Maanas azules (Diario)
Publicado en Apr 06, 2011
Cuando ya fuí enteramente consciente de que la Princesa formaba parte de mí mismo, las mañanas comenzaron a ser azules para mí. Tomé la guitarra del Curso CCC (Canto Como Cristiano) y comencé a rasgar la melodía minetras perfeccionaba el arte de sus cuerdas desde la prima al bordón.
Azul la mañana es azul el sol si le llamo vendrá se detendrá en mi voz y hasta la eternidad en su camino irá hacia otro azul. Después, yo no sé si hay después si el sol volverá a despertar porque la canción no ha de ser verdad porque en carnaval es que te busco yo aunque no habrás de estar y mentira tu voz en el azul. Después, yo no sé si hay después si el sol volverá a despertar porque la canción no ha de ser verdad porque en carnaval cantará el corazón, la razón de vivir cantará sin hablar, ni sentir. Pero yo no me dejé engañar por la falsa letra. Lo fácil hubiera sido aceptar la oferta de mi madre y comprarme otra guitarra mucho mejor, ya que él había decidido, en uno de sus ataques de envidia y borrachera, venderla al mejor postor. Lo fácil era aceptar la oferta de una nueva guitarra y olvidarme de mi Princesa; pero nadie consiguió jamás apartarme de Ella y las mañanas continuaron siendo para mí azules porque siempre miraba al cielo por no ver la envidia de la tierra. Por la ventana de mi habitación, todas las mañanas azules de la primavera, entraba la luz y despejé todas las envidias de los otros tres, los que trataban de impedir que fuese yo poeta. Ya no me interesaba ninguna otra guitarra y entonces comencé a componer mis propias canciones sin tener que usar guitarras llenas de envidia y traiciones. Sí. Era justo lo que mi Princesa esperaba de mí. No devolví injuria por injuria ni traición por traición y permanecí callado mientras ellos se agarrapiñaban por ser los primeros en elegir siempre los colores que más deseaban dejándome siempre a mí los que ellos, simples egoístas nada más, despreciaban. Mas en medio de aquel mundo que no era el mío jamás reproché a uno la envidia, a pesar de que tantas veces me había esforzado porque mi padre no se enterara del olor a alcohol que desprendía su cama, ni a los otros dos sus traicioneras maneras de actuar como vasallos del mal y olvidando quién les había guiado hacia la libertad. No. Yo me conformaba con esa libertad que ellos despreciaron. Por eso todas las mañanas eran de color azul cielo para mí aunque él se hubiese apoderado de los vasos azules, del servilletero azul, de las camisas azules y del pantalón vaquero azul, Yo prefería siempre callar y tener las mañanas azules en mis poesías aunque lo más fácil hiubiese sido aceptar la oferta de mi madre de tener una guitarra nueva completametne mía. No. Preferí quedarme escribiendo poemas para Ella.
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