Diario del Kurdistn (Novela) Captulo 9: Angora..
Publicado en Apr 11, 2011
Ankara se llamó en la antiguedad Ancira, y después también fue conocida como Angora. Está situada en plena Anatolia central, a unos 800 metros sobre el nivel del mar. Anatolia (que en turco se dice Anadolu y en griego Anatolé y que significa Levante) es el nombre con el que se conoce a todo el vasto conjunto de la Turquía asiática. Llegamos a Ankara ya tarde y tenemos hambre porque hace ya bastantes horas que sólo hemos comido galletas (de cebada por cierto) y el camino en coche se nos ha hecho largo y cansado...
Aunque de origen antiquísimo, Ankara tiene un aspecto extraordinariamente moderno y lleno de parques y jardines que contrastan con la aridez y pobreza del paisaje circundante. Es como oasis en desierto. Para muchos que la han visitado resulta ser una de las ciudades más bellas y sugestivas del Próximo Oriente. El núcleo urbano más reciente surgió tras la elección de esta ciudad como capital de la República de Turquía en 1923. Se halla constituido por una zona central, formada por el barrio gubernativo, y por otra de carácter residencial, más moderna, situada al sur, unida a una importante arteria vial de unos 5 kilómetros de longitud (la Ataturk Bulvari) que se abre en dirección norte-sur. Es en una zona cercana a la Ataturk Bulbari en donde tenemos nuestro alojamiento (Hotel Buyuk Surmeli de la calle Cihan Sohak) en donde comemos una sopa caliente (sopa de lentejas turcas) y carne de carnero (perdón por la redundancia). Pero no todos hemos comido porque el holandés se encuentra muy mal del estómago (quizás comió algo dañino en Istambul) y tiene una fiebre bastante alta. Se va derecho a la cama. Me dicen que la ciudad nueva está dominada por elevaciones rocosas en cuyas laderas surgió la parte más antigua. Que merece la pena dar una vuelta por allí. Mañana tendremos la posibilidad de visitarla porque será un día libre ya que nos espera un verdadero "palizón" en el futuro. Ahora aprendo que Ankara fue habitada por los romanos y alcanzó su máximo esplendor en tiempos de los selyúcidas. Los selyúcidas del viejo Seljud... Pues bien, los selyúcidas (también llamado selyuquíes y que no hay que confundir con los seleúcidas de la Antigua Grecia) fueron una dinastía turca que dominó en el oriente musulmán desde el siglo XI al XIII. Su imperio se extendió por Irán, Iraq, Siria, Armenia y Asia Menor y se desmoronó en el siglo XII quedando tan sólo en su poder la Anatolia hasta 1308. Esta verdad histórica me hace deducir que los selyúcidas debieron dominar, en algún período de su existencia, el Kurdistán. Efectivamente es así. Me lo confirma Salat. En el siglo XI los turcos selyúcidas originarios del Asia Central, conquistaron la mayor parte de lo que hoy es la región del este de Turquía y así fue cómo desalojaron del Kurdistán a los imanes árabes que pervivían allí, en pequeños principados, desde la caída de los bizantinos en el siglo VII. Fue en la época selyúcida, en el siglo XII, cuando vivió un célebre kurdo llamado Saladin (Saladino I) que había nacido en Takrit (en las montañas kurdas) en 1138 y que fue el primer sultán ayubí (desde 1171 hasta 1193 en que murió en Damasco). Este Saladin (Salah al-Din Yusuf) reunió bajo su autoridad Egipto, Hiyaz, Siria y Mesopotamia y se erigió en campeón de la guerra santa al recuperar Jerusalén a los cruzados, en 1187, con los que luego firmó una paz de compromiso en 1192. Predominantemente nómada, el pueblo kurdo, sin embargo, mantuvo siempre cierta independencia bajo el liderazgo de sus propios señores feudales hasta el siglo XVI, cuando su territorio se repartió entre el Imperio Otomano (turco) y el Imperio Savafavid (persa). Pero esto ya es otro capítulo de su historia y yo sólo deseo ahora irme a dormir (estoy verdaderamente cansado) mientras observo a un enorme gato blanco con ojos azules. Es un gato de los que conocemos como de la raza angora, pertenece al hotel y está tan acostumbrado a los humanos que se deja acariciar suavemente. Me dicen que también hay gatos de angora de color gris y de color rojo. A mí siempre me gustaron los gatos. Tienen enigma y carisma. Tienen misterio los gatos. Cuando yo era niño me pasaba horas enteras jugando con mi gato Pirracas. Me pregunto cómo se llamará este angora. Yo lo bautizo, libremente, con el nombre de Mus porque soy un verdadero vicioso de este juego de cartas. Y Mus se estira sin ningún disimulo y se marcha. Yo también me marcho. A la cama. En la habitación descubro la gran suavidad del mohair, una tela muy ligera que está fabricada con pelo de cabra de angora. Hay en esta comarca gatos de angora, cabras de angora y hasta conejos de angora... Las paredes están muy bellamente decoradas y hay, sobre el velador, algunos objetos con forma de aves y patos. Mirando estos pequeños objetos me dispongo a dormir, pero antes enciendo el cigarrillo de tabaco turco que he logrado adquirir en la recepción del hotel. Es fuerte el sabor de este tabaco y apago el cigarrillo a medias. Escucho el lejano murmullo de una música árabe que llega de alguna habitación cercana. No me molesta. Es como una suave y monótona salmodia que me adormece...
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