia Cristiana, amigo compatriota, de la Santa Biblia Cristiana. Si tiene usted un tiempito corto para aprovecharlo en algo más provechoso que dormir a pierna suelta lea, por favor, Proverbios 9. Y de paso le cuento lo que dice Proverbios 22-6: "Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él". ¿Comprende usted, querido antropólogo, dónde están las raíces de todos los males que se producen en la Tierra?. - Pues me ha dado usted una buena lección. ¿Dónde puedo conseguir una Santa Biblia Cristiana como la llama usted?. - Muy fácil. Le regalo la mía. Y el anciano de las barbas blancas sacó una pequeña Biblia del maletín de trabajo. - ¿Pero es suya?. ¿Cuánto le debo?. - Nada en absoluto. No es mía sino de la parte de la humanidad que la necesita, en estos momentos, más que yo. El joven licenciado había terminado de cenar y de beber su sempiterno café con leche y pidió permiso para levantarse. - Perdonen... su conversación es muy interesante y ha aprendido mucho pero... ¿pueden disculparme si abandono el comedor?. - Por supuesto que sí. Ve a descansar porque te espera un fuerte trabajo -le permitió el anciano de las barbas blancas. El joven licenciado se fue a su habitación número 56. Llevaba aquella pequeña Santa Biblia Cristiana que le había regalado el anciano de las barbas blancas en su mano derecha. Como no tenía sueño comenzó a pensar. - ¡Te he hallado... por fin te he hallado... y ahora... ¿qué debo hacer para ganar tu amor?. ¿Sigues pensando en mí?. En estos cinco años... ¿has entregado ya tu corazón a otro?. ¡Dios mío, que no sea cierto que ama a otro hombre!. Después, en voz alta, recitó uno de sus versos: "Cuando en mis sueños entro mi mundo se me desaparece y parece que en una isla me encuentro rodeado por los peces. Cuando en mis sueños entro estás tú como promesa y un ramo de rosas sobre la mesa hace presencia en su centro. Cuando en mis sueños entro tu nombre se me desborda y me lanzo por la borda hasta el mar de lo concreto. Cuando en mis sueños entro eras La Mariposa Encantada y te noto en la almohada simplemente enamorada de mi sueño. Y penetro... en tu alma encarminada. Cuando en mis sueños entro no hay fronteras humanas y tengo solo las ganas de meterte en mis adentros. Cuando en mis sueños entro eres la Greta renacida que me da toda la vida de poeta y me descentro.... para escribir en tu boca un beso con mis acentos. Cuando en mis sueños entro yo soy el que te cubre como si fuese una nube con tu cuerpo de aposento. Cuando en mis sueños entro ya no me queda Universo pues sólo existe este verso como Vida y como Aliento. Alguien tocó en la puerta suavemente. - ¿Qué te sucede?. ¿Con quién estás hablando?. - Puede usted entrar si lo desea. Estoy hablando con ella... ¡y no me importa nada en absoluto que me diga usted que estoy loco por eso!. Entró el anciano de las barbas blancas. - Soy yo. Nada de loco. Estás más lúcido que nunca. - Perdone... creí que era el psiquiatra. Es que tienen el mismo tono de voz. - Entre un psiquiatra y yo existe un abismo de diferencias. - Lo sé. Pero si quiere usted subirse al carro de mis detractores puede hacerlo sin ninguna objeción por mi parte y hasta sin previo aviso si lo desea. - ¡Jamás cometeré yo tal locura con el joven más sano e inteligente que conozco!. - Entonces... ¿a qué ha venido?. - Sólo por una cosa. Mañana tenemos que madrugar muchísimo, pues las actividades comienzan a las nueve de la mañana y tenemos que tener tiempo para comprarnos ropas adeucadas. ¡Aquí tienes todo el programa cultural para esta Semana!. El joven licenciado cogió el tríptico y lo dejó sobre la mesilla de noche sin mirarlo para nada. - De cuerdo. Me dormiré muy pronto. - Que pases buena noche. Hasta mañana. - Si Dios quiere... - Eso, eso. Bien que me has corregido otra vez. Si Dios quiere... Otra vez solo... ¡y cuántas veces había conocido la soledad el joven licenciado!... sacó la pipa, la llenó de tabaco, comenzó a fumarla sin fumar y buscó los "Proverbios" en su pequeña Santa Biblia Cristiana. Aprovechó la calma de su espíritu, a pesar de que su corazón le golpeaba fuertemente al recordar a la jovencísima morena e hizo un tremendo esfuerzo para efectuar uno de sus juegos preferidos. Decidió escribir algo original pero entresacado de los "Proverbios" para componer una especie de entramado bíblico y descubrir si le servía para algo o no le servía para nada. Sacó uno de esos folios que siempre llevaba, doblados, en alguno de sus bolsillos del pamntalón y que, naturalmente, correspondía a su bolsillo trasero de la izquierda. Desdobló el folio, cogió el bolígrafo que estaba sobre la mesilla de noche y escribió... "La sabiduría clama en las calles, alza su voz en las plazas; clama en los principales lugares de reunión; en las entradas de las puertas de la ciudad dice sus razones. Si clamares a la inteligencia, y en la prudencia dices tu voz; si como a plata la buscares, y la escudriñares como a tesoros, entonces, entenderás el temor de Jehová y hallarás el conocimiento de Dios. Porque Jehová es la sabiduría y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia. Entonces entenderás justicica, juicio y equidad, y todo buen camino. Cuando la sabiduría entrare en tu corazón, y la ciencia fuese grata a tu alma, la discreción te guardará, te preservará la inteligencia para librarte del mal camino, el de los hombres que hallan perversidades del vicio y cuyas veredas son torcidas y torcidos todos sus caminos. Así andarás por el camino de los buenos y seguirás las veredas de los justos; porque los rectos habitarán la tierra y los perfectos permanecerán en ella, mas los impìos serán cortados de la tierra y los prevaricadores serán de ella desarraigados. Adquiere sabiduría. Adquiere inteligencia. Sabiduría ante todo, adquiere sabiduría; y sobre todas tus posesiones adquiere inteligencia. Engrandécela y ella te engrandecerá, ella te honrará cuando tú la hayas abrazado. No entres por la vereda de los impíos, ni vayas por el camino de los malos; déjala, no pases por ella, apártate de ella, pasa sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida. Mejor es la sabiduría que las piedras preciosas y todo cuanto se pueda desear no es de compararse a ella. Y yo, la sabiduría, habito en la cordura y hallo la ciencia de los consejos. Conmigo está el consejo y el buen juicio; yo soy la inteligencia, mío es el poder. Atiende a los consejos y sé sabio y no los menosprecies. Bienvenido el hombre que me escucha, porque el que me halle, hallará vida". Comenzó a tener un profundo sueño. Antes se entretuvo, sin embargo, en observar bien su habitación. Sobre la mesa-bar, frente a la cama, se hallaban varias botellas de diversos licores. El teléfono estaba a su lado derecho. Se levantó de la cama y se dirigió hacia la mesilla hasta llegar a ella; tomó una botella de "Baileys" y virtió un poco, muy poco, en un vaso situado a su izquerda. Se lo tomó despacio... muy despacio... tumbado en la cama mientras su mente no paraba de pensar en ella. - Yo no sé, en realidad, cuánto deseo intentarlo, cuánto me acuerdo de ti y de tus besos y de tus expresiones. ¿Recuerdas tú aquel día?. Nuestro beso fue sincero porque tú eres a la que amo y no a la que supuestamente creen los demás. Se levantgño de la cama, dejó la botella y el vaso vacío sobre el mueble bar, se dirigió de nuevo hacia la cama, se metió dentro tapándose con las sábanas y la manta e instantáneamente quedó profundamente dormido.
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