Acomodada la butaca, a toda marcha y revolución empezaremos el viaje.
 
-Comandante: Subcomandante hay mil billones, kilometros distantes y mucho hambre.
Debemos iniciar pronto el viaje, sin demoras por favor.
 
-Sucomandante: Entendido, allá vamos...
 
La nave se dirigió a la misión más temída e inevitable, un treinta y uno de Marzo, desde
un beso digitalizado por webcam. Entonces yo, todavía era una chica bajo sus órdenes.
 
Realmente disfruto más de mis totugas que del ordenador. Pero la cosa es que solo con lechuga y agua no se llega a destino y en el dìa que decidimos ir de aeronavegantes ya sabíamos...
     Ese mismo día, tal y como se daba el viaje, las tortuguitas desaparecieron. Se hizo aún más oscuro todo el siberespacio, no era cuestión de salir relajados a la gran aventura por eso se percibía aire tenso y mucha supervisión.
     En el uso, los abusos de los ordenadores, pueden hacernos perder el contacto con el mundo y la naturaleza, que siempre valdrán la pena... Ya se sabe, dirás, exige concentración y margen de cero error el llegar a destino a salvo. Ni tanto es necesario... 
      
     Va trepando el número a bordo, eso me lo dijo "el jefe", yo ni cuenta me daba, estaba tan ocupada mirando ese tablero de agujas descolocadas.
     -Andrea, Andrea ¿qué es esto sobre el panel de control?
     -No se, comandante ¿tendría que saberlo?
     -Pues claro, usted es mi lugarteniente.
     Claro como el agua, corrì a buscar explicaciones y a desenchufarme un poco de la presión.
No es el paso de Atila, sino el pensamiento de un Dios perdido -pensé- quien juega con nuestra música y unas palabras zumbadas. La sombra, el otro lado del calendario sin voto ni devoción. Presiento que pronto llegará la respuesta...
 
     La primera parada fue en el planeta equis, distante por cierto.
Descendimos de la nave y nos dimos cuenta que chico es el universo cuando uno piensa desde adentro y nada más. Estábamos allí, sin saber de esas bienvenidas cercanas y olvidadas en algún retazo lácteo.
     Si no hubiese sido por Jimmy seguramente no estarìa aquì, no lo digo en tono de lamento, pero que distinto hubiese sido todo. En cambio ahora, no puedo dejar de ser yo y de volverme a encontrar con aquella que fui.
     Tan simple como bajar un cambio es recuperar el humor perdido, a veces, hay que leer la letra pequeña de lo que uno firma lo cierto es que todo ya estaba acordado.
                       (CONTINUARA…)